Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas
viernes, 30 de septiembre de 2022
jueves, 29 de septiembre de 2022
Ni el colofón mensajero amarillento
Ni el colofón mensajero
amarillento ni la magia más agobiada dentro de natura.
Ni el arañazo arrepentido ni
el astro mezquino doblegado ni el infértil sudario.
Ni la más piadosa madrugada
esperando ni una tarde agitada y moribunda.
Ni el enfado diurno con sus
botas puestas ni regresión en fuente de ilusión.
Ni la pianola afligida para
el embate aburrido ni alienados óvulos de mar.
Ni el ofrecimiento enfurecido
por cinco centavos ni sol con revólver.
No el trastorno en el oleaje
de marañas ni los bolillos en preámbulo.
No el grandioso silencio de
la primera confusión, no broncínea luna y arcilla.
No zamba de locura ni miedo
fibroso, no la pretensión del auto arrullando mortaja.
No el llanto de llovizna quemadísimo que no aprendió a callar ni a encallar su barco.
No puja lo que tiembla, no
daltonismo bañado de luna ni blanco flotando en cosenos
Ni la oscuridad del cielo, ni
rastros que nacen en cualquier parte ni fecunda el anhelo.
No torpes ayeres del norte
dariano ni hertziano hilillo mochando conjuros desganados.
Entender todos los Beethovens y los Picassos resulta abrumante.
Un Mozart que cuida todavía
su solfeo encerrado sereno entre nosotros.
No, ni yo, ni tú ni el Perseo
soñando, ni la ninfa que cruza de pronto el vacío.
No falsificadores majaderos
de crepúsculos, ni a la ingrata odisea ni parábolas niños.
No queda no más allá, allá ni
más ni menos un Danubio catrín ni que fueran todos y cada uno...
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 28 de septiembre de 2022
Carcajadas lloronas siderales
Carcajadas lloronas siderales
en el hombro robusto
de la distancia tragan cien
mil imágenes de fuego.
Castidad redimida de un
espíritu lleno de miedo
lleva a cuestas el conjuro
presumido de la no sabiduría.
Mientras comprende bien a la
nobleza de la epifanía,
su zozobra lo inquieta bajo
el hierro iconoclasta
hambriento y saltarín del
mundo paralelo.
Semáforo de apariencias
llega a la orilla de mi extraña
voz resucitada, el pánico de sus flechas
más veloces son sueños
indigentes y precoces que en
las exquisiteces del alma
negadora cuenta cómo el amor es
un estallido inquisidor
de mañanas sintéticas donde
se esclavizan sus huellas leales
dentro del pistilo geniculado
de mar muerto.
¿Nos desgobierna la cara de
la vida en catetos audibles
de la desmayada luz?
Al no tener precio, la
desnudez inocente del tiempo suma y no
resta, contempla y no
inflama, vierte y no agoniza
el ardor de las
constelaciones ya que a partir de su hora
cero el universo es un
subsuelo de olfatos patituertos,
buscando su estabilidad
mental en las gredas de una sed
indescifrable y sin gastar una
gota de sudor se transforman en la
eternidad filtrada de
espasmos milenarios de ojos dolidos.
¡Ah posibilidad generosa en
este largo y cabalgante misterio!
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 26 de septiembre de 2022
Reconozco la voluntad del instinto
Reconozco la voluntad del
instinto preciso, voluptuoso a veces caníbal.
A pesar de los pesares la ida agridulce de la melodía ascendió a los cielos.
La gotera del tejado se
deprime desde el atardecer de lluvias vagabundas.
A simple vista las pantorrillas del silencio
aguantan el aislamiento de un día,
enrojecen en la cinematografía
de la inquietud delatora,
a troche y moche crecen acantiladas en los emblemas del ciclo lunar.
Quitándose la venda de los
ojos, la ilustre hiedra de la muerte sostiene su historia.
Dijo el poniente al
favoritismo “Voy a beberle al tiempo las palabras”,
la iniciativa insípida se obsesiona en desaparecerlo del mapa.¡Ay!
La verdad amarillenta canta
victoria en una galopada de sueños.
Una fiesta ceñida cava su
tumba midiendo el cuerno de los claustros
lamentablemente la sombra de
un duende es atrapada con las manos
en la masa en complicidad con
la fábula del letargo.
En un círculo vicioso la oquedad del grito es esa pestaña indomable.
A la metafísica del hambre y de la saliva sus trajes de madera eran
las oscuras cavernas de sus
emociones.
Puño desamparado de espinas
en bandeja lo quiere todo hasta el
firmamento, y es el origen de un
garabato embriagador, su peligro
traspasa las puertas del
desconcierto.
Duele en carne viva, en mí la
pregunta mordaz de los reflejos.
La señora de los truenos en
fila india saca sus pecados
y en olor de santidades se
derraman con el jocoso brillo de su azogue.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 25 de septiembre de 2022
La agorafobia del dolor y el destierro del alba
La agorafobia del dolor y el
destierro del alba
han sido fieles creyentes del
instinto oscuro,
tras la rubeola de sus labios
no hay hora que se
anestesien,
ni catarsis que los
santifiquen
ni compulsión rabiosa y
exagerada
que les reanime
a tomar algún esquema
corporal
donde en descuido sus
razones se queman
por resucitación cardio-crepuscular
a cara descubierta ante
fantasías diurnas,
no cambian sus pantuflas con
oclusiones coronarias
por la sangre profana de la
luna,
ni seducen los pellejos de
sus neuronas aprehensivas,
hoy asegurándose aplacar el tono
irreverente de sus miedos,
cicatriz cínica obnubilada
pierde su consejo práctico,
porque los pies se le
derrumban como astillas quemadas
y yace extenuada la obesidad
de sus mentiras,
su gemido lesionado es la
oftalmología de su movimiento
parabólico ¿La ruta incierta
de su sombra?
¡Se deja auscultar con la frente en alto!
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 24 de septiembre de 2022
Mis ojos reposan en las plaquetas de la noche
Mis ojos reposan
en las plaquetas de la noche
disfrazados de nubes anémicas
y siendo máquinas rencorosas
estallarán soledad como
nervios apiñados musicalmente.
Su deliciosa verdad alertará
una laguna que florece de humildad
donde se acurrucan las
piedras en su aerofagia recurrente,
juguetonas, vírgenes,
igual que en la mueca rural
donde nos hace
recorrer por siempre
recorridos de esperma de
yemas vulnerables.
Sucede que ahora entraño
colorear el silencio
que te convirtió en usurpador
de luctuosas amígdalas,
amígdalas acicaladas de
sonidos domesticados, domesticados
de caricias pensativas, pensativas
de llanto ambulatorio.
Su hipertonía declamatoria
silenciará mis lémures;
empapará de voces mi retorno
con mi sombra a cuestas.
Y sobre el ojo de la
nostalgia descamisada de dulzura
ofrendará su equívoca
apariencia sobre lo ya muerto:
porque simplemente todo era,
un ávido recuerdo codiciante.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 23 de septiembre de 2022
El tiempo cuadriculado a ras del cielo
El tiempo cuadriculado a ras
del cielo transcurre en el anzuelo
de un contrabalanceo de ideas
tatuadas que en la pretensión es
un gratificante maizal de luz
muerta. La punzante anchura de la nada hila
poliedros sucesivos
de madrugadas abortadas. ¿Quiénes
navegan las angulares raíces
de caderas libertarias que humildes
se niegan a ser reverenciadas
por el emplaste pasional de
la bruma?
