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miércoles, 6 de octubre de 2021

Un enigma de amor

 

Un enigma de amor que transita luminosos átomos filosóficos/
refractadas hespérides aritméticas /reciben en la senectud
repetitiva de sus elementos —avispados fulgores mecánicos/
señal eterna que el alma puede percibir, su cuantificación, en el
refulgente y arado campo de la humanización –ese impulso
estudiado que repta en la indivisilidad centrípeta y vierte
sollozada la gloria de su suspiro.
Ivette Mendoza Fajardo




domingo, 3 de octubre de 2021

Cotorra rancia de tristeza parricida

 

Cotorra rancia de tristeza parricida inexcusable,
tu permanencia se deshoja en el látex pendular.
Hambre de violines feroces salpican en el desarme amoroso,
redimen la obstinación de temblorosos gorjeos,
escancian en floración inédita para envilecer
vehemencia incomprendida.
Lo improcedente con sonoridad de acero anida en el eco,
empata teñida de doseles…
frenaron sus metacarpos con draconiana monotonía,
tratando de enroscar melancolía .
Previsiones inesperadas,
en el plural fatídico del yermo flemático,
pasiones y egoísmos fue la lasca de permutación
para tu alma digitalizada
en la ilusión desleída del impedimento entibiado.
A tu duodécima cumbre desiderativa la criminalizó
esa bocanada solazada,
subyugada en raquíticos objetivos;
el ingrávido bamboleo de las cosas será tu pecado enardecido
que lametea entre los lapsos de insolencias,
y arrumba sin estancar paréntesis de luces inabordables.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 26 de septiembre de 2021

De cuentagotas aleatoria

 

De cuentagotas aleatoria por contienda que desalentara
lo que a veces es mejor y de cúbico agitado contrahecho
al remede que por arriba raquíticamente merodeaba
la oblación y al sacrificio del día celebérrimo advertía
como las células desgarrando con inseparable pavura
de ternero labiado en un óvulo de olvido primordial
guadaña que franqueaba por hermetizarte en donosura
de holgazanerías tan justo granizadas hacia el cálamo
donde evaporado el endospermo con ira de indulto
esponjoso, de ceguedad mortero en piltrafa de vísceras
de junturas que restaban el follaje del palique jónico
de quienes alborozados a sus estridencias solfeaban el
do al metamorfoseo entre cifras casquivanas que reñían
la estática elucubración de la luz al inmolarse desdentada
y si por coberturas colocaron remoquete a las cobayas
fue de mi culturizar el boscaje y la humorada de lamer
milésima de mutismo en la pantalla panorámica del
principiado de un derrumbe sempiterno y traslativo.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 25 de septiembre de 2021

Como ella quisiera esta incoherencia de materia

 

Como ella quisiera esta incoherencia de materia
exiliada en la negligencia de la posteridad
y habla de la sombra con rapidez blasfema dirá
al musgo de la fábula de infinito panorama de
olvido después de una tormenta es sinónimo
de alucinación marca cadencias a los cuerpos su
fragancia secaría mis lamentos el sol asoma
apenas sus propósitos si es un sol que de lejos
desmemoria piélagos le gusta vestirse de cordura
acicalada esta batalla te la debo a ti solo a ti
no entiendo esta genuflexión para llegar al punto
de partida hacia las jadeantes islas del sueño
junto a la mala hierba al regateo del futuro
que lo sacudía por el cuello la noche se fue
atrancando sobre nosotros este lienzo peregrino
apretando mis palabras el sigilo muriendo
en espiral aunque ya no es paralelo cero 
me sangró su gesto herido con tu desgastado
surco asombroso continuamente muerto.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 24 de septiembre de 2021

Ese laborioso estoicismo


Ese laborioso estoicismo en el mes de octubre
renueva desguarnecido su claridad de prosas
en consustancial ángulo efervescente,
reiteración: la antigua Grecia.
Milagro lento, aleteo umbroso de entrañas
de la ardua enredadera del lamento
que apresurada se escinde furtiva.
¡Quién presagiará acusativamente
sus vehementes adivinaciones
al centro de la anamorfosis!
Desconsolado en esa marejada ferviente
de los latidos, el efugio en cuño de reino.
Ivette Mendoza Fajardo


Chasquido impertinente de tabula rasa

 

Chasquido impertinente de tabula rasa
de tosquedad absoluta en velocidad de
paradojas trastabillando aurora de llama
recurrente.
Errata del cortocircuito es el hierático
aguijón que merma el epílogo de una
alabanza de piel lerda y envenenada de
ubicuas ilusiones.
Pelusa parietal del camino chisporrotea
suplicante al tercer ojo veloz del bisonte,
indomablemente contráctil por las veredas
de los hechos, rendido al sacrificio de una
silueta pecando.
Mejillas nadadoras sobre la angustia autoritativa
caen al borde del precipicio bien razonadas y
descubren su sensibles astucias ante la lluvia del
sexo burocrático, muestran su eternidad en sus
desdoblamientos de senos catequizados de lágrimas 
intactas. Donosa blancura en el desliz de un crepúsculo
arcano vuelve mendingando brizados cigarrillos
radioactivos, que son las gotas susurradas
del cáliz, clavadas por la punta de un alfiler temeroso
sobre la caleta de ese dolor intransigente de monólogos errantes.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 23 de septiembre de 2021

Hodierna anulación

 

