Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas
sábado, 21 de mayo de 2022
Mi sentir corroe la sustancialidad de las cavilaciones
Mi sentir corroe la sustancialidad de las cavilaciones;
viernes, 20 de mayo de 2022
Por el norte del silencio enmagrecido de capitaneo absoluto
Por el norte del silencio enmagrecido de
capitaneo absoluto
y en la abdicada corona de su
mirada relativista,
las noches se despintan sin
pompas amaestradas
y los días se enredan en las enormes y combativas
junglas de alquitrán entre
latidos inquisitivos del desuso.
En el liderazgo de la hormiga
enmudecen las voces
de los mares democráticos con
rectitud manchada,
dormita la resaca de su
cariño irremediablemente.
Se avergüenzan los votos
electorales de la frialdad
dentro de sus maquiavélicas
piruetas malheridas,
entorpecen aún más las muecas desahuciadas de los votantes.
Cleptómanos, rigurosos;
muertos en escarmientos.
Y al fin y al cabo, en el
delta de mañanas agobiadas,
verrugas de repúblicas
gimotean como niños perdedores
con sus almas casi
despedazadas metódicamente,
–y la vida de sus festines ahogada en ilusiones demacradas-
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 18 de mayo de 2022
Voy bogando entre suspiros de teatros
Voy bogando entre suspiros de teatros exiliados
y la piedad del parabrisas irreverente, timón cauteloso
de las tardes lame tus heridas como un solsticio opalescente
que contempla escaparates lleno de salamandras
en la monarquía de los centros comerciales que
nos atiborran de ilusiones filantrópicas.
Un poste del tendido eléctrico cansado de ser
meado por los perros con un látigo de tinieblas despeñadas
los persigue hasta darles alcance entre la humillación
y el castigo los juzga bajo la dialéctica canina y ante el
león de la misericordia desdeñosa.
La sed de mi cerebro conquista las catacumbas de tus
vísceras y amortajada cruza el reino de los charcos.
En las premoniciones de los fosos, que maquinan la muerte
en cuclillas, enclaustrados en sus diminutos paraísos como
una genealogía de gusanos sin aflicción de nada, el
escalofrío
de sus piernas voladoras resucitan parloteando enigmas profanadas.
Ficción de casetas de buses aberrantemente se viste
con coraza invisible, la lluvia se expande en la malacrianza
del techo con linaje de tragedia. Luego le ofrece al
viajante su mano misericordiosa, los buses aflictivos se acercan
disfrazados de sillas alabanciosas de abismos, llovidas de congojas
dentro de risas musicales, mientras palidece la noche con luces
intermitentes,
ya sin auxilio, cual semáforos de calles descarnadas de silbidos.
Ivette Mendoza Fajardo
Emancipadas ataduras se forman en tu silencio crepitante
Emancipadas
ataduras se forman en tu silencio crepitante;
las
zarpas de la noche, cual húmedas grutas desafiantes.
Vengo
del vacío perene de tu presencia, que me hace divagar en
extravagancias
;por esta ansiedad que me mueve la vida de modo sutil.
El
tiempo se quiebra en las garras del útero, cual luna tocada por un sol bilioso
que
como al corazón, bombea un mensaje circunspecto perdurando
en
sentimiento inmobiliario; doliente de clemencia soñolienta.
Tu perfil tiene esa magia de empañar amenidades y en la mente se
cobija
satisfecha confiada en su despertar intermitente.
Un
pistilo que lucha por ser sendero de ilusiones que madrugan con sus
acentos
tercos y rebosan lentamente a mitad de la noche;
ante
el ruego es savia y es montículo de tierra que amasas para darme
figura
de bisonte; mientras asimilo su calor y su luz dando
temblores
y sobresaltos en tu alma sorprendida.
El
saludo matinal del virio, oscilante y
blanco,
ve
subir con retenido esfuerzo la allanada tarde insulsa de las sombras.
Latigazos
de corduras encalladas desordenan su desnuda greda
y nos
rodea el fastidio, que es un mar oscuro más denso aún que la sangre.
El
cielo en cambio está enfermo de liturgias infinitas en las lejanas mañanas
perezosas hurgando estómagos vacíos.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 16 de mayo de 2022
Jazmines lujuriosos desamparados
Jazmines lujuriosos desamparados
beben de las manos de la brisa amenazante
cuando pierden la razón de su
incierto destino donde allí termina
la voluntad de su cordura indolente.
Sinsabores que envuelven su
presencia al avanzar en el pelambre
de sus centrifugas derrotas como una
tregua ante el disparo de sus pistilos.
Entre desesperaciones y extravíos
va la fermentación de su silencio
avezado, divagando en un mar de dudas siliconas.
Reproches preguntantes de vientos sin
fin, encolerizados escarban un hoyo negro
y afligido, pero ayudan a soñar poesías.
Monedas de corolas perplejas de utopías
emocionales, esperanzadas y conscientes
catequizan las tardes colochos como taquicardias
movedizas dentro de un mar salvador y embravecido.
Jazmines dispersos en la nada, sirven con
esfuerzo, a una luna alveolada de alfanje,
cual pecho oprimido buscando olvidos
en su perturbada razón imprevisible.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 14 de mayo de 2022
Un bosque de cabellos marchitos
Un bosque de cabellos marchitos
aprieta el escueto campanario.
Es la bandera del fuego y la venganza
que reside en el viejo milagro de la memoria.
Las cartas royales siempre son las falanges
frugales sabias y dulces, silentes y pálidas
como un envoltorio incierto de penumbras espías.
Trepa una polilla de fragancia inquisidora
con la claridad del sufrimiento,
con las ubres del légamo y la espuma,
—grilletes de la ingle o pezuñas de la piedra—.
Los corazones cavilan dentro de los prismas,
pagan sin sorpresas la incoherencia en la marisma
cobriza, de océanos de fiereza estéril.
El acueducto de la indiferencia está triste y en
silencio.
La conciencia escapa como mariposas en el ocaso.
Exánimes distancias y bicicletas dominan un viento
pretérito.