¿Por qué indecisos apéndices
de fuego repasan la sublime
fetidez de la escarlata
grotesca?
¡Candores incurables envían panes del dolor a la palabra mortificada!
Algo se conquista hacia la
voz asfixiante que todavía no
ha agonizado . Palpar sus
manoteados anhelos por
dentro resbalan sobre los
problemas que no han aflorado desde ayer.
Ejecuta márgenes el látigo.
Lo profundo y meditado ve sufrir.
Hay una rebeldía en cada cosa
y es la sabiduría de un tendón.
Y aquel coro de huesos que se
escapan superdotados
por cada respiro sintonizado cuando
siente mi corazón enmudecer.
¿Qué serían los rasguños del viento
que dan el deseo de llorar?
¡Ah talvez uno con demasiados recovecos y sin
esperanza!
Ivette Mendoza Fajardo
de un contrabalanceo de ideas tatuadas que en la pretensión es
un gratificante maizal de luz muerta. La punzante anchura de la nada hila
poliedros sucesivos
de madrugadas abortadas. ¿Quiénes navegan las angulares raíces
de caderas libertarias que humildes se niegan a ser reverenciadas
por el emplaste pasional de la bruma?
¿Por qué indecisos apéndices de fuego repasan la sublime
fetidez de la escarlata grotesca?
¡Candores incurables envían panes del dolor a la palabra mortificada!
Algo se conquista hacia la voz asfixiante que todavía no
ha agonizado . Palpar sus manoteados anhelos por
dentro resbalan sobre los problemas que no han aflorado desde ayer.
Ejecuta márgenes el látigo. Lo profundo y meditado ve sufrir.
Hay una rebeldía en cada cosa y es la sabiduría de un tendón.
Y aquel coro de huesos que se escapan superdotados
¿Qué serían los rasguños del viento que dan el deseo de llorar?
¡Ah talvez uno con demasiados recovecos y sin esperanza!
sábado, 17 de septiembre de 2022
Economía demencial
La fuerza del mercado demanda
en tridimensional,
deslizante matriz de
recompensas intercambia
oscilante al método inductivo del tiburón concientizado.
Moneda de tus párpados monopolizada
germina ganando
tu venganza en la plusvalía de su voz;
tu alma desdentada entre la
quiebra y el consumir exhausta.
El subsidio incendiando con sus
flecos iracundos
la teoría de los juegos
vandálicos, la trampa de la liquidez
y perdiendo su utilidad
marginal, tiene mal humor,
tus ojos en un acto de conformidad,
se alegran negociando;
tu cuerpo celestial en la
arena se aviva activo circulante.
Hay como que un giro bancario
balancea amorosamente bienes
y servicios, sesgado en estas
conveniencias muestra
curvas desbocadas en la elasticidad y
habilidad del riesgo
rodando, músculos, tejidos y
tendones se rebelan
ante los precios desleales, su horizonte de proyección presta lo que
no es de Dios, tu ansiedad llora
en tu déficit presupuestario
y tu tristeza inversionista
muriendo en rodillas asustadas,
tu espíritu analítico meditando
en estado corporativo.
Ivette Mendoza Fajardo
deslizante matriz de recompensas intercambia
oscilante al método inductivo del tiburón concientizado.
Moneda de tus párpados monopolizada germina ganando
tu venganza en la plusvalía de su voz;
tu alma desdentada entre la quiebra y el consumir exhausta.
El subsidio incendiando con sus flecos iracundos
la teoría de los juegos vandálicos, la trampa de la liquidez
y perdiendo su utilidad marginal, tiene mal humor,
tus ojos en un acto de conformidad, se alegran negociando;
tu cuerpo celestial en la arena se aviva activo circulante.
Hay como que un giro bancario balancea amorosamente bienes
y servicios, sesgado en estas conveniencias muestra
curvas desbocadas en la elasticidad y habilidad del riesgo
rodando, músculos, tejidos y tendones se rebelan
ante los precios desleales, su horizonte de proyección presta lo que
no es de Dios, tu ansiedad llora en tu déficit presupuestario
y tu tristeza inversionista muriendo en rodillas asustadas,
tu espíritu analítico meditando en estado corporativo.
viernes, 16 de septiembre de 2022
Desata, luna, la cacería del contentamiento
Desata, luna, la cacería del
contentamiento
como el lienzo blandengue que
simula el cielo
y la fachada entiende la
ferocidad de las herraduras.
Bajo los fachosos acueductos,
entre las jocosas resinas,
la roca, el viento y las
estrellas
tienen sobrados conocimientos
para argumentar
aun cuando no esté su acecho,
en buen provecho,
como el llamado valeroso que luego obtendrá sobre el orbe
en su frígido tormento.
Batido por la vida,
la determinación del fuego
granjea, como derrota,
las caras del léxico
diamante;
mientras que el histerismo de
la roca en
las alas del huso virginal,
en el titilante final es un tendón
digitalizado de vendettas.
El extraño rugido con que se ablanda su certidumbre
se acoge a la tristeza pueril de una
lágrima erógena,
¿A quién comprende en su
misión?
La exclamación estudiosa no
ama la herradura,
pero entiende su fuerza
corpulenta.
Nada deshace la roca si no es
su designio dopado.
Nada doblega al viento si no
es su mismo sufrimiento.
Nada alborota las estrellas
si no son sus mismas sabidurías chamuscadas.
Una estrella dulce es un niño
astral esculpido bajo el llanto ígneo del silencio.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 14 de septiembre de 2022
Rebotan mis palabras en nubes de colores capitalistas
Rebotan mis palabras en nubes
de colores capitalistas,
la sombra carnicera se
adelanta oscureciendo el recuerdo malavenido;
la ciudad homeostática
respira lágrimas frígidas y nadie viene en su auxilio.
Ser un látigo magnate a mi
antojo para domesticar la angustia samurái.
No hay soñador que sueñe las
venas asombradas de mi noche mesopotámica:
generosa, azul, obediente que
le roncaba al mundo fauno aturdido.
Apagado está tu reino
absorto, muerto el rubor del espíritu al estilo intruso:
y su boca que enamora rastreos
en alargados túneles de ideogramas
no consiente la inseguridad ni sufre la inmisericordia: y ahora está
en tus pesadillas y caigo sin
voluntad en tu deseo, puede llamarse
adulación pecaminosa ¿En un
entorno de puros impudores?
Burlescamente hiere un agua
cósmica la rosa espectral que oxida el mundo;
¡tan inquieta! Que podría
inquietar todo… entre la pasión y el fuego,
entre el cuerpo y el alma,
¿Será que como vida abrazan soledades?
Apaleada intrusión dióptrica,
hexasílaba de llovida voluntad de hemisferio dormido
pregunta a los que llegan:
¿Por qué la memoria adormece ante el misterio
adolescente? Más allá, más
allá, un subversivo clamor es una vanidosa pantera
en solfeo mayor entregada a
las obras de caridad a pesar de tenerlo todo y nada.