Hodierna anulación y diagramas frenéticos
se atormentan de sus límites del negro al
blanco y examinan la baladronada o lo
que el dardo empuja atracción de muerte,
le sucede sin el porqué sobrenatural,
ni por anocheceres escépticos en otoño,
/o porque a veces es la sosegada senectud/
en milagros sueñan bajo círculos dolientes.
Pero cuando entrama el día sus manos vacilan
entre el párrafo y el punto de la antigua Grecia.
Y el bosquejo terrenal hacia las letras albúminas
del vacío cuando la noche avisa contra almas
ignoradas revelando su hermético silencio.
Ivette Mendoza Fajardo



Acompasada de hoy

 

Acompasada de hoy, no llueve tormento
refugio de una verdad solar
donde se viste el alma sigilosamente
de carne de esvásticas vesánicas,
y se ha transformado mucho
facilitando tu luz de metamorfosis extraviada
a lo que veo y profeso…azar, azar, azar…
Desbaratar ese rojo cariño al blanco sopor,
como esa clara porosidad del temor,
entre lo innavegable viltroteado a la piedra
y a lo invisible que quiebra el vocablo cadente
del sueño…
Y flemática, flemáticamente
en el margen revelado de su geometría
experimenta de nuevo, de nuevo,
mudando colores de pupilas iguales graciosas
como en una historia celeste
cargada de fortuna de panes y peces laureados.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 22 de septiembre de 2021

Algún día retoñará tu risa vibrante

 

Algún día retoñará tu risa vibrante
a una velocidad embalada
a la tibieza de mi omoplato que se enrolla,
en la más íntima abadía,
ante las miradas asombradas de tórridos horizontes,
avanzando tu piel rompible entre la vacilante repetición
y mi fortaleza casi incólume, contra su iniquidad;
de la esfera de la imaginación y con suerte irreflexiva,
de quimeras iniciadas a lo imposible.
El fuego de la cordura y el fuego del mundo
el que despertó la avidez por deleitarse aleluya,
el que ofreció por entero al tabú de la furia;
estamos descollando la sustracción vetusta de
gélidos abismos del pensamiento, nunca caído,
habremos de reñir en desigual querella:
instante que revolotea significados emocionales,
ansiamos erigir plataformas al agravio,
levemente inclinada en la presencia del verbo.
No se irá a menos que le consigne desolación introvertida.
Numerosas son las ventanas del alma que llevan neutralidad
de reposo,
como obligan a evadirse contra su estancia timorata; a la
naturaleza atemporal que la ha llamado el silencio…
Ivette Mendoza Fajardo



Abre tu alma de primavera incendiada de amor

 

Abre tu alma de primavera incendiada de amor,
tus labios de gloria y de noche derribada,
tu mirada de fronda, tu mirada rebautizada,
rumoreo de luz en el temblor olvidadizo de tiniebla
hacia al beso caritativo que arroja la memoria.
Árbol del saber sangrado de monotonía, de los ocasos,
sendero de las tempestades osadamente,
reverberan hacia los nudos afligidos del tiempo
hacia la sed clara de la congoja desmigajada del instante
cuando enmarañas palabras con relámpagos iracundos,
yo solo soy la marejada predecible que humedece tu espíritu,
y el viento equidistante marcará el mapa macerado al silencio.
Deseo goloso de caricias blancoscuras de auras bronceadas,
cien veces inmutables, cien veces llenando
el camino de soles votivos, pero en definitiva atraída por
el gris fragmentado de la nada que socava lánguidamente
la espuma clamorosa amotinada de la vida.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 20 de septiembre de 2021

La mácula carnosa

 

La mácula carnosa del gozo
se agranda sobre el cielo!
¡Azul, azul, azul!
ruge el mar,
bebe su dulce y amarga cicuta traviesa
y es el olivo emoliente que se doblega
fatigosamente
contra el filo oeste de luz escarlata.
No hay inercia transparente,
sólo una orilla divinativa
que afirma de ocaso en ocaso
y de mutación en mutación
desluciendo amaneceres infatigables
del mundo azorado;
¡tú, en el noble recuerdo
de tus labios asfixiados de fuego,
bajo el purpúreo néctar de tu norte!
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 19 de septiembre de 2021

Blancura atesorando

 

Blancura atesorando
modulación negrura,
escape donde estampa
la melanina colofón,
modalidad con todo
lo que propone de jirafa,
estampida acopiada,
kilovatio anca, largo esternón,
fondo en punta, testuz alzada,
matajirafas viscosas,
la apática preñez del belfo
en periódico embriagar, del fósforo
cobrizo al hidróxido, iterativo,
granulado, a máculas…
¡Y la abominable pretensión
en tu regodeo, un cursi enrielar
que por desternillarse nigromancía
se añade también dádivas picarescas,
una jirafa que además defiende
aprobar en su cuello a todo
lo que sea de su alto nivel intelectual,
y asimismo la duda de malgastar sumisión
de vez en cuando que se lo designa
a la covalencia carnal de su equilibrio…
Ivette Mendoz Fajardo



sábado, 18 de septiembre de 2021

No eres más que la perplejidad de cardos

 

No eres más que la perplejidad de cardos simbióticos
de un mayúsculo crepúsculo flotante y enviudado
donde deslía la apatía un miedo herrumbroso.
¡Oh mundo desleal que lleva ciega su aventura!
Sucumbe el misterio en el arcén de la indómita elegía,
en las comas saladas del encuentro de un sol agónico,
para saciar un placebo alojado en mi pecho que puede
apenas desovar oscuridad en grumos de esa seda fragosa,
regordeta y a su vez mal alimentada de aprobaciones y rechazos.
Yaciente y ansiosa del trueque dactilar, la carne empaña a la
sombra en el ensueño, difumina la canícula del derrumbe
equinoccial y da vuelta, gira,gira, gira rogando tocar los
pechos de la tierra impregnada por tu llanto desmesurado.

Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 17 de septiembre de 2021

Doy giro alrededor del reflejo ciego

 

Doy giro alrededor del reflejo ciego:
Adelanto coordenadas afrodisíacas al bálsamo que
inundas en la soledad de mis pupilas. Párpado
que no guía al babilónico muerto por terciopelo,
me ponderas oceánica; o terráquea. A la venida
asiento enigmático mausoleo de elogios sobre
el amazonas/ sílfides de alaridos/Ondina/ quilates/
El valle incierto de la memoria y la piedad rota.
Expiro en ese norte lapso habituado de contraviento
de venas; descoso la melancolía; nutrir magia nutrir
hasta engordar diablillos azules en una sinuosa calle.
Dar reflejo al giro ciego y apretar llanto del muslo.

Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 16 de septiembre de 2021

El filo de la sombra undosa

 

El filo de la sombra undosa corta
las membranas mutantes del silencio
y vence a un grito de estrellas y de planetas.
 
Trota como en rompecabezas intermitente,
quemando carmesí el aliento frígido del tiempo.
Y es una noche muerta donde a veces
descifran sus alocuciones los relámpagos
bajo el profundo color de su impertinencia muda.
Desaparece poco a poco, remando en un barquito
hecho de lunas mustias para volver a regenerar
las células de su catalizador infinito, hasta
deslizar sus manos por la hoja de teflón agujereada
del cielo filantrópico hecho humo.
Ivette Mendoza Fajardo



Es la hora ruidosa del hielo encendido

 

Es la hora ruidosa del hielo encendido
contra la hora silente de la introspección.
A veces pugilista revolucionaria.
A veces maléfica contra el velamen
y el demiurgo cansancio de las vértebras
urbanas del tiempo,
como en su asfalto de orgasmos muertos,
infructuosos en su lerdas intrepideces.
 
Más intrépida es la sordera de sus sentidos,
del baldón más rebelde de afanes sinsabores,
y aún así les mete miedo hurgando en ellos
a ver que encuentra.
O si por casualidad aparece allí, es estentóreamente
un marca efímera del destino.
Hoy declara desgarrar oscuridades mutantes
contra la cónica razón del lagrimeo permanente
de esos minutos andariegos.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 15 de septiembre de 2021

Música del viento

Música del viento verde depresivo, entre la razón y la duda
está y en cada repertorio alocado de los amaneceres alcohólicos.
Una chancleta resbaladiza viaja en el vaivén del péndulo orático
que flagela al tiempo, en la tridimensional apuesta de esta tarde.
Y tu llanto es somnífero dentro de mis símbolos religiosos
que tuercen fechorías translucidas en mi lengua arrodillada.
Las manos se suicidan raspando un viejo cuento en un vértigo
ambarino o se disparan con el calor de mi nostalgia cultivada.
Vienen las estrellas hacia mí a confesarme ese amor incondicional
que sienten y en cualquier anotación me arrancan una costilla.
Y me oculto en mi alegría profunda, en mis delirios alegóricos,
masticando sus sones con una cruel introspección.
Moldeo de nuevo tu tristeza que se amalgama a mi piojosamente, a veces
se vuelve cada vez más alucinógena y se hace un huesudo corazón
en nuestras narices..
Aparecen las estrellas cluecas en el corral de la burocracia
convirtiéndose en un polvo fugaz, y un amor inmenso las embarga.
Lunas equilibristas en el aire ven la marca de la bestia apocalíptica
y su extraño rugido donde las brújulas sagradas son tan pecadoras.
Ivette Mendoza Fajardo



Escarabajos deprimidos dentro del sentimiento

 

Escarabajos deprimidos dentro del sentimiento
contorsionista, doblegados al aluvión de los
gritos psíquicos e hidrópicos.
Los portones marítimos me regalan el perfil
de sus rostros celestes.
Oculta bajo el agua llego a ti para atravesar
paredes.
Un astro hechiza la garganta de los párpados
pandémicos.
Mis ojos dibujan el prefijo de la razón
a través de las puertas trasnochadas.
Deseo almorzar espíritus albinos.
Hoy las begonias saltan de alegría
y demacran su dominio feudal macabramente.
Percibo la aventura milagrosa y lunática
de un ratón en el bebedizo de la luz.
La menstruación religiosa de los moluscos
abarca la compasión de los tenedores,
y dicen que me pueden ahogar
dentro de sus sanguinolentas palabras
por toda la eternidad.
Visión enigmática en las hormonas
de las magnolias ponzoñosas.
Los tiburones misteriosos firman
la paz de panes míseros en un rumor
de nubes elocuentes.
Ivette Mendoza Fajardo




martes, 14 de septiembre de 2021

Siluetas lloronas en la médula del cielo


Siluetas lloronas en la médula del cielo,
copiosos mares componen el universo,
rondas encaprichadas del piélago.
Desdichas de hogazas salpicadas en una
travesía sin fin.
Poesías en quietud y en soledad
crean su oportuna lluvia metafórica
y se acoplan a la noche bohemia de la
fosforescencia.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 13 de septiembre de 2021

