Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas
domingo, 21 de mayo de 2023
Irisados elementos
Irisados elementos comineados cuyas lucideces
sábado, 6 de mayo de 2023
La pesadilla en las capas del ozono
La pesadilla en las capas
del ozono
La estancia sufre en el
espacio de un abrazo quieto
Un murmullo zodiacal a
través de la nostalgia
Con orejas y parlantes la
edad maullaba
La noción del tiempo que
comenzó el conflicto
La mezquindad con que se
elaboran las directrices.
El reto que sopla la cara
de las necesidades
Y una placenta que acusa
la constante primaria de
lanzamientos románticos
y la hemorragia silicona
del atributo.
De la sensualidad inmolada
de reingreso a la poesía
A la inauguración y nivel
de tiesura del
método euclidiano
Encontramos
Pacificación por el
impertérrito almanaque lunar
La imposibilidad del lado
izquierdo de la boca
de un ordenador.
Emoción mutua con los
colores del cuarto creciente
de la luz
Resultados psicométricos
de luna testaruda gimen,
mosquean las horas de
tostar verdades
Cielos unitarios de
siestas fúnebres expresan:
su desamor a la bolsa de
valores
a la infancia ninfómana de
bienaventuranzas
multiplicadas con hocico
abierto
con el desánimo de la
Torre Eiffel
rechazan la pastilla de
cuerpo encorvado
y formula renovaciones
minimalistas.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 30 de abril de 2023
Un asfalto perpendicular tirita en el cielo
Un asfalto
perpendicular tirita en el cielo
y su agonía es el
espacio que aleja el
privilegio
impávido donde ahora se acopla
a contraluz.
¡Espese su cuerpo
fluvial a talón grisáceo y rebota
instaurando
cerrazón en desconsuelo, divagando en
serotonina alada!
Hay un escondrijo
cobijando picardías en
las grandes pausas
viscerales del verbo nocturno.
La impiedad del
prejuicio de la noche
y su plomiza
ilusión conocen la resonancia sufrida de
un silencio
quebrado, simplemente carente de carne
¿el reflejo se
abstiene?
El costado del
costo mejor es un chiste parcialmente
nublado.
Dicen que una
madrugadora madrugada
es del mismo color
de un balancín respirado por la vida.
Todo lo demás es
pura carátula desafortunada.
Quizás es un ruedo
que derrocha desajuste emocional
y se escucha
cuando cae desde el agua para siempre.
La impotente
cordura se retracta
hasta la
permanencia agazapada de un día exacto.
Astuto pájaro del tormento su faceta negra, maltratada
por profanos
intentos, una descalza actitud, casi celeste,
nos dice que el
reencuentro está entre un gramo de celo
y una nostalgia
sapiente.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 28 de abril de 2023
Ahora, me parece importante
Ahora, me parece
importante que la frente de la noche
va saliendo del
jugo prohibido del mundo,
mientras su
velatorio sigue empotrado
como un resuello
de ave mirando el pan de cada día,
buscando también
luz de su ciencia revivida.
Hoy, pienso que
ese porque escuálido tiene el
poder de sonreír
y a través de la
lombricienta broma perpendicular al viento
puede explicar una
retorcida y móvil verdad,
por eso insiste,
agarrada, a este cuerno de la vida.
La última
reflexión de desafío, volcado
en un estado
durmiente parece a la tarde extendida
como un arranque
desenfrenado
contra la pierna
de la humanidad.
La pendiente de la
nada suele tener el espesor
de un mérito
crudo.
Un lamento de
azúcar tiene sólo una parte
de un
acomodamiento casis carcomido
por la muerte de
un más allá que tiene la expiación
de un miedo
secreto interrogado.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 26 de abril de 2023
Enfadada la tristeza es ...
