Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas
lunes, 22 de agosto de 2022
Aquí capa de ozono
Aquí capa de ozono desde las sensaciones
domingo, 21 de agosto de 2022
Aquieta la verdad
Aquieta la verdad no hay
palabra ni mandíbula
boom, boom de la noche
infernal ronda angustia
es un abordaje desapercibida franquicia demanda
por la noche se acuesta el
diente riente del día
acaricia hermanos y papalotes
mora en un silencio y
fue tan grande en la
oscuridad y amargo hasta el origen
muda quietud, temblor
melancolía no pudo vencer el tiempo
ruido, ruido cuenta la
historia de hoy se queda detenido
entre los objetos como
marcando un despeñadero
no reverenciado hinca tu
muela en peras peregrinas
grávidas en promoción de
esperas que te abominan
que ni de cerca las veías…
con profunda perplejidad
arrasa las orillas de la
vida, la vida arrasa por doquier
como del arrasamiento último
del buen final y los tentáculos
del labio humedecido en las
pisadas de la querencia
¡Al huérfano vocablo de mi
oreja! Temores del camino sobre
soledad de algas en corona de
pupilas y sabia brujería
de tendones estupendamente
amando sus cabellos de
medusa porque su cabello es
su lenguaje buscando
monstros de medianoche que no
le alcanzan los dedos
para nutrirlos de creencias
aletargadas con el sabor
farsante de los siglos para
no destruirnos mutuamente
son nombres que te llaman
glotona de carnes rojas
hambrienta de efluvios ¿Para
mis rudas cuestas?
Pelícanos de universos rojos
se antojan de fieles cobardías.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 16 de agosto de 2022
Un rencor a pecho abierto y fustigado
Un rencor a pecho abierto y
fustigado
remolca la piedad
desenfadada
que se traga a sí misma
en el desparpajo de la vida.
La sombra es la única
perseverancia donde
el vacío se arrebuja como un
intenso parasol.
Me destilo a impulsos me
rastreo a empujones
en acuario satisfecho como
brinco de cometa,
sin constreñir la injusticia
que lo engendra.
Lioso estorbo del desengaño
moviendo marionetas deformes,
mientras los cuerdas se
fusionan y engañan
protegiendo su profundidad
como ese ruido
de la intuición.
¿Dónde se disipa el rencor?
¿En secreto talismán
adormecido?
¿En senderos de pompas para
gemir libremente?
Las palabras tiemblan de
miedo
entre la justificación
desdentada del pasado,
y las gargantas torturadas
pretenden
destruir lo escabullido de la
sinrazón.
Cuando se equivoca el
torbellino mudo,
entre los compresivos desechos,
siempre taconea un alacrán.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 11 de agosto de 2022
Algunas veces la rigidez de la exclamación se avienta
Algunas veces la rigidez de
la exclamación se avienta
en forma de boliche
estallando ¡Boom!
al pasado y al presente de
modo brusco; como
francos pesares que envuelven
de dogmas
la paz nereida de los mares
en la finitud
de sus ojos cíclopes.
Repetición de espectros en la
disonante
pretensión busca una llaga
gentil que cambie
el rumbo de las cosas; de
manera ajena
la seducción es una teoría
que marca lo incompleto
de la vida con palabras
enfriadas por la historia.
Otros destinos se enrollan al
cuello de los cuervos
como un fuego liberado que
asoma su cordura por
el tercer ojo de Poseidón.
Juegos juglares del cansancio
inmortalizan alas rotas
¡Ah sueños que besan el
calentamiento de la tierra!
Lingüística de linternas
fieras enchufan
contradicciones resistiendo
las embestidas del clima
en salivas de colmenas
emotivamente para cohibir
melenudo encuentro ¿Para
aterrorizar cambios
sorpresivos? Tabacos de la
impaciencia caerán
como palomas amenazantes
¡Caramba que dicha!
O caerán, caerán como la
guitarra moquillosa del
despecho ¡Yuuujuu!
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 9 de agosto de 2022
Un olor desconsolado alancea los yelmos entre piedras
Un olor desconsolado alancea
los yelmos entre piedras
gladiadoras ilusionistas como esa mezcla
de futuro y de agonía que
penetra en el limbo y solo el
latido sigue caminando,
disimuladamente cansado y amonestado.
Por la guillotina sin hogaza
del mediodía de sus marionetas
brunas, que al cielo gesticulan,
va floreciendo la creación del
mundo refractado en ilusión saludando la señal muerta.
¿A qué sabe un sonido
desenroscado de la luz?
Oigo agigantar sus brazos en
las descalcificadas penumbras
como una carne blanda que
gobierna tras el fondo de la
vida y que conoció de ante
mano los juegos del misterio.
¡Ah parábola de rutina
cibernética cuánto has hecho por mí!
El tiempo da un golpe mortal
a su olvidada juventud sobre
la sílice navajada en audacia
de sexo hipotenusamente ermitaño.
¡Qué raro, dije yo! El fuego
del bienestar es un animal que en
sus noches vacías recolecta
lunas paradisíacas de amor perfecto,
en su última verdad
altisonante y en llamaradas afligidas.
Allí la gloria del delirio es
el figurado placer del adiós que se
empeña a saborear la sagrada
savia roja de toda memoria que
anuncia el presagio de los
labios contra el juramento de la noche,
mientras la vagabunda lágrima
agoniza poco a poco para
embellecer un ansia coloquial
desde la esbelta virginidad sideral,
cual bisiesto rincón de garras mariposeadas de atléticas angustias.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 7 de agosto de 2022
Las ideas de un gorrión
Las ideas de un gorrión vedan
el fastidio de la misericordia
-locución de los ermitaños
se flagela al nido del
silencio
hasta estrujar en sílabas sus
harapos.
Esencias de apaciguada luz ultrajan la existencia absoluta
cuando entre elipsis de lípidos malhumorados resbalan
en ginecologías de tristeza
aunque tiemble sobre la sed del tiempo bilabial,
la nitidez de la blancura.
Ahorca el antojo de la calma por la viruela de la sombra
cuando llega ráfaga a
retorcer el fortín de los despojos.
Laceran los besos comprimidos
y una quietud insinuante
difunde aroma en banalidad de
terciopelo.
Ambiciona sonido sin tregua
donde un paso breve eructa remembranzas
en migajas de lunas y dulzura
de acordeones.
Un ansia de volar gruñe al barranco
y en el viento el eco se
impulsa cobardemente
hacia la vastedad del
infinito
y todo lo recompensa en sus
cavilaciones.
