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jueves, 27 de junio de 2019

No a la cuerda


No a la cuerda, donde apenas
salta el saltamontes en su ambición muda de
sus años verdes juveniles,            
pero al otro lado de la orilla
salta un delfín primero en el mar disléxico
de su menopaúsico imperio
y llega el encanto victorioso destronado, insípido de pecado,
de la piedra contra el musgo,
el musgo con su ejército profético de inocencias
la alta marea callada de despóticos elixires
la trinchera donde se combate el principio y el fin
su clamoreo sostenido en mil batallas salitres
se funden en catalépticos cuchillos de corales
de una rana que pasa, a la charca fragorosa,
por la vía ciega de las lenguas ciegas, del canto ciego,
no saltes ciego, abre la reguera y te sumerges
dentro de esta marejada,
rompe de una manotada la quiromancia de sus
penumbras, rompe sus penumbras a como se
rompe una puerta sin suspiro, a cómo has roto
mi paraíso de cosas simples, a cómo has roto
mi corazón en el último minuto de su muerte.
Ivette Mendoza