Tu mirada se derrama sobre ese efluvio divino

Tu mirada se derrama sobre ese efluvio divino
erotizando la conquista anhelante del amor.
Me adhiero a la médula de tu soledad
y palpo la adicción pueril de tu sombra sonrosada,
por los poros sedientos de mi cuerpo.
Tu presencia me llena de trovas y poesías, 
me llevan a sonreír dentro de sus metáforas;
su ritmo y melodías abren nuestro senderos.
Se estrega el alma, al encanto de la caricia
para volar como una leve mariposa nívea
en un universo frutecido de ternura.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 12 de septiembre de 2021

Zeus se designa en sus armaduras de cidras

 

Zeus se designa en sus armaduras de cidras
hacia al infinito divagar de álgidas almas,
recluidas se colocan a tener cuerpos rutilantes
a tiritar dentro de las ruinas de las campanas.
Un efluvio las anega entre el esternón y el espíritu,
le imploran al pectoral de la engreída brizna
a que se derribe como tinieblas o como escarabajos.
Caza de inmediato una luna de canto creciente,
la decreta de herméticos susurros,
le felicita toda de sagacidades,
le chifla, la idolatra, la indaga.
La envuelve ahora de conjunciones
de agraciados panoramas y de arpas.
Despertará de sus armaduras de cidras
acicalando los océanos con sus enigmas.
Suaviza la tierra que ha sido de fuego
a la orilla rememorativa de su soledad.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 11 de septiembre de 2021

Enésima acuarela esmirriada de nostalgia invicta

 

Enésima acuarela esmirriada de nostalgia invicta
que disuelve la oscura prolongación de su virtud, y
no vive más que en las horas cohibidas y sus afanes.
Allí bebí la crucificada raíz de su universo enhebrado
entre los capullos misericordiosamente mutilados
y el frondoso e incrédulo crepúsculo sin muecas
que se despojaron de su nidos de plata y azahar 
para engolosinar nuestros elixires genéticos, para
decantar un cielo enmudecido que pierde la noción
del tiempo en la cenefa de tu mirada.
Y más allá atrapó con sus cavilaciones a la consciencia
del viento milenario, durante una sombría noche de rapsodia
universal engullida a la vida.
Ivette Mendoza Fajardo





viernes, 10 de septiembre de 2021

El viento adelgazado mastica su ración de miedo

 

El viento adelgazado mastica su ración de miedo pulmonar.
Sinfonía que descascara el enigma octaédrico
de la convulsión victoriosa,
y hace sacudir el azufre de esos diablillos híspidos reyes
de triquiñuelas barométricas.
El tiempo vitriólico empavesado
corre como opresiones cómicas.
Después
paulatinamente rebasa la tranquilidad rabiosa
y el cielo pantomímico del panorama nogal,
se enjuaga para ver pasar
la line púrpura del deseo equinoccial y taciturno
y es el rito sonámbulo desfogado de
crepúsculos malabáricos sobre los mares pulverizados
de sílabas sediciosas.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 9 de septiembre de 2021

Halcón surcando en la lengua del vértigo

 

Halcón surcando en la lengua del vértigo octosilábico
y es ese río tratando de quemar la palabra vacía trasnochada.
Tiniebla que se asombra de su preñez en cualquier compañía,
y era nuestra vigilia deleitosa a la hora más temida.
Nunca dictamos la vieja sentencia de una idea gacha
porque era la sonrisa alborotada del objeto que se ahogó
en la locomotora parturienta inclementemente sorda.
La soledad es un diablo, agarrado al viento en cuatro patas,
es una puerta extrasensorial por donde entra Dante
a la cascada de su imaginación haciendo cortocircuito,
es una manotada de avestruz que da a las almas emancipadas
de azabache y es un fuego irresoluto
bisbisando solo,
cuando los olvidos eclécticos dejan de gimotear en el
pozo desdichado de la muerte.
Ivette Mendoza Fajardo



Repta el guijarro

 

Repta el guijarro, en el temblor de la mañana
como el céfiro absuelve su dureza pragmática
y esa mano entiende la animosidad de las navajas.
Bajo los conjuros,
entre los aglutinaciones rumorosas,
los guijarros, los pétalos y las hojas
tienen sobradas sabidurías para que
el todo siempre, abarque la nada y
el dictamen que luego tendrán sobre la tierra
no sea confuso por el estentóreo ruido
de la barbarie,
el silencio incondicional muestra afanosamente,
los perfiles de la primavera,
mientras que la dentellada rabiosa se esconde
hacia el fondo como un reloj entretenido.
La navaja encrespada que escinde la semilla
y aparenta no saber nada
su objetivo es lustrar las deudas del remordimiento.
Los pétalos sagrados no seducen las navajas,
pero hacen florecer su ferocidad benigna.
El guijarro crea su propio mundo, crea su distancia
arriba de su miedo, enloquecido por estrellas pitonisas
de árboles narcotizados.
Ivette Mendoza Fajardo




miércoles, 8 de septiembre de 2021

Me arrulla la nostalgia consoladora

 

Me arrulla la nostalgia consoladora,
me resguarda al sollozar
se eternizan tus besos de arrope ,
es un cappuccino el olor de la angustia
el día se parece mucho a ti, provocador,
aunque nunca fuiste amoroso,
ahora estos caminos recorridos te
convocan ineludible,
me transforma la noche en un silencio sepulcral,
me acongoja una espina en el alma
me matan tus gélidos adioses
como lastiman cuando viajan por el aire
como rabian en el corazón,
ahora no existen más que en el recuerdo;
recuerdo cuando nuestras miradas se juntaban
hoy me enoja, permanecen en las cárceles
de la vida,
tu voz perdida, por esas calles sembradas de dolor,
se torna adolorida la paciencia,
se torna adolorido el amor,
su fuego se dobla en las esquinas,
ese fuego permanece invisible,
el tiempo por la errante vestidura
dejó de florecer etimológicamente,
la mañana de menta remojada nos atrapó en su torvo ocaso.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 6 de septiembre de 2021

