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viernes, 29 de julio de 2022

El reflejo negado y el ruido intermitente de valentía

 

El reflejo negado y el ruido intermitente de valentía
pasean la verdad mentirosa,
el hedor machaca la lámpara convulsa,
pálidas risas derruidas, ruinas arruinadas de
un cielo en ruinas y constantemente arruinando,
la señal del cero confuso que es la ciega interrupción
en los caracteres mutables de su esencia,
calmando mi amargo desafío.
¿Y el catafalco del siglo pisa la ceniza del
adulterio en el ahora desmembrado?  
Aquí todo fenece, todo, todo
el dolor, el infortunio, la tristeza,
hasta el tiempo bruscamente fenece en la
enardecida espera.
Fragmenta el silencio una estrofa
que ensalza la vida y el hilo olvida
la perversidad que engrandece los sentidos,
patina sobre la faz doliente de la necedad, se
enfurece desde la eternidad contra las piedras.
Tu mueca benevolente se gesta en la voracidad
del abismo tuerto y nada alcanza entre mis manos,
entre mis manos se consume el afán donde a
menudo se guarda tu sonrisa sobre la igualdad del instinto.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 28 de julio de 2022

Esta codicia de generosidades inmortales

 

Esta codicia de generosidades inmortales
paladea escalofríos sobre nuestros pesares.
Rehace despiadada
su repelente ira
sobre la costilla tutelar de la esperanza.
Hormiguea atrincherada
la inefabilidad pálida de un semblante apenado
quebranta
hiere
codifica
las posturas primordiales del agrado.
Esta codicia de despojos y oscuridades
regenera nuestras supersticiosas horas,
agoniza nuestros andares
como una voluble y beneficiada vorágine.
Rechiflo al orbe
oreo sus vanidosos senderos de olvido
degluto sus agresivas mieles
voseo sus feroces vanaglorias
y sin embargo
allí hay un hombre que me nombra sin nombre.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 24 de julio de 2022

Nace corazón en un reflejo de flagelo

 Nace corazón en un reflejo de flagelo,
en un reflejo de flagelo, aprendió la simplicidad
y en un instante, se apoderó del mundo
prematuramente, prematuramente
en las profundidades abismales cobijó
el frío de mis piernas como sombras que
viajan por el silencio tragando los sonidos.
Barniz, cerrojo, herrumbre, sonrisa y metal:
el cálido sabor de un vértigo que embriaga
los ocasos de mi ensoñación.
Los ciclones que se alejan como látigos rabiosos golpean
los sobresaltos del hedor, bostezan espesos,
jadean, escoltan en su plenitud de goce y sufrimiento,
a parir una esperanza apesadumbrada con las dudas.
Cruda e impaciente, la noche es filamento de un
dolor que no termina, talvez gatea camina corre
nutriéndome de la sonrisa adusta y foránea,
fecundando el pecho pálido de la luz que
duerme en el centro de una decepción.
Fatigosamente el sueño que envuelve mis instintos
nada lo diverge de la fórmula numérica prodigiosa
para luego evolucionar en su forma más volátil,
nada le impide ver el brumoso paisaje del tiempo impenitente,
ni nadie sabe por qué razón el mundo retorna a tu dulce palpitar.
Ivette Mendoza Fajardo




viernes, 22 de julio de 2022

Las uñas se rebelaban a matar el tiempo

 

Las uñas se rebelaban a matar el tiempo
después sus ideas anduvieron sobre ruedas,
en un viajar intenso de kilómetros,
de millas, de distancias raras, de eternidades.
Dibujaban la verdad en las plantas de sus pies.
Palpaban el mundo como palpar el agua de
temblorosa espuma indomable.
En el horizonte del viento, en el fondo de ti,
la noche nos recoge, nos contiene el silencio
y el silencio es una uña con sus ojos blancos.
Las uñas anunciaban en parlantes su tristeza
altisonante, quizás la llaga de sus alegrías.
Las uñas, las uñas, las uñas buscaban su beldad
perdida. Eran parte de una historia que en un
lejano valle se habían despojado de su inocencia.
No es seguro cuál sea su destino ahora, pero talvez
el infinito guarda todas las posibilidades,
todas las promesas, hasta el altar del sacrificio,
donde se recortan la furia de sus caderas desoladas,
para no sentir ni frío ni calor ¡Oh estas uñas melancólicas!
¿Puede una mirada hacerlas avanzar con hilos del amanecer?
Cada noche, crecen, viven, mueren y vuelven a revivir
bajo un leve soplo para arañar el fuego de mi sangre.
Ivette Mendoza Fajardo



La arruga incomprendida del mundo

 

Seguramente
—cuando la arruga incomprendida del mundo
es un cadáver viviente, vigoroso estrujado
que no amenaza con desmantelar
la más íntima quimera de la marea, la quimera de la espuma,
cuando sólo queda el apalabrar
que tampoco fragmenta el tiempo del gemido consolador
de un corazón aguerrido de resonancia sorda, 
donde la añoranza atávica
es signo irremediable
de lo eterno del instante, que sabe de qué trata,
único como los inquietos pasos tuyos
que esperan su naturaleza sin limitaciones—
estarán zigzagueando el relieve
madrugado de una soledad sin fin, de una soledad sin fin
en que se deslumbra ver colisionar meteoros
más de mil veces, ¿lo dirán así?
en la otra cara de un universo inexplorado y
que ni aun tu alma nunca imaginó ver:
Allí donde un pecho descubierto de luna en floración
sintió aquella interminable noche de génesis
en que una delgada línea entre luz y oscuridad
separó, concientizó vida astral y muerte terrenal…talvez…
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 21 de julio de 2022

Milenio de melodía

 

Milenio de melodía
sin melodía
ni deseado
con frenesí de fuego
sin calma de sol
más que la voluntad intelectualizada
del crujir de la utopía sudorosa de la muerte.
Tan lejos de la rimbombante eternidad
y tan cerca de un relieve de gacela equívoca
sin soluciones
más que los cielos incoloros
en el hambre de los caminos fracasados
en el génesis de los tiempos sedientos de absoluto
paulatinamente yergan
domingos recién nacidos
con el olor perentorio de un libro en blanco.
Mañana inquieta
muda
sombra del albur de la maniobra humana.
Subconsciente colegial de agujeros muertos
cuerpo de diamantes narcóticos
sobre el blanco, sobre el negro, sobre lo neutro.
Después de todo
espejos de las ruinas en orgasmos mudos y sigilosos
aurora en la confusión de animoso rostro
tallo fermentado de encono.
Ivette Mendoza Fajardo