La espalda del alma olvida
cosas hacia lo transitorio,
al barullo de melancolías que
desdoran a los siglos.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 5 de agosto de 2022
Tangenciales filamentos
Tangenciales filamentos
latiguean la inmundicia.
El pie mulle negaciones
entre lo negruzco dérmico de las mareas
y los uterinos escapularios.
La escenografía asoma en hipótesis
y enlosa el lucimiento del minutero.
La noventava blanca del sainete
parangona entre el mundanal
al infarto puro inexpresivo
de la perseverancia…
La calcificación estalactita
encorva la aldaba
junto al talón anegado
de ruegos, codicias y esperanzas.
La escalinata palpita:
electricidad porfiada
hidropatía y mortificación
que hace motivar el pestañeo.
El recoser tendinoso de molaridad,
desbroza tu puerilidad,
mis deseos,
mi esternón y mis uñas
lloran la titilante campanilla.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 3 de agosto de 2022
Es un globo descarriado
¿Es un globo descarriado
disgregando entre cuadraturas
de estómagos
o de castañeada decepción?
¿Es un decreto elíptico
peregrinando
pápulas sonoras satirizadas
por la luz?
¿Es una tragedia humillada
oxigenando su nebuloso sonido
entre hostilidades de
turbiedad insondable?
¿Es un empachado
consentimiento impulsándose
por las asechanzas de una
carabina caradura?
¿Es una campanilla lisiada que
parece cojear
entre callos taciturnos o
concurrencias calmosas?
¿Es una falangeta azotada a
iconografía en adoración
por un isótopo de exánimes
reflexiones?
¿Es una letra sin cascarón ni
sabor caritativo
para deleite de la soberanía
de furia
y narración de todo encanto?
¿Es un empellón sin aleteo
sin contraseña sin habla sin
aire
esfumándose hacia la última
esfera
que guillotina el infinito?
¿Qué podría ser aquel astro
condenado
a una soledad suicida?
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 29 de julio de 2022
El reflejo negado y el ruido intermitente de valentía
El reflejo negado y el ruido
intermitente de valentía
pasean la verdad mentirosa,
el hedor machaca la lámpara
convulsa,
pálidas risas derruidas,
ruinas arruinadas de
un cielo en ruinas y
constantemente arruinando,
la señal del cero confuso que es la ciega
interrupción
en los caracteres mutables de
su esencia,
calmando mi amargo desafío.
¿Y el catafalco del siglo
pisa la ceniza del
adulterio en el ahora desmembrado?
Aquí todo fenece, todo, todo
el dolor, el infortunio, la
tristeza,
hasta el tiempo bruscamente
fenece en la
enardecida espera.
Fragmenta el silencio una
estrofa
que ensalza la vida y el hilo
olvida
la perversidad que engrandece
los sentidos,
patina sobre la faz doliente
de la necedad, se
enfurece desde la eternidad
contra las piedras.
Tu mueca benevolente se gesta
en la voracidad
del abismo tuerto y nada
alcanza entre mis manos,
entre mis manos se consume el
afán donde a
menudo se guarda tu sonrisa sobre
la igualdad del instinto.
Ivette Mendoza Fajardo
pasean la verdad mentirosa,
el hedor machaca la lámpara convulsa,
pálidas risas derruidas, ruinas arruinadas de
un cielo en ruinas y constantemente arruinando,
la señal del cero confuso que es la ciega interrupción
en los caracteres mutables de su esencia,
calmando mi amargo desafío.
¿Y el catafalco del siglo pisa la ceniza del
adulterio en el ahora desmembrado?
el dolor, el infortunio, la tristeza,
hasta el tiempo bruscamente fenece en la
enardecida espera.
Fragmenta el silencio una estrofa
que ensalza la vida y el hilo olvida
la perversidad que engrandece los sentidos,
patina sobre la faz doliente de la necedad, se
enfurece desde la eternidad contra las piedras.
Tu mueca benevolente se gesta en la voracidad
del abismo tuerto y nada alcanza entre mis manos,
entre mis manos se consume el afán donde a
menudo se guarda tu sonrisa sobre la igualdad del instinto.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 28 de julio de 2022
Esta codicia de generosidades inmortales
Esta codicia de generosidades
inmortales
paladea escalofríos sobre
nuestros pesares.
Rehace despiadada
su repelente ira
sobre la costilla tutelar de
la esperanza.
Hormiguea atrincherada
la inefabilidad pálida de un
semblante apenado
quebranta
hiere
codifica
las posturas primordiales del
agrado.
Esta codicia de despojos y
oscuridades
regenera nuestras
supersticiosas horas,
agoniza nuestros andares
como una voluble y
beneficiada vorágine.
Rechiflo al orbe
oreo sus vanidosos senderos
de olvido
degluto sus agresivas mieles
voseo sus feroces vanaglorias
y sin embargo
allí hay un hombre que me nombra
sin nombre.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 24 de julio de 2022
Nace corazón en un reflejo de flagelo
Nace corazón en un reflejo de
flagelo,
en un reflejo de flagelo,
aprendió la simplicidad
y en un instante, se apoderó
del mundo
prematuramente,
prematuramente
en las profundidades
abismales cobijó
el frío de mis piernas como
sombras que
viajan por el silencio
tragando los sonidos.
Barniz, cerrojo, herrumbre,
sonrisa y metal:
el cálido sabor de un vértigo
que embriaga
los ocasos de mi ensoñación.
Los ciclones que se alejan
como látigos rabiosos golpean
los sobresaltos del hedor,
bostezan espesos,
jadean, escoltan en su
plenitud de goce y sufrimiento,
a parir una esperanza
apesadumbrada con las dudas.
Cruda e impaciente, la noche es filamento de un
dolor que no termina, talvez
gatea camina corre
nutriéndome de la sonrisa
adusta y foránea,
fecundando el pecho pálido de
la luz que
duerme en el centro de una
decepción.
Fatigosamente el sueño que
envuelve mis instintos
nada lo diverge de la
fórmula numérica prodigiosa
para luego evolucionar en su
forma más volátil,
nada le impide ver el brumoso
paisaje del tiempo impenitente,
ni nadie sabe por qué razón el mundo retorna a tu dulce palpitar.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 22 de julio de 2022
Las uñas se rebelaban a matar el tiempo
Las uñas se rebelaban a matar
el tiempo
después sus ideas anduvieron sobre
ruedas,
en un viajar intenso de
kilómetros,
de millas, de distancias
raras, de eternidades.
Dibujaban la verdad en las
plantas de sus pies.
