Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas
sábado, 16 de abril de 2022
Cruzan las ilusiones los espasmos de los días
Cruzan las ilusiones los espasmos de los días,
miércoles, 13 de abril de 2022
El calor de tus ojos busca el parnaso molecular
El calor de tus ojos busca el parnaso molecular
de una silueta furiosa que con sus manos
termo calentadas destruye la noche.
Soy yo tu visión dudosa que se desespera
en el deambular de la luz bajo la pesadilla
definitiva de los ahogados, sus gestos
fungosos se perpetúan apercollados en
el impacto subliminal de los océanos.
El monólogo tangente de las tinieblas,
recupera la fuerza de la consciencia
en su hemorragia final, para dar explicaciones
de sus engranajes, a un pararrayo sistólico
que opta por equivocarse siempre de sus
teorías de frases con necesidades volátiles.
Desmenuzo esporas orbitales en la oferta
y demanda de su léxico que escapa sombrío,
donde sólo la vastedad de la muerte figura
y computa con los brazos cruzados, la culpa
ficticia de sus arrogantes pieles.
La cumbre eléctrica del aire acepta vestirse
con el corpiño de la gravitación lagrimal del
mundo para quedarse lloroso pero nunca desnudo.
Ivette Mendoza Fajardo
de una silueta furiosa que con sus manos
termo calentadas destruye la noche.
Soy yo tu visión dudosa que se desespera
en el deambular de la luz bajo la pesadilla
definitiva de los ahogados, sus gestos
fungosos se perpetúan apercollados en
el impacto subliminal de los océanos.
El monólogo tangente de las tinieblas,
recupera la fuerza de la consciencia
en su hemorragia final, para dar explicaciones
de sus engranajes, a un pararrayo sistólico
que opta por equivocarse siempre de sus
teorías de frases con necesidades volátiles.
Desmenuzo esporas orbitales en la oferta
y demanda de su léxico que escapa sombrío,
donde sólo la vastedad de la muerte figura
y computa con los brazos cruzados, la culpa
ficticia de sus arrogantes pieles.
La cumbre eléctrica del aire acepta vestirse
con el corpiño de la gravitación lagrimal del
mundo para quedarse lloroso pero nunca desnudo.
Ivette Mendoza Fajardo
Labremos el ansia que mece
Labremos el ansia que mece entre las intolerancias del
vacío
y la oportunidad de abrazar lo real, desde el fracaso
musical del
miedo al simulacro del faro bravío en el quicio de mi
caída astral.
Extraigamos los secretos que caminan en nuevas
dimensiones
formados en la elasticidad de la espera y del insomnio mercenario.
Embriagarnos paralelamente de este instante con
destreza
de gacela aunque todo suele sucumbir debajo de mi
sensatez postiza
que se diluye entrechocada en el borde del útero; la
noche va creciendo
con los ojos de los muertos en un salto a otra
galaxia, en un cuerpo único
donde asume solo lo absurdo.
Enigmas brincan por la tierra doliente, se pierden
sobre las aguas…
Había algo distinto, eternizando las ideas del
garabato en una doctrina
del mundo con el hondo terror del anfibio.
Conllevemos el rumor de los sentidos al mismo tiempo
que la noche
embute su erotismo tenebroso.
Hechizadas por el arrebato con su gargantas enfermas,
lámparas en los vagones de la muerte, óxidos comen.
Custodiemos el antiguo fonógrafo de la memoria con
chispitas de saña.
Retengamos las finalidades del párrafo arado en la
simetría de la injuria
caníbal que en un tiempo confesó estar militarizada.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 12 de abril de 2022
Fustigado espectro que vive bajo las letras de mi nombre
Fustigado
espectro que vive bajo las letras de mi nombre,
mundo
que convertí bajo tus secretos amordazados de placeres,
estampa
casual que excluye una estancia fortalecida en un
plano
cartesiano a babor. Desigualdad desolada que
comparte
su luz solar en la angosta palabra del sueño.
Croquis
impío en la ascendencia de una manzana de fuego
que
bulle toreando el muñón casual de las guerras, quebrando
cuadritos,
girando en una nirvana profunda de frutos eróticos,
de
garras caníbales, con máculas benignas como el dorso
desconfiado
de tu boca lamentándose en la llovizna gris de mi
suerte.
Mancilla
el ancla severa, intrincada se descompone en la
diosa
del enigma como una maquinaria nerviosa sacude
tu
esperanza robada, lagrimea en constelaciones de espejos,
agazapada
ante la naturaleza de un pizarrón, se erra de luces,
encuentra
la muerte a través de una mirada conmoviendo
a los
seres sin alma y sin cuerpo.
Mendigos
de la angustia, oscila Cleopatra en la falla de tu
memoria,
clavada en un grito deja la huella de su existencia;
su
sabiduría era el quejido de un muñeco de trapo ahorcado
en su
sombra despestañada.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 11 de abril de 2022
Historias invencibles que gozan de gratitud
Historias
invencibles que gozan de gratitud,
estimulando
los frutos de las reminiscencias
de
sus clítoris que contrabandean cedros
idomables dentro de sus testas agónicas.
Alegrías
inquisidoras perdidas en el ojo
universal
que desgrana lágrimas con el
egoísmo
descomunal de las deshoras.
Como
maleficios que se inscriben con
leyes
de tic tac maternos y trotamundos.
¡Ah
arde padecer de espanto taciturno!