En el semblante que enciende

 

En el semblante que enciende
contra la soledad otro impulso de la nada.
No hay círculos que caminan en sus tramas,
no hay dinastía que despida la iniquidad amaestrada.
La hondura de la mentira piadosa en las encrucijadas de julio.
El pormenor del miedo en el reflejo muerto de la hermosura.
Aquí yo simplemente sin pestañas ni cejas radiante, radiante, radiante.
No importa, de la realidad inmediata jamás vista,
también allí, un año luz, se encharca entre su legalidad envejecida
y su mente de Monet ¡Hasta llegar a la morada eterna!
¿Qué delicia amarga encarnada de fe emergerá lenta en el desmayo del deseo?
Anudo el hastío de tus palabras junto a la elegía pura sin aliento
y se adormece en el mar profético innecesario.
La intelectualidad me hiere con marcada preocupación alguna que otra vez.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 20 de julio de 2022

La luna llorada de barniz perfilado aromatiza leve

 

La luna llorada de barniz perfilado aromatiza leve
el yermo trovador de las ventanas sin orgullo menguante.
Como minúsculo y turbio sol, un ademán trepa
en sus rodillas que gruñen su retraimiento de fantasía alada.
Mientras los ajetreos picoteados en cuarto creciente
chillan como un fiera a la hora de dar a luz,
su sangre es la timidez del tiempo ya sin dolores.
Cada ay golpea y no conmueve a la indolente piedra.
¡Oh luna ya tus gestos van en completo desafío!
Ella gime y llora, una y otra vez lastimosamente
allí rechina el hastío de su verdad sin elocuencia,
y allí, allí como mujer que es de piel de mullida plata,
sufre un embate su desolación de astro roto y despistado.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 19 de julio de 2022

Pócima derrotada vertida sobre el birrete de la desidia

 

Pócima derrotada vertida sobre el birrete de la desidia,
escarcha sangrada de valles hirsutos.
Me adverbializo en los infinitos trechos de la memoria
y busco la estampilla burbujeante del tiempo escogido por
las manos laureles del otoño y es
mi signo zodiacal libra que se descuelga quejumbroso.
Procuro ilusionar esta robusta tonada de niebla y mentol
en tus más exuberantes ríos.
Sed de luna suplicante procrea,
luz de lengua deshidratada de esencia elemental,
pelusa verbalizada contra el alma de las vísceras,
poliéster, firme razón del presente entre bosques desconsolados,
voluntad convertida en algas inquietantes,
cauteloso querubín envejece en lo irreversible de la vida,
rosa furtiva dentro de los ecos del cincel meciéndose,
cima del anhelo aferrándose a mi cuerpo,
cripta de mis noches conquista las madrugadas.
Ivette Mendoza Fajardo



Sentí tu alma abrirse en los ventanales de la aurora

 

Sentí tu alma abrirse en los ventanales de la aurora y
el crepúsculo dormía apaciblemente tus caricias.
Llevaba brisa, murmullos, y un no sé qué, que yo anhelaba,
mientras tu aroma mariposeaba en mi balcón, se
embelesó mi ser en tu recuerdo.
Mas mi mente se recreaba en tu semblante,
cuando sentí tu beso, que retozaba ahora en ese espacio
vislumbrado de palabras bondadosas y enigmáticas.
Entonces desperté ¿qué es? le pregunté con los ojos,
aquí el derroche estaba abordando un nacer que iba muriendo,
un astro mancillado, talvez pero como de dos en dos, de cuatro en cuatro,
de seis en seis, aún sentía la afección creciente de tus manos, y
la cordialidad de tus pálpitos...
Pero, no estabas... solo quedaba el eco de la pluma
esculpiendo el cuarzo despierto de tus venas,
cabalgando con su sombra de colmenas.
¡Oh, quimera... su estilo y apariencia continúa...!
Plegaria de diamantes sobre nuestros besos
para adormecernos en los colores danzantes de las mariposas,
¿Qué se despilfarra tras la penuria?
Vuelvo a mis atardeceres que giran en mí
como una rosa fulgurada de amor viajando por el infinito.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 18 de julio de 2022

Solo, llegó palpitando por la briza

 

Solo, llegó palpitando por la briza
como un puñal de ruego suplicante,
el alba, me aprieta, y la recibo
junto a la soledad crepuscular del instante.
Mi espíritu no es jubiloso ni se esparce
por los vientos indómitos. La rosa se le despabila
en campos inciertos. Nadie combate
con un vértigo fatuo, el cierzo
de la solemnidad que el vacío no me despoja,
nos toma de la mano por el universo
y nos vuelve toda y una sola alma pura.
Ivette Mendoza Fajardo



Todavía en tu nostálgica ausencia

 

Todavía en tu nostálgica ausencia
permaneces en el alma
y en la mágica palabra
y en la memoria huraña
y en el espíritu esperanzado
y en la hambrienta sonrisa
vaporosa que casi no se palpa
y en las vibraciones del amanecer
y en el sueño del paladar
y en el beso constelado
que se corona anhelante
y en el alba gozosa
y en el encanto de almíbar
y en el suspiro astral
de aquel mar sosegado
que gira en tu entorno
y en la púrpura pasión
y en el fuego, aire, agua, tierra
con sus cuatro visionarias estaciones
primavera, verano, invierno y otoño
que vigilan tu espíritu libre
y en el Astro Rey que fulgura ternura
y en la heroicidad del viento
y en mí...
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 17 de julio de 2022

Aquí la flor

 