Palpaban el mundo como palpar
el agua de
temblorosa espuma indomable.
En el horizonte del viento,
en el fondo de ti,
la noche nos recoge, nos
contiene el silencio
y el silencio es una uña con
sus ojos blancos.
Las uñas anunciaban en
parlantes su tristeza
altisonante, quizás la llaga
de sus alegrías.
Las uñas, las uñas, las uñas
buscaban su beldad
perdida. Eran parte de una historia que en un
lejano valle se habían
despojado de su inocencia.
No es seguro cuál sea su
destino ahora, pero talvez
el infinito guarda todas
las posibilidades,
todas las promesas, hasta el
altar del sacrificio,
donde se recortan la furia
de sus caderas desoladas,
para no sentir ni frío ni
calor ¡Oh estas uñas melancólicas!
¿Puede una mirada hacerlas
avanzar con hilos del amanecer?
Cada noche, crecen, viven,
mueren y vuelven a revivir
bajo un leve soplo para
arañar el fuego de mi sangre.
Ivette Mendoza Fajardo
La arruga incomprendida del mundo
Seguramente
—cuando la arruga
incomprendida del mundo
es un cadáver viviente,
vigoroso estrujado
que no amenaza con
desmantelar
la más íntima quimera de la
marea, la quimera de la espuma,
cuando sólo queda el
apalabrar
que tampoco fragmenta el
tiempo del gemido consolador
de un corazón aguerrido de resonancia sorda,
donde la añoranza atávica
es signo irremediable
de lo eterno del instante, que sabe de qué trata,
único como los inquietos
pasos tuyos
que esperan su naturaleza sin
limitaciones—
estarán zigzagueando el
relieve
madrugado de una soledad sin
fin, de una soledad sin fin
en que se deslumbra ver
colisionar meteoros
más de mil veces, ¿lo dirán así?
en la otra cara de un universo
inexplorado y
que ni aun tu alma nunca imaginó
ver:
Allí donde un pecho descubierto de luna en
floración
sintió aquella interminable noche de
génesis
en que una delgada línea
entre luz y oscuridad
separó, concientizó vida
astral y muerte terrenal…talvez…
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 21 de julio de 2022
Milenio de melodía
Milenio de melodía
sin melodía
ni deseado
con frenesí de fuego
sin calma de sol
más que la voluntad
intelectualizada
del crujir de la utopía sudorosa de la muerte.
Tan lejos de la rimbombante eternidad
y tan cerca de un relieve de gacela equívoca
sin soluciones
más que los cielos incoloros
en el hambre de los caminos
fracasados
en el génesis de los tiempos
sedientos de absoluto
paulatinamente yergan
domingos recién nacidos
con el olor perentorio de un
libro en blanco.
Mañana inquieta
muda
sombra del albur de la maniobra humana.
Subconsciente colegial de
agujeros muertos
cuerpo de diamantes
narcóticos
sobre el blanco, sobre el
negro, sobre lo neutro.
Después de todo
espejos de las ruinas en orgasmos mudos y sigilosos
aurora en la confusión de animoso rostro
tallo fermentado de encono.
Ivette Mendoza Fajardo
En el semblante que enciende
En el semblante que enciende
contra la soledad otro impulso
de la nada.
No hay círculos que caminan
en sus tramas,
no hay dinastía que despida
la iniquidad amaestrada.
La hondura de la mentira piadosa
en las encrucijadas de julio.
El pormenor del miedo en el
reflejo muerto de la hermosura.
Aquí yo simplemente sin
pestañas ni cejas radiante, radiante, radiante.
No importa, de la realidad
inmediata jamás vista,
también allí, un año luz, se
encharca entre su legalidad envejecida
y su mente de Monet ¡Hasta llegar a la morada eterna!
¿Qué delicia amarga encarnada de fe emergerá lenta en el desmayo del deseo?
Anudo el hastío de tus
palabras junto a la elegía pura sin aliento
y se adormece en el mar
profético innecesario.
La intelectualidad me hiere
con marcada preocupación alguna que otra vez.
Ivette Mendoza Fajardo
contra la soledad otro impulso de la nada.
No hay círculos que caminan en sus tramas,
no hay dinastía que despida la iniquidad amaestrada.
La hondura de la mentira piadosa en las encrucijadas de julio.
El pormenor del miedo en el reflejo muerto de la hermosura.
Aquí yo simplemente sin pestañas ni cejas radiante, radiante, radiante.
No importa, de la realidad inmediata jamás vista,
también allí, un año luz, se encharca entre su legalidad envejecida
y su mente de Monet ¡Hasta llegar a la morada eterna!
¿Qué delicia amarga encarnada de fe emergerá lenta en el desmayo del deseo?
Anudo el hastío de tus palabras junto a la elegía pura sin aliento
y se adormece en el mar profético innecesario.
La intelectualidad me hiere con marcada preocupación alguna que otra vez.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 20 de julio de 2022
La luna llorada de barniz perfilado aromatiza leve
La luna llorada de barniz
perfilado aromatiza leve
el yermo trovador de las
ventanas sin orgullo menguante.
Como minúsculo y turbio sol,
un ademán trepa
en sus rodillas que gruñen su
retraimiento de fantasía alada.
Mientras los ajetreos
picoteados en cuarto creciente
chillan como un fiera a la
hora de dar a luz,
su sangre es la timidez del
tiempo ya sin dolores.
Cada ay golpea y no conmueve
a la indolente piedra.
¡Oh luna ya tus gestos van en
completo desafío!
Ella gime y llora, una y otra
vez lastimosamente
allí rechina el hastío de su
verdad sin elocuencia,
y allí, allí como mujer
que es de piel de mullida plata,
sufre un embate su desolación
de astro roto y despistado.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 19 de julio de 2022
Pócima derrotada vertida sobre el birrete de la desidia
Pócima derrotada vertida sobre el
birrete de la desidia,
escarcha sangrada de valles
hirsutos.
Me adverbializo en los
infinitos trechos de la memoria
y busco la estampilla
burbujeante del tiempo escogido por
las manos laureles del otoño y es
mi signo zodiacal libra que se
descuelga quejumbroso.
Procuro ilusionar esta
robusta tonada de niebla y mentol
en tus más exuberantes ríos.
Sed de luna suplicante procrea,
luz de lengua deshidratada de esencia elemental,
pelusa verbalizada contra el
alma de las vísceras,
poliéster, firme razón del
presente entre bosques desconsolados,
voluntad convertida en algas
inquietantes,
cauteloso querubín envejece en lo irreversible de la vida,
rosa furtiva dentro de los
ecos del cincel meciéndose,
cima del anhelo aferrándose a
mi cuerpo,
cripta de mis noches
conquista las madrugadas.