¡Ay! su corona punzante de hermanastros
polinizados en fulminante mono
trapichero de impulsos
valerosos barajeando alopatía y limadura, migajas y
barriletes ¡Ufff!.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 12 de septiembre de 2022
Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz
Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz,
escudriña el cincel su ser interno y muerde la noche su miopía.
El filo del cuchillo es otro
camino de ambición martirizada,
el hierro lactante duele y se
retracta en breve justificación,
la erosión de la vida es
miedosa y es valiente
es un sueño de ojos rancios
con dolores y alegrías... es paradisíaco...
que usurpa la modorra inopinada de los átomos.
Cielo y averno invaden los
vapores huraños del mañana.
Tiempo generoso... nos
regalaste el púrpura del milenio.
¡Aquí queda la báscula
resentida sudando eternidades juveniles!
El cobre primordial se
exilia, termina su recorrido por la tierra
con tambores de lumbres y
truenos para coronar sus días…
¡Son dramáticos los ayeres
navegables en nudos centinelas!
y se cuidan con laicos
revólveres, cariñosamente se apretujan
entre ellos para sacar una ingenua risita apocalíptica.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 10 de septiembre de 2022
Septiembre se insubordina
Septiembre se insubordina
con el embrollo cruel de los
sollozos
afuera pereza de la catacumba
va acumulando
su codicia entre cifras
ilógicas de la muerte;
toda la quietud dormida del
ímpetu apagado,
contra las rocas
expande su plétora de
placeres de locura
su blindada bondad andariega
entre las alegrías sordas
su broncínea percepción en la
neurosis callada de la sangre,
ya nadie a contraluz se
aventura
en este minuto enigmático de
la mañana;
asmáticos los ruidos se
mitigan al
enraizamiento mediador de los
días, por donde
azuzan sus olores en el fuego
con hipnótica prudencia
así como esa gratitud
domesticada de monólogos
frente al derrumbe rojo del
elogio, del elogio llamativo de olor gris,
la mañana es un lengüeteado
despertar sobre los pantanos
la noche un rey de corazones
depilando la piel de mi soledad.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 5 de septiembre de 2022
Tréboles de secuelas desterradas
Tréboles de secuelas desterradas
reflorecí en tus errores, en
lo inmensurable.
Multiplicación de pesadumbres
se han disuelto los miedos
que no quisieron ser áloe y
mirra, claridad y ámbar,
ni claustro lleno de
discordias, ni ansiedad regurgitada
de muecas amontonándose por resonancias malabaristas,
como cascabeleos de mi azul.
Y no deseó de revueltas bramadoras
con el polvo, con la arena,
con el légamo, con la piedra,
con el agua
marchitando tu lengua
conquistadora
tragándose todos y cada uno
de los mares hasta el hartazgo,
pueden aguantar aunque ya no
aguanten más,
ruégale un rocío fructificado
desde mis
sienes rotas, como costumbres del
azar.
Aquellas cuentagotas
que se callaron sin piel al
catálogo
de mi ayer
mas dejaron un bucanero
suspiro asonantado
en contabilidad de bisontes y
gorriones,
gorriones de corazonadas
aletargadas y aletargadas caricias abisales
sin lágrimas ni risas en el
silbo embrionario de mi universo bonachón.
Ivette Mendoza Fajardo
reflorecí en tus errores, en lo inmensurable.
Multiplicación de pesadumbres se han disuelto los miedos
que no quisieron ser áloe y mirra, claridad y ámbar,
ni claustro lleno de discordias, ni ansiedad regurgitada
de muecas amontonándose por resonancias malabaristas,
como cascabeleos de mi azul.
Y no deseó de revueltas bramadoras
con el polvo, con la arena, con el légamo, con la piedra,
con el agua
marchitando tu lengua conquistadora
tragándose todos y cada uno de los mares hasta el hartazgo,
pueden aguantar aunque ya no aguanten más,
ruégale un rocío fructificado desde mis
sienes rotas, como costumbres del azar.
Aquellas cuentagotas
que se callaron sin piel al catálogo
de mi ayer
mas dejaron un bucanero suspiro asonantado
en contabilidad de bisontes y gorriones,
gorriones de corazonadas aletargadas y aletargadas caricias abisales
sin lágrimas ni risas en el silbo embrionario de mi universo bonachón.
domingo, 4 de septiembre de 2022
El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno
El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno fortuito
titiritaban de ansias, pero no
era la sonrisa del sol de oscuras
inocencias, ni la queja de aquel colocho en algarabía sinodal,
tampoco era lunes con
sarampión de arbustos bondadosos
cayéndose entre puntos suspensivos
¡Plaf!
¡Oh tesoro de disfunción
coqueta!
¿Era martes familiar y
taciturno? ¿Era el paisaje virtuoso?
Miércoles preguntándose en el
vector enhebrado
de sus reproches hacia al sabor luz indomable
de su triste opulencia. En
cierto grado, apenas
podía divagar. Guardaba su
respiración en una
caja de pandora con el filo
punzante de la vacilación.
Jueves zurcía el
desdoblamiento del adjetivado cuac cuac
sobre un meteoro masoquista
con zapatos voladores de
carne y hueso ¡Ay de él!
Cansado de lavar sus culpas
echaba espuma por la boca.
¡Nada podría detenerlo!
Ah viernes en sus
premoniciones de humo cada día
izaba la bandera del insomnio
para aplacar el
hambre de los dioses del
Olimpo.
Sábado preñado de caricias
agridulces y tormentas,
la natura lo arrojaba al
mundo para cultivar el pío pío de
mitologías olorosas, y aquí murmurando
yace oliendo a domingo,
sobre sus dos costados como en su última estancia fervorosa.
Ivette Mendoza Fajardo
titiritaban de ansias, pero no era la sonrisa del sol de oscuras
inocencias, ni la queja de aquel colocho en algarabía sinodal,
tampoco era lunes con sarampión de arbustos bondadosos
¡Oh tesoro de disfunción coqueta!
¿Era martes familiar y taciturno? ¿Era el paisaje virtuoso?
Miércoles preguntándose en el vector enhebrado
de sus reproches hacia al sabor luz indomable
de su triste opulencia. En cierto grado, apenas
podía divagar. Guardaba su respiración en una
caja de pandora con el filo punzante de la vacilación.
Jueves zurcía el desdoblamiento del adjetivado cuac cuac
carne y hueso ¡Ay de él! Cansado de lavar sus culpas
echaba espuma por la boca. ¡Nada podría detenerlo!
Ah viernes en sus premoniciones de humo cada día
izaba la bandera del insomnio para aplacar el
hambre de los dioses del Olimpo.
Sábado preñado de caricias agridulces y tormentas,
la natura lo arrojaba al mundo para cultivar el pío pío de
sobre sus dos costados como en su última estancia fervorosa.
sábado, 3 de septiembre de 2022
Aquí yo ondeando en el linaje de la madrugada curvilínea
Aquí yo ondeando en el linaje
de la madrugada curvilínea,
engullo la tibieza de la
hierba acariciada y desertada, en cada sopor
de áncora humillada donde la palidez
del fuego aprende a leer rarezas.