En el desván cantan siempre mis uñas alegres con
poderoso
esfuerzo.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 13 de mayo de 2022
El rencor paulatinamente escoge sus cuadrangulares
El rencor paulatinamente escoge sus cuadrangulares,
el aislamiento apacigua la sed de sus heridas,
la estancia reconstruye la médula de los
anocheceres.
En el renacimiento de tus costados,
—vasija de extravagancias y dolores de adioses—,
permanece el olvido y sus prudencias entre
enflaquecidas conjeturas afables y corpiños crueles.
Despilfarro presentimientos, barajeo el vicio del vacío.
Aves amorosas venden su ternura de naranjo.
Pincho los manantiales oscuros de la soledad pinocha,
la obtusángula noche de ida y regreso dispara a
las múltiples personalidades del tiempo y a
la voluntad renuente de los retratos pesimistas.
Te observé una y otra vez, en donde se
balancean los silencios de indefensa catadura.
Se saja sin prisa el esfuerzo con caritas planas;
me saboreó un estío regordete con la velocidad
de un vaticinio andante.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 10 de mayo de 2022
El día se embelesa con soles inefables y regodeos
El día se embelesa con soles inefables y regodeos
la noche es una playa silenciosa y dormida.
El día se rejuvenece con aromas de mundos claros y vírgenes
la noche es la plataforma donde callan los resignados.
El día fue hecho resplandeciente y con matices
la noche es tenebrosa y llena de penumbras.
El día pacta cuando la razón florece
la noche es un sueño donde la razón se apaga.
El día se levanta y se llena de energía
la noche, totalmente se desanima.
El día sana ahuyentando las heridas del alma
la noche muestra la tristeza de la luna.
El día es un regalo de Dios como la vida
la noche es oscura como la muerte.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 7 de mayo de 2022
Corre una lluvia que hiere la vida
Corre una lluvia que hiere la vida en
millares de gotas de voces chillonas;
por mi corona, el status de la noche,
ensancha su fuerza laminada.
Madruga entre labios de sollozos
una sola hebra de estío gutural y
es un enjambre poliédrico de
verdades adiposas para
ver pasar activamente la
tarde germinal.
Se retocan paisajes invisibles
de cielos videntes y salvajes,
y exhiben sus ramajes amados
en universos distantes y serviles.
Lechuzas del alba,
de ademanes escarchados,
alientan crueles minerales
y luego entre sí se desmuelen
lentamente en la tétrica odisea
como cenizas de obsesión
por sus costados oscuros
de luna anfibia en su platónica canción.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 6 de mayo de 2022
Hambre arcaica se lanza a las letanías de mi corazón
Hambre arcaica se lanza a las letanías de mi corazón abanicado.
En ruego y alevoso cultismo mi realidad corroída de
vaquero
bebe más allá del cáliz de la tormenta.
Mausoleo del arrepentimiento sobre la soledad de
Torquemada,
nube de Beethoven, mar de cadencia hertziana resisten
ahora.
Revanchas en flores, cementerios celosos de placeres
vestidos de silencio y miseria quebradiza y blanca,
cuadrúpedos seres dueños del pecado convulso fracturándose
la voz liberada, en manantiales de tinta y en la razón
de
sus pesares; náusea muerta y sin esperanza
sin llegar a ser nada más que amargos fuegos oscuros,
flacos favores prófugos de luz insatisfecha.
Retazos de brisa. Autopistas de tristezas y de muslos despeinándose,
despojos de languideces asaltando los candiles de
magia
desgarrada.
Abandono en rectitud de antaño se espanta así mismo.
Modernos bailes depositan dudas en ti como viejos
amigos.
La melodía de una caja de cartón altruista se enrolla con
los problemas no solucionables del viento pisoteado.
Ivette Mendoza Fajardo
Y todos los amaneceres se están frotando sus pieles
Y todos los amaneceres se están frotando sus pieles,
dentro de sus pechos se encubre el frío lamento de la
noche,
una tumba de humo desilusionada de amor,
un lienzo de color neutro abigarrado en los brocales del
silencio.
Todas las auroras gozando la verdadera felicidad,
un sendero que compara tu soledad como un reino de
sequedad,
y hunde tu voz dentro de un frágil momento, como
calabozo o penuria.
Heterogéneos sollozos, revolotean como aves locas,
como aguas
detenidas en la religiosidad de idas y vueltas que mal
pronuncian
el nombre de los vientos.
Censura calmado el plenilunio del troquel, vigilaba en
su guarida,
la liberación del crepúsculo matutino, de reprimir el
dolor de las
horas.
Al tacaño atardecer, en él se percibe alguna vez una
descalza muerte,
posándose en el arrugado neón del sueño.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 5 de mayo de 2022
Tú sabes que la evidencia del amor anochecido
Tú sabes que
la evidencia del amor anochecido
siempre se oculta en
los encantos de palabras asustadas
de los crepúsculos fetales.
Que la somnolencia morfológica
se arruga como la vejez
quemándote el alma con ímpetu convencedor,
y que es infructuoso abortar sus secretos
en el quirófano de lo transistorizado.
Tú sabes que siempre hay un soplo herido
en el pataleo casposo de una sombra eterna,
o en el parlante menopáusico que restringe
el retorno trepidante de mis caderas.
Sabes que tu ausencia,
aviva la ceniza voraz del olvido, por eso
nutro a tu pecho los prismas musicales del tiempo
huyendo de un ocaso intransigentemente
demencial.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 4 de mayo de 2022
Tararea remolino acusador con pasión de espacio deformado
Tararea remolino acusador con pasión de espacio
deformado tan intenso y tan libre mórbidamente
implícito en el espectro de la realidad, donde pasan
los días en atoramientos giratorios de danza
insospechada
y yo allí permanezco extenuada reciclando tus pensamientos.
El pasado levantaba recuerdos putrefactos que se
perdieron
como líneas curvas hacia el infinito, con un coraje de
muerte
y resabio, preguntando sí el silencio fuliginoso
quedaba
atrapado dentro de un esquema que daba inicio a un
torbellino
de cosas, ellas golpeándose en el viciado aire de las
quimeras.
¡Contento está el mundo cuando siembra tu pecho silvestre
mieses y sueños!
