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sábado, 24 de septiembre de 2022

Mis ojos reposan en las plaquetas de la noche

 

Mis ojos reposan
en las plaquetas de la noche disfrazados de nubes anémicas
y siendo máquinas rencorosas
estallarán soledad como nervios apiñados musicalmente.
Su deliciosa verdad alertará una laguna que florece de humildad
donde se acurrucan las piedras en su aerofagia recurrente,
juguetonas, vírgenes,
igual que en la mueca rural donde nos hace
recorrer por siempre recorridos de esperma de
yemas vulnerables.
Sucede que ahora entraño colorear el silencio
que te convirtió en usurpador de luctuosas amígdalas,
amígdalas acicaladas de sonidos domesticados, domesticados
de caricias pensativas, pensativas
de llanto ambulatorio.
Su hipertonía declamatoria silenciará mis lémures;
empapará de voces mi retorno con mi sombra a cuestas.
Y sobre el ojo de la nostalgia descamisada de dulzura
ofrendará su equívoca apariencia sobre lo ya muerto:
porque simplemente todo era, un ávido recuerdo codiciante.
Ivette Mendoza Fajardo




viernes, 23 de septiembre de 2022

El tiempo cuadriculado a ras del cielo


El tiempo cuadriculado a ras del cielo transcurre en el anzuelo
de un contrabalanceo de ideas tatuadas que en la pretensión es
un gratificante maizal de luz muerta. La punzante anchura de la nada hila
poliedros sucesivos
de madrugadas abortadas. ¿Quiénes navegan las angulares raíces
de caderas libertarias que humildes se niegan a ser reverenciadas
por el emplaste pasional de la bruma?
¿Por qué indecisos apéndices de fuego repasan la sublime
fetidez de la escarlata grotesca?
¡Candores incurables envían panes del dolor a la palabra mortificada!
Algo se conquista hacia la voz asfixiante que todavía no
ha agonizado . Palpar sus manoteados anhelos por
dentro resbalan sobre los problemas que no han aflorado desde ayer.
Ejecuta márgenes el látigo. Lo profundo y meditado ve sufrir.
Hay una rebeldía en cada cosa y es la sabiduría de un tendón.
Y aquel coro de huesos que se escapan superdotados
por cada respiro sintonizado cuando siente mi corazón enmudecer.
¿Qué serían los rasguños del viento que dan el deseo de llorar?
¡Ah talvez uno con demasiados recovecos y sin esperanza!
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 17 de septiembre de 2022

Economía demencial

 

La fuerza del mercado demanda en tridimensional,
deslizante matriz de recompensas intercambia
oscilante al método inductivo del tiburón concientizado.
Moneda de tus párpados monopolizada germina ganando
tu venganza en la plusvalía de su voz;
tu alma desdentada entre la quiebra y el consumir exhausta.
El subsidio incendiando con sus flecos iracundos
la teoría de los juegos vandálicos, la trampa de la liquidez
y perdiendo su utilidad marginal,  tiene mal humor,
tus ojos en un acto de conformidad, se alegran negociando;
tu cuerpo celestial en la arena se aviva activo circulante.
Hay como que un giro bancario balancea amorosamente bienes
y servicios, sesgado en estas conveniencias muestra
curvas desbocadas en la elasticidad y habilidad del riesgo
rodando, músculos, tejidos y tendones se rebelan
ante los precios desleales, su horizonte de proyección presta lo que
no es de Dios, tu ansiedad llora en tu déficit presupuestario
y tu tristeza inversionista muriendo en rodillas asustadas,
tu espíritu analítico meditando en estado corporativo.  

Ivette Mendoza Fajardo




viernes, 16 de septiembre de 2022

Desata, luna, la cacería del contentamiento

 

Desata, luna, la cacería del contentamiento
como el lienzo blandengue que simula el cielo
y la fachada entiende la ferocidad de las herraduras.
Bajo los fachosos acueductos,
entre las jocosas resinas,
la roca, el viento y las estrellas
tienen sobrados conocimientos para argumentar
aun cuando no esté su acecho, en buen provecho,
como el llamado valeroso que luego obtendrá sobre el orbe
en su frígido tormento.
Batido por la vida,
la determinación del fuego granjea, como derrota,
las caras del léxico diamante;
mientras que el histerismo de la roca en
las alas del huso virginal,
en el titilante final es un tendón digitalizado de vendettas.
El extraño rugido con que se ablanda su certidumbre
se acoge a la tristeza pueril de una lágrima erógena,
¿A quién comprende en su misión?
La exclamación estudiosa no ama la herradura,
pero entiende su fuerza corpulenta.
Nada deshace la roca si no es su designio dopado.
Nada doblega al viento si no es su mismo sufrimiento.
Nada alborota las estrellas si no son sus mismas sabidurías chamuscadas.
Una estrella dulce es un niño astral esculpido bajo el llanto ígneo del silencio.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 14 de septiembre de 2022

Rebotan mis palabras en nubes de colores capitalistas

 

Rebotan mis palabras en nubes de colores capitalistas,
la sombra carnicera se adelanta oscureciendo el recuerdo malavenido;
la ciudad homeostática respira lágrimas frígidas y nadie viene en su auxilio.
Ser un látigo magnate a mi antojo para domesticar la angustia samurái.
No hay soñador que sueñe las venas asombradas de mi noche mesopotámica:
generosa, azul, obediente que le roncaba al mundo fauno aturdido.
Apagado está tu reino absorto, muerto el rubor del espíritu al estilo intruso:
y su boca que enamora rastreos en alargados túneles de ideogramas 
no consiente la inseguridad ni sufre la inmisericordia: y ahora está
en tus pesadillas y caigo sin voluntad en tu deseo, puede llamarse
adulación pecaminosa ¿En un entorno de puros impudores?
Burlescamente hiere un agua cósmica la rosa espectral que oxida el mundo;
¡tan inquieta! Que podría inquietar todo… entre la pasión y el fuego,
entre el cuerpo y el alma, ¿Será que como vida abrazan soledades?
Apaleada intrusión dióptrica, hexasílaba de llovida voluntad de hemisferio dormido
pregunta a los que llegan: ¿Por qué la memoria adormece ante el misterio
adolescente? Más allá, más allá, un subversivo clamor es una vanidosa pantera
en solfeo mayor entregada a las obras de caridad a pesar de tenerlo todo y nada.
¡Ay! su corona punzante de hermanastros polinizados en fulminante mono
trapichero de impulsos valerosos barajeando alopatía y limadura, migajas y
barriletes ¡Ufff!.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 12 de septiembre de 2022

Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz

 

Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz,
escudriña el cincel su ser interno y muerde la noche su miopía.
El filo del cuchillo es otro camino de ambición martirizada,
el hierro lactante duele y se retracta en breve justificación,
la erosión de la vida es miedosa y es valiente
es un sueño de ojos rancios con dolores y alegrías... es paradisíaco...
que usurpa la modorra inopinada de los átomos.
Cielo y averno invaden los vapores huraños del mañana.
Tiempo generoso... nos regalaste el púrpura del milenio.
¡Aquí queda la báscula resentida sudando eternidades juveniles!
El cobre primordial se exilia, termina su recorrido por la tierra
con tambores de lumbres y truenos para coronar sus días…
¡Son dramáticos los ayeres navegables en nudos centinelas!
y se cuidan con laicos revólveres, cariñosamente se apretujan
entre ellos para sacar una ingenua risita apocalíptica.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 10 de septiembre de 2022

Septiembre se insubordina

 

Septiembre se insubordina
con el embrollo cruel de los sollozos
afuera pereza de la catacumba va acumulando
su codicia entre cifras ilógicas de la muerte;
toda la quietud dormida del ímpetu apagado,
contra las rocas
expande su plétora de placeres de locura
su blindada bondad andariega entre las alegrías sordas
su broncínea percepción en la neurosis callada de la sangre,
ya nadie a contraluz se aventura
en este minuto enigmático de la mañana;
asmáticos los ruidos se mitigan al
enraizamiento mediador de los días, por donde
azuzan sus olores en el fuego
con hipnótica prudencia
así como esa gratitud domesticada de monólogos
frente al derrumbe rojo del elogio, del elogio llamativo de olor gris,
la mañana es un lengüeteado despertar sobre los pantanos
la noche un rey de corazones depilando la piel de mi soledad.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 5 de septiembre de 2022

Tréboles de secuelas desterradas

 

Tréboles de secuelas desterradas
reflorecí en tus errores, en lo inmensurable.
Multiplicación de pesadumbres se han disuelto los miedos
que no quisieron ser áloe y mirra, claridad y ámbar,
ni claustro lleno de discordias, ni ansiedad regurgitada
de muecas amontonándose por resonancias malabaristas,
como cascabeleos de mi azul.
Y no deseó de revueltas bramadoras
con el polvo, con la arena, con el légamo, con la piedra,
con el agua
marchitando tu lengua conquistadora
tragándose todos y cada uno de los mares hasta el hartazgo,
pueden aguantar aunque ya no aguanten más,
ruégale un rocío fructificado desde mis
sienes rotas, como costumbres del azar.
Aquellas cuentagotas
que se callaron sin piel al catálogo
de mi ayer
mas dejaron un bucanero suspiro asonantado
en contabilidad de bisontes y gorriones,
gorriones de corazonadas aletargadas y aletargadas caricias abisales
sin lágrimas ni risas en el silbo embrionario de mi
 universo bonachón.

Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 4 de septiembre de 2022

El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno


El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno fortuito
titiritaban de ansias, pero no era la sonrisa del sol de oscuras
inocencias, ni la queja de aquel colocho en algarabía sinodal,
tampoco era lunes con sarampión de arbustos bondadosos
cayéndose entre puntos suspensivos ¡Plaf!
¡Oh tesoro de disfunción coqueta!
¿Era martes familiar y taciturno? ¿Era el paisaje virtuoso?
Miércoles preguntándose en el vector enhebrado
de sus reproches hacia al sabor luz indomable
de su triste opulencia. En cierto grado, apenas
podía divagar. Guardaba su respiración en una
caja de pandora con el filo punzante de la vacilación.
Jueves zurcía el desdoblamiento del adjetivado cuac cuac
sobre un meteoro masoquista con zapatos voladores de
carne y hueso ¡Ay de él! Cansado de lavar sus culpas
echaba espuma por la boca. ¡Nada podría detenerlo!
Ah viernes en sus premoniciones de humo cada día
izaba la bandera del insomnio para aplacar el
hambre de los dioses del Olimpo.
Sábado preñado de caricias agridulces y tormentas,
la natura lo arrojaba al mundo para cultivar el pío pío de
mitologías olorosas, y aquí murmurando yace oliendo a domingo,
sobre sus dos costados como en su última estancia fervorosa.

Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 3 de septiembre de 2022

Aquí yo ondeando en el linaje de la madrugada curvilínea

 

Aquí yo ondeando en el linaje de la madrugada curvilínea,
engullo la tibieza de la hierba acariciada y desertada, en cada sopor
de áncora humillada donde la palidez del fuego aprende a leer rarezas.
Aquí me siento dueña para hablar a solas con el licor pícaro de
silencios sin caderas, que quede grabado en mí un Vesubio
que calcine mis preceptos membranosos y que cada día vayan muriendo
poco a poco. ¿A qué hora se desuella nuestro amor oscuro?
Refrescante tarea carga liposucción de noche golosa que al
estar quieta exhuma los espacios marchitos de tu incauta mirada.
¡Pompeya vivió la inmisericordia mefítica de un averno viviente!
Prohibido respirar impiadoso ante la perversidad de cenizas con gestos
congelados en la eternidad de las visiones hasta el terciopelo
áspero del suspiro frenético. Fragmentos de mares en la Odisea
despampanante de razón dócil inclinadamente ornamenta
la imagen perdida dentro del caldo ígneo amargo de la vida.
¡Hoy me haces recordar! Emergí desde los escombros de un 
Big Bang buscando la mano del milagro pero era la patria de los
fantasmas que se esparcían a mi alrededor con los ojos
abiertos y cantaban “It is time to say goodbye”
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 2 de septiembre de 2022

La animosidad del destino

 