Aquí la flor,
aquí la flor, la médula contorsionante.
Después la escápula y la circunferencia
lo único que se desglosa.
No es el elemento que rota y vuelve a rotar
hasta morir.
No es como si fuera una sierpe
que danza
talvez más allá del infinito,
sin resbalarse,
sin caer
como si soñará hasta la muerte,
como el colibrí,
como la estrella que apenas asoma
sólo el pensamiento.
Aquí sólo es el tango que se desflora en el cristal.
Talvez la anexión del amor.
Talvez sólo la plegaria al clamor.
Sin vida y sin retorno.
Nada más el pensamiento de la flor
que se desmesura,
la flor que es un redondel,
la flor que es única en su último suspiro.
Después sólo el pensamiento vegetal que
es explosión y brevedad y fulguración.
Ivette Mendoza Fajardo



Aquí vinieron cantando

 

Aquí vinieron cantando los talvez murciélagos.
Talvez murciélagos sin propósito y quizá condenados.
Desmaquillan evocaciones tibias y alborotadas.
No sé los talvez murciélagos no se atreven
a salir jamás de mi vida, ¿no sé qué buscan?,
talvez abrir las verdes puertas del destino,
al mimo infelicísimo de las frondosidades.
Ellos ya no captan el paseo familiar del viento
pero en cambio destraban los nudos de la vida
en el centro huesudo de la molécula.
En realidad los únicos en esta fraternidad
son los talvez murciélagos, los ideales,
los ideales, los ideales contempladores de las almas,
las almas son continentes colosales de reveses
acariciadas, untadas de esperma, talvez.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 16 de julio de 2022

Ay horrible soledad de vasta oscuridad

 

¡Ay horrible soledad de vasta oscuridad!
La vida la abandona en las estaciones de Babel.
La briza corporeizada grotescamente desagarra
su tristeza celestial como un papel mimetizado.
Ah cataclismos geriáticos han llegado de nuevo
a la corola de la locura y alguien los han derramado,
se quedaron en el destierro de las cosas.
Y lloraron y cantaron y doblegaron y perdonaron.
Tan fugaz, y anhelaron malicias sus sudores masculinos,
sus sudores masculinos construyeron sus prisiones,
sus prisiones fingieron sus mañanas para conocer
sus corazones de sarcasmo hasta obtener un júbilo
en desvelo, talvez.
¿Sus humores, la desnuda languidez de albores?
Y dijeron –la campana campanea festivamente en
el campanario 
alguna que otra vez ding dong ding dong-

El frailecillo esperaba la limosna por toda la eternidad,
la eternidad era su soledad con espíritu anfibio.
Su soledad lo acompañó. Su soledad lo traicionó.
A su sepultura lo llevó un gélido fuego.
¡Ay horrible soledad de maniática oscuridad!
Pudo sentir el bullicio negro de su alma.
Pudo sentir la lejanía melancólica de las estrellas.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 15 de julio de 2022

La luna de flores cenicientas

 

La luna de flores cenicientas se trasladó a estas amplitudes
salivando los torbellinos del quíntuple de Julio. Un pocito de estrellas
por la secuencia temperamental de las horas halagando sueños frugívoros.
Calimocho de melancolías, una noche te encartonan la vendimia muda
hasta el homocentro de mis días
y las mañanas de mancuernillas escrupulosas me encumbraron en la penicilina
inadmisible de tus besos satinados de amor salvaje.
Ah, mi Luna de flores cenicientas
que me hizo doblegar hacia la endometriosis de tus caricias
y en la escápula de mi corazón
sílabas y sílabas garabatearon poco a poco
paisajes cleptómanos de despechada ilusión.
¿El pizarrón arriñonado donde escribe mi alma?
Ay silencio entumecido que vienes a revelar los clarividentes secretos
que guardaste en la arteria del clamor universal, en la arteria del clamor
universal que quiebra en bocanadas las puertas cenobíticas del cielo,
las puertas cenobíticas del cielo que nos da el dulce y enternecido
chubasco en la tierra bajo la germinación del sol que nos llama al epílogo,
como un bullicio estelar del ayer, del ahora y del mañana.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 13 de julio de 2022

De arbusto es el calor irrefragable

 

De arbusto es el calor irrefragable
que siembra la esperanza, en la falange verde del dolor,
quebrantado en mí regazo.
Somos minúsculas derrotas que demacran
con el rígido del tiempo;
tan incomprendidas, que sentí
todo el miedo del mundo cuando nos procurábamos briza.
No es esa lujuria ruidosa que desplaza las estrellas
en el almanaque del invierno blasfemo
ni el contento belicoso de la aurora
germinando desde el entusiasmo de las aves.
Un auto nos encarniza el neumático de sus días,
otro, invisible, reflexiona y sonríe, anhela y sueña
con su luz ¡Oh muy tarde para magnánimas interrogaciones!
Cuando las sombras duermen, no hablan;
cuando las sombras despiertan, sonríen y caminan, gozosamente
por las inflexiones ecológicas de la soledad,
allí, la inauguración del universo esperaba un ejército de rostros.
Como en lugares indecibles se declama llevando virutas de azahar,
en la moralidad perenne de los mares, y
a mi impaciencia regresa agotado tu alicaído espíritu.
¿Se llamará dolor palpable de existencia rúbrica ocurrente?
La mañana, espantosamente caliente y sinsabor,
aparece como ese transido embotamiento, talvez
de estremecimientos de sudores o de torpes sospechas sin miedo.
Ivette Mendoza Fajardo



La incertidumbre de la tarde jocosa

 

La incertidumbre de la tarde jocosa
una y otra vez
ha sido despeinada por sus deberes menstruales.
La coherencia de un silvestre corazón de manos blancas
y tristeza musical cae sobre las hormigas en ascuas de amapolas
y la arrogante puerta ilesa
derrama sus penurias, que en su estancia,
abogan sobre los labios del invierno zodiacal.
La inseguridad de tu ojo deshace las alturas
donde las gaviotas maquillan sus pieles de azafrán,
la atmósfera abanica en el filo de sus voces, y
las mariposas avivan los encuentros fecundando
colores en los nidos. ¿Qué admiran en el calor del vientre?
Hay amores en el himnario efervescente de los soles
celebrando el prodigio de la duda donde la noche es
una pestaña relampagueante halada por caballos
intrépidos diluidos en tu razón.
Una pluma áurea es tan candorosa, tan astuta como ese
silencio escamado de sabores melancólicos, que
piensa y deduce, devuelve y perdona.
Como desolada al momento de nacer, al momento de nacer
descubre su alma en sílabas, en sílabas reconoce
la ira de su delirio sideral bajo el oráculo del
horizonte lírico y bufo, agónico y circuncidado.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 9 de julio de 2022

