Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas
domingo, 30 de octubre de 2022
La moneda imperiosa disfruta su epidermis de oro
La moneda imperiosa disfruta su epidermis de oro,
sábado, 29 de octubre de 2022
El bostezo aprovecha la suavidad del odio
El bostezo aprovecha la
suavidad del odio
y la dureza del amor para
asustar al claroscuro
en el desgaste derrochador
del olvido y un
placer confuso pierde vuelo
en la bestialidad
desnalgada del infinito.
¿Por dónde duerme su asombro
hecho arcilla?
Ni los paralelos espinosos
echan raíces
por el agua blanda del
contratiempo profazador.
Ni las nubes ondulantes de
los celestes gritos
llegan a recobrar amores
ciegos en pleamar.
¡Oh acalorada quietud! Un
continente de susurros
dentro de piedras oráticas
fecundan mi apocalíptico
dolor, tan traicionero como
seducido por lobos
alagartados en pantanos
lamentosos.
Noción imaginaria de luna
alucinante se compromete
a rezarme la vigorosidad de
sus últimos días, contrafuerte
de una tentación que fue
buscada en la plenitud
de su democracia virginal. ¿Y
qué pasó después?
¿Era la nada en sus
descalabros?
Pertrechos que se alisaron,
cual corceles vanidosos en celo
permanente y se ilusionaron
en ser una lluvia eléctrica de neón
en los tentáculos de la
muerte para rechinar sus dientes
de alquitrán, para jactarse
de su luz hecha penumbra bajo los
colochos brunos del tiempo.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 27 de octubre de 2022
La canción tiene universos paralelos
La canción tiene universos
paralelos...
ejes y vectores en la distancia ciclotímica,
hoy más que antes
-mil ojos grandes regicidas
como huecos sin sombras afligidas-
¿Y el minucioso prisma que ecolalia
no olvida?
La canción vive su vida con
ideas delirantes y no se escabulle,
con el filo de la tarde
musitando perplejidades,
hiere los cometas con
sutilidad devoradora y charlatana
y entre agonías y sudores duerme con sus esqueletos de almas duras.
Entonces, se esconde detrás
de los telones de la aurora mística,
deja una que otra astilla en
mi entraña freudiana.
¡Me arrulla el aire de recuerdos
parabrisas y comatosos!
Aleteando cava juicios
acariciando los sepulcros,
sepulcros que se refugian
entre formas tontas y vibrantes,
intrusos quizás en cualquier lugar, mientras en el laberinto
celestial brota la canción con
la suelta melena fuliginosa de la psicología.
¡Ah las últimas canciones densas
de pensamientos audio- mudos!
Y me entretienen y me hacen disfrutar el mundo que gira al revés.
¡Oh la canción muerta y
regicida del firmamento musical!,
Cual lunas que huelen a
jocosa amargura,
buscando cuerpos en letras ya
roídas por soledad universal.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 26 de octubre de 2022
Brilla la oscuridad con sus ojos parpadeantes
Brilla la oscuridad con sus
ojos parpadeantes,
se aclimata en el dorso de mi
alma
y ese brillo trae restos del
Big Bang,
restos de sollozos
melodiosos
de estrellas que no han
nacido
o que se desvanecieron,
entre agujeros negros
y la oscuridad es un ojo mío
pegado a tu
niño interno
y en nuestro entorno
un gira-sol ataviado de oscuras
esperanzas.
Plenilunio en
oscuridad extasiada,
sensibilidad
gravitacional y marea trascendental ,
labios giratorios en regodeos
alameda de corazones
rencarnando, fruteciendo
el océano que nos hace un
fotón de luz
hasta perderse.
Ivette Mendoza Fajardo
El chischil entró por la puerta de los sueños
El chischil entró por la
puerta de los sueños gentilicios
a un ordenador varado sobre la
rutina reconfortante del mundo,
para posar en números
binarios en las arterias de la inocencia,
donde los emoticones navegan
lentamente como tortugas necias.
Un pixel es un adiós
invertido, una trompeta
espantando el andamiaje de la
soledad en blanco y negro.
Un escuadrón marcial de hormigas
que ataca el RAM y lo
convierte
en nostalgia electrónica y
pereza reprogramable.
La comitiva de la añoranza
apresa contrariedades
de nivel neural en regodeos,
machaca unicornios a
mansalva, pregona un deseo
cuando duerme el zócalo de la
hierba estructurada
en el fusible constelado de entusiasmo fotográfico.
Al reverso
la inquina del monitor desorientado es un
kilo de luz recién laminada.
La brizna del pellizco, una
mano otoñando en las ventanas
rupestres de la vida
que me deja su resuello en el
alma y el amor virtual
en una galaxia mimosa, indoblegable y
futurista.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 25 de octubre de 2022
Bajo la misma escafandra
Bajo la misma escafandra que
el tiempo ha oxidado
se desordena la memoria
matutina del chiflido astral.
En el novísimo verdor
entristecido
la pregunta malsufrida se retuerce, se
cierra en el frío
en cometas sañosos que el
hierro injuria.
La onda acústica me juzga me
condena
como un metal rayado por un
relámpago exorcizado.
La noche taimada torna su
oscuridad en transparencia.
Las ideas se golpean contra
el viento mojigato.
Nada se rellena ni se evacúa
en el rosal de la sepultura
mugidora.
Ni el árbol problemático en
su exilio renunciará
a su conocimiento.
Ni el séquito del misterio
regresará tímido y elocuente.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 24 de octubre de 2022
Flor ansiosa
-¿Quién recordó la
benevolencia perenne de la flor?
¿Quién volatizó el pequeño
obelisco de la hormiga,
de la abigotada piedra donde
se acopla la ansiedad?
Cuando la falange murmulla ya
deja de respirar silbidos;
la cautividad es la linterna
voluntariosa que ampara
su flor de vagarosidad
filtrada;
la flor que no rompe ella
misma el umbral
irrazonable de su gentilicio,
de su propia xerocopia
aniquilada como un dragón de
delirios hasta el fruto inmortal.
¡Su reconstrucción se atiborra!
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 22 de octubre de 2022
Oscuros tonos abatidos de las tempestades
Oscuros tonos abatidos de las
tempestades,
antojos, arcoíris, mármoles,
entre ilusiones
melifluas que nadie ha
tocado, allí, en el piélago,
donde un adagio hilarante,
contra la perorata del sol,
hunde la mañana al fondo del
infinito y el reconcomio
le absorbe con su boca
perplejidad sombría.
¿Qué hipérbaton vitupera su
apoteosis si cabalga
en lo más estrepitosamente
blancuzco del silencio
maniobrado por el translúcido
y dulce?
Pero en la hipérbole que
contagió la chafarrinada torpe
esa diadema carnal del
reconciliable vértigo
parece un peñasco altivo; y
está persiguiendo
y callando impunemente al
indefenso estancado.
Alguien esculcó en reverso la
noche y las estrellas
respiran abandono por segunda
vez como una sideral
herida. De su labios brotan
las silentes madrugadas
y fanatizan de vez en cuando
hilos de calma de luna prolija
sin dejarse amordazar, mientras
un relámpago
pertinaz se percude…por claro y oscuro.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 21 de octubre de 2022
Preposición rocambolesca del oropel silencioso
Preposición rocambolesca del
oropel silencioso,
diversión y consuelo que
impugna al encontrarse,
azora en nervura a los ojos,
los aturrulla y reubica.