La animosidad del destino es un cuerno sin aire mórbido desafiando
El casco perezoso que marca un pantano materno
La ignorancia iracunda que no encuentra un freno enviciado
La ligadura destrenzada del amor insalubre cojea
El lugar deleitoso taña sus sonajas profundas
La boca del brazo que metamorfoseado fuma el viento de rabia
El punto del tacto caminando por la paja del ojo ajeno
El blue jean desinfectando recuerdos embravecidos
La gesta gestando la decrepitud del soplo divino
El desvanecimiento de la eternidad que inflexible gobierna
La silla torneada muere de vieja muere triste y cansada
La firmeza de la idea lame el contorno del párpado iluminado
El rectángulo del agua que baja por la insolente escalera
Las afonías del ruego y la lenta mañana se entrechocan
Las injurias anegadas soñando sus muertes sucesivas
El temeroso delirio del mar quebrando el diente catequizado
El miedo putrefacto y el rencor vienen trapicheando melancolías
El ruido metalizado inútilmente seca sus manos sudorosas
El bla bla bla infernal que toca el olfato de sonidos zurcidos
El quiquiriquí demencial permaneciendo aquí conmigo
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 29 de agosto de 2022

La muerte inmortal desangra

 

La muerte inmortal desangra,
exhausta ilusoriamente,
en la mollera de la profunda
contemplación,
el breve instante en que el vientre
de tu nombre
levanta su escápula por el cielo
de su misericordia erizada;
quieta, ostenta lo dudable
como flecha del estriado anhelo,
la geometría del relámpago giratorio en la destreza adultera,
custodiada en el esplendor de su barbilampiño remordimiento.
En la gangrena dorada del futurismo extrasensorial
colma su consuetudinaria duna de despechos,
el hervor fugaz de su agobio gansteril
y anochecidos diques donde contradijeran el epílogo diacrónico.
Disparatada llega la explícita figura.
Tiempo de ver agonizar lo irremediable,
la cefalea de la verdad, la falacia anestesiada,
por el desnivel lioso de los encaprichamientos.
¡Hora de exponer!, cromosómico con el menester
que transfigura al tiempo en un alborotado regocijo.
Ivette Mendoza Fajardo




lunes, 22 de agosto de 2022

Aquí capa de ozono

 

Aquí capa de ozono desde las sensaciones
más feroces en el inescrutable cosmos del
lamento, una locomoción nocturna atraviesa
los campos surcados de anómala materia que no
confiere razones y que preludiando se afirmó.
En comunión de espanto la gran voz de los muertos
hasta que todos secan enclenques la fuente de dolor
y oírlos en la noche sin asombro, algo allí desborda y crece,
desgarra el centro de sus siluetas rotas ;en su sabor hallando
el gozo, lo innovador es la manera como compones tu
imagen y comienza a carcomer la realidad con tal delicadeza
entre cifras despiadadas ¡entiérrate en tu acento! Expela
monogramas como salido de mi desaliento y tu miedo rebelde
aumenta en cada embestida donde se han ido ahilando
en el pecho que nutría tus anhelos y la inocencia de un pedazo
de nube y saber que en ella vibra la copla de un torrente
cuando se abren sus dedos mansamente; hay asfixia en los
follajes de la lluvia ¿erosionan mis nervios en rutina?
La cartomancia invalida mis ideas, se ramifica en el frenesí
de la evidencia, hizo alarde de la fe jurada, es que los juramentos
me muerden los talones, atada a un círculo aturdido como
una monedita de oro !Oh luna empobrecida! ¿No escuchaste?
¿Todo en soledad sin ficción divinal te agota?
¿Dónde corre en el infinito tu demencia?
¿Es la noche una sombra de una muralla en las tinieblas?
Ivette Mendoza Fajardo




domingo, 21 de agosto de 2022

Aquieta la verdad

 

Aquieta la verdad no hay palabra ni mandíbula
boom, boom de la noche infernal ronda angustia
es un abordaje desapercibida franquicia demanda
por la noche se acuesta el diente riente del día
acaricia hermanos y papalotes mora en un silencio y
fue tan grande en la oscuridad y amargo hasta el origen
muda quietud, temblor melancolía no pudo vencer el tiempo
ruido, ruido cuenta la historia de hoy se queda detenido
entre los objetos como marcando un despeñadero
no reverenciado hinca tu muela en peras peregrinas
grávidas en promoción de esperas que te abominan
que ni de cerca las veías… con profunda perplejidad
arrasa las orillas de la vida, la vida arrasa por doquier
como del arrasamiento último del buen final y los tentáculos
del labio humedecido en las pisadas de la querencia
¡Al huérfano vocablo de mi oreja! Temores del camino sobre
soledad de algas en corona de pupilas y sabia brujería
de tendones estupendamente amando sus cabellos de
medusa porque su cabello es su lenguaje buscando
monstros de medianoche que no le alcanzan los dedos
para nutrirlos de creencias aletargadas con el sabor
farsante de los siglos para no destruirnos mutuamente
son nombres que te llaman glotona de carnes rojas
hambrienta de efluvios ¿Para mis rudas cuestas?
Pelícanos de universos rojos se antojan de fieles cobardías.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 16 de agosto de 2022

Un rencor a pecho abierto y fustigado

 

Un rencor a pecho abierto y fustigado
remolca la piedad desenfadada
que se traga a sí misma
en el desparpajo de la vida.
La sombra es la única perseverancia donde
el vacío se arrebuja como un intenso parasol.
Me destilo a impulsos me rastreo a empujones
en acuario satisfecho como brinco de cometa,
sin constreñir la injusticia que lo engendra.
Lioso estorbo del desengaño
moviendo marionetas deformes,
mientras los cuerdas se fusionan y engañan
protegiendo su profundidad como ese ruido
de la intuición.
¿Dónde se disipa el rencor?
¿En secreto talismán adormecido?
¿En senderos de pompas para gemir libremente?
Las palabras tiemblan de miedo
entre la justificación desdentada del pasado,
y las gargantas torturadas pretenden
destruir lo escabullido de la sinrazón.
Cuando se equivoca el torbellino mudo,
entre los compresivos desechos,
siempre taconea un alacrán.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 11 de agosto de 2022

Algunas veces la rigidez de la exclamación se avienta

 

Algunas veces la rigidez de la exclamación se avienta
en forma de boliche estallando ¡Boom!
al pasado y al presente de modo brusco; como
francos pesares que envuelven de dogmas
la paz nereida de los mares en la finitud
de sus ojos cíclopes.
Repetición de espectros en la disonante
pretensión busca una llaga gentil que cambie
el rumbo de las cosas; de manera ajena
la seducción es una teoría que marca lo incompleto
de la vida con palabras enfriadas por la historia.
Otros destinos se enrollan al cuello de los cuervos
como un fuego liberado que asoma su cordura por
el tercer ojo de Poseidón.
Juegos juglares del cansancio inmortalizan alas rotas
¡Ah sueños que besan el calentamiento de la tierra!
Lingüística de linternas fieras enchufan
contradicciones resistiendo las embestidas del clima
en salivas de colmenas emotivamente para cohibir
melenudo encuentro ¿Para aterrorizar cambios
sorpresivos? Tabacos de la impaciencia caerán
como palomas amenazantes ¡Caramba que dicha!
O caerán, caerán como la guitarra moquillosa del
despecho 
¡Yuuujuu!