Enfadada la
tristeza es la hija hirsuta del corazón,
el mal que caía
sobre las piedras de la necesidad,
una mujer tatuada
dentro de mis emociones,
la palabra
virtuosa en el eco de un ombligo olvidado,
un diablo
prestamista con la capacidad visual de
un acordeón
alcohólico,
La escoba generosa
que barre los días de apellidos
funestos desde la
encarcelada pasión,
la edad que zurce
los congojosos calzones de la
libertad
envidiosa,
la ilusión que empuja la duda en la
ingeniosidad
de una foca,
el agua que vigila
las recámaras de la serpiente
impresionando mi
afán,
la infancia que
invadía impunemente el salto
de las manzanas
temblorosas,
el gorrión que
abre las puertas de mis visiones
góticas,
una razón
estrellada en los trasplantes musculares
de un éxito
esforzado,
las enaguas de la
vida donde la tarde gasta su
dinero
desmesuradamente mientras tanto
el amor pronuncia
a cada rato la queja de un
garabato racista y
desleal.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 25 de abril de 2023
En esta imberbe mañana todo sabe distinto
En esta imberbe mañana
todo sabe distinto.
El sol es
una florecilla mirándonos
dentro de un humor
nuclear
su boca un
cielo que busca la
buena música,
un alma en período
de extinción
un buzo que busca
dentro de mi
cabeza aquel mundo
que ya no es redondo
los ángeles
jóvenes reconectándome
de nuevo a la poesía
porque comprenden
y activan
mi corazón en su
altura
o, simplemente,
las letras muy
delgadas,
formando ilusiones
que disparan espíritus
saludando
tus mañanas ...
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 16 de diciembre de 2022
Dilatación de zozobra
Dilatación de zozobra que cede consistencia
en la reverencia menor de la pupila
como figurar el retumbo de las conveniencias
y la huella de la retina en su revés menospreciada
de entusiasmadas intercalaciones sincrónicas
las pisadas de la noche son el reencuentro de las almas
la mano izquierda de la bala cae en lo insondable
en el taburete de mirada a cuatro lunas de distancia
en la centinela de tormenta frasco diligente de mi yo
en el acontecimiento mismo alternado se engendre
es la constancia del ser en el instante del descuido
como impostura del mundo en el boceto de algo
coherente
y no como trivialidad en el automático donde hay
desmigajada
imposibilidad envejecida buscando noches en el deseo
¡ala mayor ascua de melancolía! ¿llenos de senos un
vendaval?
Mordaza de proposiciones hermana de la felicidad dobla
el
fondo que desfonda la ruta del odio rociado de
anuncios
hurgando afectos de radiaciones de aserrín de escapes
tic tac sobre émbolos catedráticos en la primavera de
la hormiga
que colecciona luz en mis sentidos ¡ay ahora la hora requiebra!
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 21 de noviembre de 2022
Sangre de vértice y corazón de oleaje íntegro
Sangre de vértice y corazón de oleaje íntegro
destruyen
el eje elíptico de una piedra engolosinada y
sólo queda esa duna cotidiana del gozo amenazado
por donde impresiona a polaroid un pez en mi memoria
flanqueando hormigas prisioneras de elixires
amanecidos.
Apetito compacto de muelas equivocadas
a lo largo del camino es una habichuela amedrentada
que con una mano herida de
mitos primogénitos
sestea en la pradera lumínica de la metáfora.
Deletrean astros rotos embelesados de brizas
y nogales convergidos neutralizados de viento mártir.
Lejanías barnizadas educan tu actitud de ave
cansada, olorosa a tiempo nuevo,
organismos biónicos de voluntad perforada, todo
lo vivido lo multiplican, reptando tornadizos
husmeando una muerte prófuga para difuminar
su soledad rectilínea donde
ve un pie despierto y frío
que espolea con impulso en otro pie en lumbre.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 18 de noviembre de 2022
Todavía sigue humeando la silueta de los siglos
Todavía sigue humeando la silueta de los siglos.
En el santuario las voces labran los montículos
y el metal en giratorio ensalza lenguas de agobios.
Un estornudo se ha erguido desde las bocas de los
mares
y su cabeza deprimida calcina molleras narizonas.
Cutis de botella minimalista acaricia tumba
prejuiciada,
un tatuaje doloroso ríe y el gran pecado quebranta la
espera.
La pubertad un guijarro enloquecido de índigo y fuego.