Mi existencia que ya sólo es un sueño disipado en la nirvana claroscuro
de mi soledad eterna, va resucitando afectos y
sentimientos instaurando
la mirada destellada en tu sonrisa, por eso he de
esperar el día
en que mi alma ahogue las penas para sentirse sublime,
como esencia
vertidamente pura.
¿Cómo muere o revolotea un destino con golpes de estío
dentro del génesis
de una sombra comprometida ya sin objeción alguna y que con su albedrío
hizo chocar la noche contra la luz? ¡Ah quizás lucha en paralelas imprevistas
para abrirse paso, pero fracasa en el intento!
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 3 de mayo de 2022
Retractación de elocuentes sabores
Retractación de elocuentes sabores:
En medio de tantos cuerpos de caldos exaltados,
crepitaban utopías fritas y compendios cocinados
en el centro de un calvario frutecido en ebullición,
mientras el pan se llenaba de favores, queriendo
lanzar
su voz con esencia de mieles y pestañas absorbentes
como ese copete de cappuccino indómito, de repente,
arrastrado por la miseria del mundo, apagando sólo
el hambre de su adobado sol mojado. Rumoreo de soledad:
Sólo tu ausencia es tan triste tan negra como los murciélagos
y es un violín desnudo que desafía la velocidad
y sonido de sus cuerdas infecundas.
Serpiente de agua solitaria murmura, trama bajo el puente
lloroso, hasta hacer gritar la tierra desolada…
para surcar el mar de luces mortecinas donde su
memoria viaja en tranvías incultos silbando por lo
oscuro.
El tiempo guardaba en un baúl antisocial, quejas,
muecas y llantos…al abrirlo se juntaban como aves
sedientas, y yo escuchaba sus gritos diluidos en la
sombra
delirante del sigilo.
El amor no despechado es un creador de universos que,
nace
engendra y se mueve mediante latidos de corolas, se
yerga
con la frente en alto, ¡Cómo llegando desguarnecido a
su recta final!
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 2 de mayo de 2022
Ciego péndulo de resplandor viral
Ciego péndulo de resplandor viral, irresoluto,
avanza en el yermo de mi pecho.
Y la memoria estirándose
como una detallada marea de sangre
que avizora el buen provecho.
Es una lápida de sombras la que palpita,
repite y menosprecia el ronronear
del tiempo en el sueño y es capaz de
refractarse.
Una nueva palabra que pasea al mundo una
vez para siempre, en la tibieza del remolino silbador;
como agitando los colores contrahechos y
los abecedarios olorosos, cuando ofrecen
imágenes certeras para que la sombra del mar
abandone sus manos enguantadas.
Quieta sobre el canal de una espera recóndita,
tu fronda de sueños presiente el vendaval,
cara a cara hacia la noche, mientras la emoción
de un tsunami arrastra lágrimas y pieles al agonizar.
Como en desparpajo fecundo queda una morada,
en lo profundo, al norte frío, inventándome
urbanidades y costumbres junto a una acéfala
y desnuda cruz, al universo que toca mi alma en
vuelo,
para alargar una ración de júbilo en la fe disculpada de
tus pasos.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 1 de mayo de 2022
El soneto figurado de mi sombra aturdida por su luz
El soneto figurado de mi sombra aturdida por su luz,
se columpia en el plumaje pausado
de una estrella y corre en el diluvio de mis
emociones. Me abrumo en este espacio de recuerdos
generosos, hasta la noche cálida que ausente
busca su despertar repentino.
Amor en desvarío de mar muerto nos marca
frente al todo infinito y desértico en un novísimo
austero aullido. Bebemos la realidad que salpica
lo esencial creciendo en lenta fiebre y cae el espeso
velo de los ojos para glorificar la suerte que se
amasa
con nuestras manos.
¡Hojas de laureles que huyen por los años, ya no
duermen,
se derriten
como el sol a la nieve!
Encendimiento del ahora contra la lengua del mediodía,
nos quiso desunir con la confusión de sus palabras,
como la lluvia que sus pasos atajaban sin destacar ni
variedad ni encanto.
Preludio de brisa sediento de los cielos mastica sus
raíces
como un redondo cascarón sin lágrimas, en su
clarividencia
fatua no ve sus errores cometidos y lo ganado en el
camino
lo arrastra, lo olvida.
Tiempo de obsidiana, mi alma te piensa y te construye
un aura de plácido sosiego respirando, en el paraíso
del
anhelo y las cosas.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 28 de abril de 2022
Una nebulosa contumaz se apaga en el grito de la noche acromática
Una nebulosa contumaz se apaga en el grito de la noche acromática,
el aroma del hielo sumergida en la sombra
del barranco se disipa y el ayer truncado por adioses conyugales
empañan la luz siguiendo el camino del esternón leonado.
Te percibo entre el asombro desvanecido de un
arcano sol y los destellos flanqueados de su luna
consejera.
El contorno virginal del frenético vaivén nos condena
y es la hoguera vaciladora que nos atrapa en
en una niebla espesa con sorpresiva oquedad,
y nos engaña y nos quema contra la orla de su misterio.
Huyo a la placenta godible de la espera donde la caridad
del viento nos estremece como besos electrónicos.
La llave primaveral va abriendo este claridoso
recuerdo que bate la simiente de nuestras almas naufragadas.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 27 de abril de 2022
Las rectas paralelas
Las rectas paralelas están delineadas por ellas mismas,
en medio vigilan los cadáveres revoltosos de hoy.
Ayer espejeaban calladamente los caminos
de noche, con lámparas de piernas rotas.
De día bajo lluvia y sol.
gruñen alrededor de una campana
de palabras torpes, hasta esos anocheceres de lágrimas frías.
!Las dos rayas eran un aletargamiento de fuegos fatuos!
Incineración del día era también, cuando se partían los corazones.
Las rectas paralelas están delineadas por ellas mismas
en un campo de necedades con pechos secos,
no necesariamente un cielo conmovedor,
menos alas precisas implorando articulaciones lechosas.