Ivette Mendoza Fajardo



martes, 9 de agosto de 2022

Un olor desconsolado alancea los yelmos entre piedras

 

Un olor desconsolado alancea los yelmos entre piedras
gladiadoras ilusionistas como esa mezcla de futuro y de agonía que
penetra en el limbo y solo el latido sigue caminando,
disimuladamente cansado y amonestado.
Por la guillotina sin hogaza del mediodía de sus marionetas
brunas, que al cielo gesticulan, va floreciendo la creación del
mundo refractado en ilusión saludando la señal muerta.
¿A qué sabe un sonido desenroscado de la luz?
Oigo agigantar sus brazos en las descalcificadas penumbras
como una carne blanda que gobierna tras el fondo de la
vida y que conoció de ante mano los juegos del misterio.
¡Ah parábola de rutina cibernética cuánto has hecho por mí!
El tiempo da un golpe mortal a su olvidada juventud sobre
la sílice navajada en audacia de sexo hipotenusamente ermitaño.
¡Qué raro, dije yo! El fuego del bienestar es un animal que en
sus noches vacías recolecta lunas paradisíacas de amor perfecto,
en su última verdad altisonante y en llamaradas afligidas.
Allí la gloria del delirio es el figurado placer del adiós que se
empeña a saborear la sagrada savia roja de toda memoria que
anuncia el presagio de los labios contra el juramento de la noche,
mientras la vagabunda lágrima agoniza poco a poco para
embellecer un ansia coloquial desde la esbelta virginidad sideral,
cual bisiesto rincón de garras mariposeadas 
de atléticas angustias.

Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 7 de agosto de 2022

Las ideas de un gorrión

 

Las ideas de un gorrión vedan el fastidio de la misericordia
-locución de los ermitaños
se flagela al nido del silencio
hasta estrujar en sílabas sus harapos.
Esencias de apaciguada luz ultrajan la existencia absoluta
cuando entre elipsis de lípidos malhumorados resbalan
en ginecologías de tristeza
aunque tiemble sobre la sed del tiempo bilabial,
la nitidez de la blancura.
Ahorca el antojo de la calma por la viruela de la sombra
cuando llega ráfaga a retorcer el fortín de los despojos.
Laceran los besos comprimidos
y una quietud insinuante
difunde aroma en banalidad de terciopelo.
Ambiciona sonido sin tregua
donde un paso breve eructa remembranzas
en migajas de lunas y dulzura de acordeones.
Un ansia de volar gruñe al barranco
y en el viento el eco se impulsa cobardemente
hacia la vastedad del infinito
y todo lo recompensa en sus cavilaciones.
La espalda del alma olvida cosas hacia lo transitorio,
al barullo de melancolías que desdoran a los siglos.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 5 de agosto de 2022

Tangenciales filamentos

 

Tangenciales filamentos
latiguean la inmundicia.
El pie mulle negaciones
entre lo negruzco dérmico de las mareas
y los uterinos escapularios.
La escenografía asoma en hipótesis
y enlosa el lucimiento del minutero.
La noventava blanca del sainete
parangona entre el mundanal
al infarto puro inexpresivo
de la perseverancia…
La calcificación estalactita
encorva la aldaba
junto al talón anegado
de ruegos, codicias y esperanzas.
La escalinata palpita:
electricidad porfiada
hidropatía y mortificación
que hace motivar el pestañeo.
El recoser tendinoso de molaridad,
desbroza tu puerilidad,
mis deseos,
mi esternón y mis uñas
lloran la titilante campanilla.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 3 de agosto de 2022

Es un globo descarriado

 

¿Es un globo descarriado
disgregando entre cuadraturas de estómagos
o de castañeada decepción?
¿Es un decreto elíptico peregrinando
pápulas sonoras satirizadas por la luz?
¿Es una tragedia humillada
oxigenando su nebuloso sonido
entre hostilidades de turbiedad insondable?
¿Es un empachado consentimiento impulsándose
por las asechanzas de una carabina caradura?
¿Es una campanilla lisiada que parece cojear
entre callos taciturnos o concurrencias calmosas?
¿Es una falangeta azotada a iconografía en adoración
por un isótopo de exánimes reflexiones?
¿Es una letra sin cascarón ni sabor caritativo
para deleite de la soberanía de furia
y narración de todo encanto?
¿Es un empellón sin aleteo
sin contraseña sin habla sin aire
esfumándose hacia la última esfera
que guillotina el infinito?
¿Qué podría ser aquel astro condenado
a una soledad suicida?
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 29 de julio de 2022

El reflejo negado y el ruido intermitente de valentía

 

El reflejo negado y el ruido intermitente de valentía
pasean la verdad mentirosa,
el hedor machaca la lámpara convulsa,
pálidas risas derruidas, ruinas arruinadas de
un cielo en ruinas y constantemente arruinando,
la señal del cero confuso que es la ciega interrupción
en los caracteres mutables de su esencia,
calmando mi amargo desafío.
¿Y el catafalco del siglo pisa la ceniza del
adulterio en el ahora desmembrado?  
Aquí todo fenece, todo, todo
el dolor, el infortunio, la tristeza,
hasta el tiempo bruscamente fenece en la
enardecida espera.
Fragmenta el silencio una estrofa
que ensalza la vida y el hilo olvida
la perversidad que engrandece los sentidos,
patina sobre la faz doliente de la necedad, se
enfurece desde la eternidad contra las piedras.
Tu mueca benevolente se gesta en la voracidad
del abismo tuerto y nada alcanza entre mis manos,
entre mis manos se consume el afán donde a
menudo se guarda tu sonrisa sobre la igualdad del instinto.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 28 de julio de 2022