Aquí me siento dueña para
hablar a solas con el licor pícaro de
silencios sin caderas, que
quede grabado en mí un Vesubio
que calcine mis preceptos membranosos y
que cada día vayan muriendo
poco a poco. ¿A qué hora se
desuella nuestro amor oscuro?
Refrescante tarea carga
liposucción de noche golosa que al
estar quieta exhuma los
espacios marchitos de tu incauta mirada.
¡Pompeya vivió la
inmisericordia mefítica de un averno viviente!
Prohibido respirar impiadoso ante la
perversidad de cenizas con gestos
congelados en la eternidad de
las visiones hasta el terciopelo
áspero del suspiro frenético.
Fragmentos de mares en la Odisea
despampanante de razón dócil inclinadamente ornamenta
la imagen perdida dentro del
caldo ígneo amargo de la vida.
¡Hoy me haces recordar!
Emergí desde los escombros de un
Big Bang buscando la mano del milagro
pero era la patria de los
fantasmas que se esparcían a
mi alrededor con los ojos
abiertos y cantaban “It is time to say goodbye”
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 2 de septiembre de 2022
La animosidad del destino
La animosidad del destino es un
cuerno sin aire mórbido desafiando
El casco perezoso que marca
un pantano materno
La ignorancia iracunda que no
encuentra un freno enviciado
La ligadura destrenzada del
amor insalubre cojea
El lugar deleitoso taña sus
sonajas profundas
La boca del brazo que
metamorfoseado fuma el viento de rabia
El punto del tacto caminando
por la paja del ojo ajeno
El blue jean desinfectando
recuerdos embravecidos
La gesta gestando la
decrepitud del soplo divino
El desvanecimiento de la
eternidad que inflexible gobierna
La silla torneada muere de
vieja muere triste y cansada
La firmeza de la idea lame el
contorno del párpado iluminado
El rectángulo del agua que
baja por la insolente escalera
Las afonías del ruego y la
lenta mañana se entrechocan
Las injurias anegadas soñando
sus muertes sucesivas
El temeroso delirio del mar
quebrando el diente catequizado
El miedo putrefacto y el
rencor vienen trapicheando melancolías
El ruido metalizado
inútilmente seca sus manos sudorosas
El bla bla bla infernal que toca el olfato de sonidos zurcidos
El quiquiriquí demencial
permaneciendo aquí conmigo
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 29 de agosto de 2022
La muerte inmortal desangra
La muerte inmortal desangra,
exhausta ilusoriamente,
en la mollera de la profunda
contemplación,
el breve instante en que el
vientre
de tu nombre
levanta su escápula por el
cielo
de su misericordia erizada;
quieta, ostenta lo dudable
como flecha del estriado anhelo,
la geometría del relámpago
giratorio en la destreza adultera,
custodiada en el esplendor de
su barbilampiño remordimiento.
En la gangrena dorada del
futurismo extrasensorial
colma su consuetudinaria duna
de despechos,
el hervor fugaz de su agobio gansteril
y anochecidos diques donde
contradijeran el epílogo diacrónico.
Disparatada llega la
explícita figura.
Tiempo de ver agonizar lo
irremediable,
la cefalea de la verdad, la
falacia anestesiada,
por el desnivel lioso de los
encaprichamientos.
¡Hora de exponer!, cromosómico
con el menester
que transfigura al tiempo en un alborotado regocijo.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 22 de agosto de 2022
Aquí capa de ozono
Aquí capa de ozono desde las sensaciones
más feroces en el
inescrutable cosmos del
lamento, una locomoción
nocturna atraviesa
los campos surcados de
anómala materia que no
confiere razones y que
preludiando se afirmó.
En comunión de espanto la
gran voz de los muertos
hasta que todos secan
enclenques la fuente de dolor
y oírlos en la noche sin
asombro, algo allí desborda y crece,
desgarra el centro de sus
siluetas rotas ;en su sabor hallando
el gozo, lo innovador es la
manera como compones tu
imagen y comienza a carcomer
la realidad con tal delicadeza
entre cifras despiadadas
¡entiérrate en tu acento! Expela
monogramas como salido de
mi desaliento y tu miedo rebelde
aumenta en cada embestida donde
se han ido ahilando
en el pecho que nutría tus
anhelos y la inocencia de un pedazo
de nube y saber que en ella
vibra la copla de un torrente
cuando se abren sus dedos
mansamente; hay asfixia en los
follajes de la lluvia
¿erosionan mis nervios en rutina?
La cartomancia invalida mis
ideas, se ramifica en el frenesí
de la evidencia, hizo alarde
de la fe jurada, es que los juramentos
me muerden los talones, atada
a un círculo aturdido como
una monedita de oro !Oh luna
empobrecida! ¿No escuchaste?
¿Todo en soledad sin ficción
divinal te agota?
¿Dónde corre en el infinito
tu demencia?
¿Es la noche una sombra de una muralla en las
tinieblas?
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 21 de agosto de 2022
Aquieta la verdad
Aquieta la verdad no hay
palabra ni mandíbula
boom, boom de la noche
infernal ronda angustia
es un abordaje desapercibida franquicia demanda
por la noche se acuesta el
diente riente del día
acaricia hermanos y papalotes
mora en un silencio y
fue tan grande en la
oscuridad y amargo hasta el origen
muda quietud, temblor
melancolía no pudo vencer el tiempo
ruido, ruido cuenta la
historia de hoy se queda detenido
entre los objetos como
marcando un despeñadero
no reverenciado hinca tu
muela en peras peregrinas
grávidas en promoción de
esperas que te abominan
que ni de cerca las veías…
con profunda perplejidad
arrasa las orillas de la
vida, la vida arrasa por doquier
como del arrasamiento último
del buen final y los tentáculos
del labio humedecido en las
pisadas de la querencia
¡Al huérfano vocablo de mi
oreja! Temores del camino sobre
soledad de algas en corona de
pupilas y sabia brujería
de tendones estupendamente
amando sus cabellos de
medusa porque su cabello es
su lenguaje buscando
monstros de medianoche que no
le alcanzan los dedos
para nutrirlos de creencias
aletargadas con el sabor
farsante de los siglos para
no destruirnos mutuamente
son nombres que te llaman
glotona de carnes rojas
hambrienta de efluvios ¿Para
mis rudas cuestas?
Pelícanos de universos rojos
se antojan de fieles cobardías.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 16 de agosto de 2022
Un rencor a pecho abierto y fustigado
Un rencor a pecho abierto y
fustigado
remolca la piedad
desenfadada
que se traga a sí misma
en el desparpajo de la vida.
La sombra es la única
perseverancia donde
el vacío se arrebuja como un
intenso parasol.
Me destilo a impulsos me
rastreo a empujones
en acuario satisfecho como
brinco de cometa,
sin constreñir la injusticia
que lo engendra.
Lioso estorbo del desengaño
moviendo marionetas deformes,
mientras los cuerdas se
fusionan y engañan
protegiendo su profundidad
como ese ruido
de la intuición.
¿Dónde se disipa el rencor?
¿En secreto talismán
adormecido?
¿En senderos de pompas para
gemir libremente?
Las palabras tiemblan de
miedo
entre la justificación
desdentada del pasado,
y las gargantas torturadas
pretenden
destruir lo escabullido de la
sinrazón.