Alma de pasión

 

Alma de pasión, etérea, emocionante, sonriente, grata
que arrulla como madre, como ángel, como viento.
La pasión despierta, rememorada, excitante
que vigila, que cela, que se nubla
que calla, agobia y rechaza.
La pasión decepcionante y sinrazón
que se siente con furia.
La pasión trivial, que se ausenta
sin aviso, como mata, solapada, hecha trizas, ruinosa;
en cuerpo, en vendaval de sufrimiento,
de eternidades, de estrella triste, de luna enajenada.
De amor, que dispensa, acaricia y apasiona
como luz inextinguible de una lámpara seráfica del cielo.
Ivette Mendoza Fajardo




Bajo la jactanciosa sombra

 

Bajo la jactanciosa sombra, la mariposa temerosa baila,
consagra su paladar, el recelo arrebatado, al tétano del deseo,
subasta sus reveses el subconsciente de la lluvia,
como la guitarra atemorizada del norteado frailecillo.
Matricida de las borrascas bajo tus sangrantes quejidos,
se proclaman próceres los bigotes antojados del mugido mujeriego,
como una oruga de esfinge fanatizada, tullida en tu resuello,
como la clonación triste de su cosquillar,
que ha perdido su alma en altamar.
Mariposas encalabrinadas de un imperio de sal enmudecido,
juegan exasperadas por los parques,
repitiendo plegarias en mi nombre,
aventurando apenas la vida
como una inervación que aún no ha sido avizorada.
Linterna lobulada en el sordo y solitario cuchichear,
minifundista silencio en el mullido multipolar
de una orejuda melodía conquistada por un dios ebrio.
Temperamental trompeta predadora,
desde las sugestiones del verano se escucha el consejo,
el amor es libre tangencialmente, tangencialmente libre
en las cárceles de sus reflejos verbalizados.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 8 de julio de 2022

Tu espalda, apocalipsis frenética

 

Tu espalda, apocalipsis frenética donde oscurece su festín de guerra,
una sombra desequilibrada de polen y corola juvenil con mirada
de floresta y presagios hermanos desapacibles.
Tus ojos, una gula con conciencia teñida de muerte solapada,
un grito absorbiendo mis pasos penosos de niebla prodigio y belicosa,
pretensiosa lluvia de algodón que se inmola de nacimiento,
la vida le da nombre a las cinco en punto de la tarde.
La lucha soberbia de tu alma socaba el círculo sapiente del calor
con historia de azafranes tímidos, sobre el viento apasionado del mediodía.
Tu aroma, aves en comunión, en el vanidoso y desconcertado
declive de la amnistía rumiando rencores infecundos donde se asoma la eternidad para cumplir promesas desgalilladas de pudor.
Huraños gritos de otoños suplicantes ante maligna virginidad
plantada sobre mí como un pelotón de cascabeles visionarios.
Pesadillas de chicharras sutiles que buscan su contraparte,
en las mañanas añiles desafortunadas hacia a caminos pendencieros,
que caen en la última ebriedad del tiempo narcisista,
como un sordo hundimiento, desflecado por las endechas del sufrimiento,
como carteristas del invierno entre requiebros maritales y la paz del signo acusador,
rezando sobre la bengala amputada del último suspiro de órbitas azules
y cultivando el etéreo néctar del esperanzado vértigo de las cinco de la tarde.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 6 de julio de 2022

Esqueletos de romances caducos

 

Esqueletos de romances caducos,
por placidez o desagravio,
ironizan cuando un nuevo romance
sombrea el rostro de la palabra indolente.
Qué obstinación maligna en la circunstancia delgada
de pálpitos ensimismados, como una resentida pretensión que
traspasa aguas villanas cuando el sentido venenoso de su ira
deja enajenar,
cada día de manera menos diáfana, sobre
la pura y piadosa comunión del tiempo perentorio
del éxtasis reverenciado de ansiedad. No es posible laurear
esa fragancia infeliz que se dobla por sí sola
blindada luego por aprensión,
cobardía sin rienda, sueños galanes y pulcros,
y recuerdos con lágrimas de acechos, mientras
el destino acaba por asumir
el mismo desliz andariego que engendró
sin hendidura por el cual coronó como
un disfuncional latigazo de desaire o furia
¿A qué lo ha llevado al viaje intrigante y sinfín?
Zozobra larvada de un desliz que nos antagoniza
con todos sus jirones desanudando arborescencias
de su trémulo y tentado gozo.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 4 de julio de 2022

La sabiduría de mis manos al cavilar

 

La sabiduría de mis manos al cavilar
el revés juguetón de la orquídea,
la fraternidad de la pesadumbre
regentando rencorosa a la veracidad
de un millón de caricias heterosexuales,
el monigote insidioso de la muralla,
el roñoso hexágono interceptando
oscuros deseos causando risa sobre la mar.
Microondas bramando imitativamente
y su impasibilidad no es nada nuevo tampoco,
tus muelas caprichosas las arrullan mejor.
No hay vacuo módulo aventurero
ni el denuedo jocoso es omnipotente todavía
para moverse entre pectorales adjetivos.
A veces, la ritualidad usa el minutar para
ir pegando nomenclatura dérmica.
Y afuera, el motorreactor con ojos de acuarelas
tristes, me espera con su sombra sobre mis penas.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 1 de julio de 2022

Oh, noches del ventanal

 

Oh, noches del ventanal. Junio de libertad semidormida.
Cantaleta de chicharras e inspiraciones el alma,
aventurada y martillando a la cinemática del ecologismo,
llameaba con las voces indóciles de céfiro.
El pataleo de plata bufa y aroma de horizonte desvanecido,
la barullera sensación de estar radiodirigido
al antropófago deleite y al matematismo de gripe nueva.
Oh, noches del ventanal, fecunda en cartílagos
índigos, mutiladas de sal, pimpantes de virtudes.
Qué frívolo este sentir si temerosa el alba en dramas
de inercia glandular, de lucidez y blandura, de espíritu y trigo,
se pastorea en la adversidad del recuerdo saleroso y añil.
Qué frívolo el politiquear hacia el costillar de la vida,
hacia la mecánica fragmentada de su memoria faraónica.
Ivette Mendoza Fajardo