Charles B. bebió en
esta feble remembranza
un sonido emocional de
quimera en estrépito marciano.
Hacia el esbatimento del
pañuelo el camino se enajena
y nadie sabe si constriñe o
si un día desacerbe
a mantener su luz la
ecuanimidad del tiempo.
Mientras suben los coloquios
el alma de aquel camino,
las más estrafalarias maneras
conjeturan luego a obstinarse,
a dejar ánimos destrabados
bajo un mundo despiadado.
El fanático acaso siempre es
la herramienta que azuza
lo irrisorio de los cielos.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 20 de octubre de 2022
¿Dentro del corazón pacificado?
¿Dentro del corazón
pacificado?
se pacifican feroces
tinieblas,
tinieblas que marcan los
pasos
de una conciencia añil, añil
de espectros
fugitivos que se enmarañan
con tiempos
convulsos, con carmines
dilectos,
con vestiduras de luces fugándose
en la equivocación rumiante de la
vida.
Y mi cuerpo era la insignia
cegada
que atravesaba el mundo
hasta el punto de fosilizar
la terquedad de fuego ya frío.
Tiniebla grandiosa de
sensatez planetaria
entre planetas no siente la
necesidad de
conspirar y ya no desmenuza mis devoradas pasiones
ni en sueño de reflexión popular
ni en el torrente de ojos
congelados
ni en la boca espectral de su
linfático delirio,
muerde sombras de agujeros sumisos,
de vientos sin ombligos en la campanilla de
sus males hasta saborear el
ultimo día
su consuelo mendaz.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 19 de octubre de 2022
Se pierde la catedral del tiempo en la sonrisa del insecto
Se pierde la catedral del
tiempo en la sonrisa del insecto,
la trinidad de la historia
roja se soltó a rienda suelta,
cabalgando en la percha de un
lenguaje arcano. Por siempre
la cintura mimosa que
maquillaba el yugo arrogante,
en desmemoriado momento de un
poder sonoro,
se quedó zumbando al rudo
cañón por la gran tozuda victoria.
Nudo de ondas huérfanas las indumentarias
picaflores,
bozales fugitivos pintados de
siglos y vientos,
bajo la magia oculta, perdí
el mercurio milagroso
del alma.
Ahora mi esencia es un tronco
insensato en su desnudez
total envolviendo un ángulo resignado,
esclavizando transparencias y
yergan y yergan cada instante
sobre su opinión clásica.
Ivette Mendoza Fajardo
Fragmentos de circunferencias vigorosas
Fragmentos de circunferencias
vigorosas se tornan fuego
en cada hipotenusa con
destino alelado
de la sangre achicharrada, la
asíntota horizontal sacude
la lámpara feroz de su polígono,
que no pernocta
en la mitad de amplitud
dolida
de miseria que se acumula
amarga en la memoria.
Si los cinco sentidos
dialogaran
tú me escucharías,
si se detuviera el tiempo
entumecido
los planos cartesianos
hablaran a calzón quitado.
Detrás de un fulgor oscuro,
que no estremece
la guija de los corolarios y
el prestigio de
de un ángulo obtuso ,
sus rodillas lloran las raíces
cúbicas de las estrellas,
sobre un ansia cercenada en
blanco
y a pecho abierto.
Se tentó el poliedro risueño a pie firme,
y más firme que nunca
se ha doblegado ante las
horas que aún no me observan.
Rubores de números fraccionarios
entrometidos
están encaramados entre las
ramas de mi universal destino
y se anidan…
y se anidan…
sobre la posible afinidad
disconforme de
triángulos rojizos y blancuzcos
del atormentado vacío.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 18 de octubre de 2022
La vulnerabilidad de mi esperanza
Antes, yo pensaba que la
vulnerabilidad
de mi esperanza
era un enigma evaporado en el
silencio,
un cateto triste bajo la
palabra amorfa
embestido contra la curvatura
de la verdad.
¿Quién diría que fuiste mi
alma en las colmenas?
Apostaremos que jamás
alumbramos mundos
cuando la abolladura de los
mares
ataviando de corales
confianzudos
nuestro más íntimo secreto
y los delfines de la sombra
eran la
germinación de las aguas
soñolientas.
Entonces,
se abotagó la pubertad de mis
sienes
amordazadas y me di cuenta que eras tú
quien hiperbolizaba mi ruegos
en los espejuelos del
poniente
mientras te ibas derritiendo
como el fuego en la nieve sin rescoldos
en el acelerador calmoso de
mi conciencia
cuando las horas resollaban
tu norte
juvenil.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 17 de octubre de 2022
Una toga de penas inadmisibles
Una
toga de penas inadmisibles
contra
una toga de penas inadmisibles
hace
nido sobre la bolsa de valores con saña, y
errados
a la belleza rota, la vagabundez del mundo
tropieza
aquí conmigo y se llevan del horror los
desórdenes
públicos.
En
las calles gravitan los resoplos de olvidos beatos.
El
corpiño proletario del bien y el mal,
justificando
su egolatría generosa
me
circunda y me somete
frente
a la aguja piadosa del misterio.
El
águila muerta de mis ojos trapecistas se desnuda
ajustada
en la montaña cavernosa de mi garganta
y a
un réquiem de añoranza desamparada de burdas
burlas
bofeteadas.
Para
deleitar las tórtolas lunares de la vida
acepto
un fotón de idolatrada soledad y un
tiempo
reprimido contra las olas de la razón,
busco
la herida de un océano hermafrodita y presagios
herejes
en la campana juvenil de tu mirada fatigosa.
¡Develo
un mundo que no entiendo!
¿Por
qué calla el basalto extranjero de los días más versados?
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 14 de octubre de 2022
Rayuela enchironada
Rayuela
enchironada,
finiquitada
de horas absortas;
rodillas
curiosas y bisbiseos gentiles.
Su virilidad
planchada flota en faroles agraciados,
cieno
paternal cabrioleando con un mar oscuro;
tu
onda expansiva sin miedo ni limites,
y
velozmente se excitan mundos de hierro.
Vuelo
de gorriones renegados con soles matarifes
en la
rosa eléctrica sin electricidad carnal en su vientre
ni electrodos ultramarinos a la cleptomanía doblegada.
Expectación
compasiva; recelo planetario.
¡Almas
solventadas se alejan de su camino audible!
−de
cualquier malevolencia a la médula−,
llevan
oscuros flagelos, viscosos,
que
carcomen, engullen sus despechadas lógicas,
cual
buitres en festines babilónicos...
se
desgarran, se desgarran, se desgarran...
Siempre
demacradas, y selectivas.
La
vida acepta su suerte mirándola con gloria;
¡Aja! se
enchirona la rayuela.
La luz huye de su cuerpo, sacudiendo los cielos...
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 12 de octubre de 2022
El resquicio traga paisajes sincrónicos amaestrados
El
resquicio traga paisajes sincrónicos amaestrados,
como
ese desprendimiento insensible en
ojerizas
melindrosas ante el hinchamiento
capital
de la antipatía consoladora del remordimiento
zarandeado.
Desde
lo más lejos del servilismo centrípeto,
la
imitación emplaza el sueño monopolista
con
puñado de agruras acobardadas
que
se atusan como acogidas temporales
en la
belicosidad de la carabina exhortada.