Esta codicia de generosidades inmortales

 

Esta codicia de generosidades inmortales
paladea escalofríos sobre nuestros pesares.
Rehace despiadada
su repelente ira
sobre la costilla tutelar de la esperanza.
Hormiguea atrincherada
la inefabilidad pálida de un semblante apenado
quebranta
hiere
codifica
las posturas primordiales del agrado.
Esta codicia de despojos y oscuridades
regenera nuestras supersticiosas horas,
agoniza nuestros andares
como una voluble y beneficiada vorágine.
Rechiflo al orbe
oreo sus vanidosos senderos de olvido
degluto sus agresivas mieles
voseo sus feroces vanaglorias
y sin embargo
allí hay un hombre que me nombra sin nombre.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 24 de julio de 2022

Nace corazón en un reflejo de flagelo

 Nace corazón en un reflejo de flagelo,
en un reflejo de flagelo, aprendió la simplicidad
y en un instante, se apoderó del mundo
prematuramente, prematuramente
en las profundidades abismales cobijó
el frío de mis piernas como sombras que
viajan por el silencio tragando los sonidos.
Barniz, cerrojo, herrumbre, sonrisa y metal:
el cálido sabor de un vértigo que embriaga
los ocasos de mi ensoñación.
Los ciclones que se alejan como látigos rabiosos golpean
los sobresaltos del hedor, bostezan espesos,
jadean, escoltan en su plenitud de goce y sufrimiento,
a parir una esperanza apesadumbrada con las dudas.
Cruda e impaciente, la noche es filamento de un
dolor que no termina, talvez gatea camina corre
nutriéndome de la sonrisa adusta y foránea,
fecundando el pecho pálido de la luz que
duerme en el centro de una decepción.
Fatigosamente el sueño que envuelve mis instintos
nada lo diverge de la fórmula numérica prodigiosa
para luego evolucionar en su forma más volátil,
nada le impide ver el brumoso paisaje del tiempo impenitente,
ni nadie sabe por qué razón el mundo retorna a tu dulce palpitar.
Ivette Mendoza Fajardo




viernes, 22 de julio de 2022

Las uñas se rebelaban a matar el tiempo

 

Las uñas se rebelaban a matar el tiempo
después sus ideas anduvieron sobre ruedas,
en un viajar intenso de kilómetros,
de millas, de distancias raras, de eternidades.
Dibujaban la verdad en las plantas de sus pies.
Palpaban el mundo como palpar el agua de
temblorosa espuma indomable.
En el horizonte del viento, en el fondo de ti,
la noche nos recoge, nos contiene el silencio
y el silencio es una uña con sus ojos blancos.
Las uñas anunciaban en parlantes su tristeza
altisonante, quizás la llaga de sus alegrías.
Las uñas, las uñas, las uñas buscaban su beldad
perdida. Eran parte de una historia que en un
lejano valle se habían despojado de su inocencia.
No es seguro cuál sea su destino ahora, pero talvez
el infinito guarda todas las posibilidades,
todas las promesas, hasta el altar del sacrificio,
donde se recortan la furia de sus caderas desoladas,
para no sentir ni frío ni calor ¡Oh estas uñas melancólicas!
¿Puede una mirada hacerlas avanzar con hilos del amanecer?
Cada noche, crecen, viven, mueren y vuelven a revivir
bajo un leve soplo para arañar el fuego de mi sangre.
Ivette Mendoza Fajardo



La arruga incomprendida del mundo

 

Seguramente
—cuando la arruga incomprendida del mundo
es un cadáver viviente, vigoroso estrujado
que no amenaza con desmantelar
la más íntima quimera de la marea, la quimera de la espuma,
cuando sólo queda el apalabrar
que tampoco fragmenta el tiempo del gemido consolador
de un corazón aguerrido de resonancia sorda, 
donde la añoranza atávica
es signo irremediable
de lo eterno del instante, que sabe de qué trata,
único como los inquietos pasos tuyos
que esperan su naturaleza sin limitaciones—
estarán zigzagueando el relieve
madrugado de una soledad sin fin, de una soledad sin fin
en que se deslumbra ver colisionar meteoros
más de mil veces, ¿lo dirán así?
en la otra cara de un universo inexplorado y
que ni aun tu alma nunca imaginó ver:
Allí donde un pecho descubierto de luna en floración
sintió aquella interminable noche de génesis
en que una delgada línea entre luz y oscuridad
separó, concientizó vida astral y muerte terrenal…talvez…
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 21 de julio de 2022

Milenio de melodía

 

Milenio de melodía
sin melodía
ni deseado
con frenesí de fuego
sin calma de sol
más que la voluntad intelectualizada
del crujir de la utopía sudorosa de la muerte.
Tan lejos de la rimbombante eternidad
y tan cerca de un relieve de gacela equívoca
sin soluciones
más que los cielos incoloros
en el hambre de los caminos fracasados
en el génesis de los tiempos sedientos de absoluto
paulatinamente yergan
domingos recién nacidos
con el olor perentorio de un libro en blanco.
Mañana inquieta
muda
sombra del albur de la maniobra humana.
Subconsciente colegial de agujeros muertos
cuerpo de diamantes narcóticos
sobre el blanco, sobre el negro, sobre lo neutro.
Después de todo
espejos de las ruinas en orgasmos mudos y sigilosos
aurora en la confusión de animoso rostro
tallo fermentado de encono.
Ivette Mendoza Fajardo



En el semblante que enciende

 

En el semblante que enciende
contra la soledad otro impulso de la nada.
No hay círculos que caminan en sus tramas,
no hay dinastía que despida la iniquidad amaestrada.
La hondura de la mentira piadosa en las encrucijadas de julio.
El pormenor del miedo en el reflejo muerto de la hermosura.
Aquí yo simplemente sin pestañas ni cejas radiante, radiante, radiante.
No importa, de la realidad inmediata jamás vista,
también allí, un año luz, se encharca entre su legalidad envejecida
y su mente de Monet ¡Hasta llegar a la morada eterna!
¿Qué delicia amarga encarnada de fe emergerá lenta en el desmayo del deseo?
Anudo el hastío de tus palabras junto a la elegía pura sin aliento
y se adormece en el mar profético innecesario.
La intelectualidad me hiere con marcada preocupación alguna que otra vez.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 20 de julio de 2022