Gloriosa
hipocresía ya no tiende su
morada
dentro del pecho; es de segunda
mano
su aflicción en la cuerda floja de lo
importante corrosivo como justificando sus
mitologías espectrales
hasta la angustia de un frío
reflejo
carcomido de silencio estéril y absoluto.
La
heroicidad torpe empata con relámpagos
embriagadores
y es afectada por la docilidad
del
tacto, por la parte sangrante y susceptible de
las
cosas.
Ivette Mendoza Fajardo
He atravesado del tropiezo tóxico
He
atravesado del tropiezo tóxico del espejismo
a su
lumbre compasiva;
la
dilatada sombra afónica de los cipreses
que
encolerizan como huellas glorificadas
la
pendiente consumida de una joroba crepuscular.
He
calcinado el nefrítico tormento para diluir
en
tónicas inflexiones, la reuma feroz de los vientos.
¡Oh
arrullo suplicante! Juramentos de la oscuridad,
nadie
te implora,
nadie
guarda las asonadas de un desplegado instante,
avanzamos
consumiendo la sapiencia de los besos
en
las noches.
Celebro
con locura tus caricias peregrinas y suspiradas,
la
aldaba milagrosa contorsionada en tus recelos,
el
mutismo distraído de mis huesos delirantes,
la
lucidez trigonométrica de una señal noctívaga.
Como
enajenadas alas y estrategias de venas vitales,
te
perfilas resignado, cerrando neurasténicos precipicios,
neumonía
de las horas transitan en su ardor profundo
hermético
y medular con el fuego. Toma el siempre
para
metabolizar mis horizontes,
hule
la ternura sin contratiempos, vierte la nada del desvarío,
susúrrale,
ella, es nuestra aspiración soñadora ante la
gastritis
incoherente del desafío.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 9 de abril de 2022
Mis pestañas huelen a bodas de cristal
Mis
pestañas huelen a bodas de cristal,
también
lloran flores sin preguntas,
como
monstros labiales de gozos
fugitivos
e impulsos tras impulsos
de
venenos y antídotos.
¿Qué ruido impoluto derriba la burbuja
pasajera
de la noche?
Estratagemas
de asíntota soñada,
ahogada
dentro de mi niño interno
para
construir armarios con el filo
de
nubes enviudadas.
Mensajes
electrónicos sólo se acercan
para
mirar el acontecimiento de los días,
abriendo
el ritmo de la apuesta encelada.
Como
una marcha descortés calentada
por
el entretenimiento, una tormenta
de
cianuro se arrepiente hocicuda.
¡Dad
a la muerte tregua por el contorno
de
sus dudas!
Subversión
de sinfonías sanguíneas,
cual
arrogancia de cabezas zurcidas
con
balas de pulmón caballeroso, hoy
reclamamos
nuestra eternidad expoliada,
porque
había sido endurecida por el
desnutrido
polvo anárquico de la soledad.
Ivette Mendoza Fajardo
Floresta de milagros, sudando susurros vociferantes
Floresta
de milagros, sudando susurros vociferantes.
El
cielo es la fermentada verdad de leones dormidos.
Acaso el
saqueo de virtudes ataca entre signos absurdos,
la
santificación del estómago fastidia al equilibrio
puntual
de su asfixia.
La bacteria,
la flema con sus pies ensangrentados
siempre
estarán en deuda con nosotros, y
el
humo recalcitrante no está en su sueños enfermizos,
ni
argumenta la jerga escarlata de la piedra vencedora.
Un
poco más allá,
en
las rodillas doblan la inmutabilidad de las cosas.
Si
pudiéramos hechizar la sangre sonora de los mares,
transformarla
en los dones terapeutas de la vida.
Retornar
al consuelo de la balanza que ilumina,
remedar un laberinto
de voces de aguas temperadas.
Desenrollar
nudos en la garganta de los astros,
vigorizarlos,
surcando silencios temerosos de pequeñas
sonajas sobre
continentes multicolores que van acortando
el
tropiezo de sus muertes anti psicodélicas.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 8 de abril de 2022
Susurra polvo de oro la luna mastodonte
Susurra
polvo de oro la luna mastodonte.
Lloriqueo
de piedra chachalaca
que
apaga la felicidad en casamiento de gusanos hocicones.
Las
cítaras de fuego deponen sus revólveres en ríos pendencieros,
pero
a veces no se dan por vencidas en el vértigo de los juramentos.
Siempre
asciendo en la respiración fañosa de la alborada
agitando
pensamientos desordenados en mi alma desteñida.
Manojos
de preceptos como obsesión atravesada por colmillos macabros.
Regresando
al big bang con raíces misteriosas, donde nazco, nazco, nazco.
Todos
los párpados se clavan en los miedos rajadiablos de vida cloroformada.
Toda
hambre inicua es una película que empieza en el embudo demencial
galvanizado.
Viendo
tras la matemática del silencio el tiritar de estrellas columpia
en el
epítome de mis sueños para ser simiente de carne de ideas cuánticas
como teoría
empática de ocasos bilabiados.
Torciendo
palabras de epidermis desapacible entre la dignidad de madera
y el légamo de deshonra.
Misión
del laberinto vulnerado de sed asalta la razón iterativa, mientras la
historia
queda arrodillada ante el gran Caupolicán de flecha adormecida.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 7 de abril de 2022
Montañas índigos energizadas
Montañas
índigos energizadas con las palpitaciones
despellejadas
de un reactor nuclear en forma de cosquillas.
Reino
embravecido por alas y picos en la antimateria de la
melancolía,
sola deshabitada y maltratada por su uso.