Ivette Mendoza Fajardo
Sentí tu alma abrirse en los ventanales de la aurora
Sentí tu alma abrirse en los
ventanales de la aurora y
el crepúsculo dormía
apaciblemente tus caricias.
Llevaba brisa, murmullos, y un
no sé qué, que yo anhelaba,
mientras tu aroma mariposeaba
en mi balcón, se
embelesó mi ser en tu
recuerdo.
Mas mi mente se recreaba en
tu semblante,
cuando sentí tu beso, que
retozaba ahora en ese espacio
vislumbrado de palabras bondadosas y enigmáticas.
Entonces desperté ¿qué es? le
pregunté con los ojos,
aquí el derroche estaba abordando
un nacer que iba muriendo,
un astro mancillado, talvez pero como de dos en dos, de cuatro en cuatro,
de seis en seis, aún sentía la afección creciente de tus
manos, y
la cordialidad de tus
pálpitos...
Pero, no estabas... solo quedaba el eco de la pluma
esculpiendo el cuarzo
despierto de tus venas,
cabalgando con su sombra de
colmenas.
¡Oh, quimera... su estilo y
apariencia continúa...!
Plegaria de diamantes sobre
nuestros besos
para adormecernos en los
colores danzantes de las mariposas,
¿Qué se despilfarra tras la
penuria?
Vuelvo a mis atardeceres que
giran en mí
como una rosa fulgurada de amor viajando por el infinito.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 18 de julio de 2022
Solo, llegó palpitando por la briza
Solo, llegó palpitando por la
briza
como un puñal de ruego
suplicante,
el alba, me aprieta, y la
recibo
junto a la soledad
crepuscular del instante.
Mi espíritu no es jubiloso ni
se esparce
por los vientos indómitos. La
rosa se le despabila
en campos inciertos. Nadie
combate
con un vértigo fatuo, el
cierzo
de la solemnidad que el vacío no me despoja,
nos toma de la mano por el
universo
y nos vuelve toda y una sola alma pura.
Ivette Mendoza Fajardo
Todavía en tu nostálgica ausencia
Todavía en tu nostálgica
ausencia
permaneces en el alma
y en la mágica palabra
y en la memoria huraña
y en el espíritu esperanzado
y en la hambrienta sonrisa
vaporosa que casi no se palpa
y en las vibraciones del
amanecer
y en el sueño del paladar
y en el beso constelado
que se corona anhelante
y en el alba gozosa
y en el encanto de almíbar
y en el suspiro astral
de aquel mar sosegado
que gira en tu entorno
y en la púrpura pasión
y en el fuego, aire, agua,
tierra
con sus cuatro visionarias
estaciones
primavera, verano, invierno y
otoño
que vigilan tu espíritu libre
y en el Astro Rey que fulgura ternura
y en la heroicidad del viento
y en mí...
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 17 de julio de 2022
Aquí la flor
Aquí la flor,
aquí la flor, la médula
contorsionante.
Después la escápula y la
circunferencia
lo único que se desglosa.
No es el elemento que rota y
vuelve a rotar
hasta morir.
No es como si fuera una
sierpe
que danza
talvez más allá del infinito,
sin resbalarse,
sin caer
como si soñará hasta la
muerte,
como el colibrí,
como la estrella que apenas
asoma
sólo el pensamiento.
Aquí sólo es el tango que se
desflora en el cristal.
Talvez la anexión del amor.
Talvez sólo la plegaria al
clamor.
Sin vida y sin retorno.
Nada más el pensamiento de la
flor
que se desmesura,
la flor que es un redondel,
la flor que es única en su último suspiro.
Después sólo el pensamiento vegetal que
es explosión y brevedad y
fulguración.
Ivette Mendoza Fajardo
Aquí vinieron cantando
Aquí vinieron cantando los talvez
murciélagos.
Talvez murciélagos sin propósito y quizá
condenados.
Desmaquillan evocaciones tibias
y alborotadas.
No sé los talvez murciélagos
no se atreven
a salir jamás de mi vida, ¿no sé qué buscan?,
talvez abrir las verdes
puertas del destino,
al mimo infelicísimo de las
frondosidades.
Ellos ya no captan el paseo
familiar del viento
pero en cambio destraban los
nudos de la vida
en el centro huesudo de la
molécula.
En realidad los únicos en
esta fraternidad
son los talvez murciélagos,
los ideales,
los ideales, los ideales contempladores de las almas,
las almas son continentes
colosales de reveses
acariciadas, untadas de esperma, talvez.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 16 de julio de 2022
Ay horrible soledad de vasta oscuridad
¡Ay horrible soledad de vasta
oscuridad!
La vida la abandona en las
estaciones de Babel.
La briza corporeizada
grotescamente desagarra
su tristeza celestial como un
papel mimetizado.
Ah cataclismos geriáticos han
llegado de nuevo
a la corola de la locura y
alguien los han derramado,
se quedaron en el destierro
de las cosas.
Y lloraron y cantaron y
doblegaron y perdonaron.
Tan fugaz, y anhelaron malicias sus
sudores masculinos,
sus sudores masculinos
construyeron sus prisiones,
sus prisiones fingieron sus
mañanas para conocer
sus corazones de sarcasmo hasta
obtener un júbilo
en desvelo, talvez.
¿Sus humores, la desnuda
languidez de albores?
Y dijeron –la campana
campanea festivamente en
el campanario alguna que otra vez ding dong ding dong-
El frailecillo esperaba la
limosna por toda la eternidad,
la eternidad era su soledad
con espíritu anfibio.
Su soledad lo acompañó. Su
soledad lo traicionó.
A su sepultura lo llevó un
gélido fuego.
¡Ay horrible soledad de
maniática oscuridad!
Pudo sentir el bullicio negro
de su alma.
Pudo sentir la lejanía
melancólica de las estrellas.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 15 de julio de 2022
La luna de flores cenicientas
La luna de flores cenicientas
se trasladó a estas amplitudes
salivando los torbellinos del
quíntuple de Julio. Un pocito de estrellas
por la secuencia
temperamental de las horas halagando sueños frugívoros.
Calimocho de melancolías, una
noche te encartonan la vendimia muda
hasta el homocentro de mis
días
y las mañanas de
mancuernillas escrupulosas me encumbraron en la penicilina
inadmisible de tus besos
satinados de amor salvaje.