La luna llorada de barniz perfilado aromatiza leve

 

La luna llorada de barniz perfilado aromatiza leve
el yermo trovador de las ventanas sin orgullo menguante.
Como minúsculo y turbio sol, un ademán trepa
en sus rodillas que gruñen su retraimiento de fantasía alada.
Mientras los ajetreos picoteados en cuarto creciente
chillan como un fiera a la hora de dar a luz,
su sangre es la timidez del tiempo ya sin dolores.
Cada ay golpea y no conmueve a la indolente piedra.
¡Oh luna ya tus gestos van en completo desafío!
Ella gime y llora, una y otra vez lastimosamente
allí rechina el hastío de su verdad sin elocuencia,
y allí, allí como mujer que es de piel de mullida plata,
sufre un embate su desolación de astro roto y despistado.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 19 de julio de 2022

Pócima derrotada vertida sobre el birrete de la desidia

 

Pócima derrotada vertida sobre el birrete de la desidia,
escarcha sangrada de valles hirsutos.
Me adverbializo en los infinitos trechos de la memoria
y busco la estampilla burbujeante del tiempo escogido por
las manos laureles del otoño y es
mi signo zodiacal libra que se descuelga quejumbroso.
Procuro ilusionar esta robusta tonada de niebla y mentol
en tus más exuberantes ríos.
Sed de luna suplicante procrea,
luz de lengua deshidratada de esencia elemental,
pelusa verbalizada contra el alma de las vísceras,
poliéster, firme razón del presente entre bosques desconsolados,
voluntad convertida en algas inquietantes,
cauteloso querubín envejece en lo irreversible de la vida,
rosa furtiva dentro de los ecos del cincel meciéndose,
cima del anhelo aferrándose a mi cuerpo,
cripta de mis noches conquista las madrugadas.
Ivette Mendoza Fajardo



Sentí tu alma abrirse en los ventanales de la aurora

 

Sentí tu alma abrirse en los ventanales de la aurora y
el crepúsculo dormía apaciblemente tus caricias.
Llevaba brisa, murmullos, y un no sé qué, que yo anhelaba,
mientras tu aroma mariposeaba en mi balcón, se
embelesó mi ser en tu recuerdo.
Mas mi mente se recreaba en tu semblante,
cuando sentí tu beso, que retozaba ahora en ese espacio
vislumbrado de palabras bondadosas y enigmáticas.
Entonces desperté ¿qué es? le pregunté con los ojos,
aquí el derroche estaba abordando un nacer que iba muriendo,
un astro mancillado, talvez pero como de dos en dos, de cuatro en cuatro,
de seis en seis, aún sentía la afección creciente de tus manos, y
la cordialidad de tus pálpitos...
Pero, no estabas... solo quedaba el eco de la pluma
esculpiendo el cuarzo despierto de tus venas,
cabalgando con su sombra de colmenas.
¡Oh, quimera... su estilo y apariencia continúa...!
Plegaria de diamantes sobre nuestros besos
para adormecernos en los colores danzantes de las mariposas,
¿Qué se despilfarra tras la penuria?
Vuelvo a mis atardeceres que giran en mí
como una rosa fulgurada de amor viajando por el infinito.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 18 de julio de 2022

Solo, llegó palpitando por la briza

 

Solo, llegó palpitando por la briza
como un puñal de ruego suplicante,
el alba, me aprieta, y la recibo
junto a la soledad crepuscular del instante.
Mi espíritu no es jubiloso ni se esparce
por los vientos indómitos. La rosa se le despabila
en campos inciertos. Nadie combate
con un vértigo fatuo, el cierzo
de la solemnidad que el vacío no me despoja,
nos toma de la mano por el universo
y nos vuelve toda y una sola alma pura.
Ivette Mendoza Fajardo



Todavía en tu nostálgica ausencia

 

Todavía en tu nostálgica ausencia
permaneces en el alma
y en la mágica palabra
y en la memoria huraña
y en el espíritu esperanzado
y en la hambrienta sonrisa
vaporosa que casi no se palpa
y en las vibraciones del amanecer
y en el sueño del paladar
y en el beso constelado
que se corona anhelante
y en el alba gozosa
y en el encanto de almíbar
y en el suspiro astral
de aquel mar sosegado
que gira en tu entorno
y en la púrpura pasión
y en el fuego, aire, agua, tierra
con sus cuatro visionarias estaciones
primavera, verano, invierno y otoño
que vigilan tu espíritu libre
y en el Astro Rey que fulgura ternura
y en la heroicidad del viento
y en mí...
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 17 de julio de 2022

Aquí la flor

 

Aquí la flor,
aquí la flor, la médula contorsionante.
Después la escápula y la circunferencia
lo único que se desglosa.
No es el elemento que rota y vuelve a rotar
hasta morir.
No es como si fuera una sierpe
que danza
talvez más allá del infinito,
sin resbalarse,
sin caer
como si soñará hasta la muerte,
como el colibrí,
como la estrella que apenas asoma
sólo el pensamiento.
Aquí sólo es el tango que se desflora en el cristal.
Talvez la anexión del amor.
Talvez sólo la plegaria al clamor.
Sin vida y sin retorno.
Nada más el pensamiento de la flor
que se desmesura,
la flor que es un redondel,
la flor que es única en su último suspiro.
Después sólo el pensamiento vegetal que
es explosión y brevedad y fulguración.
Ivette Mendoza Fajardo



Aquí vinieron cantando

 

Aquí vinieron cantando los talvez murciélagos.
Talvez murciélagos sin propósito y quizá condenados.
Desmaquillan evocaciones tibias y alborotadas.
No sé los talvez murciélagos no se atreven
a salir jamás de mi vida, ¿no sé qué buscan?,
talvez abrir las verdes puertas del destino,
al mimo infelicísimo de las frondosidades.
Ellos ya no captan el paseo familiar del viento
pero en cambio destraban los nudos de la vida
en el centro huesudo de la molécula.
En realidad los únicos en esta fraternidad
son los talvez murciélagos, los ideales,
los ideales, los ideales contempladores de las almas,
las almas son continentes colosales de reveses
acariciadas, untadas de esperma, talvez.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 16 de julio de 2022