En la
madrugada recién fortificada
los
labios del sol me besan como una señal de última firmeza,
mientras
la ductilidad o el apareamiento de nuestras almas
se
sorprenden en un estallido hiperbolizado.
Afuera
el pronóstico del tiempo y la imaginación
se
disputan la algarabía en la flacidez atosigante;
la
administración de los asombros en el doblegar de sus agallas;
la
reverencia de Hércules en tiempos de guerra.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 9 de octubre de 2022
Aboquillada sabiduría
Aboquillada
sabiduría
una
sincerada ciencia como heno aburguesado
emergerá
acuartelada entre las ruinas del
murmullo
de pupilas intransigentes,
donde
ahora se enfrasca enfrascada en su fracaso.
Otra
vez el acecho acecha oleaginoso, suspendido
en su
pausa, a la indiferencia y a la palpitada capacidad de dudar.
Son
percepciones que resisten desde la resistencia de su razón
contraria
al idealismo alabeado de la potencia flagelada.
Mientras
tanto aleccionan hasta el último avezado recelo
con la biósfera campechana y la desaliñada irrealidad avituallada,
el
zángano reblandecimiento con vientre recíproco favorece
a la
reprobación de otro dislocado intento y otra abrumada penitencia.
Las
conclusiones del griposo golpetear se hacen intangibles
al
intentar remarcar el marco de sus sombras vírgenes
como
los desacertados revoloteos de la abulia en la espuela,
como la
pusilánime viruela que en paralelo rema mi eternidad.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 7 de octubre de 2022
Un tenedor subyuga la existencia de la servilleta
Un tenedor subyuga la
existencia de la servilleta
entre sus torpes muslos,
coloca filamentos en el
circuito de las emociones
y el fulgor ferviente de energía exótica
al final de la quimera.
Muestra y sondea instantes en
la distancia sin grosor
retozando entre platos y
cuchillos.
Pero eso que no palpita en la
sabiduría de la mesa
ni en la frente del neutrón
unísono hacia al insomnio,
abolla lo nocturno con sus
pies helados.
Evoca analogías para todos
los motores de la vida
y pirámides jorobadas en el
aire irracional del tiempo
determina el bien y el mal en la
sonrisa de la materia
y la señal relativista que lo recuerda respirar.
La filosofía matinal que
desemboca hacia la luz
es su trasmutación a filo de obsidiana desde el asombro.
El tenedor existencial y
alocado es un puño de
de corazones
cinéticos que duermen en la nada.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 6 de octubre de 2022
El deshielo de la onomatopeya
El deshielo menstrual
de la onomatopeya
recordada ¡Aja!
por las ecuaciones del martirio y
son pulsaciones terapéuticas
para toda hélice abisal que
monologue
en el carburador virgen de
una interrogación latente.
Toda correa y diente sus
estándares desgranan
descamisados iones,
suplicándole al neutrón
ahorcado
menopausias discutiendo
formar almas desequilibradas.
Cada onomatopeya guarda
corales meta-espirituales
en sus oídos;
hay nebulizadores que
quedan incoherentes
entre pieles de inercia
subscripta
en los caprichos ideales del
llanto ladrón contra las
cervezas de la natalidad.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 5 de octubre de 2022
Se moviliza en la zona esférica del precipicio y madruga
Se moviliza en la zona
esférica del precipicio y madruga,
viniendo desde la marea
oscilatoria, misteriosa, blanda, densa,
una sílfide alada, como alma
encubridora de las aguas,
corre como la angustiada
flotabilidad de su carne de coral
que en el fondo era un fotón
aventurado engendrando
el milagro dinámico de la
pretérita soledad,
era ya apática, y flemática,
y recóndita, y sin forma;
era como la nada reversible
de gran cabellera, sonámbula
junto al mar en la noche
nadando sobre lo más hondo,
junto al mundo de piedra
eterna apenas cantando
su existencia efímera,
carnal y agobiada y llamea y
ruega y gime y escucha trémula,
extrae uno tras otro
electrodos del blanco silencio llovido
de expectantes constelaciones
de calores durmientes,
y sueña, se deprime, sueña,
su inocencia copia una vida,
fosforescente y sedosa
que acepta un dios divino
hecho hombre que huele a luz
magnífica
y una tierra infinita de
desencantos.
Ivette Mendoza Fajardo
viniendo desde la marea oscilatoria, misteriosa, blanda, densa,
una sílfide alada, como alma encubridora de las aguas,
corre como la angustiada flotabilidad de su carne de coral
que en el fondo era un fotón aventurado engendrando
el milagro dinámico de la pretérita soledad,
era ya apática, y flemática, y recóndita, y sin forma;
era como la nada reversible de gran cabellera, sonámbula
junto al mar en la noche nadando sobre lo más hondo,
junto al mundo de piedra eterna apenas cantando
su existencia efímera,
carnal y agobiada y llamea y ruega y gime y escucha trémula,
extrae uno tras otro electrodos del blanco silencio llovido
de expectantes constelaciones de calores durmientes,
y sueña, se deprime, sueña,
su inocencia copia una vida, fosforescente y sedosa
hecho hombre que huele a luz magnífica
y una tierra infinita de desencantos.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 1 de octubre de 2022
Sobre noticias sin virgo
Sobre noticias sin virgo que
muere en mi entorno poco a poco,
sobre lenguajes sin úteros
como la tosquedad del destino,
sobre tus pasitos de gato
porque no tengo más remedio
ya que ni el sol me escucha
porque he envejecido cruzando
triste lamento, reclamando
la movilidad inexorable de mi
lengua en la cumbre de las palabras
entre tu aurora virginal y mi
ocaso, el tiempo se irrita moribundo
como un triste cántico de
dolor desde sus mansas bocas
como el sordo estertor de la
agonía con mano segura
como mis dedos disgustados
con sus instintos de opresión;
como luz azul y luz de
alabanza, agua de la espera y agua del perdón.
Confesiones secretas de la
blanca armadura, temblorosa
lleva la angustia de la vida,
temblorosa lleva la responsabilidad
de los cielos. Carece de ojos,
carece de encanto de piernas pactadas.
Y produce de sus labios un
efecto especial calibrando el amor.
Y en el margen, con rabia y dolor,
buscando la niebla, sobre el orbe dormía.
Y engulle posesiones,
arrebatos, presencias, despedidas, retratos.
Y se embriagaba eruditamente
con el bálsamo de tristeza rencarnada.
Y que más tierra y fuego,
agua y aire, luz y oscuridad, cielo y averno.
Y que más…
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 30 de septiembre de 2022
Las escápulas liberadas
Las escápulas liberadas,
el pelo dormido,
desigual.
Han dejado sus miedos dentro
del último tranvía,
ahora se humanizan su
presencia.
Una gloria inservible
y las diéresis meneándose en
la madrugada,
reconocen a veces un empate
para el ofuscamiento.
Están ordenadas sobre el
sueño eterno del jardín
y miran sin ademanes
la saliva que dejan en las
baldosas de pasiones
el mástil de la fortuna
almizclada.
Escuchan canciones de
astrales ruiseñores.
Apacientan en sus vientres
mis olvidos.
La expoliación de sus pieles
y la parsimonia de Octubre
me brindan su talento
decoroso
y en un parpadeo gutural borran mi estresado mundo.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 29 de septiembre de 2022
Ni el colofón mensajero amarillento
Ni el colofón mensajero
amarillento ni la magia más agobiada dentro de natura.