Los papeles entusiasmados huyen de la tiranía de sus
huellas,
sus almas se recuestan penando en las hendiduras del
vacío.
Apalabrar el camino en cada pedazo de mundo de humedad
filosófica es deglutir guiñapos ciegos.
Sayuela desplomándose para refrescar olvidos con sus
suaves
manos sin comprender sus quejas.
Alabada por las tinieblas la noche esconde sus marañas
para ser
hija del mañana.
Apacible es el espíritu del alba que el céfiro
desgarra en una
autopista inyectada de quimeras.
Espacio vendado por insectos en un instante necesita
descansar
estrellando pronombres posesivos girando por la vida.
Madreperlas de estrellas cargan mis tristezas de cosas
espontáneas
a veces tiemblan embriagadas de somnolencia.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 17 de noviembre de 2022
Cadencia entre pechos reflexivos
Cadencia entre pechos reflexivos, los ayes en la cara,
y un epígrafe que solloza en las borrascas
―al no ser elemento consentido caprichoso ―,
la mano atormentada del miedo
exprime el
silencio y sus vertientes entusiasmadas
de percibirse y retocarse en el vacío, cuando existe
―si no la trivialidad del desmigado pretérito ―,
lo nivela, dejándolo desperdigado…
Lo minúsculo que lo trascribe,
enmarca ―con semblante solidario al dígito,
que a su elíptica forma subversiva la disipa…
Y en lo inmortal, o mortal vagabundea
―con su músculo de infinito tenso y desarropado
de la sagrada y facunda luz que: ¡la circunda …!
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 15 de noviembre de 2022
Desde la acurrucada lluvia sesgada
Desde la acurrucada lluvia sesgada
del crepúsculo apasionado de tus ojos,
mi esperanza se siente abrumada
por el aire sonriente, ya robustecido solo por el
olvido.
La corona esplendorosa y la soledad de mi sepulcro
sollozan allí, junto a la muralla de tantas
ilusiones hechas pedazos, como un torrente en el
que arrumba el deseo con su mirada bohemia de música
renegada. ¿Qué quimera es esa que encandila
tu miramiento y a su gracia te encadena?
Broto de un silencio de tiempos y medidas
para la clorofila noticiosa de la labranza
en la penumbra victoriosa.
La conciliación constante del eje despabilado
del tormento lacera mi inquietud
como una jauría demencial de azares
regalándome sus pensamientos.
El contorno tiene muchas caras y soñando,
sus pestañas caminan en el umbral del poniente y
yo soy ese astro que empieza a crecer para poder
permanecer
bajo los colores de tus reconciliados y astutos pasos.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 13 de noviembre de 2022
Con el perfil abatido brillando por el margen
Con el perfil abatido
brillando por el margen
el abecedario escribe en
el espacio virtual
cuando el alba avanza cada
vez más ruidosa,
apática y angular al
revés y al derecho, sus
gemidos repercuten, se
engrandecen o se
duermen y los limpia y
los halaga y les da de comer
sobre una caldera
encendida en la espesura de la
noche y está rodando como
si fuera una pelota
y el silencio es una
esfinge con angustia de almas
donde se encorvan los
cuerpos celestes.
Viene atrapando mi
destino y no frota a fuego
tus serenidades; son zarpas
enguantadas de arrumacos.
¡Ah cómo desclava el alma
al corazón, quejosamente!
Pero tus manos quedan
mirándome fijamente como
siervos extraños
arregostándose al triunfo de la nada.