Metáfora preguntante

 

Metáfora preguntante colgada en la
oreja del universo paralelo,
más allá de la liquida navaja de la angustia
y del relámpago mendicante y afligido de las gaviotas.
Precipitación cuajada: Adivinanzas
de plomos toreados en las campanas
de las dudas de la víscera cacofónica
subastada como en percusión de mandolina genocida.
Mácula en el temor descabellado del viento.
Desde las escrituras a tus patrañas en el índice de tu deseo
englobo el ocaso torvo en cada alucinación del riesgo.
Los censos de aguas rancias despotrican desde sus contornos,
mientras caen las tres carabelas de cicatrices silvestres
que escapan de la cibernética, de la dominación retorcida
de la velocidad atómica gramatical, de la deshonra criminal
de la molécula.
Aquí nada nos conviene, a no ser porque en la luz desollada
de sombras aterrorizantes recogiste el suspiro insobornable de los
desencarnados.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 3 de septiembre de 2021

De entre la apertura zodiacal

 

De entre la apertura zodiacal y la pendiente trazadora,
de entre las factorías cletas por donde proviene
su espectro discordante opacado por la angustia,
surges abstraído de razones acechantes y aportaciones
de pudores libres,
¡Recta curvilínea y rectángulo circular!
 
Y me persigues en pro de las continuidades,
y te siento desde todas las preguntas inquietantes
abriendo paso hacia un paralelismo de Nabucodonosor
o un babilónico derramamiento de proféticas caricias.
 
Nunca más hay que renovar un pacto de raíces y matrices
ineludibles que bien saben que darán frutos resolutos,
seré una multa burguesa llena de pretensiones
que se ocultará como monografía inexistente.
 
Y te indicaré que la queja me asocia por el borde yuxtapuesto...
desde mi intención científica pactando en tu olvido vertiginoso.
Y ascenderé aquí también en término cuántico,
¡Más arriba... más arriba hasta enmascarar la Osa Mayor de cerca!
Ivette Mendoza Fajardo



Una pausa para poder plantar una canción lunar

Una pausa para poder plantar una canción lunar
sobre la gloriosa directriz de mi fragante sepultura,
una estirpe de estrellas ansiadas de soles visionarios.
Un cangrejo lúcido en la mansión de la inmortalidad,
un hechizo casto y recurrente por entre mis decires.
Entiendo que fui consciente con la glutinosa inmensidad,
consecuente con el silencio noctívago en los olivos
incondicional en la crítica de nadie por los oráculos
rememorativos, entonces, mi sombra helada devuelta al infinito,
como un abertura celestial por donde se concentra el mundo.
Partir, entonces, en los estambres desolados de tus ojos hondos,
y repiten este adiós vacante como si fuese el último.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 1 de septiembre de 2021

Añoso prurito añosa avidez

 

Añoso prurito añosa avidez
de depilado blasón que audaz crispa
o, más justo,
que cata inmóvil el entonces
para exudar los bisbiseos
encubiertos tras la celosilla hormonal
y aunque débil,
pareado el paradigma pardo
celuloide delgada de penumbra que reniega
en su latitud blanca.
Aletargamiento de sentirse acortada
confianza de esdrujulizarse poca:
castellanizando el horizonte hormigonado
es el escote chirriador del desvarío
en la acéfala garganta.
Paralelo espumante, como pubertad psíquica
signo adyacente para el escrupuloso,
para nuestro amor que genera
mangado cendal sobre los hombros:
vomitadas figuras de talquezal
mestizando el movimiento dipsómano,
la ingenua gota hirsuta.
Inteligente camino de nubosidad
el vapor larvario en demasía,
como plétora desguarnecida
que se abre ante la conspiración de almas.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 31 de agosto de 2021

Se trastocan los días, los años parvularios

 

Se trastocan los días, los años parvularios
la democratización del espíritu en presencia de los labios
nos traga por osmosis sus bastillas y presentimos
hacia el abismo extrasensorial.
Pasa la noción de nube primordial...besa y calla
y vuelve a reconectarse.
Un eco de lujuria moribunda serpentea la penumbra.
Es la presión de la fuerza agraz: me digo.
La mudanza de la flor nos adelanta
no desea vestir mis presentimientos en surcos de monotonía,
pero adula la tierna adoración de su balandra, los despechos,
la medida del alma del tiempo solitario y el latir de esos trayectos
mucho antes que pesquen mis discursos pletóricos amorriñados.
La fúnebre reacción del siglo veinte de calibre desigual
pavoneándose en el aire de dureza de soneto.
Las cenizas del verbo se agitan.
Aspira octavilla resucitar sus ojos de antemano.
Aspira
que sólo la consciencia se santifique de necedades
y nos predique el ¡tilín, tilín!; ¡tintín, tintín!i del velamen,
que más dice que el empeño
sobre la flojedad de los viejos números
que la potencia desleída,
que la potencia desleída...
Ivette Mendoza Fajardo



Esa reacción química que contabiliza

 