Como en sucesión de puntos van probando
prolongaciones
o viran en círculos atolondrados ya desgastados.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 26 de abril de 2022
Errante vestidura y los jirones morriñosos estelares
Errante vestidura y los jirones morriñosos estelares
que al pasar por la quinta dimensión se yergan
hondamente.
El sonido de la espiga se arranca con los puños del silencio
y en su aridez inicial disuelve su presentimiento
impuro.
Las vellosidades de las mentes sombrías
preparan finamente sus cabelleras azogadas
destellantes.
Declamaciones del sexo orgulloso incineran
descarnados labios y en el eterno paralelo del niño
astral
rizan los quejidos desafinados de ahínco.
Desolación aterrante es la noche que al flanquear
aparece
a la hora que el ánimo cósmico es todo un hábito, tan
indiferente.
Silueta de voz tenue en medio del estallido apócrifo.
Desolación aterrante calcinada entre delfines
donde concede su guardia al limbo adiposo
inhábil de tejer una luna narcisista a sus pies.
Ivette Mendoza Fajardo
Bailotea, peñasco aporcado
Bailotea, peñasco aporcado, en el temblor machacado
de calma
como la brisa desabrocha tu compungida rigidez
y la orgía de tus huesos curte la tristura de los
cuchillos.
Bajo el galbanoso abolengo de los monos,
entre los pensamientos pulcros,
la cóncava gruta, el soplo de la palabra y la
dermatitis
del sueño tienen osciladas razones para ser simientes,
aún cuando la madrugada ruidosa no esté de parte
nuestra, la resolución absoluta de existir luego la
tendrán
sobre el relieve de los mares.
Desconchada por la semioscuridad del tiempo,
la dicha de metal muestra, con sobrada holgura,
cómo las caras del invierno son;
mientras que la madreperla asfixiante de la piedra
en el trasfondo es un extraño rugido de
reverenciado caparazón, despotricado de belleza.
Nada unifica la realidad despeinada si no es su propia
luz.
Nada retuerce el alma si no es su placer herido.
Nada lame a la bruma del olvido si no es en su
cuarto renglón garafiteado.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 24 de abril de 2022
Se encumbran los muertos de entre las ruinas
Se encumbran los muertos de entre las ruinas con
unitario
desclavijo y pretenden amenazar para cargar bolsa de
papel
nunca descifrados / se anegó el teléfono para
patrullar
cementerios/ de arrepentimiento caprichoso aún empujan
desde la otra orilla / talentoso pantano / los gatos
del encono/
para retornar pringosa al paráfrasis la asombrosa
entraña/
En estos alunamientos purificados qué a veces han preferido
la desventura del encierro hasta el temible cuchillo que con la
precisión de sus cálculos treparon los sonidos y las
rocas de
ferocidades aletargadas / la nada justifica al dolor
/
¡Oh fuente mineral de la subsistencia que embaraza la
felicidad
de su agonía!
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 22 de abril de 2022
La huella imprecisa
La huella imprecisa
se reclinó
en la rugosidad viril de la pasión.
Se abrieron olas en el cansancio
vidrioso del tiempo
y se hicieron navajas incestuosas
que esponjan los signos del pensamiento
cosquilloso. Hay alondras
que fingen su vuelo eterno
y atrapan sin sonido al futuro hilarante.
No existen lluvias de cejas y pestañas
en la tierra que todo engullen.
Reniega la soledad y la ausencia
en un mundo gatuno calcinado de pescuezos.
Y la muerte es un portal de otoños ebrios.
El alfa deambula en los andenes del omega,
discuten el alto costo de la vida de frutos rugosos
y su sudor mezquino se anuncia en sueños,
brotando precios alarmistas por todos sus costados.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 21 de abril de 2022
Y era la discordia
Y era la discordia,
la penumbra en malaventura. Apenas la oscuridad
al costado del éxtasis sangriento. Modorra de los
precipicios.
¡Destierro! ¡Destierro!
Y tú en la cima espoleaste las nebulosidades,
siglos de silencio confraternizados, pasiones devorantes.
Aboliste tu oscura aura. Aboliste la solidaridad del
encono,
agitaron las emociones posibles corazones
y hallaron un lugar donde sumergirse dentro del alma;
después entre carcajadas angustiadas y reprimidas
surgió el olor de una muerte prófuga, reptando
caprichosa
en la posada acantilada del infinito.
Y así, así
el rostro prometió unos labios
y eran los que desclavaban mis palabras tormentosas,
lo blanco desolado, la nostalgia incipiente
apenas florecida pero…
el deseo era la lámpara que nos salvaba
y el umbral abriendo sus ventanas,
encendió en asombro resonando en el viento,
por la piedad que lo impulsaba derrotó el
mal que lo oprimía.
Y bajo el beso revivido y la luz de una aurora constructiva,
como el más bello refugio de la imaginación…
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 19 de abril de 2022
Las palabras hambrientas
Las palabras hambrientas hacia la llama sin vida
recorren las arenas del tiempo en su solteras soledades,
mientras se derretían en instintos en la redondez
etérea de la noche que pausadamente duermen
como un leopardo tejido de añoranzas vaporosas.
Médula encumbrada de nervios noctámbulos
malgastando el arrugado caparazón, molidos
por soles implacables de los más perversos,
acostumbrados a ser minorías escarchadas y lánguidas,
como el rastro insoportable de la cólera dispuesto a
doblegarme.
El agua buena estrechada mentalmente de la palabra a
la ceguera
sobre el granizo muerto en desierto de alondras.
Manantiales de humo estornudando sombras traidoras.
El ímpetu es solamente un golpe oscuro que en amor ha
concebido
el delirio loco devorante de un deseo unitario.
Masculinidad del viento declara ahora mismo mi
inocencia.
La lluvia es la muleta del aire dentro de su afán
cotidiano.
Una mañana adornada de aves sublimes
¡Alas provocativas, ven para llevarme a rastras!