Ah, mi Luna de flores
cenicientas
que me hizo doblegar hacia la
endometriosis de tus caricias
y en la escápula de mi
corazón
sílabas y sílabas
garabatearon poco a poco
paisajes cleptómanos de
despechada ilusión.
¿El pizarrón arriñonado donde
escribe mi alma?
Ay silencio entumecido que
vienes a revelar los clarividentes secretos
que guardaste en la arteria
del clamor universal, en la arteria del clamor
universal que quiebra en
bocanadas las puertas cenobíticas del cielo,
las puertas cenobíticas del
cielo que nos da el dulce y enternecido
chubasco en la tierra bajo
la germinación del sol que nos llama al epílogo,
como un bullicio estelar del
ayer, del ahora y del mañana.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 13 de julio de 2022
De arbusto es el calor irrefragable
De arbusto es el calor
irrefragable
que siembra la esperanza, en
la falange verde del dolor,
quebrantado en mí regazo.
Somos minúsculas derrotas que
demacran
con el rígido del tiempo;
tan incomprendidas, que sentí
todo el miedo del mundo
cuando nos procurábamos briza.
No es esa lujuria ruidosa que
desplaza las estrellas
en el almanaque del invierno
blasfemo
ni el contento belicoso de la
aurora
germinando desde el entusiasmo
de las aves.
Un auto nos encarniza el
neumático de sus días,
otro, invisible, reflexiona y
sonríe, anhela y sueña
con su luz ¡Oh muy tarde para
magnánimas interrogaciones!
Cuando las sombras duermen,
no hablan;
cuando las sombras despiertan, sonríen y caminan, gozosamente
por las inflexiones ecológicas
de la soledad,
allí, la inauguración del
universo esperaba un ejército de rostros.
Como en lugares indecibles se
declama llevando virutas de azahar,
en la moralidad perenne de los
mares, y
a mi impaciencia regresa agotado tu alicaído espíritu.
¿Se llamará dolor palpable de
existencia rúbrica ocurrente?
La mañana, espantosamente
caliente y sinsabor,
aparece como ese transido embotamiento, talvez
de estremecimientos de sudores o de torpes sospechas sin miedo.
Ivette Mendoza Fajardo
La incertidumbre de la tarde jocosa
La incertidumbre de la tarde
jocosa
una y otra vez
ha sido despeinada por sus
deberes menstruales.
La coherencia de un silvestre corazón de manos blancas
y tristeza musical cae sobre las hormigas en
ascuas de amapolas
y la arrogante puerta ilesa
derrama sus penurias, que en
su estancia,
abogan sobre los labios del
invierno zodiacal.
La inseguridad de tu ojo
deshace las alturas
donde las gaviotas maquillan
sus pieles de azafrán,
la atmósfera abanica en el
filo de sus voces, y
las mariposas avivan los
encuentros fecundando
colores en los nidos. ¿Qué admiran en el calor del vientre?
Hay amores en el himnario
efervescente de los soles
celebrando el prodigio de la
duda donde la noche es
una pestaña relampagueante
halada por caballos
intrépidos diluidos en tu
razón.
Una pluma áurea es tan
candorosa, tan astuta como ese
silencio escamado de sabores
melancólicos, que
piensa y deduce, devuelve y
perdona.
Como desolada al momento de nacer,
al momento de nacer
descubre su alma en sílabas,
en sílabas reconoce
la ira de su delirio sideral
bajo el oráculo del
horizonte lírico y bufo,
agónico y circuncidado.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 9 de julio de 2022
Alma de pasión
Alma de pasión, etérea, emocionante, sonriente, grata
que arrulla como madre, como
ángel, como viento.
La pasión despierta,
rememorada, excitante
que vigila, que cela, que se
nubla
que calla, agobia y rechaza.
La pasión decepcionante y sinrazón
que se siente con furia.
La pasión trivial, que se
ausenta
sin aviso, como mata,
solapada, hecha trizas, ruinosa;
en cuerpo, en vendaval de
sufrimiento,
de eternidades, de estrella
triste, de luna enajenada.
De amor, que dispensa,
acaricia y apasiona
como luz inextinguible de una
lámpara seráfica del cielo.
Ivette Mendoza Fajardo
Bajo la jactanciosa sombra
Bajo la jactanciosa sombra,
la mariposa temerosa baila,
consagra su paladar, el
recelo arrebatado, al tétano del deseo,
subasta sus reveses el
subconsciente de la lluvia,
como la guitarra atemorizada
del norteado frailecillo.
Matricida de las borrascas
bajo tus sangrantes quejidos,
se proclaman próceres los
bigotes antojados del mugido mujeriego,
como una oruga de esfinge
fanatizada, tullida en tu resuello,
como la clonación triste de
su cosquillar,
que ha perdido su alma en
altamar.
Mariposas encalabrinadas de
un imperio de sal enmudecido,
juegan exasperadas por los
parques,
repitiendo plegarias en mi
nombre,
aventurando apenas la vida
como una inervación que aún
no ha sido avizorada.
Linterna lobulada en el sordo
y solitario cuchichear,
minifundista silencio en el
mullido multipolar
de una orejuda melodía
conquistada por un dios ebrio.
Temperamental trompeta
predadora,
desde las sugestiones del
verano se escucha el consejo,
el amor es libre
tangencialmente, tangencialmente libre
en las cárceles de sus
reflejos verbalizados.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 8 de julio de 2022
Tu espalda, apocalipsis frenética
Tu espalda, apocalipsis
frenética donde oscurece su festín de guerra,
una sombra desequilibrada de
polen y corola juvenil con mirada
de floresta y presagios
hermanos desapacibles.
Tus ojos, una gula con
conciencia teñida de muerte solapada,
un grito absorbiendo mis
pasos penosos de niebla prodigio y belicosa,
pretensiosa lluvia de algodón
que se inmola de nacimiento,
la vida le da nombre a las
cinco en punto de la tarde.
La lucha soberbia de tu alma
socaba el círculo sapiente del calor
con historia de azafranes
tímidos, sobre el viento apasionado del mediodía.
Tu aroma, aves en comunión,
en el vanidoso y desconcertado
declive de la amnistía
rumiando rencores infecundos donde se asoma la eternidad para cumplir promesas desgalilladas de pudor.
Huraños gritos de otoños
suplicantes ante maligna virginidad
plantada sobre mí como un
pelotón de cascabeles visionarios.