Tardanza
del cielo incomprendida dentro de los coitos brutos.
Valles
de garras oxidadas con quejidos de hierro en las orejas.
Agujeros
negros, como tálamos sepulcrales, por el bien saber.
Murmullo
finústico, cansado de cuestionar la minúscula tibieza
de
las razones.
Manubrios,
astillas se barajean sobre la espontaneidad de papeles
reciclados
por su afinidad química emocional...
Sabidurías
del disparate espigadas se engordan entre avalanchas.
Locas,
locas, locas.
Gordas,
gordas, gordas.
Calvas
en el extranjero convulsionan en agonía
con
el arribo de la tijera cortan sus pesares trajinados.
Peines
huérfanos se rapan ante la paciencia de la
alcoholimetría, se bañan en agua destilada
del neón
flagelado de iluminaciones hechas de pecados.
Galillo
desgalillado, de muerte inesperada.
El
final regresa alucinado agitando turbinas de teoremas insolubles.
Ivette Mendoza Fajardo
Te envuelvo en mis espuelas
Te
envuelvo en mis espuelas
en el
autismo de mis inviernos,
me vigila de este modo hasta en latitudes.
Mi
existencia me lo dice.
Mi
casta me sirve como un signo unido:
donde
trepa como araña en el sueño.
Y hoy
estoy como desfallecida
de
tantas telarañas que me asombran.
Y la
luz de amor perpetuo me persigue
hasta
aceptar tus fatigosos pasos.
Planté
y tejí vocales en tu nombre
y
llegué a tu alma por vencida.
¡Ay
soledad lo que nos ha dejado! ,
la
comprensión de estar juntos, porque yo
me
sostenía en tu redil, me apoyaba
en
tus costados como un paño de lágrimas
solitarias
y no sabía más.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 6 de abril de 2022
Un tren de lágrimas
Un
tren de lágrimas
se
enarbola en nudo ennegrecido
de
venas y lenguas.
Los
ojos, azules de penumbras,
describen
una luz que anhela desde el
fondo
corregir el escarnio de su sonrisa.
Escorpiones
y mejillas
se
empujan por los corredores del cielo
sin sonido.
Manicomios
de mieles perpetuas conducen
a las
musas a emborracharse de poesías agusanadas.
El
rubor de los relojes tiene costados felices
y
manecillas violentas.
En
los cementerios viscerales duerme
la
paz de la tormenta y los sauces llorones
apuestan a un
juego de dados.
En
una fila de corazones desolados
los
muertos intercambian regalos funerales
y
desde lejos un murciélago oficia un misa
de
olvido ingrato.
Ivette Mendoza Fajardo
Florece una mandíbula de interrogaciones
Florece
una mandíbula de interrogaciones en la ventana,
y la
pregunta se ha quedado muda en el sabio garfio patuleco
al
hincharse de dolor esta mañana desde su larga travesía,
ahora hasta los puntos se tropiezan en las esquinas rotas.
En el
trapecio de la ausencia llueve mordientes florecillas,
mientras
el espeso humo cornea los dedos de la noche.
El
ayer rellena su barriga de júbilos devoradores,
porque
el disgusto viene enfermo de neuralgia
y
siente un escalofrío de hierro en ese aire malsano.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 5 de abril de 2022
Un relincho de enjambre fulguroso
Un
relincho de enjambre fulguroso.
Golosa, serpenteada
era la madrugada.
Yo
miré la máscara del rocío
arquear
su espacio oscuro
como
el espíritu del gran Poseidón
desbordante de hervores
bajo
el alarido de todas
las
cosas.
¡Qué
ilustrada grandeza!
El
sol exhuma su derrota más
todo
lo disimula con un grata
sonrisa
mascullada que contagia
nuestros
corazones.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 4 de abril de 2022
Disimula la diagonal de la vida
Disimula
la diagonal de la vida,
rasga
la corteza de las cosas,
excomulga
como pólvora cirrótica
de
cabo a rabo,
el
desconchado sentimiento reticular.
Charcas
de formulaciones y temores
alfabetizan
al silabario cascarudo
en sus entornos persiste su energía disléxica.
Encubre
una cruz cardíaca
ante la
cetrina multitud
huérfana
de voces y melenas espumantes,
desde las magras noblezas
a la
frialdad cotidiana
el despampanante master lirón.
Remontan,
por
los escaparates metabólicos,
las
catacumbas tragadas de
horizontes óseos cuadrangulares.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 3 de abril de 2022
Amanecen las cadenas grises del recuerdo
Amanecen
las cadenas grises del recuerdo y
deglutan
su ficciones con apaciguamientos
laterales
de un eco conmovedor aletargado.
El
extravío desgarra la finitud agnóstica
y
temprana de los dedos.
Silencio
la callosidad impertérrita
del tormento
y
dentro de sí misma se nombra
necesaria.
Lo
sagrado se olvida del pasado.
La
noche traga sus bebedizos
con
símbolos friolentos, y
despliega
misterios de frondas
presurosas.
La
palabra en su oficio infantil
combustiona
lenta, se impone como
la carnosidad
del fuego.
La
lluvia se omite tras la paciencia del alba
dentro
de sus desnudeces primaverales
e
hila afirmaciones con sus cabellos de acíbares.
¡Ah siempre
mira el reflejo de la vida con el tercer
ojo del ocaso
perturbado!
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 2 de abril de 2022
Tu huella indeleble
Tu
huella indeleble súbita se eleva
en
las cimas inocentes que convidan la
inquietud
del dolor y el goce desbordante.