Cuando se equivoca el
torbellino mudo,
entre los compresivos desechos,
siempre taconea un alacrán.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 11 de agosto de 2022
Algunas veces la rigidez de la exclamación se avienta
Algunas veces la rigidez de
la exclamación se avienta
en forma de boliche
estallando ¡Boom!
al pasado y al presente de
modo brusco; como
francos pesares que envuelven
de dogmas
la paz nereida de los mares
en la finitud
de sus ojos cíclopes.
Repetición de espectros en la
disonante
pretensión busca una llaga
gentil que cambie
el rumbo de las cosas; de
manera ajena
la seducción es una teoría
que marca lo incompleto
de la vida con palabras
enfriadas por la historia.
Otros destinos se enrollan al
cuello de los cuervos
como un fuego liberado que
asoma su cordura por
el tercer ojo de Poseidón.
Juegos juglares del cansancio
inmortalizan alas rotas
¡Ah sueños que besan el
calentamiento de la tierra!
Lingüística de linternas
fieras enchufan
contradicciones resistiendo
las embestidas del clima
en salivas de colmenas
emotivamente para cohibir
melenudo encuentro ¿Para
aterrorizar cambios
sorpresivos? Tabacos de la
impaciencia caerán
como palomas amenazantes
¡Caramba que dicha!
O caerán, caerán como la
guitarra moquillosa del
despecho ¡Yuuujuu!
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 9 de agosto de 2022
Un olor desconsolado alancea los yelmos entre piedras
Un olor desconsolado alancea
los yelmos entre piedras
gladiadoras ilusionistas como esa mezcla
de futuro y de agonía que
penetra en el limbo y solo el
latido sigue caminando,
disimuladamente cansado y amonestado.
Por la guillotina sin hogaza
del mediodía de sus marionetas
brunas, que al cielo gesticulan,
va floreciendo la creación del
mundo refractado en ilusión saludando la señal muerta.
¿A qué sabe un sonido
desenroscado de la luz?
Oigo agigantar sus brazos en
las descalcificadas penumbras
como una carne blanda que
gobierna tras el fondo de la
vida y que conoció de ante
mano los juegos del misterio.
¡Ah parábola de rutina
cibernética cuánto has hecho por mí!
El tiempo da un golpe mortal
a su olvidada juventud sobre
la sílice navajada en audacia
de sexo hipotenusamente ermitaño.
¡Qué raro, dije yo! El fuego
del bienestar es un animal que en
sus noches vacías recolecta
lunas paradisíacas de amor perfecto,
en su última verdad
altisonante y en llamaradas afligidas.
Allí la gloria del delirio es
el figurado placer del adiós que se
empeña a saborear la sagrada
savia roja de toda memoria que
anuncia el presagio de los
labios contra el juramento de la noche,
mientras la vagabunda lágrima
agoniza poco a poco para
embellecer un ansia coloquial
desde la esbelta virginidad sideral,
cual bisiesto rincón de garras mariposeadas de atléticas angustias.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 7 de agosto de 2022
Las ideas de un gorrión
Las ideas de un gorrión vedan
el fastidio de la misericordia
-locución de los ermitaños
se flagela al nido del
silencio
hasta estrujar en sílabas sus
harapos.
Esencias de apaciguada luz ultrajan la existencia absoluta
cuando entre elipsis de lípidos malhumorados resbalan
en ginecologías de tristeza
aunque tiemble sobre la sed del tiempo bilabial,
la nitidez de la blancura.
Ahorca el antojo de la calma por la viruela de la sombra
cuando llega ráfaga a
retorcer el fortín de los despojos.
Laceran los besos comprimidos
y una quietud insinuante
difunde aroma en banalidad de
terciopelo.
Ambiciona sonido sin tregua
donde un paso breve eructa remembranzas
en migajas de lunas y dulzura
de acordeones.
Un ansia de volar gruñe al barranco
y en el viento el eco se
impulsa cobardemente
hacia la vastedad del
infinito
y todo lo recompensa en sus
cavilaciones.
La espalda del alma olvida
cosas hacia lo transitorio,
al barullo de melancolías que
desdoran a los siglos.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 5 de agosto de 2022
Tangenciales filamentos
Tangenciales filamentos
latiguean la inmundicia.
El pie mulle negaciones
entre lo negruzco dérmico de las mareas
y los uterinos escapularios.
La escenografía asoma en hipótesis
y enlosa el lucimiento del minutero.
La noventava blanca del sainete
parangona entre el mundanal
al infarto puro inexpresivo
de la perseverancia…
La calcificación estalactita
encorva la aldaba
junto al talón anegado
de ruegos, codicias y esperanzas.
La escalinata palpita:
electricidad porfiada
hidropatía y mortificación
que hace motivar el pestañeo.
El recoser tendinoso de molaridad,
desbroza tu puerilidad,
mis deseos,
mi esternón y mis uñas
lloran la titilante campanilla.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 3 de agosto de 2022
Es un globo descarriado
¿Es un globo descarriado
disgregando entre cuadraturas
de estómagos
o de castañeada decepción?
¿Es un decreto elíptico
peregrinando
pápulas sonoras satirizadas
por la luz?
¿Es una tragedia humillada
oxigenando su nebuloso sonido
entre hostilidades de
turbiedad insondable?
¿Es un empachado
consentimiento impulsándose
por las asechanzas de una
carabina caradura?
¿Es una campanilla lisiada que
parece cojear
entre callos taciturnos o
concurrencias calmosas?
¿Es una falangeta azotada a
iconografía en adoración
por un isótopo de exánimes
reflexiones?
¿Es una letra sin cascarón ni
sabor caritativo
para deleite de la soberanía
de furia
y narración de todo encanto?
¿Es un empellón sin aleteo
sin contraseña sin habla sin
aire
esfumándose hacia la última
esfera
que guillotina el infinito?
¿Qué podría ser aquel astro
condenado
a una soledad suicida?
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 29 de julio de 2022
El reflejo negado y el ruido intermitente de valentía
El reflejo negado y el ruido
intermitente de valentía
pasean la verdad mentirosa,
el hedor machaca la lámpara
convulsa,
pálidas risas derruidas,
ruinas arruinadas de
un cielo en ruinas y
constantemente arruinando,
la señal del cero confuso que es la ciega
interrupción
en los caracteres mutables de
su esencia,
calmando mi amargo desafío.
¿Y el catafalco del siglo
pisa la ceniza del
adulterio en el ahora desmembrado?
Aquí todo fenece, todo, todo
el dolor, el infortunio, la
tristeza,
hasta el tiempo bruscamente
fenece en la
enardecida espera.
Fragmenta el silencio una
estrofa
que ensalza la vida y el hilo
olvida
la perversidad que engrandece
los sentidos,
patina sobre la faz doliente
de la necedad, se
enfurece desde la eternidad
contra las piedras.
Tu mueca benevolente se gesta
en la voracidad
del abismo tuerto y nada
alcanza entre mis manos,
entre mis manos se consume el
afán donde a
menudo se guarda tu sonrisa sobre
la igualdad del instinto.
Ivette Mendoza Fajardo
pasean la verdad mentirosa,
el hedor machaca la lámpara convulsa,
pálidas risas derruidas, ruinas arruinadas de
un cielo en ruinas y constantemente arruinando,
la señal del cero confuso que es la ciega interrupción
en los caracteres mutables de su esencia,
calmando mi amargo desafío.