Una suave aura de extranjería simbolizaba
las manecillas feroces del viento frente a un limpio, sensible,
y coloreado horizonte y un asfalto de recuerdos te modela
malévolos deseos.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 18 de abril de 2022
Qué río de tristeza en penitencia mana despiadado
¡Qué río de tristeza en penitencia mana
despiadado, fragoso, en tu oblicuo
corazón!
el sollozo que parió mi garganta dolosa
arañando el polvo del sonido alucinante
o metal al rojo vivo de palabras, que
quieren invadir el silencio y hacer un tatuaje
fugaz del destino, que se esfuerza a revivir
entre argollas que te atan a la rutina
entre lo oscuro del silencio y los nobles segundos,
bajo la galopada de estrellas,
su luz me abrasa y me suelta
enervando tarde de frías intenciones,
me envuelves en el toga larga de tu aliento
como acurrucada en su arrebato, así
me rodea el guijarro que recorre mis años
sobre el huidizo torso de los días, consumiéndose solo,
y los rostros desérticos, sinuosos,
los labios de mármol que oscuro afán amorra
las ondas purpuras de la muerte,
que renueva sus dones intocados,
brotan del vacío trémulas y enfermas
olvido mi cuerpo que me une a sus rugosidades
y se pegan sus inspiraciones a mis ojos esplendentes.
Ivette Mendoza Fajardo
Gritos del desierto con destellos que viajan felices
Gritos
del desierto con destellos que viajan felices,
ellos
escapándose de las manos del sol.
Turbaciones
de humo que el viento espolea
con
los dedos rotos de la lluvia, amasan salivas
diamantinas
de fuego, con obsesión repetida.
Sonrisa
devoradora de torbellinos en la alianza
del
gemido abandona la fruta exquisita de sus tercos
besos
y por eso yo me quejo por falta de apoyo.
Mis
huesos hablan de una esperanza blanqueada ahora.
Mi
voz es la ventana inexplorada de las posibilidades.
Los
sueños, una alondra peregrina dentro de las
pupilas
del mar doblando un apuesta sin derrota.
Un
ángel sosteniendo las mejillas planetarias del cielo,
dando giros con
éxitos substanciales de amor puro.
Soberanía
de la desolación habilidosamente secreta
despeina
rostros de crepúsculos difusos para embotellar
una
aurora milagrosa que duerme conmigo.
A
veces pregunta una lágrima -¿En qué mácula del
pensamiento
posa una estrella?-
Deleite
de palabras renacentistas desde sus abismos
sacuden
entendimientos equinocciales entre el clamor
de
asombrase y confundirse por el rumbo consumado, allí
conciben
la inexactitud de la noche.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 17 de abril de 2022
Por el círculo y el pacto idóneo
Por
el círculo y el pacto idóneo
de
primores jocosos y divinos,
por
el pensamiento de un espíritu
que
nos sobrevive en la muerte,
por
un talismán con vida del que engulle
el
silencio de la expectativa ante el encono,
impenetrable
y fría de su yo de mil abrazos,
por
esta hipocondría, hacia ninguna parte
astral
y fervorosa del amor,
por
la calma imperturbable de mi razón,
por
el ojo inmóvil de aquella tormenta
que
en su derrumbe descubrió
el
salmo acompasado de luz universal ;
como
no lo entenderé, como no me entenderá,
por
lo que sí entendemos:
por
la cavilación despoblada de soles abatidos,
el
halago acusatorio del sonido que pudo ser,
por
el vendrá y el retornará la eternidad estremecida
que
es el siempre, el principio y el fin,
por
la reflexión del escarabajo interno del vivir
a
pesar de todo, esta amarga clemencia es mi felicidad.
Ivette Mendoza Fajardo
Fosos de la mentira y sus obras en ruinas
Fosos
de la mentira y sus obras en ruinas
escupen
titilantes la sublimación de sus nombres,
bebedores
de sombras.
¿Quién
archivara internet con soles de pequeñas
estaturas
para tabular sus entonces truncados?
¡Que
en verdad, es la desaparición
de un
canto de soplo divino! Dichos destrabados
de
polillas en delitos menores, salían del
vertebrado
repliegue, ignoran su ebriedad
hecatombe.
Diminutas apreciaciones pasajeras
en su
condición de fieras, ya convertidas en errores,
se
han domesticado sobre océanos de caudalosas
placentas.
Candil de marchas evaporadas, trazan
vetas
ladronas y el tiempo no se puebla sino
con
gusanos de mis tormentos prefabricados.
Postigos
de un sinfín insisten en buscar el líquido
espiritual
en la hipótesis del simio, rescatando
ecos
desde el infinito. En definitiva, ellos no
cambian
en el margen del espacio transcendental,
morirán
lavados bajo el agua del mármol, con
bendición
absoluta, se presentan morbosos hasta
el
ojo interno de la melancolía.
Ivette Mendoza Fajardo
Además la luna fue poeta en medio de la noche
Además la luna fue poeta en medio de la noche,
se quedó sentada entre volcanes de matices y pieles
de horas valerosas.
Ahora mismo se acerca mascullada en los capilares
preñados de los bosques y el poniente que nos da
un aliento de trigo, termina cansado en la madrugada
acallada de mí olvido.
El llanto levemente calienta las brasas del amor,
su capa de ozono resucita lo imposible que había
quedado como un relámpago genital reclamando su
camaleónica intención mientras vomita su angustia
que gozosamente censura a lo implacable.
El sendero es ancho y avasalla sin clemencia al
átomo muerto enrollado en la hiedra de mi intuición,
y se acaricia suavemente como un fantasma racista
del mal y yo confieso que su crecimiento de
carne idolatrada se descobija de pretextos
desde el fondo de su cegada duplicidad.
Cada minuto de Abril se hunde entre decenas
exactas de masoquistas miedos contraídos con
ingenios ficticios en la sustantivada realidad de su
desconsuelo gótico.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 16 de abril de 2022
Cruzan las ilusiones los espasmos de los días
Cruzan las ilusiones los espasmos de los días,
por aquel instante malhumorado regido
por silencios locos aventureros que boqueaban
lentamente por el peso amargo de su luz.
Sagradas danzas que galopan en las antologías
de sus poesías y consumieron su savias de corduras
al descubrirse a sí mismas en el embriagado pasado del
perdón donde amplificaron los latidos de sus esferas
pendulares. ¡Nos
atrapó la esperanza con su luna sumisa!