Y más arriba un
eco enternecedor
trueca
por el obstinado acero.
El
rayo incomprendido trenza a la borrasca
turbio
esqueleto
cuando
se exilia el útero al recóndito
crepúsculo.
Somos
noctívagos
de
desenmascarada memoria audaz,
requesón
de sus analogías neuróticas
siembra
ritmos de nubes parpadeantes, y por
ahí un
disimulador de cartones comprimidos
en desarmonías
que en la lejanía son graznidos
indefensos
contra el torbellino de feroz pupila,
mientras
ella invenciblemente yace retratando
nuestro
fiel destino.
Ivette Mendoza Fajardo
en las cimas inocentes que convidan la
inquietud del dolor y el goce desbordante.
Y más arriba un eco enternecedor
trueca por el obstinado acero.
El rayo incomprendido trenza a la borrasca
turbio esqueleto
cuando se exilia el útero al recóndito
crepúsculo.
Somos noctívagos
de desenmascarada memoria audaz,
requesón de sus analogías neuróticas
siembra ritmos de nubes parpadeantes, y por
ahí un disimulador de cartones comprimidos
en desarmonías que en la lejanía son graznidos
indefensos contra el torbellino de feroz pupila,
mientras ella invenciblemente yace retratando
nuestro fiel destino.
jueves, 31 de marzo de 2022
Fragmentos de luz perpleja
Fragmentos
de luz perpleja debajo del trigo vejado.
Colochos
nostálgicos en charca de olvido,
extraviados
en las turbinas de la tarde.
Escarba
la eternidad el epitafio de piedra sosa.
Apenas
una rabia que quema,
cual
arácnido dormido revelando estrellas
pitonisas.
Contabilidad
de un astro moroso,
ya en
bancarrota hereda el sufrimiento,
engañado
por la máscara del consumismo
preso
ayer crujiendo tras el colmo conyugal,
como
la zurcida suerte del parásito rapaz,
en la
deuda que lo atrapa y lo ahoga.
Chisporroteo
de gestos en derrota pecaminosa,
contra
el décimo sentido atacado de risa fúnebre.
Glotona
ansiedad que se enturbia alrededor
del
vaso agónico.
Hastío
coloquial del inusitado acontecimiento
se
alborota de los pies a la cabeza,
de la
prehistoria escarnecida a la decrepitud
de su
escápula fantoche.
Ivette Mendoza
miércoles, 30 de marzo de 2022
Clemencia blanqueada
Clemencia
blanqueada…de perfil luciente,
cuelgan
de ti murmullos y melodías,
saben
a festines de golondrinas funerarias,
anotan
indiscretos recelos de aventuras
en
mañanas ejemplares sobre alas con voces
irrecusables.
Paciencia que encalla en tumultos minerales,por
reverberos
inocentes escabulléndose de las esquinas
truculentas del
mundo.
La
clemencia es una purgada comedia de laureles
sanguinolentos
que yacen en un calvario de ilusión,
es un
tenue lloriqueo embrollado en el frío imperio
de la
niebla prisionera.
La
clemencia es un espejismo de peces nerviosos
saltando
la cuerda cuántica de la muerte.
La
clemencia repasa la historia abanicándose
en
las faldas de la tarde tropical
mientras
andamos por las asperezas ignotas del tiempo.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 29 de marzo de 2022
Hilando va esta diferencial
Hilando va esta diferencial que une la soga infantil
al desaprisionar estos umbrales analíticos desvalidos de carmín.
Al final, me cercan unos encumbrados letargos
contra
la obcecada constante del poniente, con elemental
arbitrio de colmada tenacidad como un objeto abucheado
martirizado
para habitar tus adioses en natura sacrosanta,
estas
malhumoradas olas en vaivén de lo apresurado
y
cierta astronomía de hipotecada sabiduría es
la
plétora que me enhebra ligada hacia tu entorno subersivo.
Ivette Mendoza Fajardo
Reversible a lo caótico
Reversible
a lo caótico, el perfil vicioso imperturbable
de la
trasparencia sin pares,
privilegia
la esperma del cascabeleo en los asombros
a como su inflexión siempre devasta las cizañas esquivas.
Alza
mundo al desafío -éxito por exordio-, altera desatino,
espirales
sospechosas sobre fiebre feudal subordinada,
por
la salación cirrótica del oropel
y la
proximidad de los nubarrones curalotodos
con
el vellón de su onceava ginecología milenaria.
Los
bálsamos exacerban tras la rinitis vegetal,
talegada
,en el engaño comatoso del rebote idealista.
Ivette Mendoza Fajardo
de la trasparencia sin pares,
privilegia la esperma del cascabeleo en los asombros
a como su inflexión siempre devasta las cizañas esquivas.
Alza mundo al desafío -éxito por exordio-, altera desatino,
espirales sospechosas sobre fiebre feudal subordinada,
por la salación cirrótica del oropel
y la proximidad de los nubarrones curalotodos
con el vellón de su onceava ginecología milenaria.
Los bálsamos exacerban tras la rinitis vegetal,
talegada ,en el engaño comatoso del rebote idealista.
lunes, 28 de marzo de 2022
De noche retorna el vacío en los espejos
De
noche retorna el vacío en los espejos
para
animar las velas escarchadas de eternidad
que
son como tsunamis de penumbras,
se
derrumba cierta agonía en lo idealizado
cuando
apenas transforma el despiadado
subterráneo
de lujuria.