En una ratonera de
rutinas, el yugo acredita al presagio
una cadena de favores con
párpados algebraicos, llevando
la voluntad acuesta. Hoy
en día no se encuentra el fulgor vulgar
de los
sinsabores , tampoco se
coronan de laureles
la cabeza en su curso
breve. En salíferos espejos lloradores,
el temblor de tu espíritu
no perturba ni abarca la serenidad de tu imagen,
solo es el vuelo que provoca
ese lúgubre emisario de la muerte,
llenando de enigmas tus
sienes.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 9 de noviembre de 2022
Soles taciturnos de organigramas audaces
Soles taciturnos
de organigramas audaces
abarquillan
magazines de tristezas,
obligan
sensualidad al fauno
maullador
comprimiendo designaciones
privilegiadas,
desmoronando distancias
resabiadas
cuando empañan los espejos
empíricos
que cesan de escalonar sobre
resquebrajosas vocales que te
extorsionan
y te fustigan y te hechizan y
te halagan luego porque
yo he tenido un manantial
milagroso dentro el alma
para salivar invicta frente a
la aurora onírica del engaño
para diluir transacciones
acéfalas combadas en el tiempo
para tornarme espectro
arrastrando tu barca de obediencia
para empaparme en el hielo no
avillanado del mundo
para escuchar dentelladas
contritas sobre el perdón orgásmico
no para embadurnarse de
castaños instantes
ni para diluir letras
amaneradas en el regazo del silencio
tampoco el afán proyecta el
fuego averrugado de la muerte
¿El oprobio que examina mi fe
en vaguedades atrofiadas?
¡Ah eutanasia de la nada que
asga la espada!
Sabia percusión de astro
roto que se alimenta
del pan que finge su gloria…
Ivette Mendoza Fajardo
de organigramas audaces abarquillan
magazines de tristezas, obligan
sensualidad al fauno maullador
comprimiendo designaciones privilegiadas,
desmoronando distancias resabiadas
cuando empañan los espejos empíricos
que cesan de escalonar sobre
resquebrajosas vocales que te extorsionan
y te fustigan y te hechizan y te halagan luego porque
yo he tenido un manantial milagroso dentro el alma
para salivar invicta frente a la aurora onírica del engaño
para tornarme espectro arrastrando tu barca de obediencia
para empaparme en el hielo no avillanado del mundo
para escuchar dentelladas contritas sobre el perdón orgásmico
no para embadurnarse de castaños instantes
ni para diluir letras amaneradas en el regazo del silencio
tampoco el afán proyecta el fuego averrugado de la muerte
¿El oprobio que examina mi fe en vaguedades atrofiadas?
¡Ah eutanasia de la nada que asga la espada!
Sabia percusión de astro roto que se alimenta
del pan que finge su gloria…
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 7 de noviembre de 2022
La mandolina otoñal del cielo
La mandolina otoñal del cielo
se balancea entre la dulcedumbre
con denuedos pálidos que,
repentinos, colman los recelos del mar,
y un baúl de angustia
desvelada
empapa al traslúcido perfil con una
tonada de triángulos derrotados.
En portentosa intemperie
desvía entonces por la razón de lo peregrinado,
y casual ungido de
luminosidad se amortecen las sombras abandonadas.
Se afana la acuartelada
declamatoria en la plataforma estrafalaria de la
canilla y se diversifica cada
noche en la puntualidad de lo que no se filosofa.
Tristemente gozoso es el
volantín, pues se amarra muy temprano al mausoleo,
lo explora para el sueño.
Siesta del tiempo allanada
caldea con el alma de lo que
no aconteció.
Sin ojeras ni parachoques
salta el translúcido
sordo en la marejada por
ilusionar.
Ingenuo sólo a su destino de
ave sin risueños de auroras y miel
seduce en su propia estancia.
Por eso a nadie ruega porque
no lo debilita.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 6 de noviembre de 2022
Marchan los faroles musculosos del mechón martirizado
Marchan los faroles musculosos del
mechón martirizado
sobre los mares agrios de
sudores económicos,
agrandan los valores
educados de desmayos inocentes.
Un cabello de burbuja
ilusoria chorrea y revuelve
la tos artística de la
materia con el beso llovido de dolor
en inviernos analíticos.
Andan, andan nidos del
entendimiento sobre el chisme
maquinal de un espanto feliz
a la mitad de la locura
cirrótica.
Anda el bien y el mal juntos
de la mano, y
la taberna y los puñales del
reloj sublimizan
hacia el albo gozo, las
inflexiones grises de una mañana
patriota. Tranquea archivos
el meme universal al otro lado
de la palanca espinosa inútil
y la muñeca de la tranquilidad
celebra sus quince primaveras
en la heroicidad del avatar.
El viento lampacea los dados
temerosos del destino
en su casa de violetas tontas.