Ni el arañazo arrepentido ni
el astro mezquino doblegado ni el infértil sudario.
Ni la más piadosa madrugada
esperando ni una tarde agitada y moribunda.
Ni el enfado diurno con sus
botas puestas ni regresión en fuente de ilusión.
Ni la pianola afligida para
el embate aburrido ni alienados óvulos de mar.
Ni el ofrecimiento enfurecido
por cinco centavos ni sol con revólver.
No el trastorno en el oleaje
de marañas ni los bolillos en preámbulo.
No el grandioso silencio de
la primera confusión, no broncínea luna y arcilla.
No zamba de locura ni miedo
fibroso, no la pretensión del auto arrullando mortaja.
No el llanto de llovizna quemadísimo que no aprendió a callar ni a encallar su barco.
No puja lo que tiembla, no
daltonismo bañado de luna ni blanco flotando en cosenos
Ni la oscuridad del cielo, ni
rastros que nacen en cualquier parte ni fecunda el anhelo.
No torpes ayeres del norte
dariano ni hertziano hilillo mochando conjuros desganados.
Entender todos los Beethovens y los Picassos resulta abrumante.
Un Mozart que cuida todavía
su solfeo encerrado sereno entre nosotros.
No, ni yo, ni tú ni el Perseo
soñando, ni la ninfa que cruza de pronto el vacío.
No falsificadores majaderos
de crepúsculos, ni a la ingrata odisea ni parábolas niños.
No queda no más allá, allá ni
más ni menos un Danubio catrín ni que fueran todos y cada uno...
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 28 de septiembre de 2022
Carcajadas lloronas siderales
Carcajadas lloronas siderales
en el hombro robusto
de la distancia tragan cien
mil imágenes de fuego.
Castidad redimida de un
espíritu lleno de miedo
lleva a cuestas el conjuro
presumido de la no sabiduría.
Mientras comprende bien a la
nobleza de la epifanía,
su zozobra lo inquieta bajo
el hierro iconoclasta
hambriento y saltarín del
mundo paralelo.
Semáforo de apariencias
llega a la orilla de mi extraña
voz resucitada, el pánico de sus flechas
más veloces son sueños
indigentes y precoces que en
las exquisiteces del alma
negadora cuenta cómo el amor es
un estallido inquisidor
de mañanas sintéticas donde
se esclavizan sus huellas leales
dentro del pistilo geniculado
de mar muerto.
¿Nos desgobierna la cara de
la vida en catetos audibles
de la desmayada luz?
Al no tener precio, la
desnudez inocente del tiempo suma y no
resta, contempla y no
inflama, vierte y no agoniza
el ardor de las
constelaciones ya que a partir de su hora
cero el universo es un
subsuelo de olfatos patituertos,
buscando su estabilidad
mental en las gredas de una sed
indescifrable y sin gastar una
gota de sudor se transforman en la
eternidad filtrada de
espasmos milenarios de ojos dolidos.
¡Ah posibilidad generosa en
este largo y cabalgante misterio!
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 26 de septiembre de 2022
Reconozco la voluntad del instinto
Reconozco la voluntad del
instinto preciso, voluptuoso a veces caníbal.
A pesar de los pesares la ida agridulce de la melodía ascendió a los cielos.
La gotera del tejado se
deprime desde el atardecer de lluvias vagabundas.
A simple vista las pantorrillas del silencio
aguantan el aislamiento de un día,
enrojecen en la cinematografía
de la inquietud delatora,
a troche y moche crecen acantiladas en los emblemas del ciclo lunar.
Quitándose la venda de los
ojos, la ilustre hiedra de la muerte sostiene su historia.
Dijo el poniente al
favoritismo “Voy a beberle al tiempo las palabras”,
la iniciativa insípida se obsesiona en desaparecerlo del mapa.¡Ay!
La verdad amarillenta canta
victoria en una galopada de sueños.
Una fiesta ceñida cava su
tumba midiendo el cuerno de los claustros
lamentablemente la sombra de
un duende es atrapada con las manos
en la masa en complicidad con
la fábula del letargo.
En un círculo vicioso la oquedad del grito es esa pestaña indomable.
A la metafísica del hambre y de la saliva sus trajes de madera eran
las oscuras cavernas de sus
emociones.
Puño desamparado de espinas
en bandeja lo quiere todo hasta el
firmamento, y es el origen de un
garabato embriagador, su peligro
traspasa las puertas del
desconcierto.
Duele en carne viva, en mí la
pregunta mordaz de los reflejos.
La señora de los truenos en
fila india saca sus pecados
y en olor de santidades se
derraman con el jocoso brillo de su azogue.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 25 de septiembre de 2022
La agorafobia del dolor y el destierro del alba
La agorafobia del dolor y el
destierro del alba
han sido fieles creyentes del
instinto oscuro,
tras la rubeola de sus labios
no hay hora que se
anestesien,
ni catarsis que los
santifiquen
ni compulsión rabiosa y
exagerada
que les reanime
a tomar algún esquema
corporal
donde en descuido sus
razones se queman
por resucitación cardio-crepuscular
a cara descubierta ante
fantasías diurnas,
no cambian sus pantuflas con
oclusiones coronarias
por la sangre profana de la
luna,
ni seducen los pellejos de
sus neuronas aprehensivas,
hoy asegurándose aplacar el tono
irreverente de sus miedos,
cicatriz cínica obnubilada
pierde su consejo práctico,
porque los pies se le
derrumban como astillas quemadas
y yace extenuada la obesidad
de sus mentiras,
su gemido lesionado es la
oftalmología de su movimiento
parabólico ¿La ruta incierta
de su sombra?
¡Se deja auscultar con la frente en alto!
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 24 de septiembre de 2022
Mis ojos reposan en las plaquetas de la noche
Mis ojos reposan
en las plaquetas de la noche
disfrazados de nubes anémicas
y siendo máquinas rencorosas
estallarán soledad como
nervios apiñados musicalmente.
Su deliciosa verdad alertará
una laguna que florece de humildad
donde se acurrucan las
piedras en su aerofagia recurrente,
juguetonas, vírgenes,
igual que en la mueca rural
donde nos hace
recorrer por siempre
recorridos de esperma de
yemas vulnerables.
Sucede que ahora entraño
colorear el silencio
que te convirtió en usurpador
de luctuosas amígdalas,
amígdalas acicaladas de
sonidos domesticados, domesticados
de caricias pensativas, pensativas
de llanto ambulatorio.
Su hipertonía declamatoria
silenciará mis lémures;
empapará de voces mi retorno
con mi sombra a cuestas.
Y sobre el ojo de la
nostalgia descamisada de dulzura
ofrendará su equívoca
apariencia sobre lo ya muerto:
porque simplemente todo era,
un ávido recuerdo codiciante.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 23 de septiembre de 2022
El tiempo cuadriculado a ras del cielo
El tiempo cuadriculado a ras
del cielo transcurre en el anzuelo
de un contrabalanceo de ideas
tatuadas que en la pretensión es
un gratificante maizal de luz
muerta. La punzante anchura de la nada hila
poliedros sucesivos
de madrugadas abortadas. ¿Quiénes
navegan las angulares raíces
de caderas libertarias que humildes
se niegan a ser reverenciadas
por el emplaste pasional de
la bruma?