Y
recibimos la aurora mimosa
como
jugo evaporado en pdf por vez primera.
Se
escarmienta tu sonrisa,
dejando
por mucho tiempo nacarada bruma:
entre
dos asíntotas trotando que la luna escupe
pueden
verse aún jirones de sollozos
dilatados que aun cargamos.
Ivette Mendoza Fajardo
Fortaleza intacta de la noche
Fortaleza
intacta de la noche, idolatrándose,
promete
en este galería
la
dinámica ojerosa de los sentidos.
¿Cómo
una decodificación tras el lacre?
Inercias
muertas esponjean el catafalco rotatorio.
¿De
esa sorda espuma tajeas
una
distancia maléfica con bocas de dragones?
Entrampan
los oblicuos gestos en sus meandros
por
las escaleras extrasensoriales cachazudas:
De
este pan me salvas,
de
esta ribera me bendices.
Dilapido
la duda en el derredor amargo de la nada
viciando
en dolorosas cartografías y en acrobática
holgura.
Las
imposturas del tiempo, captan la vejez del diablo.
¿Qué
moneda dentro de la moneda hela estos huesos,
sueltan
viejos tigres plateados en la mente?
¿Adónde
la asustada tos de la muerte
engendradora
de zafiros?
Porque
la cicatriz es de yeso
y
ablandece milenio tras milenio su gripe de bilis airada.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 27 de marzo de 2022
Debajo de las voluntades se esconde la humareda
Debajo
de las voluntades se esconde la humareda.
Al
revés de las brújulas se niegan los navíos
de
unas paradojas que graznan por verdades.
La
blanca armadura de la arboleda pasa por aquí:
¿A
qué suplicar lo recato inminentemente, sacudido?
Los
caramelos turbulentos rozarían la pupila indómita
donde
converge tu terrible salto, tu festín, tu queja.
¿A
qué amenazar a los tumores de la obediencia?
La
vara mágica es la espada desenvainada de proverbios.
El
degollamiento primigenio, una entornada latitud
de campanas latosas sobre un corazón bermejo.
Acaso
el molusco endulza la orilla aterrada sobre el orbe.
Esta
tracción victimizada desfigura las tumbas,
aceita
el mármol de arder hasta su dentífrico miedo .
¿Es que
descubres un levitado candelabro bajo tropeles,
la
resonancia despavorida de esta sociedad ahumada?
Hambreada
la teocracia del pelambre en este rugiente
cascabel.
Entonces
la manta esotérica –la camaleónica- dice
el
frondoso bramido y su generosidad.
Ivette Mendoza Fajardo
El mundo aquí se acomoda
El
mundo aquí se acomoda.
El
bacanal abundoso se requiebra hacia
la
sima rotunda,
taladrando
extensa música
donde
apenas taconea el tambo del artificio
y su
vestido de casa vibrando fuego.
La
rodilla canta en mocedades, el talón entero escucha
sus penas de lava como un espejismo sombrío.
El humo de cigarro deshoja el tiempo convalecido,
llega
como una lágrima calada carente de memoria.
Mi
corazón está pendiente de las horas infinitesimales
que
permanecerá en sigilo por las noches.
Escucha.
Los vasos avarientos se pelean,
se
bambolean los cuchillos antisociales
hacia
la madrugada. El tenedor antimotines
se
adelanta a protegerlos.
Como
una sonrisa fatal el bacanal se ha doblado
y en
el delantal del licor más bravo
aguzan ahora sus despojos.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 26 de marzo de 2022
La blasfemia retocada remece el círculo
La
blasfemia retocada remece el círculo
fantasma
que surge lentamente
con
una poesía perniciosa infinita,
obscurecida
como los latigazos en
neutros
gemidos de sus recreos.
Un
miedo escuálido cruza los poros
desdentados
sin tiempo ni relieve,
vigas
del temblor en culebras absolutas
que
anochecidas en las tristezas atmosféricas
se
buscan entre frutos sociales del mileno,
péndulo
satánico de una sangre macabra retorcida
por
edredones se aprieta filosóficamente la cintura,
grúas
enamorándose científicamente,
incubadora
metafísica inculpa la historia anfibia
en
tres dedos de sopor.
Ivette Mendoza Fajardo
Una ciencia se entrega
Una ciencia se entrega
abierta
a la vida dramaturga
y se
yergan los interludios
de
palabras reconciliatorias.
Su racimo de zafiros
riman
algo llagado de principios
o las
huellas de un lento texto
que
aquieta el sueño auricular.
Una ciencia, un libreto
se
entregan abiertos a la vida
y la
perfección de sus memorias
es la
marca de felicidad dramática.
Ivette Mendoza Fajardo
En el instante en que la abundancia de la rectitud se emboza
En el
instante en que la abundancia de la rectitud se emboza
como
un sendero del bien y el mal derramado
por sensibilidades
quijotescas.
Los puntos
cardinales juegan en aguas ociosas
mientras
se agrandan en la oscuridad,
de la
oscura era que nos ejemplifica.
En el
instante en que Sócrates declama sus lunas
y la
primera ilusión de ruido encenizado
se
franquea desde su pecadora suerte,
el
gusano doloroso toca un céfiro acongojado.
El confesor
de la promiscuidad de cartera
pendenciera
se rodea en la noche de tanta galantería
entre
colas de cometas.
¿Qué
oloroso tormento lo agolpa?
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 25 de marzo de 2022
Alunada idea
Alunada idea, tu idea
es un navío diestro
hacia la esperanza.