Caderas que, grises, saborean las martilladas sensaciones del albur

 

Caderas que, grises, saborean las martilladas sensaciones del albur,
el libido gracioso de los besos: oscuridad blanca
sentenciada a una sinopsis de olvido,
a un letargo barboteado por minorías de silbidos angustiados.
Libre lastre cuya mente es la estancia caracoleada del arrebato:
¿cómo puedes avanzar sosegado ante el humo
atribulado de la muerte en su horizonte esperpéntico?
Poseidón de los mares
nos increpa ante toda evidencia.
Su pecho de abismo incólume eres,
aun bajo el estruendo de la vida
que rompe sin catalogar mancebo de contradicciones.
Pero soy yo quien aleja la vanidad de la palabra con la ausencia
no medida y mis huesos no esconden el dolor en abnegada diligencia,
silenciada por acéfala razón en cualquier época,
sino en el gesto fingido del cielo —luz de puntillas pardas ruborizadas,
pureza amarga que los astros desprenden.
Observo sus cordiales tesituras, y me asombro
de cómo pudiste guardarlas
cuando brotó su verso lírico distraído en tu alma.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 29 de junio de 2022

Rompiendo desilusiones en fugas de átomos triunfantes

 

Rompiendo desilusiones en fugas de átomos triunfantes.
Imán envilecido en floraciones explosivas de apologías roídas,
entre suburbios hiperactivos y cuerpos astrales
que se esfuerzan por ser leyendas andróginas tan despestañadas.
Periscopios danzarines fluyen en cascadas veleidosas
porque no pueden encontrar calostro en juveniles deseos,
aún más artificiosos en sazones nocivas de recuerdos
existenciales dentro del precipicio matinal,
del mundo aturullado de egos inversos y afeminados
que se deshacen como migajas de panes solapados,
como citoplasmas condecoradas con fieles sombras
que engullen absolutamente el zaíno chasquido roedor.
La puerta del fervor adolescente a la mitad de un
sueño de rumor eclético recorriendo visiones
de una mano que observa astutamente
un paraíso antipático y desfigurado de soles,
reflejados en las persianas de la tarde golosa ululada
de fuego, derrochando la generosidad del alma, urdida
en el remanso del tiempo saboreado de tormentas minuciosas.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 26 de junio de 2022

A media noche en el arrumaco del alba

 

A media noche en el arrumaco del alba
donde el árbol luminoso muestra su fragilidad
y el golpe bifurca su estertor gateando,
recuerdo el beso desconsolado desde tu alma
y el desamparo de su sombra oxidada
el sabor de las resecas esperanzas
masculladas con el entrecejo de proposiciones
en esas noches de cobalto que te busca en silencio
con la pulcritud quemada de un sepulcro trashumante
y la cortesía anémica de los muertos psicodélicos.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 22 de junio de 2022

Los apuñados de alma

 

Los apuñados de alma, en leucocitos de
mutuos acuerdos donde yacen las interrogaciones,
el preámbulo de su placer es un camello desmotivado de lunas.
Hay congoja en el feudo de tus manos de retorcida inteligencia.
El pastorcillo universal de la anemia demanda
un adagio de molestias, pero ni  las pompas de jabón,
ni la xenofobia del sexo a mitad de su sombra,
contemplan más que esa réplica de temores legítimos,
los espabila, los espabila, los espabila.
Él sabe qué el silencio invernal es una nube donde
nace la tristeza en festones de ilusión.
Proponen pan y sal de envejecido suelo en asustado
paraíso y ante los ojos del bisonte,
su mirada profunda no es un túnel vacío
de ese ocaso valeroso que lo censura.
Es la pendiente temerosa de sus orejas de cautelas.
Fue también por allí que cabalgó demasiado temprano
para que su deshilachar simbiótico mediara ruborizadas penas.
Contemplaciones del embrujo infecundo de esa lentitud,
fanáticos en unión de alfileres con cinturas hacia el exilio
que, sellan sus hombros a este bulto de caricias filántropas,
para luego retornar en castidades poderosas.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 17 de junio de 2022

La abstracta forma irrumpe

La abstracta forma irrumpe, muge el viento a contraluz,
y en la mirada por un instante reaparece
aquel beso sumiso de algas y espumas, aquella orilla de la duda…
Los árboles obstinados bajo la llorada escarcha se dispersan
en formas virginales y mis liberadas emociones
gimen como la espiga seca…
Es de noche y a la hora de cavilaciones,
por un sendero de magia rauda
voy hacia las inquietudes de la utopía milenaria
persiguiendo tu susurro coronado de nieve magra…
La luna, el mar y la tierra captan tus
reflejos llenos de melancolía
y yo cargo
el milagro extasiado de las remembranzas…
De pronto, allá, se divisa el escarabajo
batallante de la noche en un claro despertar
nos ofrece un osado sueño, coloreado de luna plácida.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 13 de junio de 2022

Roja la ronca memoria que mi cuerpo absorbe

 

Roja la ronca memoria que mi cuerpo absorbe
en este brutal comienzo, definido con tenacidad
contenida de rabia, o peor aún perpleja
para siempre, me abarca el duro signo de la
soledad sobre el laberinto de mi propio universo y
el ligero tránsito de bendiciones desde cenizas estallantes
y desdichadas, más el calor amodorrado en los ojos
es su enferma risotada con sus invictos zumos secretos,
¡En el dolor veteado del mundo!
Todo se amontona en la nuca ofuscada del amor para evocar
su linaje, ella sintió extenderse y se abre al desamparo
con esa fisonomía cóncava del miedo donde
se quiebra el tiempo cauteloso en su fuego sosegado.
¡Hay una cumbre de llanto!
Y la agraviada gula se despierta asistida de furias,
centímetro a centímetro entre angustiadas promesas volátiles.
El juego de las tinieblas es un signo funeral que vuelve
a estornudar una y otra vez para tener suficiente
valor entre las manos.
¿Qué testamento inaugura la semejanza de un
conjuro redimido de muerte rutinaria?
La voz de la historia de neutra redondez lunática
con calmada singladura se escapó por las arterias
fibrosas del silencio.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 12 de junio de 2022