¿Por qué indecisos apéndices
de fuego repasan la sublime
fetidez de la escarlata
grotesca?
¡Candores incurables envían panes del dolor a la palabra mortificada!
Algo se conquista hacia la
voz asfixiante que todavía no
ha agonizado . Palpar sus
manoteados anhelos por
dentro resbalan sobre los
problemas que no han aflorado desde ayer.
Ejecuta márgenes el látigo.
Lo profundo y meditado ve sufrir.
Hay una rebeldía en cada cosa
y es la sabiduría de un tendón.
Y aquel coro de huesos que se
escapan superdotados
por cada respiro sintonizado cuando
siente mi corazón enmudecer.
¿Qué serían los rasguños del viento
que dan el deseo de llorar?
¡Ah talvez uno con demasiados recovecos y sin
esperanza!
Ivette Mendoza Fajardo
de un contrabalanceo de ideas tatuadas que en la pretensión es
un gratificante maizal de luz muerta. La punzante anchura de la nada hila
poliedros sucesivos
de madrugadas abortadas. ¿Quiénes navegan las angulares raíces
de caderas libertarias que humildes se niegan a ser reverenciadas
por el emplaste pasional de la bruma?
¿Por qué indecisos apéndices de fuego repasan la sublime
fetidez de la escarlata grotesca?
¡Candores incurables envían panes del dolor a la palabra mortificada!
Algo se conquista hacia la voz asfixiante que todavía no
ha agonizado . Palpar sus manoteados anhelos por
dentro resbalan sobre los problemas que no han aflorado desde ayer.
Ejecuta márgenes el látigo. Lo profundo y meditado ve sufrir.
Hay una rebeldía en cada cosa y es la sabiduría de un tendón.
Y aquel coro de huesos que se escapan superdotados
¿Qué serían los rasguños del viento que dan el deseo de llorar?
¡Ah talvez uno con demasiados recovecos y sin esperanza!
sábado, 17 de septiembre de 2022
Economía demencial
La fuerza del mercado demanda
en tridimensional,
deslizante matriz de
recompensas intercambia
oscilante al método inductivo del tiburón concientizado.
Moneda de tus párpados monopolizada
germina ganando
tu venganza en la plusvalía de su voz;
tu alma desdentada entre la
quiebra y el consumir exhausta.
El subsidio incendiando con sus
flecos iracundos
la teoría de los juegos
vandálicos, la trampa de la liquidez
y perdiendo su utilidad
marginal, tiene mal humor,
tus ojos en un acto de conformidad,
se alegran negociando;
tu cuerpo celestial en la
arena se aviva activo circulante.
Hay como que un giro bancario
balancea amorosamente bienes
y servicios, sesgado en estas
conveniencias muestra
curvas desbocadas en la elasticidad y
habilidad del riesgo
rodando, músculos, tejidos y
tendones se rebelan
ante los precios desleales, su horizonte de proyección presta lo que
no es de Dios, tu ansiedad llora
en tu déficit presupuestario
y tu tristeza inversionista
muriendo en rodillas asustadas,
tu espíritu analítico meditando
en estado corporativo.
Ivette Mendoza Fajardo
deslizante matriz de recompensas intercambia
oscilante al método inductivo del tiburón concientizado.
Moneda de tus párpados monopolizada germina ganando
tu venganza en la plusvalía de su voz;
tu alma desdentada entre la quiebra y el consumir exhausta.
El subsidio incendiando con sus flecos iracundos
la teoría de los juegos vandálicos, la trampa de la liquidez
y perdiendo su utilidad marginal, tiene mal humor,
tus ojos en un acto de conformidad, se alegran negociando;
tu cuerpo celestial en la arena se aviva activo circulante.
Hay como que un giro bancario balancea amorosamente bienes
y servicios, sesgado en estas conveniencias muestra
curvas desbocadas en la elasticidad y habilidad del riesgo
rodando, músculos, tejidos y tendones se rebelan
ante los precios desleales, su horizonte de proyección presta lo que
no es de Dios, tu ansiedad llora en tu déficit presupuestario
y tu tristeza inversionista muriendo en rodillas asustadas,
tu espíritu analítico meditando en estado corporativo.
viernes, 16 de septiembre de 2022
Desata, luna, la cacería del contentamiento
Desata, luna, la cacería del
contentamiento
como el lienzo blandengue que
simula el cielo
y la fachada entiende la
ferocidad de las herraduras.
Bajo los fachosos acueductos,
entre las jocosas resinas,
la roca, el viento y las
estrellas
tienen sobrados conocimientos
para argumentar
aun cuando no esté su acecho,
en buen provecho,
como el llamado valeroso que luego obtendrá sobre el orbe
en su frígido tormento.
Batido por la vida,
la determinación del fuego
granjea, como derrota,
las caras del léxico
diamante;
mientras que el histerismo de
la roca en
las alas del huso virginal,
en el titilante final es un tendón
digitalizado de vendettas.
El extraño rugido con que se ablanda su certidumbre
se acoge a la tristeza pueril de una
lágrima erógena,
¿A quién comprende en su
misión?
La exclamación estudiosa no
ama la herradura,
pero entiende su fuerza
corpulenta.
Nada deshace la roca si no es
su designio dopado.
Nada doblega al viento si no
es su mismo sufrimiento.
Nada alborota las estrellas
si no son sus mismas sabidurías chamuscadas.
Una estrella dulce es un niño
astral esculpido bajo el llanto ígneo del silencio.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 14 de septiembre de 2022
Rebotan mis palabras en nubes de colores capitalistas
Rebotan mis palabras en nubes
de colores capitalistas,
la sombra carnicera se
adelanta oscureciendo el recuerdo malavenido;
la ciudad homeostática
respira lágrimas frígidas y nadie viene en su auxilio.
Ser un látigo magnate a mi
antojo para domesticar la angustia samurái.
No hay soñador que sueñe las
venas asombradas de mi noche mesopotámica:
generosa, azul, obediente que
le roncaba al mundo fauno aturdido.
Apagado está tu reino
absorto, muerto el rubor del espíritu al estilo intruso:
y su boca que enamora rastreos
en alargados túneles de ideogramas
no consiente la inseguridad ni sufre la inmisericordia: y ahora está
en tus pesadillas y caigo sin
voluntad en tu deseo, puede llamarse
adulación pecaminosa ¿En un
entorno de puros impudores?
Burlescamente hiere un agua
cósmica la rosa espectral que oxida el mundo;
¡tan inquieta! Que podría
inquietar todo… entre la pasión y el fuego,
entre el cuerpo y el alma,
¿Será que como vida abrazan soledades?
Apaleada intrusión dióptrica,
hexasílaba de llovida voluntad de hemisferio dormido
pregunta a los que llegan:
¿Por qué la memoria adormece ante el misterio
adolescente? Más allá, más
allá, un subversivo clamor es una vanidosa pantera
en solfeo mayor entregada a
las obras de caridad a pesar de tenerlo todo y nada.
¡Ay! su corona punzante de hermanastros
polinizados en fulminante mono
trapichero de impulsos
valerosos barajeando alopatía y limadura, migajas y
barriletes ¡Ufff!.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 12 de septiembre de 2022
Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz
Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz,
escudriña el cincel su ser interno y muerde la noche su miopía.