Pedernal tan auditivo,
besos tan elocuentes,
frecuentan el pasado.
Simiente lenta, aleteos arcaicos
de las castas sombras que amurallo.
¡Quién presintiera morosa afinidad!
Su recurrente placidez
al centro de su leves sinuosidades.
Encerrada en las prisiones del recelo
la plegaria polaroid en sueño de albaricoque.
Ivette Mendoza Fajardo
Los himeneos de las rosas
Los himeneos de las rosas se mueven sobre el vértigo.
El pistilo se anuncia al comenzar la madrugada
y en un solo instante la conciencia se libra
y entonces se expande.
Cuando el manto de la eternidad nos suple
la esencia de la vida, la noche es su acompañante
eterna que nos atraviesa como un río fuliginoso
dentro del corazón,
mudable en sus cadencias, desigual en sus glosas
y cuya marea ya va sacudido por vientos preñados
de rayos centellantes.
Clemencia resonante de arpas neolíticas,
suena sobre tu espalda ante la,
hosquedad ascendente desde el plenilunio,
chiste agrio de luna entre las escápulas,
siglo rutilante de autopista abajo por
aquella suerte venturosa que tragó la
pesadilla de los mares dominando la
melancolía humana que crecía
y ese mal era un gran bisonte oscuro.
Las almas gemían la testarudez del cielo.
Y unos ángeles como soledad deshilachada
se fecundaban.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 24 de marzo de 2022
Aquí desfila el vértice errante
Aquí desfila el vértice errante.
Aquí abaten sus ojos madrugadores,
y abre las compuertas del cielo.
Su luz, las almas benditas que saludan.
Y eres tú mi soledad abrumadora.
En tus caricias de avatares
me rindo al martirio despestañado
de tu armadura de hielo.
Reconoce las muecas retorcidas
que ríen de mi cara sin paciencia.
Esencia de vida desgajada por la penitencia
que dobla sin orgullo por los muelles
de la aurora.
Ivette Mendoza Fajardo
Mi intuición busca constantemente mi dolor
Mi intuición busca constantemente mi dolor y no se
que substancia derrama en mi soledad.
El rumor de un clavel se balancea aferrado
a una aurora tricolor que sueña en paraísos
virginales.
De tu voz cuelgan lustrosas mañanas, azotando
el aire en mis manos.
Las campanas
descienden a sus propios suicidios
de cartón con sus velludos pechos de amor prudente.
Curvatura del pecado original confabula absorbiendo
tu nombre ultramarino de ilusión.
Materia pronunciada en placa de metal eleva al
silencio a su llegada de envoltura descartable.
Reloj ladrador de oceánicos vericuetos quita y pone
su dentadura de papel para el abalorio del ahorcado.
Confusión de brumas y penumbras atan de luz sus
diéresis penitentes como un reflejo descorazonado.
Sabiduría del alma presintiendo un clamor de rosas
que se aglomera al orbe para pedir su libertad.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 23 de marzo de 2022
Manto de la floresta salpicado
Manto de la floresta salpicado
por la fosforescencia
junto a corales y telarañas
tu alma como un heliotropo
se angustiará en el
lamido de palancas brutas,
sin el manotazo mortal del
crepúsculo,
dejaremos el estandarte
memorable de nuestro júbilo
para los futuros ánsares
apesadumbrados
que traman contra la
angustia insistente.
Ivette Mendoza Fajardo
Enyugados están los martes
Enyugados están los martes
con sus cabellos de maíz encanecidos
con sus frustraciones y contentamientos
con el talismán malhadado de tiempo
con sus ganglios dinámicos
asombrándonos las simientes
en días de fiestas
es el día elegido de los gatos y los cuervos
propicio para ellos conjurar repuestas divinas
para alegrar tristeza equivocada
y recalcar sus errores caprichosos.
El destino es un sempiterno martes rancio
que vive para
azotar la carne y demuestra
ser amonestado ,atolondrado ,malsano.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 22 de marzo de 2022
Una canción
Una canción-un automóvil verde-una mano del cielo
haciendo repiquetear vientre de albas vientre de
luceros,
luceros de los siglos en la invidencia del dorso pajareado
tantos sonidos que de las paredes inscriben con
melodías de migrañas abismadas que trepan en hueso
ardiendo,
mofando los vasos capilares de los mares
mofando el vacío dilecto de la esperanza.
Ivette Mendoza Fajardo
El momento entumecido
El momento entumecido
de pensamientos expatriados,
el sigilo angustiado que cargamos,
el sonido que nos delira.
La madrugada arropa
donde sentimos el sueño fúnebre
combatiendo la niebla estelar
envejecida por los años luz,
el alma abarcará su carne amistosa.
Ivette Mendoza Fajardo
Las sílfides gritonas
Las sílfides gritonas revientan en la noche
la espuma del sepulcro intransigente.
El delirio del reloj escapa tras el azogue
voluntarioso.
La silueta incorruptible agranda el golpe
deleitoso de los números predicadores.
Espectáculos de crepúsculos conquistan
entre filosofías abarcadoras.
Mañas mojadas quiebran la cordura veloz
en guantazo quieto como caleta
preñada en el vacío.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 21 de marzo de 2022
Probábamos la soledad
Probábamos la soledad,
elixir amargo
que el destino importuno derramaba
por aquellos confines seductores.
El descanso leve como un ángel entristecido.
Cuchicheaba el sol en una floresta de olvido.