Ay horrible soledad de vasta oscuridad

 

¡Ay horrible soledad de vasta oscuridad!
La vida la abandona en las estaciones de Babel.
La briza corporeizada grotescamente desagarra
su tristeza celestial como un papel mimetizado.
Ah cataclismos geriáticos han llegado de nuevo
a la corola de la locura y alguien los han derramado,
se quedaron en el destierro de las cosas.
Y lloraron y cantaron y doblegaron y perdonaron.
Tan fugaz, y anhelaron malicias sus sudores masculinos,
sus sudores masculinos construyeron sus prisiones,
sus prisiones fingieron sus mañanas para conocer
sus corazones de sarcasmo hasta obtener un júbilo
en desvelo, talvez.
¿Sus humores, la desnuda languidez de albores?
Y dijeron –la campana campanea festivamente en
el campanario 
alguna que otra vez ding dong ding dong-

El frailecillo esperaba la limosna por toda la eternidad,
la eternidad era su soledad con espíritu anfibio.
Su soledad lo acompañó. Su soledad lo traicionó.
A su sepultura lo llevó un gélido fuego.
¡Ay horrible soledad de maniática oscuridad!
Pudo sentir el bullicio negro de su alma.
Pudo sentir la lejanía melancólica de las estrellas.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 15 de julio de 2022

La luna de flores cenicientas

 

La luna de flores cenicientas se trasladó a estas amplitudes
salivando los torbellinos del quíntuple de Julio. Un pocito de estrellas
por la secuencia temperamental de las horas halagando sueños frugívoros.
Calimocho de melancolías, una noche te encartonan la vendimia muda
hasta el homocentro de mis días
y las mañanas de mancuernillas escrupulosas me encumbraron en la penicilina
inadmisible de tus besos satinados de amor salvaje.
Ah, mi Luna de flores cenicientas
que me hizo doblegar hacia la endometriosis de tus caricias
y en la escápula de mi corazón
sílabas y sílabas garabatearon poco a poco
paisajes cleptómanos de despechada ilusión.
¿El pizarrón arriñonado donde escribe mi alma?
Ay silencio entumecido que vienes a revelar los clarividentes secretos
que guardaste en la arteria del clamor universal, en la arteria del clamor
universal que quiebra en bocanadas las puertas cenobíticas del cielo,
las puertas cenobíticas del cielo que nos da el dulce y enternecido
chubasco en la tierra bajo la germinación del sol que nos llama al epílogo,
como un bullicio estelar del ayer, del ahora y del mañana.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 13 de julio de 2022

De arbusto es el calor irrefragable

 

De arbusto es el calor irrefragable
que siembra la esperanza, en la falange verde del dolor,
quebrantado en mí regazo.
Somos minúsculas derrotas que demacran
con el rígido del tiempo;
tan incomprendidas, que sentí
todo el miedo del mundo cuando nos procurábamos briza.
No es esa lujuria ruidosa que desplaza las estrellas
en el almanaque del invierno blasfemo
ni el contento belicoso de la aurora
germinando desde el entusiasmo de las aves.
Un auto nos encarniza el neumático de sus días,
otro, invisible, reflexiona y sonríe, anhela y sueña
con su luz ¡Oh muy tarde para magnánimas interrogaciones!
Cuando las sombras duermen, no hablan;
cuando las sombras despiertan, sonríen y caminan, gozosamente
por las inflexiones ecológicas de la soledad,
allí, la inauguración del universo esperaba un ejército de rostros.
Como en lugares indecibles se declama llevando virutas de azahar,
en la moralidad perenne de los mares, y
a mi impaciencia regresa agotado tu alicaído espíritu.
¿Se llamará dolor palpable de existencia rúbrica ocurrente?
La mañana, espantosamente caliente y sinsabor,
aparece como ese transido embotamiento, talvez
de estremecimientos de sudores o de torpes sospechas sin miedo.
Ivette Mendoza Fajardo



La incertidumbre de la tarde jocosa

 

La incertidumbre de la tarde jocosa
una y otra vez
ha sido despeinada por sus deberes menstruales.
La coherencia de un silvestre corazón de manos blancas
y tristeza musical cae sobre las hormigas en ascuas de amapolas
y la arrogante puerta ilesa
derrama sus penurias, que en su estancia,
abogan sobre los labios del invierno zodiacal.
La inseguridad de tu ojo deshace las alturas
donde las gaviotas maquillan sus pieles de azafrán,
la atmósfera abanica en el filo de sus voces, y
las mariposas avivan los encuentros fecundando
colores en los nidos. ¿Qué admiran en el calor del vientre?
Hay amores en el himnario efervescente de los soles
celebrando el prodigio de la duda donde la noche es
una pestaña relampagueante halada por caballos
intrépidos diluidos en tu razón.
Una pluma áurea es tan candorosa, tan astuta como ese
silencio escamado de sabores melancólicos, que
piensa y deduce, devuelve y perdona.
Como desolada al momento de nacer, al momento de nacer
descubre su alma en sílabas, en sílabas reconoce
la ira de su delirio sideral bajo el oráculo del
horizonte lírico y bufo, agónico y circuncidado.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 9 de julio de 2022

Alma de pasión

 

Alma de pasión, etérea, emocionante, sonriente, grata
que arrulla como madre, como ángel, como viento.
La pasión despierta, rememorada, excitante
que vigila, que cela, que se nubla
que calla, agobia y rechaza.
La pasión decepcionante y sinrazón
que se siente con furia.
La pasión trivial, que se ausenta
sin aviso, como mata, solapada, hecha trizas, ruinosa;
en cuerpo, en vendaval de sufrimiento,
de eternidades, de estrella triste, de luna enajenada.
De amor, que dispensa, acaricia y apasiona
como luz inextinguible de una lámpara seráfica del cielo.
Ivette Mendoza Fajardo




Bajo la jactanciosa sombra

 