Pesadillas de chicharras
sutiles que buscan su contraparte,
en las mañanas añiles
desafortunadas hacia a caminos pendencieros,
que caen en la última
ebriedad del tiempo narcisista,
como un sordo hundimiento,
desflecado por las endechas del sufrimiento,
como carteristas del invierno
entre requiebros maritales y la paz del signo acusador,
rezando sobre la bengala amputada del último suspiro
de órbitas azules
y cultivando el etéreo néctar
del esperanzado vértigo de las cinco de la tarde.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 6 de julio de 2022
Esqueletos de romances caducos
Esqueletos de romances
caducos,
por placidez o desagravio,
ironizan cuando un nuevo
romance
sombrea el rostro de la
palabra indolente.
Qué obstinación maligna en la
circunstancia delgada
de pálpitos ensimismados, como una resentida pretensión que
traspasa aguas villanas cuando el sentido venenoso de su ira
deja enajenar,
cada día de manera menos
diáfana, sobre
la pura y piadosa comunión del tiempo perentorio
del éxtasis reverenciado de ansiedad. No es posible
laurear
esa fragancia infeliz que se
dobla por sí sola
blindada luego por aprensión,
cobardía sin rienda, sueños
galanes y pulcros,
y recuerdos con lágrimas de
acechos, mientras
el destino acaba por asumir
el mismo desliz andariego que
engendró
sin hendidura por el cual
coronó como
un disfuncional latigazo de
desaire o furia
¿A qué lo ha llevado al viaje
intrigante y sinfín?
Zozobra larvada de un desliz que nos
antagoniza
con todos sus jirones desanudando arborescencias
de su trémulo y tentado gozo.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 4 de julio de 2022
La sabiduría de mis manos al cavilar
La sabiduría de mis manos al
cavilar
el revés juguetón de la
orquídea,
la fraternidad de la
pesadumbre
regentando rencorosa a la
veracidad
de un millón de caricias heterosexuales,
el monigote insidioso de la
muralla,
el roñoso hexágono
interceptando
oscuros deseos causando risa
sobre la mar.
Microondas bramando
imitativamente
y su impasibilidad no es nada
nuevo tampoco,
tus muelas caprichosas las
arrullan mejor.
No hay vacuo módulo
aventurero
ni el denuedo jocoso es omnipotente
todavía
para moverse entre pectorales
adjetivos.
A veces, la ritualidad usa el
minutar para
ir pegando nomenclatura
dérmica.
Y afuera, el motorreactor con
ojos de acuarelas
tristes, me espera con su
sombra sobre mis penas.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 1 de julio de 2022
Oh, noches del ventanal
Oh, noches del ventanal.
Junio de libertad semidormida.
Cantaleta de chicharras e
inspiraciones el alma,
aventurada y martillando a la cinemática
del ecologismo,
llameaba con las voces
indóciles de céfiro.
El pataleo de plata bufa y aroma
de horizonte desvanecido,
la barullera sensación de
estar radiodirigido
al antropófago deleite y al
matematismo de gripe nueva.
Oh, noches del ventanal,
fecunda en cartílagos
índigos, mutiladas de sal,
pimpantes de virtudes.
Qué frívolo este sentir si
temerosa el alba en dramas
de inercia glandular, de
lucidez y blandura, de espíritu y trigo,
se pastorea en la adversidad
del recuerdo saleroso y añil.
Qué frívolo el politiquear
hacia el costillar de la vida,
hacia la mecánica fragmentada
de su memoria faraónica.
Ivette Mendoza Fajardo
Caderas que, grises, saborean las martilladas sensaciones del albur
Caderas que, grises, saborean
las martilladas sensaciones del albur,
el libido gracioso de los besos:
oscuridad blanca
sentenciada a una sinopsis de
olvido,
a un letargo barboteado por
minorías de silbidos angustiados.
Libre lastre cuya mente es la
estancia caracoleada del arrebato:
¿cómo puedes avanzar sosegado
ante el humo
atribulado de la muerte en su
horizonte esperpéntico?
Poseidón de los mares
nos increpa ante toda
evidencia.
Su pecho de abismo incólume
eres,
aun bajo el estruendo de la
vida
que rompe sin catalogar
mancebo de contradicciones.
Pero soy yo quien aleja la
vanidad de la palabra con la ausencia
no medida y mis huesos no esconden el
dolor en abnegada diligencia,
silenciada por acéfala razón
en cualquier época,
sino en el gesto fingido del
cielo —luz de puntillas pardas ruborizadas,
pureza amarga que los astros
desprenden.
Observo sus cordiales tesituras,
y me asombro
de cómo pudiste guardarlas
cuando brotó su verso lírico distraído en tu alma.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 29 de junio de 2022
Rompiendo desilusiones en fugas de átomos triunfantes
Rompiendo desilusiones en
fugas de átomos triunfantes.
Imán envilecido en
floraciones explosivas de apologías roídas,
entre suburbios hiperactivos
y cuerpos astrales
que se esfuerzan por ser
leyendas andróginas tan despestañadas.
Periscopios danzarines fluyen
en cascadas veleidosas
porque no pueden encontrar
calostro en juveniles deseos,
aún más artificiosos en sazones
nocivas de recuerdos
existenciales dentro del
precipicio matinal,
del mundo aturullado de egos
inversos y afeminados
que se deshacen como migajas
de panes solapados,
como citoplasmas condecoradas
con fieles sombras
que engullen absolutamente el
zaíno chasquido roedor.
La puerta del fervor
adolescente a la mitad de un
sueño de rumor eclético
recorriendo visiones
de una mano que observa astutamente
un paraíso antipático y
desfigurado de soles,
reflejados en las persianas
de la tarde golosa ululada
de fuego, derrochando la generosidad
del alma, urdida
en el remanso del tiempo saboreado de tormentas minuciosas.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 26 de junio de 2022
A media noche en el arrumaco del alba
A media noche en el arrumaco
del alba
donde el árbol luminoso
muestra su fragilidad
y el golpe bifurca su estertor gateando,
recuerdo el beso desconsolado
desde tu alma
y el desamparo de su sombra
oxidada
el sabor de las resecas
esperanzas
masculladas con el entrecejo
de proposiciones
en esas noches de cobalto que
te busca en silencio
con la pulcritud quemada de
un sepulcro trashumante
y la cortesía anémica de los
muertos psicodélicos.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 22 de junio de 2022
Los apuñados de alma
Los apuñados de alma, en
leucocitos de
mutuos acuerdos donde yacen
las interrogaciones,
el preámbulo de su placer es
un camello desmotivado de lunas.
Hay congoja en el feudo de
tus manos de retorcida inteligencia.