Sobre amaneceres sin escamas

 

Sobre amaneceres sin escamas
sobre articular umbrales niños
solo quedó un diente en el perchero
grillo voraz sobre la blasfemia de cristal
pisando ortografía hecha substancia
ulterior semilla invita café
trigo inexorable en paladar de tortura
racimos de manos seguras
ni flacas ni perezosas
petrifican fronteras de la memoria en blanco
sangrantes discurren distancias
retratan sillones pezones
amargo lustroso micrófono en duelo
pero con ojos de agujas que casi nadie ve
temblor ponzoñoso de pretéritos alambrados
nadie rasca la espalda del cielo irredento
camina la muerte en la luna como una astronauta
negaciones de aviones doncellas
manchas del consuelo indigesto
tardes de lluvias para deglutir tristezas
bosque óptico auricular de indócil olvido
celajes tapires distribuyen panfletos
sonidos heridos luchan en la tumba hermana
odio injusto dentro de una taza de té
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 11 de junio de 2022

Horarios abigarrados al sarcófago de las lenguas

 

Horarios abigarrados al sarcófago de las lenguas,
a la cereza ninfomaníaca del olvido. Discurre la tristeza
buitre sin obsesión ni posterior fraternidad.
La nobleza es un adobo de versos que Babieca desgarra.
Aquí derrama El Cid el miedo insolente, el estúpido corcel;
arrima, sin pavura besa el suelo de tus peticiones.
Rocinante acoge rocín dentro de su conciencia amenazante.
Un retozo de guerra es la vasija del valor en la mitad del bramido.
Diluye el viento este minuto: una armadura juega en su entorno.
Exorciza lejos; tu espada está endiablada y es casi pendenciero
el metal injusto que te consume la emoción sin rienda.
Escarnecen impetuosas voces alfareras mientras reposas,
enlutado de pesadillas. Delira una afirmación categórica.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 9 de junio de 2022

Despinta confines el efluvio del espejo

 

Despinta confines el efluvio del espejo,
persignándose en las bastillas de los átomos
en una interlocución de estratósfera.....Y zigzaguea
el polietileno del pronóstico amotinado,
la columna de la rectangular morfología
aflorando con lascivia su razón transitoria,
la esfinge calculada en la parcela de los ojos
como para adaptarse
en la callosa matemática de un rayo beta....
Turbinas de dolor fornican,
ultravioleta ondulación
boreal desde la molécula punitiva, su difundir
toma a la ligera lo inapropiado de los labios.
Traqueteo encasillado tecnocrático soborna,
el monólogo transversal en la opacidad,
cautiva ahora el aparejo de orillas sextantes,
presas en el caos del cuadrante
de inentendibles pernos endiablados,
desparramadas de antemano en los tobillos,
y fue el gesto de la luna preguntando sedentaria
y fue el itinerario idiomático del sudor
y fue el que persiguió aquel almanaque, justo
en el punto de su escape anaeróbico…
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 8 de junio de 2022

Amparada hoy y siempre

 

Amparada hoy y siempre:
De la voraz miseria que atiza el sol la vergüenza de Atila
Del fatídico aire viciado que en retroceso besa la noche agotadora
Del antojo pecaminoso que hace saltar al capullo de su abrazo eterno
De la serenidad calificativa que restriega la poesía blanca en tus ojos
De la señal que da el fruncido entrecejo a la enguantada mueca
Del rapto sabueso reprochando la velocidad lunar del fantasmeado yugo
Del crecimiento de los sentidos enjuiciando la desgracia del viento feliz
Del humo del parto infernal que duerma la siesta de la desolación inexorable
De la calma pulcra que adorna el frescor de una mariposa despiadada
De la verdad que con frecuencia nos sonríe desde su corazón negro
De la lágrima que me consume hasta saberte presencia de una luz olvidada
De la rebelión de meteoros joviales lustrando las alas de una pistola
Del acuerdo aprisionado en sinécdoque de coloridas y lívidas mañanas
Del hierro maloliente dentro de la estocada de los precipicios meticulosos
De la dentadura de las hojas de aquel bastón en su leyenda femenina
De la promiscuidad ahogada en la mitomanía de los grillos asesinos
Del perdón de la supernova frente al olfato de los cuernos del sufrimiento
Del porcentaje de alabanzas impregnadas de barandas célebres en luna llena
Del hilo afanoso que hace estremecer la tarde inculta de momento virginal
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 6 de junio de 2022

Cuando la zozobra es

 

Ciertamente
—cuando la zozobra
es el cierzo de la tarde sonámbula
que ayuda con asolar
el insomnio de la lealtad enternecida,
cuando sólo queda la humillación
de los espectros
que fulmina el vacío de la caricia
perfumada
de un universo yermo
donde el cortejo arábico de las aguas
es un funeral de bocas desnudas
de lo efímero del instante,
único como el estado amargo del olvido azul—
estará circunvalando en el columpio de horas pecadoras
de una noche
en que parecen llover santidades enloquecidas
en la otra faz de un mundo
que en dosis de melancolía
nunca lograron imaginar…
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 5 de junio de 2022

Donde los espejos se encuentran

 

Donde los espejos se encuentran
amándose en la tiniebla relativa. Donde
fragmentan la ebriedad de la soledad y ejecutan la alianza enjuta,
donde se justifican y se sacian y se unen como la vida misma,
como el retener y darse cuenta con la lengua y vincular
el trayecto, como ...
Tentando la verdad cálida y húmeda
en la perfecta partitura, el paladar del abismo lobulado
amalgama la ficción litigando inmóvil, donde
la sombra refulgente del encuentro impone
su conexión sagrada,
como cabriolándose con su espíritu sincopado
cuando vendió en paladas el aliento de los muertos o apretar
las claves del sol en anillos como virtud sincronizada
de hojas muertas de amargura en el calor pretérito del átomo.
Donde la materia henchida muestra su pierna hermética
como arcoíris o secreto, o labios ocultos
y la esencia derramaba su locura fundiendo entre los guijarros
su castigo de hollín vaporizado, entre pechos
y cejas móviles pernoctándose en los rincones
de lágrimas desnutridas, ellas bordeando
la tierra sin el dolor del alumbramiento agnóstico.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 2 de junio de 2022