Andan leves los catafalcos
amoquillados en monitores
parlanchines.
El pescuezo ladra y la agonía
de la curva oscura sube
por las vértebras de la
melancolía que entrelazan
la danza oceánica de la
soledad roída contra la cintura
del árbol piadoso en su encuentro bilioso existencial.
El mazo es pillado por
audiolibros guardando pixeles
dentro del bolsillo y el
pixel es pixel aunque se apague
y se bloquee solo.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 5 de noviembre de 2022
En el hierro esquivo del caluroso peñasco
En el hierro esquivo del
caluroso peñasco
batalla incesante la ingle
orgullosa del estruendo,
como el acento del resplandor
saturado
de la pupila viajera que en
el orbe sin queja
va
retozando en su fugaz recorrido sobre el
alborotado viento
descollante,
mientras tanto escucho una lágrima
rebullir
que fragmenta
la bramadora celosía de la
nada.
El giro amohinado se
transforma
en la adolescencia de la
colmena
y en el invierno de la
versión masculina,
se aclimata al gris canalla
de la bandera
crucificada por
su propia argumentación
equinoccial,
¡Hay algo más!
su altura liberadora de las
cosas crepita
en el espejo desdeñado de sus
labios;
una aureola salta solitaria
en el análisis lluvioso
del instante, traquetea de gozo entre la
hojarasca.
Una paz abatida de
humillaciones evoluciona
desde los antojos pectorales
de la marea,
que se atragantó de peces y
corales
hacia las orejas del empacho
de la fatigosa lontananza.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 4 de noviembre de 2022
Fragmentos de silencios nómadas sobre la mar
Fragmentos de silencios nómadas
sobre la mar
lógica dormilona y emoción
revesada de tiempo
incrustados en el idilio
turbado de las hojas.
Envenena la malicia a la
eternidad remendada,
apenas chispas de sollozos lamiéndose sonoramente.
Cálculos de una campana
inútil ya en la permanencia,
ostentando por manuales
orates de
cosquillas nacidas desde
ayer,
como la lengüetada vesical de
ave secular
en el hondo de átomos que
admira y lo mastica.
Arroyos enyesados de sed en
auxilio costilludo
vegetal sufriendo.
Humilde palanca que se turba
alrededor de
la silueta solitaria de los ojos.
Asombro de tobillos círculos
velámenes azotes.
Apaciguada perspectiva de la
inusitada ocurrencia
que ahorca de la vipérea
congoja cascaruda al cerebelo de los días.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 3 de noviembre de 2022
Una ninfa dialogante
Una ninfa dialogante se tragó
el tiempo
encopetado de manías
logarítmicas,
se tragó los más funestos
entendimientos de
las nebulosas sagradas de una
flor dudosa
y la eternidad multicolor
que jugaba con el destello
de la ilusión, redactaban sus
versos bufonescos
de tardes venenosas en
galopantes misterios
del dolor amniótico.
Los mares eran una disculpa
para obstaculizar
los problemas computacionales
de brújulas carismáticas
que custodiaban un engendro
óptico en sudorífica
comprensión.
Mientras tanto el párrafo
interrogaba sus vanas confesiones,
congelaba secretamente la
membrana de su imprudencia
donde debía caminar veinte
kilómetros hacia al más allá,
espolvoreaban pedazos de
crepúsculos cazando virgos
metapsíquicos, celestes que
añoraban su valor inexplicado en rumor
hadado, y nada se lamentaba
en esas constelaciones de alcanfor,
¡Oh dócil control de sospecha
letal!
¿Qué ninfa dialogante rasca
fracturado orgullo?
La fidelidad de un bullicio
que come con sus manos torpes es
la cabellera taciturna de ella
en requiebros de luna frígida astral.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 2 de noviembre de 2022
Oh, mañanas del bombillo
Oh, mañanas del bombillo.
Noviembre, grumoso
de otoño y hojarasca mustia
el alma,
azaroso al beneplácito de la
silueta del perfil,
que fantaseaba con las
jaurías de horizonte.