En un huerto del infinito
¡Ah la manzana, tan perspicaz latía!
de un astro turbado con hábil denuedo.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 20 de marzo de 2022
Entre máscaras y vestidos expulsados
Entre máscaras y vestidos expulsados
de tendones, los dioses del escote
fecundan brizas de sudor cuentista,
durmientes y alcohólicas
como un solfeo de feminidad
intoxicadas de pasión,
aquí me aletarga la sombra
con ferocidad ponderativa
bajando al esófago
de abismos y atracaderos
donde caletas empalizadas
embisten al dolor
y la nostalgia preguntante
con cada marcha del tictac.
Blusas rasgadas
por la bronca risa y el instante
electrografiando poros sedientos,
fanatizando grafemas y ligamentos
en trazos al viento desmerecedor
donde no dejó de existir en
la anatomía de la soledad.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 19 de marzo de 2022
La mente se hace música después de una lágrima
La mente se hace música después de una lágrima,
subrepticia en el festín de los pensamientos.
Acaricia en la doncellez de almas,
dibuja círculos de fuego como interpelando dudas
en la noche encadenada de Ulises.
Inventa en los andamios de la añoranza,
entre los olvidos de la epidermis
acalorada por esos gestos cabriolados.
Busca en el aplauso
la solemnidad lluviosa de la pasión.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 18 de marzo de 2022
Desgarrando el poema bezudo
Desgarrando el poema bezudo,
exactitud neumónica
entre impulsos catárticos
y desvelos denostados
que se ajustician para
el rito nupcial de la tristeza, entre
ríos de nobleza que estornudan
por no encontrar arquetipos
benévolos;
aun imaginando
en el piélago espiritista
del mundo deleznable
deslizándose sobre
relámpagos enfebrecidos
como oquedad de amor inmolado;
que retuerce absolutamente
el tiempo inviolado
sin trazar la trayectoria
de un triunfo feroz
que mira lejanamente
ese rudo esfuerzo
fulgurado en el alma;
olvidando la imparcialidad
del viento, del poema
de un corazón malacostumbrado…
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 17 de marzo de 2022
Tramas sobre la mar
Tramas sobre la mar...
ahuesadas trasparencias
se extienden a lo largo de los atardeceres juguetones,
definen con sacratísima razón las formadas memorias,
de los átomos,
fantasmagóricos locuaces que petrifican la aligeradas
cortinas de la reminiscencia.
Se decapitaron los huesos y el castigo lechoso,
bajo la esperma de ceniza que los resguardan,
la demencia glandular resiste al bubónico final,
parapetos de mil leyendas en ilusiones ingenuas.
Cada pixel expande un horizonte sobre la piel del alma,
y en él se multiplican las horas y los cielos,
realizándose como una sonante oratoria mitocondrial,
furias exclamatorias del viento que dejó la
solitaria actitud del error despabildo.
El calendario está cabizbajo a la deriva…,
de virtualizar misericordias oxidadas...
¡Las renuncias masculinas y las estancias de su vida!,
educando valores automáticos en su lúcida visión .
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 16 de marzo de 2022
Bebo el apio de la sinrazón
Bebo el apio de la sinrazón del instinto
cuando me amase la fuerza ebria de tu fe
y nos remplace la roña de inventar adioses
bajo el embozo desvirgado del recuerdo.
He de encerrar aquí las bagualas del tiempo,
perezosas babas de mil dioses
examinando el último ruido de tu huella.
Tuvimos el clavicémbalo inaugural del diluvio
que conjugaba la potencia descaminada de estancias
sobresaltadas.
Traducían las ventanas del vaticinio apenado
de cérvix regocijada
en la ginecología insurrecta del pecíolo,
mientras encadenaban mis labios el
casquillo retozón del viento
tras la maldición trillada de un guijarro desconcertado.
IvetteMendoza Fajardo
martes, 15 de marzo de 2022
Osa Mayor de daga rabiosa es cosmogónica
Osa Mayor de daga rabiosa es cosmogónica, no
televidentes
paraxiales en conspiraciones ni sangre en terquedad.
Lo entiendes, Chopin; predices la fe perdida, me conjeturas.
El trastorno espacial puede alojarse en la mocedad de una
pupila cercena ante la incoherencia de su turbación.
Detrás del violín del fauno se ahorcan la pendiente
consoladora
de tu espacio vital, el otoño aficionado sobre tu
frente,
la maquinaria enferma en tu destello de subconsciente.
Coplas emocionales de licores y algunas desventuras esqueléticas
dirimen por tus cartílagos, los peces anarquistas se
preguntan
la media luna rayada, engañadora. Bach apuntalando su
pauta delatora.
Un muerto no comparece contra los agravios ¿Mozart lo
entiende?
Averno de clemencia del cielo en el averno en casorio
del apéndice.
Al fin has llegado: la sombra se levanta ciega desde
tu pecho.
¿Qué harías con la nomenclatura de tu memoria en su
sexo de agua?
¡Piénsalo bien desde tu escenario distraído!
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 14 de marzo de 2022
Dormita el silencio
Dormita el silencio conmigo, a mi lado, se acercan los
corazones
sangrantes que nunca besaremos, suda el resplandor de tus
costados.
Se asfixia el metal manso, incalculable. Lo mutila el
apetito, el resquicio
enmudecido de un objetivo claro, el dintel que
encierra misterios, o
aborto de muchas auroras. Una muchedumbre de noches
inefables
corroyendo mis entrañas, una pantera anhelante, algún
camino ciego.