Esa reacción química que contabiliza
el tronar del dedo pulgar entre
los planes de desarrollo agropecuario
y sus vapores coronarios, se presiente.
Un viento necesita de todas mis virtudes
para administrar su radiografía aristotélica.
Elementos científicos que aman la invención
de un pulmón atómico que decide devorarme
dentro del mutismo ciego al respirar.
Consciencia de alquitrán sindicalizada en mí
vertebrada máscara mentolada en soledad
con el denominador común a la fantasmagoría.
Nomenclatura física de perlas asesinas
lanzan un puñado de generaciones con
olores a cortocircuito.
El cañaveral de la tangente se casa con el
mejillón de la poesía mientras que su
hermanastra, la ciencia de la mandíbula batiente
trasplanta y machaca una realidad de abecedarios
mercenarios de color agreste.
La liberación de las hormigas locas gritaba contra
las patas de un avestruz que aplaudía derrocar
la muerte con un cuchillo de celofán.
Las balas eran los panfletos que tapaban el ojo
tuerto de un litro de puertas y se golpeaban
el alma hasta arrancarse los colmillos deshumanizados.
La dentellada de la cotangente aprieta bien
televisada a descocer arañas entre un pasado
sin fin y su biogenética diversión, del cual juegan al
verso de las mañanas sobrenaturales.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 29 de agosto de 2021

Es de la envergadura del rigor de la técnica probabilística

 

Es de la envergadura del rigor de la técnica probabilística
donde hallamos,
melancolía por el respingado almanaque molecular.
La inconveniente sumatoria de exponer tus labios
extrasensoriales y la
discordancia con los matices del espectro pitagórico
o cartesiano de los sueños, lo acortan en su eje terráqueo.
 
Aplicaciones asombrosas,
el conjunto universal del aire de infinitos cuencos
representa:
Su animación cinematográfica al convulsionado teorema
por la asimetría del espacio virtual entre párpados
iónicos.
Con la liberación de la sonrisa vencida y fallida, esta,
nos propone el roce extravagante del menester
politeísta
y descarta el falso milagro banal y consumido en el
anhelo de la conquista de un beso exponencial y divergente.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 28 de agosto de 2021

Lo amurallado en los mantos del asteroide

 

Lo amurallado en los mantos del asteroide ciempiés.
La irritabilidad en el espacio de los cohetes vertebrados.
Los miedos astrales a través del techo persistente.
Las muñecas divorciadas, los espasmos amabilísimos.
El llamamiento estadístico con sus vestiditos verdes.
La aceleración emperifollada con que se elaboran
las trayectorias en un grano de humildad.
Los tornillos que atornillan las hazañas de los ramalazos
y un matamoscas que mal mata
el resurgimiento de historias falsas
desde el terruño rudimentario de la salchicha,
reconstruyéndose al misterio occipital de la poesía.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 21 de agosto de 2021

El día se espulga


El día se espulga, se espulgaba, defiriendo
a su atuendo ecosistema, la montaña de medusa
sobre higuera y torrencial vacíos de destinos;
El tabardo inmóvil, digamos
fugitivo y bigotón, chapuzando en los escombros.
Un verdín degradante aquel que derruyeron allí,
la calma singladura y su lego taimado tan descalabrado de
clepsidras auroras,
batidas entre sus costillas feudo-albinas,
con miel de espíritu reacondicionaban el sacro duelo.
Aquel maculado látigo fue solsticio cobijado de disléxicos
dolores
bajo el sobresalto de la obsesión.
Juguete de la luz, hastiado, acorralado en lenguas
apocalípticas,
monomanía de microondas que contradice los pilares
de las desmesuras,
avizora la carabina los pies que defenderá
su aerostático plomo; su hígado de marfil y su rostro hidra,
los verdes labios del titán los maquilla fibrosamente.
Ivette Mendoza Fajardo



Somnolencia precoz de espíritu verde

 

Somnolencia precoz de espíritu verde.
Seda se da sedada de congelación.
Gimoteando hueso saltarín lardando.
Atlántida dorsal zurciéndose con éter.
Relumbrados océanos de ceras y ajíes.
Amelocotonada la mar con camisa al azar.
Una niebla solitaria de viento y saliva.
El águila ermitaña borrando la ramazón lunar.
La barca de alaridos adyacentes sangrando
en el sazonar de los entonces.
Las uñas del eje terráqueo del pio pio con maculado
hálito casi nunca su torre lavanda anda panda.
Mientras reímos no somos pinceles sino albatros
sin embargo refutábamos agua lujuriosa
saludando entre los sepulcros.
Esa marmota jota soplándose dentro del maremoto.
Buitre conmigo en la morada celestial,
vamos cargando apasionadamente
luna envenenada de flores jocosas.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 19 de agosto de 2021

Hoy se acalambra la nostalgia solitaria del crepúsculo.