¿Y el catafalco del siglo pisa la ceniza del
adulterio en el ahora desmembrado?
el dolor, el infortunio, la tristeza,
hasta el tiempo bruscamente fenece en la
enardecida espera.
Fragmenta el silencio una estrofa
que ensalza la vida y el hilo olvida
la perversidad que engrandece los sentidos,
patina sobre la faz doliente de la necedad, se
enfurece desde la eternidad contra las piedras.
Tu mueca benevolente se gesta en la voracidad
del abismo tuerto y nada alcanza entre mis manos,
entre mis manos se consume el afán donde a
menudo se guarda tu sonrisa sobre la igualdad del instinto.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 28 de julio de 2022
Esta codicia de generosidades inmortales
Esta codicia de generosidades
inmortales
paladea escalofríos sobre
nuestros pesares.
Rehace despiadada
su repelente ira
sobre la costilla tutelar de
la esperanza.
Hormiguea atrincherada
la inefabilidad pálida de un
semblante apenado
quebranta
hiere
codifica
las posturas primordiales del
agrado.
Esta codicia de despojos y
oscuridades
regenera nuestras
supersticiosas horas,
agoniza nuestros andares
como una voluble y
beneficiada vorágine.
Rechiflo al orbe
oreo sus vanidosos senderos
de olvido
degluto sus agresivas mieles
voseo sus feroces vanaglorias
y sin embargo
allí hay un hombre que me nombra
sin nombre.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 24 de julio de 2022
Nace corazón en un reflejo de flagelo
Nace corazón en un reflejo de
flagelo,
en un reflejo de flagelo,
aprendió la simplicidad
y en un instante, se apoderó
del mundo
prematuramente,
prematuramente
en las profundidades
abismales cobijó
el frío de mis piernas como
sombras que
viajan por el silencio
tragando los sonidos.
Barniz, cerrojo, herrumbre,
sonrisa y metal:
el cálido sabor de un vértigo
que embriaga
los ocasos de mi ensoñación.
Los ciclones que se alejan
como látigos rabiosos golpean
los sobresaltos del hedor,
bostezan espesos,
jadean, escoltan en su
plenitud de goce y sufrimiento,
a parir una esperanza
apesadumbrada con las dudas.
Cruda e impaciente, la noche es filamento de un
dolor que no termina, talvez
gatea camina corre
nutriéndome de la sonrisa
adusta y foránea,
fecundando el pecho pálido de
la luz que
duerme en el centro de una
decepción.
Fatigosamente el sueño que
envuelve mis instintos
nada lo diverge de la
fórmula numérica prodigiosa
para luego evolucionar en su
forma más volátil,
nada le impide ver el brumoso
paisaje del tiempo impenitente,
ni nadie sabe por qué razón el mundo retorna a tu dulce palpitar.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 22 de julio de 2022
Las uñas se rebelaban a matar el tiempo
Las uñas se rebelaban a matar
el tiempo
después sus ideas anduvieron sobre
ruedas,
en un viajar intenso de
kilómetros,
de millas, de distancias
raras, de eternidades.
Dibujaban la verdad en las
plantas de sus pies.
Palpaban el mundo como palpar
el agua de
temblorosa espuma indomable.
En el horizonte del viento,
en el fondo de ti,
la noche nos recoge, nos
contiene el silencio
y el silencio es una uña con
sus ojos blancos.
Las uñas anunciaban en
parlantes su tristeza
altisonante, quizás la llaga
de sus alegrías.
Las uñas, las uñas, las uñas
buscaban su beldad
perdida. Eran parte de una historia que en un
lejano valle se habían
despojado de su inocencia.
No es seguro cuál sea su
destino ahora, pero talvez
el infinito guarda todas
las posibilidades,
todas las promesas, hasta el
altar del sacrificio,
donde se recortan la furia
de sus caderas desoladas,
para no sentir ni frío ni
calor ¡Oh estas uñas melancólicas!
¿Puede una mirada hacerlas
avanzar con hilos del amanecer?
Cada noche, crecen, viven,
mueren y vuelven a revivir
bajo un leve soplo para
arañar el fuego de mi sangre.
Ivette Mendoza Fajardo
La arruga incomprendida del mundo
Seguramente
—cuando la arruga
incomprendida del mundo
es un cadáver viviente,
vigoroso estrujado
que no amenaza con
desmantelar
la más íntima quimera de la
marea, la quimera de la espuma,
cuando sólo queda el
apalabrar
que tampoco fragmenta el
tiempo del gemido consolador
de un corazón aguerrido de resonancia sorda,
donde la añoranza atávica
es signo irremediable
de lo eterno del instante, que sabe de qué trata,
único como los inquietos
pasos tuyos
que esperan su naturaleza sin
limitaciones—
estarán zigzagueando el
relieve
madrugado de una soledad sin
fin, de una soledad sin fin
en que se deslumbra ver
colisionar meteoros
más de mil veces, ¿lo dirán así?
en la otra cara de un universo
inexplorado y
que ni aun tu alma nunca imaginó
ver:
Allí donde un pecho descubierto de luna en
floración
sintió aquella interminable noche de
génesis
en que una delgada línea
entre luz y oscuridad
separó, concientizó vida
astral y muerte terrenal…talvez…
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 21 de julio de 2022
Milenio de melodía
Milenio de melodía
sin melodía
ni deseado
con frenesí de fuego
sin calma de sol
más que la voluntad
intelectualizada
del crujir de la utopía sudorosa de la muerte.
Tan lejos de la rimbombante eternidad
y tan cerca de un relieve de gacela equívoca
sin soluciones
más que los cielos incoloros
en el hambre de los caminos
fracasados
en el génesis de los tiempos
sedientos de absoluto
paulatinamente yergan
domingos recién nacidos
con el olor perentorio de un
libro en blanco.
Mañana inquieta
muda
sombra del albur de la maniobra humana.
Subconsciente colegial de
agujeros muertos
cuerpo de diamantes
narcóticos
sobre el blanco, sobre el
negro, sobre lo neutro.
Después de todo
espejos de las ruinas en orgasmos mudos y sigilosos
aurora en la confusión de animoso rostro
tallo fermentado de encono.
Ivette Mendoza Fajardo
En el semblante que enciende
En el semblante que enciende
contra la soledad otro impulso
de la nada.
No hay círculos que caminan
en sus tramas,
no hay dinastía que despida
la iniquidad amaestrada.
La hondura de la mentira piadosa
en las encrucijadas de julio.
El pormenor del miedo en el
reflejo muerto de la hermosura.
Aquí yo simplemente sin
pestañas ni cejas radiante, radiante, radiante.
No importa, de la realidad
inmediata jamás vista,
también allí, un año luz, se
encharca entre su legalidad envejecida
y su mente de Monet ¡Hasta llegar a la morada eterna!
¿Qué delicia amarga encarnada de fe emergerá lenta en el desmayo del deseo?
Anudo el hastío de tus
palabras junto a la elegía pura sin aliento
y se adormece en el mar
profético innecesario.
La intelectualidad me hiere
con marcada preocupación alguna que otra vez.