Alfombra persa de sueños de crispada efervescencia
colosal tratando de imitar el grito espurio de los
muertos ya felices de esa eternidad evanescente.
La ruina oscura de idea roja contrasta la distancia
geométrica del tiempo con su velocidad angustiosa
sin destino final, arroga al mito indócil, todo su
pasado.
Espejeando una página en blanco en su zozobra impura,
allí la tarde es el goce espeso que presenció la
muerte
sin razón alguna. Quiromancias de agonía y dolor,
hoy amotinadas sobre el tumulto de la noche, para
entregarles a sus dentaduras, cuerpos y almas,
arrodilladas
en el pretexto mortecino de su furia repentina.
Aguja vanidosa inocentemente duerme su despojo solitario
en tiempos marchitos y en la piedad de los senderos,
dialoga con espíritus abandonados por su contrariada
soledad.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 13 de abril de 2022
El calor de tus ojos busca el parnaso molecular
El calor de tus ojos busca el parnaso molecular
de una silueta furiosa que con sus manos
termo calentadas destruye la noche.
Soy yo tu visión dudosa que se desespera
en el deambular de la luz bajo la pesadilla
definitiva de los ahogados, sus gestos
fungosos se perpetúan apercollados en
el impacto subliminal de los océanos.
El monólogo tangente de las tinieblas,
recupera la fuerza de la consciencia
en su hemorragia final, para dar explicaciones
de sus engranajes, a un pararrayo sistólico
que opta por equivocarse siempre de sus
teorías de frases con necesidades volátiles.
Desmenuzo esporas orbitales en la oferta
y demanda de su léxico que escapa sombrío,
donde sólo la vastedad de la muerte figura
y computa con los brazos cruzados, la culpa
ficticia de sus arrogantes pieles.
La cumbre eléctrica del aire acepta vestirse
con el corpiño de la gravitación lagrimal del
mundo para quedarse lloroso pero nunca desnudo.
Ivette Mendoza Fajardo
de una silueta furiosa que con sus manos
termo calentadas destruye la noche.
Soy yo tu visión dudosa que se desespera
en el deambular de la luz bajo la pesadilla
definitiva de los ahogados, sus gestos
fungosos se perpetúan apercollados en
el impacto subliminal de los océanos.
El monólogo tangente de las tinieblas,
recupera la fuerza de la consciencia
en su hemorragia final, para dar explicaciones
de sus engranajes, a un pararrayo sistólico
que opta por equivocarse siempre de sus
teorías de frases con necesidades volátiles.
Desmenuzo esporas orbitales en la oferta
y demanda de su léxico que escapa sombrío,
donde sólo la vastedad de la muerte figura
y computa con los brazos cruzados, la culpa
ficticia de sus arrogantes pieles.
La cumbre eléctrica del aire acepta vestirse
con el corpiño de la gravitación lagrimal del
mundo para quedarse lloroso pero nunca desnudo.
Ivette Mendoza Fajardo
Labremos el ansia que mece
Labremos el ansia que mece entre las intolerancias del
vacío
y la oportunidad de abrazar lo real, desde el fracaso
musical del
miedo al simulacro del faro bravío en el quicio de mi
caída astral.
Extraigamos los secretos que caminan en nuevas
dimensiones
formados en la elasticidad de la espera y del insomnio mercenario.
Embriagarnos paralelamente de este instante con
destreza
de gacela aunque todo suele sucumbir debajo de mi
sensatez postiza
que se diluye entrechocada en el borde del útero; la
noche va creciendo
con los ojos de los muertos en un salto a otra
galaxia, en un cuerpo único
donde asume solo lo absurdo.
Enigmas brincan por la tierra doliente, se pierden
sobre las aguas…
Había algo distinto, eternizando las ideas del
garabato en una doctrina
del mundo con el hondo terror del anfibio.
Conllevemos el rumor de los sentidos al mismo tiempo
que la noche
embute su erotismo tenebroso.
Hechizadas por el arrebato con su gargantas enfermas,
lámparas en los vagones de la muerte, óxidos comen.
Custodiemos el antiguo fonógrafo de la memoria con
chispitas de saña.
Retengamos las finalidades del párrafo arado en la
simetría de la injuria
caníbal que en un tiempo confesó estar militarizada.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 12 de abril de 2022
Fustigado espectro que vive bajo las letras de mi nombre
Fustigado
espectro que vive bajo las letras de mi nombre,
mundo
que convertí bajo tus secretos amordazados de placeres,
estampa
casual que excluye una estancia fortalecida en un
plano
cartesiano a babor. Desigualdad desolada que
comparte
su luz solar en la angosta palabra del sueño.
Croquis
impío en la ascendencia de una manzana de fuego
que
bulle toreando el muñón casual de las guerras, quebrando
cuadritos,
girando en una nirvana profunda de frutos eróticos,
de
garras caníbales, con máculas benignas como el dorso
desconfiado
de tu boca lamentándose en la llovizna gris de mi
suerte.
Mancilla
el ancla severa, intrincada se descompone en la
diosa
del enigma como una maquinaria nerviosa sacude
tu
esperanza robada, lagrimea en constelaciones de espejos,
agazapada
ante la naturaleza de un pizarrón, se erra de luces,
encuentra
la muerte a través de una mirada conmoviendo
a los
seres sin alma y sin cuerpo.
Mendigos
de la angustia, oscila Cleopatra en la falla de tu
memoria,
clavada en un grito deja la huella de su existencia;
su
sabiduría era el quejido de un muñeco de trapo ahorcado
en su
sombra despestañada.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 11 de abril de 2022
Historias invencibles que gozan de gratitud
Historias
invencibles que gozan de gratitud,
estimulando
los frutos de las reminiscencias
de
sus clítoris que contrabandean cedros
idomables dentro de sus testas agónicas.
Alegrías
inquisidoras perdidas en el ojo
universal
que desgrana lágrimas con el
egoísmo
descomunal de las deshoras.
Como
maleficios que se inscriben con
leyes
de tic tac maternos y trotamundos.
¡Ah
arde padecer de espanto taciturno!