Esta es la rosa del soflamado silencio

 

Esta es la rosa del soflamado silencio:
Observar
cómo garabatea el tálamo diásporo imperial
en una masa flotante de recuerdos.
Observar
bajo el pistilo de libélula saturnina,
cual cariñoso y mudo idioma del destino
que corona mí cerebro con laureles.
Aspiro el caloroso aliento del plenilunio y
ahí en ligerezas la muerte enmudece y se desbroza.
Vidente relumbra con el cuerpo de la espera irredimible,
como un roce de fuego encantado y divino
mientras vislumbra y se expande en el pico del desierto.
Brisa que amamanta los segundos de la vertical
eternidad entre voces solitarias y hermanas.
Canasta irredenta de las trasformaciones su infantilidad
terrenal es un dios que sueña en las paredes invencibles
iluminadas de agua enceguecida entre figuras devorantes.
Soy un caracol inapelable que llora en el tranvía mortal
de asombros y negaciones; un manojo de ruegos varicosos,
que engalanada de harapos defiende un vigoroso
verbo infeliz encolerizado. 
Ivette Mendoza Fajardo



Quizás el ímpetu del silencio

 

Quizás el ímpetu del silencio es el más níveo de los latidos.
Quizás toda alma es un estallido de reflejos que se heredan.
Quizás la cara enjuta se desgarra de una ilusión introvertida.
Quizás el boscaje es el trayecto melodioso para alejar tribulaciones.
Quizás el amor convoca a develar otoños cuando el sol sonríe.
Comparte el amor y la duda sepulcral al arrebatar la luna del cielo
carcomido de ojos y una aurora de la religiosidad castrada del mar,
y el mar que protagoniza, remeda en el teatro la idea temerosa.
De la noche de pájaros entusiastas nace la harmonía de dulce dolor,
y que toda la historia respira dulce dolor para sí, en sí, y a los demás.
El mundo vence al temor y convence al reposo de agua vaporosa:
en el espejo de la vida el orbe es un caligrama de sangre batalladora
y el cielo una mansa sonrisa doblada a mi cintura en eterno celo.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 1 de junio de 2022

Hada madrina, amorosa

 

Hada madrina, amorosa, hermana,
hecho de menos tu magia bienhechora,
tu lucero de mares de paisajes sin dolor,
que al beberte mis esperanzas, a cambio me regalabas
un festín de aromas que sacudían el silencio
resignado y derramado de hierbas silvestres.
Me decías- soy el resplandor del tiempo- y
el bosque perforaba tus alas de sueños con
fragmentos de estalactitas y aliento de
esmeralda, la noche se inclinaba hacia otra noche
por cada eje índigo llorando palacios de
luciérnagas para hacerte compañía.
Mi soledad era una flor atómica en la tarde azul
que sangraba estrellas para delirar en las amapolas de
tus ojos con su lenguaje solitario en círculos de agua.
La primavera era el alma de la luna que honraba
la certeza de mi consuelo; el cielo con lágrimas
de armonía se incorporaba a tu estancia para
mostrarnos el contorno tridimensional de la vida apacible.
Pero envuelta en tafetán, ¡la magia todavía permanece!
y hoy es para alumbrar conciencia, como una rosa
carmesí abierta dentro del pecho que brotó desde
la voluntad en plenilunio de un génesis, agonizante de amor.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 31 de mayo de 2022

Tiritó la mitomanía

 

Tiritó la mitomanía con el motín encarnizado
de las horas por tanto aburrimiento y descontento,
alzada en su dorso fue testigo infructuosa
de la cesárea dolorosa del fuego que bajaba enfadado.
Tiritó la mitomanía con sacudidas de arrebato
y desde un nudo fatal logró demolerse,
consumiendo bajas calorías, a ser hermana del enfermo,
en su lecho de astutas comadrejas.
Tiritó de frío la mitomanía como un caso clínico, bajo
recios aguaceros de adrenalina, en el hombro del mañana,
mientras se integraba demoledoramente esparciendo
la alegría inverosímil de embeleso pesimista.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 30 de mayo de 2022

Conciencia de luna y soles

 

Conciencia de luna y soles
ha venido a defender
la larga noche oscura.
La empatía atraída
con la escena más primitiva
del crepúsculo y su complejo de Edipo,
luce inhibida sancionando al tiempo
con ánimo masoquista y pálido.
Bajo el sacrificio y la pobreza
sobornando los deseos en cupones vencidos,
el narcisismo de la angustia
hace desfalcos sin contornos
ante la neurosis del mañana.
Luego opera la paranoia del dolor
de almas tóxicas de culturización.
En el medio nos sensibilizan los
reflejos condicionados que escarban
la abnegación de su ortografía.
Su renegación de ave arruga
cuando su sentimiento de mea culpa
se une a la alborada hasta el fondo de su sexualidad
impura, vuelve para canjear poco a poco
ese valor perplejo
de creer que somos una canasta de monedas
traumatizadas y una cartera truculenta.
Ivette Mendoza Fajardo



Dragones entre sus egos despuntados

 

Dragones entre sus egos despuntados,
la mañana en corrección de lo antes dicho,
―al no ser cuerpo celeste rendido―,
ralentiza un aprieto en su dolor preciso…
amuela supresión de luz, culpa al misterio
de verse perdido en la luna, cuando sueña
―si, claro, no a la frivolidad de los muertos ―,
los sopesan, dejándolos fecundados de signos…
Lo tergiversado que lo ahúma, la hiere
filmando ―con fisonomía holista el digito,
que a su circunferencia moldea, lo solventa…
Y en lo racional, o irracional concientiza
―con sus voces celestiales― marchando al revés,
y es el intocable esplendor que: ¡lo encierra…!
Tratable, o intratable ecuación de insomnio
musita fértil todavía cuando alguien lo nombra,
alter ego, dragones, dragones en estallidos se alaban

dragones, dragones draconianos dragan decenas...
Ivette Mendoza Fajardo



Alambradas irritables del televisor

 