Ivette Mendoza Fajardo
contra la soledad otro impulso de la nada.
No hay círculos que caminan en sus tramas,
no hay dinastía que despida la iniquidad amaestrada.
La hondura de la mentira piadosa en las encrucijadas de julio.
El pormenor del miedo en el reflejo muerto de la hermosura.
Aquí yo simplemente sin pestañas ni cejas radiante, radiante, radiante.
No importa, de la realidad inmediata jamás vista,
también allí, un año luz, se encharca entre su legalidad envejecida
y su mente de Monet ¡Hasta llegar a la morada eterna!
¿Qué delicia amarga encarnada de fe emergerá lenta en el desmayo del deseo?
Anudo el hastío de tus palabras junto a la elegía pura sin aliento
y se adormece en el mar profético innecesario.
La intelectualidad me hiere con marcada preocupación alguna que otra vez.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 20 de julio de 2022
La luna llorada de barniz perfilado aromatiza leve
La luna llorada de barniz
perfilado aromatiza leve
el yermo trovador de las
ventanas sin orgullo menguante.
Como minúsculo y turbio sol,
un ademán trepa
en sus rodillas que gruñen su
retraimiento de fantasía alada.
Mientras los ajetreos
picoteados en cuarto creciente
chillan como un fiera a la
hora de dar a luz,
su sangre es la timidez del
tiempo ya sin dolores.
Cada ay golpea y no conmueve
a la indolente piedra.
¡Oh luna ya tus gestos van en
completo desafío!
Ella gime y llora, una y otra
vez lastimosamente
allí rechina el hastío de su
verdad sin elocuencia,
y allí, allí como mujer
que es de piel de mullida plata,
sufre un embate su desolación
de astro roto y despistado.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 19 de julio de 2022
Pócima derrotada vertida sobre el birrete de la desidia
Pócima derrotada vertida sobre el
birrete de la desidia,
escarcha sangrada de valles
hirsutos.
Me adverbializo en los
infinitos trechos de la memoria
y busco la estampilla
burbujeante del tiempo escogido por
las manos laureles del otoño y es
mi signo zodiacal libra que se
descuelga quejumbroso.
Procuro ilusionar esta
robusta tonada de niebla y mentol
en tus más exuberantes ríos.
Sed de luna suplicante procrea,
luz de lengua deshidratada de esencia elemental,
pelusa verbalizada contra el
alma de las vísceras,
poliéster, firme razón del
presente entre bosques desconsolados,
voluntad convertida en algas
inquietantes,
cauteloso querubín envejece en lo irreversible de la vida,
rosa furtiva dentro de los
ecos del cincel meciéndose,
cima del anhelo aferrándose a
mi cuerpo,
cripta de mis noches
conquista las madrugadas.
Ivette Mendoza Fajardo
Sentí tu alma abrirse en los ventanales de la aurora
Sentí tu alma abrirse en los
ventanales de la aurora y
el crepúsculo dormía
apaciblemente tus caricias.
Llevaba brisa, murmullos, y un
no sé qué, que yo anhelaba,
mientras tu aroma mariposeaba
en mi balcón, se
embelesó mi ser en tu
recuerdo.
Mas mi mente se recreaba en
tu semblante,
cuando sentí tu beso, que
retozaba ahora en ese espacio
vislumbrado de palabras bondadosas y enigmáticas.
Entonces desperté ¿qué es? le
pregunté con los ojos,
aquí el derroche estaba abordando
un nacer que iba muriendo,
un astro mancillado, talvez pero como de dos en dos, de cuatro en cuatro,
de seis en seis, aún sentía la afección creciente de tus
manos, y
la cordialidad de tus
pálpitos...
Pero, no estabas... solo quedaba el eco de la pluma
esculpiendo el cuarzo
despierto de tus venas,
cabalgando con su sombra de
colmenas.
¡Oh, quimera... su estilo y
apariencia continúa...!
Plegaria de diamantes sobre
nuestros besos
para adormecernos en los
colores danzantes de las mariposas,
¿Qué se despilfarra tras la
penuria?
Vuelvo a mis atardeceres que
giran en mí
como una rosa fulgurada de amor viajando por el infinito.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 18 de julio de 2022
Solo, llegó palpitando por la briza
Solo, llegó palpitando por la
briza
como un puñal de ruego
suplicante,
el alba, me aprieta, y la
recibo
junto a la soledad
crepuscular del instante.
Mi espíritu no es jubiloso ni
se esparce
por los vientos indómitos. La
rosa se le despabila
en campos inciertos. Nadie
combate
con un vértigo fatuo, el
cierzo
de la solemnidad que el vacío no me despoja,
nos toma de la mano por el
universo
y nos vuelve toda y una sola alma pura.
Ivette Mendoza Fajardo
Todavía en tu nostálgica ausencia
Todavía en tu nostálgica
ausencia
permaneces en el alma
y en la mágica palabra
y en la memoria huraña
y en el espíritu esperanzado
y en la hambrienta sonrisa
vaporosa que casi no se palpa
y en las vibraciones del
amanecer
y en el sueño del paladar
y en el beso constelado
que se corona anhelante
y en el alba gozosa
y en el encanto de almíbar
y en el suspiro astral
de aquel mar sosegado
que gira en tu entorno
y en la púrpura pasión
y en el fuego, aire, agua,
tierra
con sus cuatro visionarias
estaciones
primavera, verano, invierno y
otoño
que vigilan tu espíritu libre
y en el Astro Rey que fulgura ternura
y en la heroicidad del viento
y en mí...
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 17 de julio de 2022
Aquí la flor
Aquí la flor,
aquí la flor, la médula
contorsionante.
Después la escápula y la
circunferencia
lo único que se desglosa.
No es el elemento que rota y
vuelve a rotar
hasta morir.
No es como si fuera una
sierpe
que danza
talvez más allá del infinito,
sin resbalarse,
sin caer
como si soñará hasta la
muerte,
como el colibrí,
como la estrella que apenas
asoma
sólo el pensamiento.
Aquí sólo es el tango que se
desflora en el cristal.
Talvez la anexión del amor.
Talvez sólo la plegaria al
clamor.
Sin vida y sin retorno.
Nada más el pensamiento de la
flor
que se desmesura,
la flor que es un redondel,
la flor que es única en su último suspiro.
Después sólo el pensamiento vegetal que
es explosión y brevedad y
fulguración.
Ivette Mendoza Fajardo
Aquí vinieron cantando
Aquí vinieron cantando los talvez
murciélagos.
Talvez murciélagos sin propósito y quizá
condenados.
Desmaquillan evocaciones tibias
y alborotadas.
No sé los talvez murciélagos
no se atreven
a salir jamás de mi vida, ¿no sé qué buscan?,
talvez abrir las verdes
puertas del destino,
al mimo infelicísimo de las
frondosidades.
Ellos ya no captan el paseo
familiar del viento
pero en cambio destraban los
nudos de la vida
en el centro huesudo de la
molécula.
En realidad los únicos en
esta fraternidad
son los talvez murciélagos,
los ideales,
los ideales, los ideales contempladores de las almas,
las almas son continentes
colosales de reveses
acariciadas, untadas de esperma, talvez.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 16 de julio de 2022
Ay horrible soledad de vasta oscuridad
¡Ay horrible soledad de vasta
oscuridad!