Gloriosa
hipocresía ya no tiende su
morada
dentro del pecho; es de segunda
mano
su aflicción en la cuerda floja de lo
importante corrosivo como justificando sus
mitologías espectrales
hasta la angustia de un frío
reflejo
carcomido de silencio estéril y absoluto.
La
heroicidad torpe empata con relámpagos
embriagadores
y es afectada por la docilidad
del
tacto, por la parte sangrante y susceptible de
las
cosas.
Ivette Mendoza Fajardo
He atravesado del tropiezo tóxico
He
atravesado del tropiezo tóxico del espejismo
a su
lumbre compasiva;
la
dilatada sombra afónica de los cipreses
que
encolerizan como huellas glorificadas
la
pendiente consumida de una joroba crepuscular.
He
calcinado el nefrítico tormento para diluir
en
tónicas inflexiones, la reuma feroz de los vientos.
¡Oh
arrullo suplicante! Juramentos de la oscuridad,
nadie
te implora,
nadie
guarda las asonadas de un desplegado instante,
avanzamos
consumiendo la sapiencia de los besos
en
las noches.
Celebro
con locura tus caricias peregrinas y suspiradas,
la
aldaba milagrosa contorsionada en tus recelos,
el
mutismo distraído de mis huesos delirantes,
la
lucidez trigonométrica de una señal noctívaga.
Como
enajenadas alas y estrategias de venas vitales,
te
perfilas resignado, cerrando neurasténicos precipicios,
neumonía
de las horas transitan en su ardor profundo
hermético
y medular con el fuego. Toma el siempre
para
metabolizar mis horizontes,
hule
la ternura sin contratiempos, vierte la nada del desvarío,
susúrrale,
ella, es nuestra aspiración soñadora ante la
gastritis
incoherente del desafío.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 9 de abril de 2022
Mis pestañas huelen a bodas de cristal
Mis
pestañas huelen a bodas de cristal,
también
lloran flores sin preguntas,
como
monstros labiales de gozos
fugitivos
e impulsos tras impulsos
de
venenos y antídotos.
¿Qué ruido impoluto derriba la burbuja
pasajera
de la noche?
Estratagemas
de asíntota soñada,
ahogada
dentro de mi niño interno
para
construir armarios con el filo
de
nubes enviudadas.
Mensajes
electrónicos sólo se acercan
para
mirar el acontecimiento de los días,
abriendo
el ritmo de la apuesta encelada.
Como
una marcha descortés calentada
por
el entretenimiento, una tormenta
de
cianuro se arrepiente hocicuda.
¡Dad
a la muerte tregua por el contorno
de
sus dudas!
Subversión
de sinfonías sanguíneas,
cual
arrogancia de cabezas zurcidas
con
balas de pulmón caballeroso, hoy
reclamamos
nuestra eternidad expoliada,
porque
había sido endurecida por el
desnutrido
polvo anárquico de la soledad.
Ivette Mendoza Fajardo
Floresta de milagros, sudando susurros vociferantes
Floresta
de milagros, sudando susurros vociferantes.
El
cielo es la fermentada verdad de leones dormidos.
Acaso el
saqueo de virtudes ataca entre signos absurdos,
la
santificación del estómago fastidia al equilibrio
puntual
de su asfixia.
La bacteria,
la flema con sus pies ensangrentados
siempre
estarán en deuda con nosotros, y
el
humo recalcitrante no está en su sueños enfermizos,
ni
argumenta la jerga escarlata de la piedra vencedora.
Un
poco más allá,
en
las rodillas doblan la inmutabilidad de las cosas.
Si
pudiéramos hechizar la sangre sonora de los mares,
transformarla
en los dones terapeutas de la vida.
Retornar
al consuelo de la balanza que ilumina,
remedar un laberinto
de voces de aguas temperadas.
Desenrollar
nudos en la garganta de los astros,
vigorizarlos,
surcando silencios temerosos de pequeñas
sonajas sobre
continentes multicolores que van acortando
el
tropiezo de sus muertes anti psicodélicas.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 8 de abril de 2022
Susurra polvo de oro la luna mastodonte
Susurra
polvo de oro la luna mastodonte.
Lloriqueo
de piedra chachalaca
que
apaga la felicidad en casamiento de gusanos hocicones.
Las
cítaras de fuego deponen sus revólveres en ríos pendencieros,
pero
a veces no se dan por vencidas en el vértigo de los juramentos.
Siempre
asciendo en la respiración fañosa de la alborada
agitando
pensamientos desordenados en mi alma desteñida.
Manojos
de preceptos como obsesión atravesada por colmillos macabros.
Regresando
al big bang con raíces misteriosas, donde nazco, nazco, nazco.
Todos
los párpados se clavan en los miedos rajadiablos de vida cloroformada.
Toda
hambre inicua es una película que empieza en el embudo demencial
galvanizado.
Viendo
tras la matemática del silencio el tiritar de estrellas columpia
en el
epítome de mis sueños para ser simiente de carne de ideas cuánticas
como teoría
empática de ocasos bilabiados.
Torciendo
palabras de epidermis desapacible entre la dignidad de madera
y el légamo de deshonra.
Misión
del laberinto vulnerado de sed asalta la razón iterativa, mientras la
historia
queda arrodillada ante el gran Caupolicán de flecha adormecida.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 7 de abril de 2022
Montañas índigos energizadas
Montañas
índigos energizadas con las palpitaciones
despellejadas
de un reactor nuclear en forma de cosquillas.
Reino
embravecido por alas y picos en la antimateria de la
melancolía,
sola deshabitada y maltratada por su uso.
Tardanza
del cielo incomprendida dentro de los coitos brutos.
Valles
de garras oxidadas con quejidos de hierro en las orejas.
Agujeros
negros, como tálamos sepulcrales, por el bien saber.
Murmullo
finústico, cansado de cuestionar la minúscula tibieza
de
las razones.
Manubrios,
astillas se barajean sobre la espontaneidad de papeles
reciclados
por su afinidad química emocional...
Sabidurías
del disparate espigadas se engordan entre avalanchas.
Locas,
locas, locas.
Gordas,
gordas, gordas.
Calvas
en el extranjero convulsionan en agonía
con
el arribo de la tijera cortan sus pesares trajinados.