El filo del cuchillo es otro
camino de ambición martirizada,
el hierro lactante duele y se
retracta en breve justificación,
la erosión de la vida es
miedosa y es valiente
es un sueño de ojos rancios
con dolores y alegrías... es paradisíaco...
que usurpa la modorra inopinada de los átomos.
Cielo y averno invaden los
vapores huraños del mañana.
Tiempo generoso... nos
regalaste el púrpura del milenio.
¡Aquí queda la báscula
resentida sudando eternidades juveniles!
El cobre primordial se
exilia, termina su recorrido por la tierra
con tambores de lumbres y
truenos para coronar sus días…
¡Son dramáticos los ayeres
navegables en nudos centinelas!
y se cuidan con laicos
revólveres, cariñosamente se apretujan
entre ellos para sacar una ingenua risita apocalíptica.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 10 de septiembre de 2022
Septiembre se insubordina
Septiembre se insubordina
con el embrollo cruel de los
sollozos
afuera pereza de la catacumba
va acumulando
su codicia entre cifras
ilógicas de la muerte;
toda la quietud dormida del
ímpetu apagado,
contra las rocas
expande su plétora de
placeres de locura
su blindada bondad andariega
entre las alegrías sordas
su broncínea percepción en la
neurosis callada de la sangre,
ya nadie a contraluz se
aventura
en este minuto enigmático de
la mañana;
asmáticos los ruidos se
mitigan al
enraizamiento mediador de los
días, por donde
azuzan sus olores en el fuego
con hipnótica prudencia
así como esa gratitud
domesticada de monólogos
frente al derrumbe rojo del
elogio, del elogio llamativo de olor gris,
la mañana es un lengüeteado
despertar sobre los pantanos
la noche un rey de corazones
depilando la piel de mi soledad.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 5 de septiembre de 2022
Tréboles de secuelas desterradas
Tréboles de secuelas desterradas
reflorecí en tus errores, en
lo inmensurable.
Multiplicación de pesadumbres
se han disuelto los miedos
que no quisieron ser áloe y
mirra, claridad y ámbar,
ni claustro lleno de
discordias, ni ansiedad regurgitada
de muecas amontonándose por resonancias malabaristas,
como cascabeleos de mi azul.
Y no deseó de revueltas bramadoras
con el polvo, con la arena,
con el légamo, con la piedra,
con el agua
marchitando tu lengua
conquistadora
tragándose todos y cada uno
de los mares hasta el hartazgo,
pueden aguantar aunque ya no
aguanten más,
ruégale un rocío fructificado
desde mis
sienes rotas, como costumbres del
azar.
Aquellas cuentagotas
que se callaron sin piel al
catálogo
de mi ayer
mas dejaron un bucanero
suspiro asonantado
en contabilidad de bisontes y
gorriones,
gorriones de corazonadas
aletargadas y aletargadas caricias abisales
sin lágrimas ni risas en el
silbo embrionario de mi universo bonachón.
Ivette Mendoza Fajardo
reflorecí en tus errores, en lo inmensurable.
Multiplicación de pesadumbres se han disuelto los miedos
que no quisieron ser áloe y mirra, claridad y ámbar,
ni claustro lleno de discordias, ni ansiedad regurgitada
de muecas amontonándose por resonancias malabaristas,
como cascabeleos de mi azul.
Y no deseó de revueltas bramadoras
con el polvo, con la arena, con el légamo, con la piedra,
con el agua
marchitando tu lengua conquistadora
tragándose todos y cada uno de los mares hasta el hartazgo,
pueden aguantar aunque ya no aguanten más,
ruégale un rocío fructificado desde mis
sienes rotas, como costumbres del azar.
Aquellas cuentagotas
que se callaron sin piel al catálogo
de mi ayer
mas dejaron un bucanero suspiro asonantado
en contabilidad de bisontes y gorriones,
gorriones de corazonadas aletargadas y aletargadas caricias abisales
sin lágrimas ni risas en el silbo embrionario de mi universo bonachón.
domingo, 4 de septiembre de 2022
El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno
El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno fortuito
titiritaban de ansias, pero no
era la sonrisa del sol de oscuras
inocencias, ni la queja de aquel colocho en algarabía sinodal,
tampoco era lunes con
sarampión de arbustos bondadosos
cayéndose entre puntos suspensivos
¡Plaf!
¡Oh tesoro de disfunción
coqueta!
¿Era martes familiar y
taciturno? ¿Era el paisaje virtuoso?
Miércoles preguntándose en el
vector enhebrado
de sus reproches hacia al sabor luz indomable
de su triste opulencia. En
cierto grado, apenas
podía divagar. Guardaba su
respiración en una
caja de pandora con el filo
punzante de la vacilación.
Jueves zurcía el
desdoblamiento del adjetivado cuac cuac
sobre un meteoro masoquista
con zapatos voladores de
carne y hueso ¡Ay de él!
Cansado de lavar sus culpas
echaba espuma por la boca.
¡Nada podría detenerlo!
Ah viernes en sus
premoniciones de humo cada día
izaba la bandera del insomnio
para aplacar el
hambre de los dioses del
Olimpo.
Sábado preñado de caricias
agridulces y tormentas,
la natura lo arrojaba al
mundo para cultivar el pío pío de
mitologías olorosas, y aquí murmurando
yace oliendo a domingo,
sobre sus dos costados como en su última estancia fervorosa.
Ivette Mendoza Fajardo
titiritaban de ansias, pero no era la sonrisa del sol de oscuras
inocencias, ni la queja de aquel colocho en algarabía sinodal,
tampoco era lunes con sarampión de arbustos bondadosos
¡Oh tesoro de disfunción coqueta!
¿Era martes familiar y taciturno? ¿Era el paisaje virtuoso?
Miércoles preguntándose en el vector enhebrado
de sus reproches hacia al sabor luz indomable
de su triste opulencia. En cierto grado, apenas
podía divagar. Guardaba su respiración en una
caja de pandora con el filo punzante de la vacilación.
Jueves zurcía el desdoblamiento del adjetivado cuac cuac
carne y hueso ¡Ay de él! Cansado de lavar sus culpas
echaba espuma por la boca. ¡Nada podría detenerlo!
Ah viernes en sus premoniciones de humo cada día
izaba la bandera del insomnio para aplacar el
hambre de los dioses del Olimpo.
Sábado preñado de caricias agridulces y tormentas,
la natura lo arrojaba al mundo para cultivar el pío pío de
sobre sus dos costados como en su última estancia fervorosa.
sábado, 3 de septiembre de 2022
Aquí yo ondeando en el linaje de la madrugada curvilínea
Aquí yo ondeando en el linaje
de la madrugada curvilínea,
engullo la tibieza de la
hierba acariciada y desertada, en cada sopor
de áncora humillada donde la palidez
del fuego aprende a leer rarezas.
Aquí me siento dueña para
hablar a solas con el licor pícaro de
silencios sin caderas, que
quede grabado en mí un Vesubio
que calcine mis preceptos membranosos y
que cada día vayan muriendo
poco a poco. ¿A qué hora se
desuella nuestro amor oscuro?
Refrescante tarea carga
liposucción de noche golosa que al
estar quieta exhuma los
espacios marchitos de tu incauta mirada.
¡Pompeya vivió la
inmisericordia mefítica de un averno viviente!
Prohibido respirar impiadoso ante la
perversidad de cenizas con gestos
congelados en la eternidad de
las visiones hasta el terciopelo
áspero del suspiro frenético.