El pastorcillo universal de
la anemia demanda
un adagio de molestias, pero
ni las pompas de jabón,
ni la xenofobia del sexo a
mitad de su sombra,
contemplan más que esa
réplica de temores legítimos,
los espabila, los espabila,
los espabila.
Él sabe qué el silencio
invernal es una nube donde
nace la tristeza en festones
de ilusión.
Proponen pan y sal de
envejecido suelo en asustado
paraíso y ante los ojos del
bisonte,
su mirada profunda no es un
túnel vacío
de ese ocaso valeroso que lo
censura.
Es la pendiente temerosa de
sus orejas de cautelas.
Fue también por allí que
cabalgó demasiado temprano
para que su deshilachar simbiótico
mediara ruborizadas penas.
Contemplaciones del embrujo
infecundo de esa lentitud,
fanáticos en unión de
alfileres con cinturas hacia el exilio
que, sellan sus hombros a
este bulto de caricias filántropas,
para luego retornar en
castidades poderosas.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 17 de junio de 2022
La abstracta forma irrumpe
La abstracta forma irrumpe,
muge el viento a contraluz,
y en la mirada por un instante reaparece
aquel beso sumiso de algas y espumas, aquella
orilla de la duda…
Los árboles obstinados bajo
la llorada escarcha se dispersan
en formas virginales y mis liberadas emociones
gimen como la espiga seca…
Es de noche y a la hora de
cavilaciones,
por un sendero de magia rauda
voy hacia las inquietudes de
la utopía milenaria
persiguiendo tu susurro coronado de
nieve magra…
La luna, el mar y la tierra captan tus
reflejos llenos de melancolía
y yo cargo
el milagro extasiado de las
remembranzas…
De pronto, allá, se divisa el
escarabajo
batallante de la noche en un
claro despertar
nos ofrece un osado sueño, coloreado de luna plácida.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 13 de junio de 2022
Roja la ronca memoria que mi cuerpo absorbe
Roja la ronca memoria que mi
cuerpo absorbe
en este brutal comienzo, definido
con tenacidad
contenida de rabia, o peor
aún perpleja
para siempre, me abarca el
duro signo de la
soledad sobre el laberinto de
mi propio universo y
el ligero tránsito de
bendiciones desde cenizas estallantes
y desdichadas, más el calor amodorrado en los ojos
es su enferma risotada con
sus invictos zumos secretos,
¡En el dolor veteado del mundo!
Todo se amontona en la nuca ofuscada del amor para evocar
su linaje, ella sintió
extenderse y se abre al desamparo
con esa fisonomía cóncava del
miedo donde
se quiebra el tiempo cauteloso en su
fuego sosegado.
¡Hay una cumbre de llanto!
Y la agraviada gula se
despierta asistida de furias,
centímetro a centímetro entre angustiadas promesas volátiles.
El juego de las tinieblas es
un signo funeral que vuelve
a estornudar una y otra vez
para tener suficiente
valor entre las manos.
¿Qué testamento inaugura la
semejanza de un
conjuro redimido de muerte rutinaria?
La voz de la historia de
neutra redondez lunática
con calmada singladura se
escapó por las arterias
fibrosas del silencio.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 12 de junio de 2022
Sobre amaneceres sin escamas
Sobre amaneceres sin escamas
sobre articular umbrales
niños
solo quedó un diente en el
perchero
grillo voraz sobre la
blasfemia de cristal
pisando ortografía hecha
substancia
ulterior semilla invita café
trigo inexorable en paladar
de tortura
racimos de manos seguras
ni flacas ni perezosas
petrifican fronteras de la memoria en blanco
sangrantes discurren
distancias
retratan sillones pezones
amargo lustroso micrófono en
duelo
pero con ojos de agujas que
casi nadie ve
temblor ponzoñoso de pretéritos
alambrados
nadie rasca la espalda del
cielo irredento
camina la muerte en la luna
como una astronauta
negaciones de aviones
doncellas
manchas del consuelo
indigesto
tardes de lluvias para
deglutir tristezas
bosque óptico auricular de
indócil olvido
celajes tapires distribuyen
panfletos
sonidos heridos luchan en la
tumba hermana
odio injusto dentro de una
taza de té
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 11 de junio de 2022
Horarios abigarrados al sarcófago de las lenguas
Horarios abigarrados al
sarcófago de las lenguas,
a la cereza ninfomaníaca del
olvido. Discurre la tristeza
buitre sin obsesión ni
posterior fraternidad.
La nobleza es un adobo de
versos que Babieca desgarra.
Aquí derrama El Cid el miedo insolente,
el estúpido corcel;
arrima, sin pavura besa el
suelo de tus peticiones.
Rocinante acoge rocín dentro
de su conciencia amenazante.
Un retozo de guerra es la
vasija del valor en la mitad del bramido.
Diluye el viento este minuto:
una armadura juega en su entorno.
Exorciza lejos; tu espada
está endiablada y es casi pendenciero
el metal injusto que te
consume la emoción sin rienda.
Escarnecen impetuosas
voces alfareras mientras reposas,
enlutado de pesadillas.
Delira una afirmación categórica.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 9 de junio de 2022
Despinta confines el efluvio del espejo
Despinta confines el efluvio
del espejo,
persignándose en las
bastillas de los átomos
en una interlocución de
estratósfera.....Y zigzaguea
el polietileno del pronóstico
amotinado,
la columna de la rectangular
morfología
aflorando con lascivia su
razón transitoria,
la esfinge calculada en la
parcela de los ojos
como para adaptarse
en la callosa matemática de
un rayo beta....
Turbinas de dolor fornican,
ultravioleta ondulación
boreal desde la molécula
punitiva, su difundir
toma a la ligera lo
inapropiado de los labios.