 

Hoy se acalambra la nostalgia solitaria del crepúsculo.
El óvulo sideral amortaja los siglos del pan azulino.
El cascabel energúmeno ensaliva la orilla de los vértigos.
La estepa y su plumaje nácar exhuman la sinrazón
de los tercetos.
Y la luna idolátrica acorta el temblor de su pupila de esmeralda.
Las mañanas de trigo sacuden sus alas de terciopelo,
con sus voces delgadas derretidas en melancolía.
Ivette Mendoza Fajardo



 

domingo, 15 de agosto de 2021

Supernova pestífera de baldosas boquiabiertas

 

Supernova pestífera de baldosas boquiabiertas.
Estranguló en melancolía la flojera entontada,
venerabilísimo y desarropado este eslabón confabulado
que ara por su piel un jardín inmoral,
como peces sufridos encandilándolos de gestos.
¡Quién inventaría el arqueo de la calentura y del revoloteo,
de su ancha postura desmenuzada en numerosas lunas
absolutas bajo el estremecimiento totalitario del aguacero!
Tienes dentro de ti la obsesión predestinada de tus pestañas
afligidas holladas de universos del menester elemental.
Correteas por la estancia envuelta en piernas de serpientes
mordisqueadas por las hienas de una pretensión a la nueva ola.
Maligno este cuchillo abrumador.
La ecuación sabe de ti, pero tú sabes más de ella
al saltar esa voluntad quántica y conquistar su orilla amilanada.
Alianza ineludible, poderío de la sangre del destierro de cebolla,
toros concientizando y tragando su teocracia matemática.
Ladrillos bramadores, que todos soñamos por el juego de la salvia.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 14 de agosto de 2021

Resuena la penumbra diabética

 

Resuena la penumbra diabética sobre el fracaso del averno.
A la luna embarazada le duele la pasión engarbada de bronquitis
debajo de un mar impermeable y una tierra sentimental de arañas.
La máquina fetal exploraba la blasfemia de los sones demudados.
De igual modo lucen los muertos joviales y la espalda
geográfica para que siempre suden, para que no expíen
sobre el verdugo asfixiado de rumores oscuros.
Las enfermedades alabando al vendedor de flores temibles
con voluntad de mosca sublevada.
Así el candado tiñoso ostenta la tristeza como medalla
dispersa por error entre los rombos siniestros
y transfiguraba su pulmón como trofeo a la estrella innominada.
En esa inédita esfera levantaré otro vuelo
con el estambre yermo de la metamorfosis.
Solamente transitaba, por la astilla del mundo emocionante,
de esa tos urbana poseída en la musculatura del mármol,
donde quedó como achaques azotados de cemento.
La voluntad ciénaga abarca el hábito mellado y artificioso
que relegaron las sílfides al ascender a la melancolía del sexo.
He disipado las contraseñas posteriores de esta ceremonia
que no retorna, ni debe retornar a su punto inicial.
Antes que esa carretera sea mordida por el céfiro,
fueron nucas solteronas apolillando las ventanas
con mi leucocitos más sonoros, incomprensibles,
en la cosecha del rojo y sepulcral hartazgo.
Ivette Mendoza Fajardo



La noche zurce un graznido

 

La noche zurce un graznido en el temblor de la herida.
Mortaja de la soledad violenta de garrapatas en cautiverios.
Panal sin contraseña escarba la ficción horrífica del hueso
Almácigos de ojos incestuosos destierran el verbo enloquecido
que se introdujeron a la murmuración de la cercanía,
con calles automáticas de amor y balbuceos cibernéticos,
de las premuras persuadidas tras las bartolinas devorantes.
Tiempo acurrucado en el principio de apenas una hora.
Zaguanes desesperados de júbilo venenoso rosado inalterado.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 13 de agosto de 2021

Arrebatador rescoldo

 

Arrebatador rescoldo, condenable hueso invidente,
embriagando amor de salvedad horizontal,
mujer de laurel difuso y esdrújula genética,
petrificada dualidad de eléctrica ilusión escamada.
Los siglos pasan por la hambruna de los vértigos,
después de un reciente pasado que truncaba albores castos,
marca el rumbo en un caminar perentorio y patriarcal
y en el centro de su propia eternidad se sueña estercolando.
Escarba quizás sobre el plomo iracundo de moléculas contingentes
de un postulado volátil en medio de tanto asombro veleidoso.
Ivette Mendoza Fajardo




martes, 10 de agosto de 2021

Colochos moribundos de la adversidad mañanera

 

Colochos moribundos de la adversidad mañanera /
Ruina de satélite inmemorial, en pergamino humano /
Hambruna germinada a palpitación copada /
Códigos danzarines sobre las dudas piro-clásticas /
Mañanas mefíticas requemadas de azufre /
Obsesión lésbica de sentido infinitesimal por doquier /
Lengua clásica se zambulle en el mar alado
de la mentira /
Medicación etérea rapada de cabeza y
cruzada de esporas /
Aullido parido de almas rateras mutiladas /
Fogata encasquetada de piernas movedizas /
Pánico selecto bajo el rito monográfico de las risas /
Grafica de la ilusión hermanastra de la
sombra suprema /
Muchedumbre de ruidos psicóticos lamiéndose
los pies extasiados de penurias /
Espina dorsal feminista amamanta ese dolor
ciudadano de sopor mellizo /
Maleta torturada por demonios esclavizados
de amor y el llanto perfora sus sueños milimétricos /
Garfios que germinan una vida bicolor en pugna /
Ivette Mendoza Fajardo


Por un momento

 

Por un momento ufanados,
destornillados, lerdos y desnucados,
concurrimos en las frazadas
del remordimiento,
atascado en su anhelo ya cargado
de enunciados de nitratos ruinosos
dentro de su gran desengaño
acústico trimestral.
Vegetamos coordinados
enarbolando
la última eufonía clandestina,
el clavicordio anclado a la par
de la oportunidad
más colindante
escudriñando un alma
contra alma de otro
cuerpo dibujando su conciencia,
derretimos nuestras armaduras
de tragedia en tragedia hasta
la muesca desdentada zarandeando
un día muerto de amor
y una noche de huecos grises infinitos
y murallas seniles disolutas,
el fango de la sobrevida nos allana…, nos alegra
y yo…concluyo al caminar.
Por un momento existimos
de par en par fragmentados de fuego
y de vez en cuando perdemos ese sonido
singular que nunca acaba de comenzar…
Ivette Mendoza Fajardo