Bajo la jactanciosa sombra, la mariposa temerosa baila,
consagra su paladar, el recelo arrebatado, al tétano del deseo,
subasta sus reveses el subconsciente de la lluvia,
como la guitarra atemorizada del norteado frailecillo.
Matricida de las borrascas bajo tus sangrantes quejidos,
se proclaman próceres los bigotes antojados del mugido mujeriego,
como una oruga de esfinge fanatizada, tullida en tu resuello,
como la clonación triste de su cosquillar,
que ha perdido su alma en altamar.
Mariposas encalabrinadas de un imperio de sal enmudecido,
juegan exasperadas por los parques,
repitiendo plegarias en mi nombre,
aventurando apenas la vida
como una inervación que aún no ha sido avizorada.
Linterna lobulada en el sordo y solitario cuchichear,
minifundista silencio en el mullido multipolar
de una orejuda melodía conquistada por un dios ebrio.
Temperamental trompeta predadora,
desde las sugestiones del verano se escucha el consejo,
el amor es libre tangencialmente, tangencialmente libre
en las cárceles de sus reflejos verbalizados.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 8 de julio de 2022

Tu espalda, apocalipsis frenética

 

Tu espalda, apocalipsis frenética donde oscurece su festín de guerra,
una sombra desequilibrada de polen y corola juvenil con mirada
de floresta y presagios hermanos desapacibles.
Tus ojos, una gula con conciencia teñida de muerte solapada,
un grito absorbiendo mis pasos penosos de niebla prodigio y belicosa,
pretensiosa lluvia de algodón que se inmola de nacimiento,
la vida le da nombre a las cinco en punto de la tarde.
La lucha soberbia de tu alma socaba el círculo sapiente del calor
con historia de azafranes tímidos, sobre el viento apasionado del mediodía.
Tu aroma, aves en comunión, en el vanidoso y desconcertado
declive de la amnistía rumiando rencores infecundos donde se asoma la eternidad para cumplir promesas desgalilladas de pudor.
Huraños gritos de otoños suplicantes ante maligna virginidad
plantada sobre mí como un pelotón de cascabeles visionarios.
Pesadillas de chicharras sutiles que buscan su contraparte,
en las mañanas añiles desafortunadas hacia a caminos pendencieros,
que caen en la última ebriedad del tiempo narcisista,
como un sordo hundimiento, desflecado por las endechas del sufrimiento,
como carteristas del invierno entre requiebros maritales y la paz del signo acusador,
rezando sobre la bengala amputada del último suspiro de órbitas azules
y cultivando el etéreo néctar del esperanzado vértigo de las cinco de la tarde.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 6 de julio de 2022

Esqueletos de romances caducos

 

Esqueletos de romances caducos,
por placidez o desagravio,
ironizan cuando un nuevo romance
sombrea el rostro de la palabra indolente.
Qué obstinación maligna en la circunstancia delgada
de pálpitos ensimismados, como una resentida pretensión que
traspasa aguas villanas cuando el sentido venenoso de su ira
deja enajenar,
cada día de manera menos diáfana, sobre
la pura y piadosa comunión del tiempo perentorio
del éxtasis reverenciado de ansiedad. No es posible laurear
esa fragancia infeliz que se dobla por sí sola
blindada luego por aprensión,
cobardía sin rienda, sueños galanes y pulcros,
y recuerdos con lágrimas de acechos, mientras
el destino acaba por asumir
el mismo desliz andariego que engendró
sin hendidura por el cual coronó como
un disfuncional latigazo de desaire o furia
¿A qué lo ha llevado al viaje intrigante y sinfín?
Zozobra larvada de un desliz que nos antagoniza
con todos sus jirones desanudando arborescencias
de su trémulo y tentado gozo.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 4 de julio de 2022

La sabiduría de mis manos al cavilar

 

La sabiduría de mis manos al cavilar
el revés juguetón de la orquídea,
la fraternidad de la pesadumbre
regentando rencorosa a la veracidad
de un millón de caricias heterosexuales,
el monigote insidioso de la muralla,
el roñoso hexágono interceptando
oscuros deseos causando risa sobre la mar.
Microondas bramando imitativamente
y su impasibilidad no es nada nuevo tampoco,
tus muelas caprichosas las arrullan mejor.
No hay vacuo módulo aventurero
ni el denuedo jocoso es omnipotente todavía
para moverse entre pectorales adjetivos.
A veces, la ritualidad usa el minutar para
ir pegando nomenclatura dérmica.
Y afuera, el motorreactor con ojos de acuarelas
tristes, me espera con su sombra sobre mis penas.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 1 de julio de 2022

Oh, noches del ventanal

 

Oh, noches del ventanal. Junio de libertad semidormida.
Cantaleta de chicharras e inspiraciones el alma,
aventurada y martillando a la cinemática del ecologismo,
llameaba con las voces indóciles de céfiro.
El pataleo de plata bufa y aroma de horizonte desvanecido,
la barullera sensación de estar radiodirigido
al antropófago deleite y al matematismo de gripe nueva.
Oh, noches del ventanal, fecunda en cartílagos
índigos, mutiladas de sal, pimpantes de virtudes.
Qué frívolo este sentir si temerosa el alba en dramas
de inercia glandular, de lucidez y blandura, de espíritu y trigo,
se pastorea en la adversidad del recuerdo saleroso y añil.
Qué frívolo el politiquear hacia el costillar de la vida,
hacia la mecánica fragmentada de su memoria faraónica.
Ivette Mendoza Fajardo



Caderas que, grises, saborean las martilladas sensaciones del albur

 

Caderas que, grises, saborean las martilladas sensaciones del albur,
el libido gracioso de los besos: oscuridad blanca
sentenciada a una sinopsis de olvido,
a un letargo barboteado por minorías de silbidos angustiados.
Libre lastre cuya mente es la estancia caracoleada del arrebato:
¿cómo puedes avanzar sosegado ante el humo
atribulado de la muerte en su horizonte esperpéntico?
Poseidón de los mares
nos increpa ante toda evidencia.
Su pecho de abismo incólume eres,
aun bajo el estruendo de la vida
que rompe sin catalogar mancebo de contradicciones.
Pero soy yo quien aleja la vanidad de la palabra con la ausencia
no medida y mis huesos no esconden el dolor en abnegada diligencia,
silenciada por acéfala razón en cualquier época,
sino en el gesto fingido del cielo —luz de puntillas pardas ruborizadas,
pureza amarga que los astros desprenden.
Observo sus cordiales tesituras, y me asombro
de cómo pudiste guardarlas
cuando brotó su verso lírico distraído en tu alma.
Ivette Mendoza Fajardo