Un sol derretido, compra un vestido
para lucirlo de gala. Los pájaros
anuncian en los centros de compras
su melodiosa mercancía de tala.
El invierno ya ha vendido
todos sus ajuares blancos, sus
aretes de diciembre,
y se preocupa venderlos de día.
Vientos propagandísticos del piso
primero su
renovación de enero.
Escaparates de zafiros azules
como ramas floridas y coloridas.
Frascos de estrellas apagadas.
Alfombras persas para volar en los
pasillos
amarillos.
Canasta de cineastas y bombones
en el dulce cristal de cerezos.
Zapatones muy holgados, calzones
de la garza de la fuente triste.
Ordenador del rocío en las rosas,
balsámico catálogo y lluvia del
tiste.
Ayudar al sushi de la tarde: brisa
Gucci,
palillos de oro, dinamita volcánica
y de peluche,
cruz mesiánica del rosario, gafas
oscuras.
Febrero ha instalado luces en la
foresta
y el pino inservible se pone sus
anteojos verdes,
las gafas maduras.
Descuentos y deudas, deudores,
compra y venta de mi melancolía
envasada en el alma como frutas
conservadas.