Hombre que se desconsuela
en las melodías de su huellas rotas,
se abre el alma bajo la nieve
blanca
y a través de su propia blancura
nos despierta y nos hace
nos despierta y nos hace
soñar para siempre.
Hombre que se desconsuela,
cuando el invierno lo nombra
acude a revestir su tristeza
y da su pulsación de ímpetu al destino,
suaviza la tierra que encarnece su
desvelo
prende su llama por todo el corazón,
escucha su voz el flujo continuo,
empieza a vivir y triunfa
y luego regresa a
y luego regresa a
su morada eterna.
Ivette Mendoza