Fragmentos de mares en la Odisea
despampanante de razón dócil inclinadamente ornamenta
la imagen perdida dentro del
caldo ígneo amargo de la vida.
¡Hoy me haces recordar!
Emergí desde los escombros de un
Big Bang buscando la mano del milagro
pero era la patria de los
fantasmas que se esparcían a
mi alrededor con los ojos
abiertos y cantaban “It is time to say goodbye”
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 2 de septiembre de 2022
La animosidad del destino
La animosidad del destino es un
cuerno sin aire mórbido desafiando
El casco perezoso que marca
un pantano materno
La ignorancia iracunda que no
encuentra un freno enviciado
La ligadura destrenzada del
amor insalubre cojea
El lugar deleitoso taña sus
sonajas profundas
La boca del brazo que
metamorfoseado fuma el viento de rabia
El punto del tacto caminando
por la paja del ojo ajeno
El blue jean desinfectando
recuerdos embravecidos
La gesta gestando la
decrepitud del soplo divino
El desvanecimiento de la
eternidad que inflexible gobierna
La silla torneada muere de
vieja muere triste y cansada
La firmeza de la idea lame el
contorno del párpado iluminado
El rectángulo del agua que
baja por la insolente escalera
Las afonías del ruego y la
lenta mañana se entrechocan
Las injurias anegadas soñando
sus muertes sucesivas
El temeroso delirio del mar
quebrando el diente catequizado
El miedo putrefacto y el
rencor vienen trapicheando melancolías
El ruido metalizado
inútilmente seca sus manos sudorosas
El bla bla bla infernal que toca el olfato de sonidos zurcidos
El quiquiriquí demencial
permaneciendo aquí conmigo
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 29 de agosto de 2022
La muerte inmortal desangra
La muerte inmortal desangra,
exhausta ilusoriamente,
en la mollera de la profunda
contemplación,
el breve instante en que el
vientre
de tu nombre
levanta su escápula por el
cielo
de su misericordia erizada;
quieta, ostenta lo dudable
como flecha del estriado anhelo,
la geometría del relámpago
giratorio en la destreza adultera,
custodiada en el esplendor de
su barbilampiño remordimiento.
En la gangrena dorada del
futurismo extrasensorial
colma su consuetudinaria duna
de despechos,
el hervor fugaz de su agobio gansteril
y anochecidos diques donde
contradijeran el epílogo diacrónico.
Disparatada llega la
explícita figura.
Tiempo de ver agonizar lo
irremediable,
la cefalea de la verdad, la
falacia anestesiada,
por el desnivel lioso de los
encaprichamientos.
¡Hora de exponer!, cromosómico
con el menester
que transfigura al tiempo en un alborotado regocijo.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 22 de agosto de 2022
Aquí capa de ozono
Aquí capa de ozono desde las sensaciones
más feroces en el
inescrutable cosmos del
lamento, una locomoción
nocturna atraviesa
los campos surcados de
anómala materia que no
confiere razones y que
preludiando se afirmó.
En comunión de espanto la
gran voz de los muertos
hasta que todos secan
enclenques la fuente de dolor
y oírlos en la noche sin
asombro, algo allí desborda y crece,
desgarra el centro de sus
siluetas rotas ;en su sabor hallando
el gozo, lo innovador es la
manera como compones tu
imagen y comienza a carcomer
la realidad con tal delicadeza
entre cifras despiadadas
¡entiérrate en tu acento! Expela
monogramas como salido de
mi desaliento y tu miedo rebelde
aumenta en cada embestida donde
se han ido ahilando
en el pecho que nutría tus
anhelos y la inocencia de un pedazo
de nube y saber que en ella
vibra la copla de un torrente
cuando se abren sus dedos
mansamente; hay asfixia en los
follajes de la lluvia
¿erosionan mis nervios en rutina?
La cartomancia invalida mis
ideas, se ramifica en el frenesí
de la evidencia, hizo alarde
de la fe jurada, es que los juramentos
me muerden los talones, atada
a un círculo aturdido como
una monedita de oro !Oh luna
empobrecida! ¿No escuchaste?
¿Todo en soledad sin ficción
divinal te agota?
¿Dónde corre en el infinito
tu demencia?
¿Es la noche una sombra de una muralla en las
tinieblas?
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 21 de agosto de 2022
Aquieta la verdad
Aquieta la verdad no hay
palabra ni mandíbula
boom, boom de la noche
infernal ronda angustia
es un abordaje desapercibida franquicia demanda
por la noche se acuesta el
diente riente del día
acaricia hermanos y papalotes
mora en un silencio y
fue tan grande en la
oscuridad y amargo hasta el origen
muda quietud, temblor
melancolía no pudo vencer el tiempo
ruido, ruido cuenta la
historia de hoy se queda detenido
entre los objetos como
marcando un despeñadero
no reverenciado hinca tu
muela en peras peregrinas
grávidas en promoción de
esperas que te abominan
que ni de cerca las veías…
con profunda perplejidad
arrasa las orillas de la
vida, la vida arrasa por doquier
como del arrasamiento último
del buen final y los tentáculos
del labio humedecido en las
pisadas de la querencia
¡Al huérfano vocablo de mi
oreja! Temores del camino sobre
soledad de algas en corona de
pupilas y sabia brujería
de tendones estupendamente
amando sus cabellos de
medusa porque su cabello es
su lenguaje buscando
monstros de medianoche que no
le alcanzan los dedos
para nutrirlos de creencias
aletargadas con el sabor
farsante de los siglos para
no destruirnos mutuamente
son nombres que te llaman
glotona de carnes rojas
hambrienta de efluvios ¿Para
mis rudas cuestas?
Pelícanos de universos rojos
se antojan de fieles cobardías.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 16 de agosto de 2022
Un rencor a pecho abierto y fustigado
Un rencor a pecho abierto y
fustigado
remolca la piedad
desenfadada
que se traga a sí misma
en el desparpajo de la vida.
La sombra es la única
perseverancia donde
el vacío se arrebuja como un
intenso parasol.
Me destilo a impulsos me
rastreo a empujones
en acuario satisfecho como
brinco de cometa,
sin constreñir la injusticia
que lo engendra.
Lioso estorbo del desengaño
moviendo marionetas deformes,
mientras los cuerdas se
fusionan y engañan
protegiendo su profundidad
como ese ruido
de la intuición.
¿Dónde se disipa el rencor?
¿En secreto talismán
adormecido?
¿En senderos de pompas para
gemir libremente?
Las palabras tiemblan de
miedo
entre la justificación
desdentada del pasado,
y las gargantas torturadas
pretenden
destruir lo escabullido de la
sinrazón.
Cuando se equivoca el
torbellino mudo,
entre los compresivos desechos,
siempre taconea un alacrán.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 11 de agosto de 2022
Algunas veces la rigidez de la exclamación se avienta
Algunas veces la rigidez de
la exclamación se avienta
en forma de boliche
estallando ¡Boom!
al pasado y al presente de
modo brusco; como
francos pesares que envuelven
de dogmas
la paz nereida de los mares
en la finitud
de sus ojos cíclopes.
Repetición de espectros en la
disonante
pretensión busca una llaga
gentil que cambie
el rumbo de las cosas; de
manera ajena
la seducción es una teoría
que marca lo incompleto
de la vida con palabras
enfriadas por la historia.