Alambradas irritables del televisor culpan
cierto grado, de su amnesia disociativa,
a nubes del perdón, como un poder que ejercen
más viciosas, tan constante sobre
la elasticidad de la demanda en un susurro leve
de fortuna que se dirige hacia al futuro
enmadejado de obnubilaciones.
La introspección de los mares ya lo
cavila cien veces al tabular, al derogar,
especula su destino económico,
no quiere ser demandado.
Hay un estado estacionario en los ojos de la
evidencia, como en la autoestima de la lenta
agonía asolando el valor de lo incognito,
las ramificaciones que paga con
filofobias o no, al alcanzar las expectativas
sensuales con asertividad en medio de su
consumismo labioso sin beneplácito o con él.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 28 de mayo de 2022

Retornará el silencio de fotones meditabundos

 

Retornará el silencio de fotones meditabundos,
fenecerá mi energía espiritual a la vigilia
y alguna brasa de neón desperdigada
halará restos de mi Big Bang en destellos radiactivos.
Al borde del kilovatio de las horas
reposarán mis sienes en alfas de ilusiones siderales,
retornará el recuerdo visionario de tus besos quejumbrosos
de emisión volátil, deslumbrados en el perfil de sus arpegios;
permanecerán en mí como átomos de luz enaltecidos,
mientras la claridad infrarroja de una lágrima se
refleja dentro un corazón marchito que lucha por vivir.
Retornará el ultravioleta misterio de tu desdoblada sombra,
el impenetrable sándalo de nuestro amor de lumbre eterna,
la elocuencia tullecida en los calendarios inminentes.
Retornará el imaginar cristalino de tus ojos, coronados de gracia,
retornarán los eucaliptos seráficos con su música arrulladora de los quintos cielos,
retornará Mozart con su espíritu libre de dimensiones estelares,
tu alma, como una fresca aurora por todos sus drenajes etéreos,
tu conciencia audaz,
retornarán…, pero tal vez diluidos en el oleaje del infinito, ¿Por si acaso?
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 27 de mayo de 2022

Las palabras de extáticos cartílagos

 

Las palabras de extáticos cartílagos,
encendidas cuajan los horizontes consonánticos
de virtudes, erosionando sus emblemáticos relieves
como el ansia sorda de las rocas, en su etílico
desbarajuste de falo temeroso.
Las palabras clandestinas destierran ausencias desde tu
almohada, quizás reflexionan como un trágico rosal
desvanecido que blasfema en la discordia de una
naturaleza oblicua, con un cuello fraternal lleno
de visiones, como una gaviota troquelada por
códigos ocultos que babean la negrura industriosa de los aires.
¿Acaso viven de algún modo más rugiente que un
universo de prefijos sin sonrisas neófitas caladas de acertijos?
¡Ah sucumbió la esperanza que atrapa la memoria sin reino ni custodia!
Dejó de palabrear la esterilidad de sus pupilas sobre
aquellos paralelos pitagóricos resistiendo las voces
jeroglíficas de la historia, dándole colores al oleaje
del sonido salivando destinos. Maloliente consecuencia deja caer
un rock and roll de la vida desde sus manos hasta
desteñir su piel como un tambor de sangre fría, abandonó
una repuesta macabra antes de salir el sol desde su recinto
electrónico de selvática melancolía.
¿ Y quien cuidará su vejez una vez que alcance
el verbo silente del brocal paradisíaco y risible del tiempo?

Ivette Mendoza Fajardo

.



jueves, 26 de mayo de 2022

Desazón en la palabra

Desazón en la palabra. Las orillas del pensamiento
me acogen, me conducen, dictan en su fluir una libra
de rencillas mariconas en estado de buena esperanza,
se enamoran del plato con el rencoroso deseo del bien,
dibujan la danza carnal de la ilusión y de las bisagras genitales
como las cerraduras infinitas de los goces del gong.
Ataúd despedazado de expectativas despellejó al
escarnio universal con un mar hecho de razón
primogénita con la sexualidad de una moneda
de cinco mil horizontes de respetuosidad vacía.
Inmortalidad de muletas de los relámpagos desaforados
advierten al mundo sus problemáticas metafísicas
incoloras con delirios de grandezas, se oponen
a la insurrección de la nada y en cada muela son
azotadas con favores públicos por unos dólares más. 
Ríos cuatreros los condenan a vivir en la rayuelas de sus
turbaciones cabalgando en sus ronquidos ambulantes
sobre nucas con manglares de caderas deformes, pateaban
encadenados asaltando suburbios como renacuajos
desintegrados en la ley proletaria telarañosa y enervante.
El horror de la cuchilla me da cosquillas cornudas,
menesterosas en aprietos de alcantarillas, organizan
una ensalada de montañas para empezar sus rebeliones
testiculares agitadas de embrujos roñosos tragalunas.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 23 de mayo de 2022

En soledad arrugada y desnuda

 

En soledad arrugada y desnuda, los reinos de la sombra,
germinan el deseo para descubrir nuevas profecías, y
con ilusiones de sus placeres crepitan unísonos
todos los laureles, tanteando el frescor de su sorpresa.
El engaño de las últimas ramas de menta, masticando un mar de
lejanos truenos, fundiendo espíritu y penumbra, dejando
negras pesadillas en los párpados, en las sienes que alguna
vez soñaron memorias doradas, inciensos de frutos pasajeros.
Exhausta de tantas vueltas, ha pasado la nocturna
concepción de las melodías desentrañándose, su lumbre te embellece
con un prisma gozoso, igual que un cautiverio oscuro y tenebroso,
anublado por el olvido en las cúpulas húmedas de torpe liana.
Un humo atesora la indiferente caligrafía de los días y el latido
secreto de su fuerza recoge el mar de mis palabras y el chispazo
delicado de la consonancia.
Crece la aurora en su fragor repelente de acíbares, una plegaria
entonces con las manías de la ausencia y tus nostalgias calamitosas,
mientras sus voces amigas consuelan mi humana permanencia,
ellas dejan una estela de carcajadas fúnebres desmayándose.
Ivette Mendoza Fajardo