Peines
huérfanos se rapan ante la paciencia de la
alcoholimetría, se bañan en agua destilada
del neón
flagelado de iluminaciones hechas de pecados.
Galillo
desgalillado, de muerte inesperada.
El
final regresa alucinado agitando turbinas de teoremas insolubles.
Ivette Mendoza Fajardo
Te envuelvo en mis espuelas
Te
envuelvo en mis espuelas
en el
autismo de mis inviernos,
me vigila de este modo hasta en latitudes.
Mi
existencia me lo dice.
Mi
casta me sirve como un signo unido:
donde
trepa como araña en el sueño.
Y hoy
estoy como desfallecida
de
tantas telarañas que me asombran.
Y la
luz de amor perpetuo me persigue
hasta
aceptar tus fatigosos pasos.
Planté
y tejí vocales en tu nombre
y
llegué a tu alma por vencida.
¡Ay
soledad lo que nos ha dejado! ,
la
comprensión de estar juntos, porque yo
me
sostenía en tu redil, me apoyaba
en
tus costados como un paño de lágrimas
solitarias
y no sabía más.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 6 de abril de 2022
Un tren de lágrimas
Un
tren de lágrimas
se
enarbola en nudo ennegrecido
de
venas y lenguas.
Los
ojos, azules de penumbras,
describen
una luz que anhela desde el
fondo
corregir el escarnio de su sonrisa.
Escorpiones
y mejillas
se
empujan por los corredores del cielo
sin sonido.
Manicomios
de mieles perpetuas conducen
a las
musas a emborracharse de poesías agusanadas.
El
rubor de los relojes tiene costados felices
y
manecillas violentas.
En
los cementerios viscerales duerme
la
paz de la tormenta y los sauces llorones
apuestan a un
juego de dados.
En
una fila de corazones desolados
los
muertos intercambian regalos funerales
y
desde lejos un murciélago oficia un misa
de
olvido ingrato.
Ivette Mendoza Fajardo
Florece una mandíbula de interrogaciones
Florece
una mandíbula de interrogaciones en la ventana,
y la
pregunta se ha quedado muda en el sabio garfio patuleco
al
hincharse de dolor esta mañana desde su larga travesía,
ahora hasta los puntos se tropiezan en las esquinas rotas.
En el
trapecio de la ausencia llueve mordientes florecillas,
mientras
el espeso humo cornea los dedos de la noche.
El
ayer rellena su barriga de júbilos devoradores,
porque
el disgusto viene enfermo de neuralgia
y
siente un escalofrío de hierro en ese aire malsano.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 5 de abril de 2022
Un relincho de enjambre fulguroso
Un
relincho de enjambre fulguroso.
Golosa, serpenteada
era la madrugada.
Yo
miré la máscara del rocío
arquear
su espacio oscuro
como
el espíritu del gran Poseidón
desbordante de hervores
bajo
el alarido de todas
las
cosas.
¡Qué
ilustrada grandeza!
El
sol exhuma su derrota más
todo
lo disimula con un grata
sonrisa
mascullada que contagia
nuestros
corazones.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 4 de abril de 2022
Disimula la diagonal de la vida
Disimula
la diagonal de la vida,
rasga
la corteza de las cosas,
excomulga
como pólvora cirrótica
de
cabo a rabo,
el
desconchado sentimiento reticular.
Charcas
de formulaciones y temores
alfabetizan
al silabario cascarudo
en sus entornos persiste su energía disléxica.
Encubre
una cruz cardíaca
ante la
cetrina multitud
huérfana
de voces y melenas espumantes,
desde las magras noblezas
a la
frialdad cotidiana
el despampanante master lirón.
Remontan,
por
los escaparates metabólicos,
las
catacumbas tragadas de
horizontes óseos cuadrangulares.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 3 de abril de 2022
Amanecen las cadenas grises del recuerdo
Amanecen
las cadenas grises del recuerdo y
deglutan
su ficciones con apaciguamientos
laterales
de un eco conmovedor aletargado.
El
extravío desgarra la finitud agnóstica
y
temprana de los dedos.
Silencio
la callosidad impertérrita
del tormento
y
dentro de sí misma se nombra
necesaria.
Lo
sagrado se olvida del pasado.
La
noche traga sus bebedizos
con
símbolos friolentos, y
despliega
misterios de frondas
presurosas.
La
palabra en su oficio infantil
combustiona
lenta, se impone como
la carnosidad
del fuego.
La
lluvia se omite tras la paciencia del alba
dentro
de sus desnudeces primaverales
e
hila afirmaciones con sus cabellos de acíbares.
¡Ah siempre
mira el reflejo de la vida con el tercer
ojo del ocaso
perturbado!
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 2 de abril de 2022
Tu huella indeleble
Tu
huella indeleble súbita se eleva
en
las cimas inocentes que convidan la
inquietud
del dolor y el goce desbordante.
Y más arriba un
eco enternecedor
trueca
por el obstinado acero.
El
rayo incomprendido trenza a la borrasca
turbio
esqueleto
cuando
se exilia el útero al recóndito
crepúsculo.
Somos
noctívagos
de
desenmascarada memoria audaz,
requesón
de sus analogías neuróticas
siembra
ritmos de nubes parpadeantes, y por
ahí un
disimulador de cartones comprimidos
en desarmonías
que en la lejanía son graznidos
indefensos
contra el torbellino de feroz pupila,
mientras
ella invenciblemente yace retratando
nuestro
fiel destino.
Ivette Mendoza Fajardo
en las cimas inocentes que convidan la
inquietud del dolor y el goce desbordante.
Y más arriba un eco enternecedor
trueca por el obstinado acero.
El rayo incomprendido trenza a la borrasca
turbio esqueleto
cuando se exilia el útero al recóndito
crepúsculo.
Somos noctívagos
de desenmascarada memoria audaz,
requesón de sus analogías neuróticas
siembra ritmos de nubes parpadeantes, y por
ahí un disimulador de cartones comprimidos
en desarmonías que en la lejanía son graznidos
indefensos contra el torbellino de feroz pupila,
mientras ella invenciblemente yace retratando
nuestro fiel destino.
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