Traqueteo encasillado
tecnocrático soborna,
el monólogo transversal en la
opacidad,
cautiva ahora el aparejo de
orillas sextantes,
presas en el caos del
cuadrante
de inentendibles pernos
endiablados,
desparramadas de antemano en
los tobillos,
y fue el gesto de la luna
preguntando sedentaria
y fue el itinerario
idiomático del sudor
y fue el que persiguió aquel
almanaque, justo
en el punto de su escape anaeróbico…
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 8 de junio de 2022
Amparada hoy y siempre
Amparada hoy y siempre:
De la voraz miseria que atiza
el sol la vergüenza de Atila
Del fatídico aire viciado que
en retroceso besa la noche agotadora
Del antojo pecaminoso que
hace saltar al capullo de su abrazo eterno
De la serenidad calificativa
que restriega la poesía blanca en tus ojos
De la señal que da el
fruncido entrecejo a la enguantada mueca
Del rapto sabueso reprochando
la velocidad lunar del fantasmeado yugo
Del crecimiento de los
sentidos enjuiciando la desgracia del viento feliz
Del humo del parto infernal
que duerma la siesta de la desolación inexorable
De la calma pulcra que adorna
el frescor de una mariposa despiadada
De la verdad que con
frecuencia nos sonríe desde su corazón negro
De la lágrima que me consume
hasta saberte presencia de una luz olvidada
De la rebelión de meteoros
joviales lustrando las alas de una pistola
Del acuerdo aprisionado en
sinécdoque de coloridas y lívidas mañanas
Del hierro maloliente dentro
de la estocada de los precipicios meticulosos
De la dentadura de las hojas
de aquel bastón en su leyenda femenina
De la promiscuidad ahogada en
la mitomanía de los grillos asesinos
Del perdón de la supernova
frente al olfato de los cuernos del sufrimiento
Del porcentaje de alabanzas
impregnadas de barandas célebres en luna llena
Del hilo afanoso que hace
estremecer la tarde inculta de momento virginal
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 6 de junio de 2022
Cuando la zozobra es
Ciertamente
—cuando la zozobra
es el cierzo de la tarde sonámbula
que ayuda con asolar
el insomnio de la lealtad
enternecida,
cuando sólo queda la
humillación
de los espectros
que fulmina el vacío de la
caricia
perfumada
de un universo yermo
donde el cortejo arábico de
las aguas
es un funeral de bocas
desnudas
de lo efímero del instante,
único como el estado amargo
del olvido azul—
estará circunvalando en el
columpio de horas pecadoras
de una noche
en que parecen llover
santidades enloquecidas
en la otra faz de un mundo
que en dosis de melancolía
nunca lograron imaginar…
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 5 de junio de 2022
Donde los espejos se encuentran
Donde los espejos se
encuentran
amándose en la tiniebla
relativa. Donde
fragmentan la ebriedad de la
soledad y ejecutan la alianza enjuta,
donde se justifican y se
sacian y se unen como la vida misma,
como el retener y darse
cuenta con la lengua y vincular
el trayecto, como ...
Tentando la verdad cálida y
húmeda
en la perfecta partitura, el
paladar del abismo lobulado
amalgama la ficción litigando inmóvil, donde
la sombra refulgente del
encuentro impone
su conexión sagrada,
como cabriolándose con su
espíritu sincopado
cuando vendió en paladas el
aliento de los muertos o apretar
las claves del sol en anillos
como virtud sincronizada
de hojas muertas de amargura
en el calor pretérito del átomo.
Donde la materia henchida
muestra su pierna hermética
como arcoíris o secreto, o
labios ocultos
y la esencia derramaba su
locura fundiendo entre los guijarros
su castigo de hollín
vaporizado, entre pechos
y cejas móviles pernoctándose
en los rincones
de lágrimas desnutridas,
ellas bordeando
la tierra sin el dolor del alumbramiento agnóstico.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 2 de junio de 2022
Esta es la rosa del soflamado silencio
Esta es la rosa del soflamado
silencio:
Observar
cómo garabatea el tálamo diásporo imperial
en una masa flotante de
recuerdos.
Observar
bajo el pistilo de libélula saturnina,
cual cariñoso y mudo
idioma del destino
que corona mí cerebro con laureles.
Aspiro el caloroso aliento del plenilunio y
ahí en ligerezas la muerte
enmudece y se desbroza.
Vidente relumbra con el
cuerpo de la espera irredimible,
como un roce de fuego
encantado y divino
mientras vislumbra y se expande en el pico del desierto.
Brisa que amamanta los
segundos de la vertical
eternidad entre voces
solitarias y hermanas.
Canasta irredenta de las
trasformaciones su infantilidad
terrenal es un dios que sueña
en las paredes invencibles
iluminadas de agua
enceguecida entre figuras devorantes.
Soy un caracol inapelable que
llora en el tranvía mortal
de asombros y negaciones; un
manojo de ruegos varicosos,
que engalanada de harapos
defiende un vigoroso
verbo infeliz encolerizado.
Ivette Mendoza Fajardo
Quizás el ímpetu del silencio
Quizás el ímpetu del silencio
es el más níveo de los latidos.
Quizás toda alma es un
estallido de reflejos que se heredan.
Quizás la cara enjuta se
desgarra de una ilusión introvertida.
Quizás el boscaje es el trayecto
melodioso para alejar tribulaciones.
Quizás el amor convoca a
develar otoños cuando el sol sonríe.
Comparte el amor y la duda
sepulcral al arrebatar la luna del cielo
carcomido de ojos y una aurora de la religiosidad castrada del mar,
y el mar que protagoniza,
remeda en el teatro la idea temerosa.
De la noche de pájaros
entusiastas nace la harmonía de dulce dolor,
y que toda la historia
respira dulce dolor para sí, en sí, y a los demás.
El mundo vence al temor y
convence al reposo de agua vaporosa:
en el espejo de la vida el
orbe es un caligrama de sangre batalladora
y el cielo una mansa sonrisa
doblada a mi cintura en eterno celo.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 1 de junio de 2022
Hada madrina, amorosa
Hada madrina, amorosa, hermana,
hecho de menos tu magia
bienhechora,
tu lucero de mares de
paisajes sin dolor,
que al beberte mis esperanzas,
a cambio me regalabas
un festín de aromas que
sacudían el silencio
resignado y derramado de
hierbas silvestres.
Me decías- soy el resplandor
del tiempo- y
el bosque perforaba tus alas
de sueños con
fragmentos de estalactitas y
aliento de
esmeralda, la noche se
inclinaba hacia otra noche
por cada eje índigo llorando
palacios de
luciérnagas para hacerte
compañía.
Mi soledad era una flor
atómica en la tarde azul
que sangraba estrellas para
delirar en las amapolas de
tus ojos con su lenguaje
solitario en círculos de agua.
La primavera era el alma de
la luna que honraba
la certeza de mi consuelo; el
cielo con lágrimas
de armonía se incorporaba a
tu estancia para
mostrarnos el contorno
tridimensional de la vida apacible.
Pero envuelta en tafetán, ¡la
magia todavía permanece!
y hoy es para alumbrar
conciencia, como una rosa
carmesí abierta dentro del
pecho que brotó desde
la voluntad en plenilunio de
un génesis, agonizante de amor.
Ivette Mendoza Fajardo
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