La vida la abandona en las
estaciones de Babel.
La briza corporeizada
grotescamente desagarra
su tristeza celestial como un
papel mimetizado.
Ah cataclismos geriáticos han
llegado de nuevo
a la corola de la locura y
alguien los han derramado,
se quedaron en el destierro
de las cosas.
Y lloraron y cantaron y
doblegaron y perdonaron.
Tan fugaz, y anhelaron malicias sus
sudores masculinos,
sus sudores masculinos
construyeron sus prisiones,
sus prisiones fingieron sus
mañanas para conocer
sus corazones de sarcasmo hasta
obtener un júbilo
en desvelo, talvez.
¿Sus humores, la desnuda
languidez de albores?
Y dijeron –la campana
campanea festivamente en
el campanario alguna que otra vez ding dong ding dong-
El frailecillo esperaba la
limosna por toda la eternidad,
la eternidad era su soledad
con espíritu anfibio.
Su soledad lo acompañó. Su
soledad lo traicionó.
A su sepultura lo llevó un
gélido fuego.
¡Ay horrible soledad de
maniática oscuridad!
Pudo sentir el bullicio negro
de su alma.
Pudo sentir la lejanía
melancólica de las estrellas.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 15 de julio de 2022
La luna de flores cenicientas
La luna de flores cenicientas
se trasladó a estas amplitudes
salivando los torbellinos del
quíntuple de Julio. Un pocito de estrellas
por la secuencia
temperamental de las horas halagando sueños frugívoros.
Calimocho de melancolías, una
noche te encartonan la vendimia muda
hasta el homocentro de mis
días
y las mañanas de
mancuernillas escrupulosas me encumbraron en la penicilina
inadmisible de tus besos
satinados de amor salvaje.
Ah, mi Luna de flores
cenicientas
que me hizo doblegar hacia la
endometriosis de tus caricias
y en la escápula de mi
corazón
sílabas y sílabas
garabatearon poco a poco
paisajes cleptómanos de
despechada ilusión.
¿El pizarrón arriñonado donde
escribe mi alma?
Ay silencio entumecido que
vienes a revelar los clarividentes secretos
que guardaste en la arteria
del clamor universal, en la arteria del clamor
universal que quiebra en
bocanadas las puertas cenobíticas del cielo,
las puertas cenobíticas del
cielo que nos da el dulce y enternecido
chubasco en la tierra bajo
la germinación del sol que nos llama al epílogo,
como un bullicio estelar del
ayer, del ahora y del mañana.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 13 de julio de 2022
De arbusto es el calor irrefragable
De arbusto es el calor
irrefragable
que siembra la esperanza, en
la falange verde del dolor,
quebrantado en mí regazo.
Somos minúsculas derrotas que
demacran
con el rígido del tiempo;
tan incomprendidas, que sentí
todo el miedo del mundo
cuando nos procurábamos briza.
No es esa lujuria ruidosa que
desplaza las estrellas
en el almanaque del invierno
blasfemo
ni el contento belicoso de la
aurora
germinando desde el entusiasmo
de las aves.
Un auto nos encarniza el
neumático de sus días,
otro, invisible, reflexiona y
sonríe, anhela y sueña
con su luz ¡Oh muy tarde para
magnánimas interrogaciones!
Cuando las sombras duermen,
no hablan;
cuando las sombras despiertan, sonríen y caminan, gozosamente
por las inflexiones ecológicas
de la soledad,
allí, la inauguración del
universo esperaba un ejército de rostros.
Como en lugares indecibles se
declama llevando virutas de azahar,
en la moralidad perenne de los
mares, y
a mi impaciencia regresa agotado tu alicaído espíritu.
¿Se llamará dolor palpable de
existencia rúbrica ocurrente?
La mañana, espantosamente
caliente y sinsabor,
aparece como ese transido embotamiento, talvez
de estremecimientos de sudores o de torpes sospechas sin miedo.
Ivette Mendoza Fajardo
La incertidumbre de la tarde jocosa
La incertidumbre de la tarde
jocosa
una y otra vez
ha sido despeinada por sus
deberes menstruales.
La coherencia de un silvestre corazón de manos blancas
y tristeza musical cae sobre las hormigas en
ascuas de amapolas
y la arrogante puerta ilesa
derrama sus penurias, que en
su estancia,
abogan sobre los labios del
invierno zodiacal.
La inseguridad de tu ojo
deshace las alturas
donde las gaviotas maquillan
sus pieles de azafrán,
la atmósfera abanica en el
filo de sus voces, y
las mariposas avivan los
encuentros fecundando
colores en los nidos. ¿Qué admiran en el calor del vientre?
Hay amores en el himnario
efervescente de los soles
celebrando el prodigio de la
duda donde la noche es
una pestaña relampagueante
halada por caballos
intrépidos diluidos en tu
razón.
Una pluma áurea es tan
candorosa, tan astuta como ese
silencio escamado de sabores
melancólicos, que
piensa y deduce, devuelve y
perdona.
Como desolada al momento de nacer,
al momento de nacer
descubre su alma en sílabas,
en sílabas reconoce
la ira de su delirio sideral
bajo el oráculo del
horizonte lírico y bufo,
agónico y circuncidado.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 9 de julio de 2022
Alma de pasión
Alma de pasión, etérea, emocionante, sonriente, grata
que arrulla como madre, como
ángel, como viento.
La pasión despierta,
rememorada, excitante
que vigila, que cela, que se
nubla
que calla, agobia y rechaza.
La pasión decepcionante y sinrazón
que se siente con furia.
La pasión trivial, que se
ausenta
sin aviso, como mata,
solapada, hecha trizas, ruinosa;
en cuerpo, en vendaval de
sufrimiento,
de eternidades, de estrella
triste, de luna enajenada.
De amor, que dispensa,
acaricia y apasiona
como luz inextinguible de una
lámpara seráfica del cielo.
Ivette Mendoza Fajardo
Bajo la jactanciosa sombra
Bajo la jactanciosa sombra,
la mariposa temerosa baila,
consagra su paladar, el
recelo arrebatado, al tétano del deseo,
subasta sus reveses el
subconsciente de la lluvia,
como la guitarra atemorizada
del norteado frailecillo.
Matricida de las borrascas
bajo tus sangrantes quejidos,
se proclaman próceres los
bigotes antojados del mugido mujeriego,
como una oruga de esfinge
fanatizada, tullida en tu resuello,
como la clonación triste de
su cosquillar,
que ha perdido su alma en
altamar.
Mariposas encalabrinadas de
un imperio de sal enmudecido,
juegan exasperadas por los
parques,
repitiendo plegarias en mi
nombre,
aventurando apenas la vida
como una inervación que aún
no ha sido avizorada.
Linterna lobulada en el sordo
y solitario cuchichear,
minifundista silencio en el
mullido multipolar
de una orejuda melodía
conquistada por un dios ebrio.
Temperamental trompeta
predadora,
desde las sugestiones del
verano se escucha el consejo,
el amor es libre
tangencialmente, tangencialmente libre
en las cárceles de sus
reflejos verbalizados.
Ivette Mendoza Fajardo
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