Aviento ,entornadas horas

 

Aviento, entornadas horas, como dogmas del semáforo
agobiante.
Carne de los siglos como mordaza de la memoria
en delirios umbilicales del ensalivado trajinar.
Ascender, esa burbuja de cedro que extravía los
telescopios de la levitación.            
Reír o no reír, la confesión errática de
Vivaldi aconseja a los pájaros cernícalos.
Los excesos inquietos de planteamientos
psicotrópicos constituyen
la personificación de lo condicionado.           
Fracciones, desamparos, calumnias de lo rectangular.
Sobre lo ovoide visten los pecados oxidantes.
Caminamos picoteados en el muslo histórico
con la caparazón desordenada en los años de
gotear abrazos gelatinosos anodinos.
 Ivette Mendoza Fajardo




lunes, 9 de agosto de 2021

Alas de sal para la tierra coincidente

 

Alas de sal para la tierra coincidente,
algún ocelote atascado a trueco de ceniza y cólera,
tengo el beso sideral en la patíbulo dos a dos,
o sentir malhadado porque está habitado
de ondulaciones paralíticas.
Ninguna obscenidad a lance del inicio,
sobrellevar lavatorio discordante,
intuir infortunio enjabonado,
disimular impreso de selva dura
que hubiese dorado de repente.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 8 de agosto de 2021

He podido detener un vez más al cielo por la manga


He podido detener un vez más al cielo por la manga
del relámpago con un arrebato puntualizado,
machaco la melodía de su esternón lunado.
Me aferro a la destreza perceptible del rocío
y trato de abrir la puerta hirsuta del extravío de
de la humanidad llorosa de tormentos
que repica intangible, cuadrúpeda
y crispada muchas veces.
No acepto a ser la duda
de un cataclismo glotón de fuego,
pero acepto recoger mis fragmentos
de palabras índigos resucitadas
en el ombligo premonitorio de la historia
inexpugnable que cultiva enigmas en mi piel.

Ivette Mendoza



Fusionan las películas exhumadas con el fuego

 

Fusionan las películas exhumadas con el fuego,
opacan los paladares sin catarsis,
agrietan sus lujurias sigilosas, miran alrededor,
se aplauden los desórdenes secretos
y claman un bisturí cantinflesco que nace terco.
Así partidos crecen, así han huido, así han contorneado
y hoy más que nunca cambian de significado.
Pero es una voz en cuartillas, con suspiro
asimétrico que siempre está ubicada, concluida
al costado oeste de la luz.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 7 de agosto de 2021

Ópalos de la exploración del grisú funambulesco

 

Ópalos de la exploración del grisú funambulesco
Ópalos como fauces del centuplicar y aletear de enconos.
Ópalos lacustres y oscuros.
Dentro de las gemas impulsoras recuadran díscolos,
a la orilla de su configuración cercenados están,
a cada hora del avituallamiento, denticulados van.
¡Cómo hacen derrame esférico proyectándose en mí!
Tiemblan lo que malasombra puede reciclar aguaje invernado,
lo que aún más me suma de ambidiestra exploración.
Un rómbico escalofrío hace catalizar las espuelas de la
conformidad lapislázuli,                                 
viene a gesticular la insignia de aves renacentistas ,
¡Oh gemas que se ponen a resplandecer como augurios!
y encantan el rumor de sus espíritus vírgenes.
Es la piedra enfebrecida de la exclamación al copular,
afán norteado de mitología insomne
mientras concluye su pasión levógira de axones y dendritas
descansaremos en el atrio del olvido.
Ivette Mendoza Fajardo



Las garras inocentes de la vida

 

Las garras inocentes de la vida dejadas a solas,
reposan en lo que las estaciones cambian
para ocultar de espacio ese previsor diablillo.
Señales, pues, de las sombras moribundas
en ese dominio oculto, cada  vez más benévolo
y esas cicatrizadas estancias de la remembranza,
sin altas murallas para deletrear su ciencia,
que estas ideas no queman por ninguna parte,
esas garras inocentes hasta las garras inocentes.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 6 de agosto de 2021

Porque hay siluetas decidoras y pasmosas

 

Porque hay siluetas decidoras y pasmosas
de pasar esa fuga animosa por aquí
bostezando penachos melenudos con embrujos.
Mis ademanes fermentativos se alegran
y siembran placeres meticulosos.
No puedo ser viento en pieles de latidos veloces.
La pregunta no es para acertijos de salitres.
¡Recojo mi fe metropolitana en la cubeta de la ignorancia!
Leo pájaros invisibles en sus fragancias de asfalto.
La congoja dadaísta rebalsa en la anarquía de la nada
y funde mi terquedad en la masificación del hueso dirigible,
la persigo,                                                                         
la castigo
y al final la acaricio con piedad morbosa.
Se estruja, se avasalla cada día
hasta hacer de ella un fonema deficitario.
Se puede quemar su espíritu en retrato
y exponer su quemadura viva y recalcitrante
para el bien de todos los pixeles trotamundos.
Hablan desde aquí, deforman por allá
nos dan maromas de verdes cenicientas
eso sí su látigo fecundable azora
en un punto febrífugo…
Ivette Mendoza