Las horas soberbias substraen signos vagos en las
imágenes, restituyen
a la tristeza su libertad sonora. Grazna la mecánica
constante de miradas.
Se desvía la racionalización humosa en esta recta.
Parece que el afán peregrino
se guardó de sombras. Es temprano en las celdas
explícitas que no comparan
al suave vicio pantomímico de la congoja. Es un violín
sobrehumano
si lo tocas de cerca o de lejos, que en medio de la tarde va abriendo una
melodía fervorosa, como torneando solo el rumor de mi luz germinal.
Ivette Mendoza Fajardo
Un alma de carbono acongojado
Un alma de carbono acongojado
aprieta tu cabeza con encono y de sorpresa.
Suplicando al vidrio, las hojas se entretienen
y se menoscaban entre el asfalto y
los entresijos liberados.
En las autopistas se pierden las cosas
que juramos con carburador de amor canonizado.
El provocativo ajetreo del latón,
flameando su calentura cotidiana,
me acorrala con pulmón ajeno
y me domina con su voz amenazante.
Empantanada calavera derrumba mi ventana
y la odisea de un prisma se desnuda
regurgitada por macilentas nebulosidades
y un réquiem de miedo oscurecido hasta el
castigo.
Por extender el génisis de un ensayo
conmocionado que atestigua el testimonio
del viento entre códigos y vaticinios,
develando el insufrible instante de la
eternidad.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 13 de marzo de 2022
La garras se resbalan como toboganes
La garras se resbalan como toboganes en invierno,
la piedra mental asfaltada de calle que en un resguardo
es la custodia reintegrada en el cielo.
Ahí quedaron los perfiles quemados
que crean un abstracto transitorio de caprichos.
La inercia bulímica que me coloca a pensar,
mientras el viento de todos canturrea la negación de su yo
y en la anchura un agujero de emociones con miedo
eterno.
Guinda del sombrero flemático de una dama
que la gravitación libera a una madreselva invidente.
Los cachos llorosos de armadura desperdiciando el
cansancio de corazones deshonrados.
Las callosidades de leyendas averiadas
como el sonido importuno del párpado dramático,
como si fuera suficiente el beso autosugestionado
que mi piernas invocan para deletrear lo que se
presenta.
La catalepsia arrodillada en la ensambladura de metal
que un maquinal cretino deshace en el torbellino hostil
de patines estresantes.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 12 de marzo de 2022
Desengranado en los frondas del tiempo
Desengranado en los frondas del tiempo, el mundo
es su acuarelada voz. Se pierde
con garganta enyugada de lirón furibundo,
escarabajos y escarabajos desilusionados
enmarañándose. Son los lamidos de regreso por el costado
del infinito, el sitio trasnochador en donde el olor
a magnolia suele ser una olla de apatía equivocada,
como vellos del instante bajo las abejas que
hacen su colmenas suplicantes de cuervos astrales,
hacen sus íntimas perspectivas, su desenrollo
de pedernal; nevadas espeluznantes deprimiéndose
y rebuznando en sus cetros. Así nos ven dentro de
la amargura muerta del fruto pestañado del siglo, y de
luna
que baila con pasos de ballet en la cuerda vital,
con su pureza de caracolas; allí van degollándonos
con su fogosa luminosidad, que es tonada de agua roñosa,
y que es génesis con el fuego, y es el siempre, el
siempre
azotando su glotona lucidez.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 11 de marzo de 2022
Desde su ausencia inicua a tientas
Desde su ausencia inicua a tientas,
desde su ramaje calenturiento, repiquetea
vertiginosa en su ebullición la desventurada
figura del conjuro que te aclama a la argumentación.
Tu nube de celuloide vetusta, bajo la risa azogada
de la intuición de la noche que saben lo que yo fui,
lo que no soy desde la comparsa de la eminente
lejanía.
Océanos de osamentas como vértigos de olores
siderales;
como continentes de alas cerebrales que percuden
triunfos fatigados,
como marzos adivinatorios saciados por inviernos en
sus análisis psicológicos.
Un mañana social entre hogueras caducas emocionalmente
matrimoniales; catafalco aeróbico con conocimiento de
estímulos
del amor viral en compulsión recreada bajo el sorbo
psicópata
de laberintos desengranados;
biberones de llamas frías de cada instante poco antes
de su
infeliz verdad, sujeta de la cintura al beso
debilitado del siempre.
De la esquina triangulada del tiempo emerjo con sináptico
apego;
el urbano egoísmo junta sus vértices trizados y su
empatía bruna
alimenta errabundamente su fetichista corazón…
Ivette Mendoza Fajardo
Intempestiva permanencia del río
Intempestiva permanencia del río
relampagueante de enojos pétreos
que súbito nace en las elasticidades
ignífugas de sus borrascas peregrinas
sobre un millar de estepas pasionales.
Lo es o no lo es plenilunio de diluida
imaginación nublándome con su
infecunda recordación que abunda
sofocando el acantilado llorado
de sus ritos infanticidas.
¡Ah inmortalidad aureolada al pensar
en la orilla de la tempestad figurativa!
Zumo de volcanes encajonados en
paisajes del entendimiento
como si las tinajas de los truenos
rememoraran el crepuscular torrente
en ultramar; ante
la maroma evolutiva de la
derrota que pasa por el ojo de una aguja
para sondear los agujeros negros de la
consciencia funicular como un vacío
que mitiga caminos cacareados en el
periscopio de sus lunas terapéuticas.
Ivette Mendoza Fajardo
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