Otros destinos se enrollan al
cuello de los cuervos
como un fuego liberado que
asoma su cordura por
el tercer ojo de Poseidón.
Juegos juglares del cansancio
inmortalizan alas rotas
¡Ah sueños que besan el
calentamiento de la tierra!
Lingüística de linternas
fieras enchufan
contradicciones resistiendo
las embestidas del clima
en salivas de colmenas
emotivamente para cohibir
melenudo encuentro ¿Para
aterrorizar cambios
sorpresivos? Tabacos de la
impaciencia caerán
como palomas amenazantes
¡Caramba que dicha!
O caerán, caerán como la
guitarra moquillosa del
despecho ¡Yuuujuu!
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 9 de agosto de 2022
Un olor desconsolado alancea los yelmos entre piedras
Un olor desconsolado alancea
los yelmos entre piedras
gladiadoras ilusionistas como esa mezcla
de futuro y de agonía que
penetra en el limbo y solo el
latido sigue caminando,
disimuladamente cansado y amonestado.
Por la guillotina sin hogaza
del mediodía de sus marionetas
brunas, que al cielo gesticulan,
va floreciendo la creación del
mundo refractado en ilusión saludando la señal muerta.
¿A qué sabe un sonido
desenroscado de la luz?
Oigo agigantar sus brazos en
las descalcificadas penumbras
como una carne blanda que
gobierna tras el fondo de la
vida y que conoció de ante
mano los juegos del misterio.
¡Ah parábola de rutina
cibernética cuánto has hecho por mí!
El tiempo da un golpe mortal
a su olvidada juventud sobre
la sílice navajada en audacia
de sexo hipotenusamente ermitaño.
¡Qué raro, dije yo! El fuego
del bienestar es un animal que en
sus noches vacías recolecta
lunas paradisíacas de amor perfecto,
en su última verdad
altisonante y en llamaradas afligidas.
Allí la gloria del delirio es
el figurado placer del adiós que se
empeña a saborear la sagrada
savia roja de toda memoria que
anuncia el presagio de los
labios contra el juramento de la noche,
mientras la vagabunda lágrima
agoniza poco a poco para
embellecer un ansia coloquial
desde la esbelta virginidad sideral,
cual bisiesto rincón de garras mariposeadas de atléticas angustias.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 7 de agosto de 2022
Las ideas de un gorrión
Las ideas de un gorrión vedan
el fastidio de la misericordia
-locución de los ermitaños
se flagela al nido del
silencio
hasta estrujar en sílabas sus
harapos.
Esencias de apaciguada luz ultrajan la existencia absoluta
cuando entre elipsis de lípidos malhumorados resbalan
en ginecologías de tristeza
aunque tiemble sobre la sed del tiempo bilabial,
la nitidez de la blancura.
Ahorca el antojo de la calma por la viruela de la sombra
cuando llega ráfaga a
retorcer el fortín de los despojos.
Laceran los besos comprimidos
y una quietud insinuante
difunde aroma en banalidad de
terciopelo.
Ambiciona sonido sin tregua
donde un paso breve eructa remembranzas
en migajas de lunas y dulzura
de acordeones.
Un ansia de volar gruñe al barranco
y en el viento el eco se
impulsa cobardemente
hacia la vastedad del
infinito
y todo lo recompensa en sus
cavilaciones.
La espalda del alma olvida
cosas hacia lo transitorio,
al barullo de melancolías que
desdoran a los siglos.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 5 de agosto de 2022
Tangenciales filamentos
Tangenciales filamentos
latiguean la inmundicia.
El pie mulle negaciones
entre lo negruzco dérmico de las mareas
y los uterinos escapularios.
La escenografía asoma en hipótesis
y enlosa el lucimiento del minutero.
La noventava blanca del sainete
parangona entre el mundanal
al infarto puro inexpresivo
de la perseverancia…
La calcificación estalactita
encorva la aldaba
junto al talón anegado
de ruegos, codicias y esperanzas.
La escalinata palpita:
electricidad porfiada
hidropatía y mortificación
que hace motivar el pestañeo.
El recoser tendinoso de molaridad,
desbroza tu puerilidad,
mis deseos,
mi esternón y mis uñas
lloran la titilante campanilla.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 3 de agosto de 2022
Es un globo descarriado
¿Es un globo descarriado
disgregando entre cuadraturas
de estómagos
o de castañeada decepción?
¿Es un decreto elíptico
peregrinando
pápulas sonoras satirizadas
por la luz?
¿Es una tragedia humillada
oxigenando su nebuloso sonido
entre hostilidades de
turbiedad insondable?
¿Es un empachado
consentimiento impulsándose
por las asechanzas de una
carabina caradura?
¿Es una campanilla lisiada que
parece cojear
entre callos taciturnos o
concurrencias calmosas?
¿Es una falangeta azotada a
iconografía en adoración
por un isótopo de exánimes
reflexiones?
¿Es una letra sin cascarón ni
sabor caritativo
para deleite de la soberanía
de furia
y narración de todo encanto?
¿Es un empellón sin aleteo
sin contraseña sin habla sin
aire
esfumándose hacia la última
esfera
que guillotina el infinito?
¿Qué podría ser aquel astro
condenado
a una soledad suicida?
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 29 de julio de 2022
El reflejo negado y el ruido intermitente de valentía
El reflejo negado y el ruido
intermitente de valentía
pasean la verdad mentirosa,
el hedor machaca la lámpara
convulsa,
pálidas risas derruidas,
ruinas arruinadas de
un cielo en ruinas y
constantemente arruinando,
la señal del cero confuso que es la ciega
interrupción
en los caracteres mutables de
su esencia,
calmando mi amargo desafío.
¿Y el catafalco del siglo
pisa la ceniza del
adulterio en el ahora desmembrado?
Aquí todo fenece, todo, todo
el dolor, el infortunio, la
tristeza,
hasta el tiempo bruscamente
fenece en la
enardecida espera.
Fragmenta el silencio una
estrofa
que ensalza la vida y el hilo
olvida
la perversidad que engrandece
los sentidos,
patina sobre la faz doliente
de la necedad, se
enfurece desde la eternidad
contra las piedras.
Tu mueca benevolente se gesta
en la voracidad
del abismo tuerto y nada
alcanza entre mis manos,
entre mis manos se consume el
afán donde a
menudo se guarda tu sonrisa sobre
la igualdad del instinto.
Ivette Mendoza Fajardo
pasean la verdad mentirosa,
el hedor machaca la lámpara convulsa,
pálidas risas derruidas, ruinas arruinadas de
un cielo en ruinas y constantemente arruinando,
la señal del cero confuso que es la ciega interrupción
en los caracteres mutables de su esencia,
calmando mi amargo desafío.
¿Y el catafalco del siglo pisa la ceniza del
adulterio en el ahora desmembrado?
el dolor, el infortunio, la tristeza,
hasta el tiempo bruscamente fenece en la
enardecida espera.
Fragmenta el silencio una estrofa
que ensalza la vida y el hilo olvida
la perversidad que engrandece los sentidos,
patina sobre la faz doliente de la necedad, se
enfurece desde la eternidad contra las piedras.
Tu mueca benevolente se gesta en la voracidad
del abismo tuerto y nada alcanza entre mis manos,
entre mis manos se consume el afán donde a
menudo se guarda tu sonrisa sobre la igualdad del instinto.
Ivette Mendoza Fajardo
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