Lo ególatra del tiempo y
mecha aturdida del atardecer,
son las fastidiosas emociones
de estar encandilando
al deleite y al lamento de
néctar nuevo.
Oh, mañanas del bombillo,
sintiente en máculas
y albures, amaestradas de
sal, amaestradas de viñas.
Qué vacío este sentir y analizar si
vacía el alma
de sonido, de viento y
brújula, de fotones y mieses,
se reconforta en la histeria
del manuscrito.
Qué vacío el abofeteo que da
la soledad soberbia,
hacia la exaltada calistenia
de los segundos.
Ivette Mendoza Fajardo
A la hora en que la fortaleza del ruido
A la hora en que la fortaleza
del ruido
primaveral de la bancarrota
se somete
como un nudo normativo por
lengüetas
del mangoneo,
el maniquí regala textos
rumorosos
mientras vive su morir en la
oscuridad vestal,
del oscuro acaecer del tiempo
que lo rodea.
En el mismo instante que el
encontronazo de sol
y el encrespamiento de aguas
raras se arrepienten
de su suerte, la música
lloriquea como
un viento encopetado
plañidero.
Un lobo zalamero del color de
draconianos crepúsculos,
se consuela en la noche
ofreciendo su fauces de letanías.
¿Qué locuacidad mamífera agrietada lo
aprueba rejuvenecer?
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 30 de octubre de 2022
La moneda imperiosa disfruta su epidermis de oro
La moneda imperiosa disfruta
su epidermis de oro,
se auto-reconoce una luz en
su colectividad filológica
en un instante en que la urna
de cristal aparece viva.
Cuelga de su rectitud, su
abellacada fijación a su propio yo:
mientras desvanece una mueca
de un entusiasmo
embrolloso.
que levanta del barro a sus
pies su esfuerzo fútil,
inverna en la modesta
eternidad, la testarudez sofríe de
otoños el mundo,
vuelve el calor al miedo, hay
oxígeno en penitencia
y el éter no restituye a la
mímica
que encomienda su espíritu a
la fiebre de las posesiones.
Todos y cada uno parecen embobados
por la alegría suspicaz
que produce el vacío,
¿Acaso persiguen en su
riqueza azurumbada
el elixir sempiterno de la
vida de oro?
¿Qué nos deja un moderna
moneda acaparadora de brillos?
Y de nuevo, el alma que nos
mueva a oscurecer.
Una sed rebalsada en el viento
terebrante
Un desdoblamiento más,
repetiría el alba,
Un desdoblamiento más en las
etéreas garras
de la soledad.
La moneda imperiosa, ese
feroz derrumbe, aliado.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 29 de octubre de 2022
El bostezo aprovecha la suavidad del odio
El bostezo aprovecha la
suavidad del odio
y la dureza del amor para
asustar al claroscuro
en el desgaste derrochador
del olvido y un
placer confuso pierde vuelo
en la bestialidad
desnalgada del infinito.
¿Por dónde duerme su asombro
hecho arcilla?
Ni los paralelos espinosos
echan raíces
por el agua blanda del
contratiempo profazador.
Ni las nubes ondulantes de
los celestes gritos
llegan a recobrar amores
ciegos en pleamar.
¡Oh acalorada quietud! Un
continente de susurros
dentro de piedras oráticas
fecundan mi apocalíptico
dolor, tan traicionero como
seducido por lobos
alagartados en pantanos
lamentosos.
Noción imaginaria de luna
alucinante se compromete
a rezarme la vigorosidad de
sus últimos días, contrafuerte
de una tentación que fue
buscada en la plenitud
de su democracia virginal. ¿Y
qué pasó después?
¿Era la nada en sus
descalabros?
Pertrechos que se alisaron,
cual corceles vanidosos en celo
permanente y se ilusionaron
en ser una lluvia eléctrica de neón
en los tentáculos de la
muerte para rechinar sus dientes
de alquitrán, para jactarse
de su luz hecha penumbra bajo los
colochos brunos del tiempo.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 27 de octubre de 2022
La canción tiene universos paralelos
La canción tiene universos
paralelos...
ejes y vectores en la distancia ciclotímica,
hoy más que antes
-mil ojos grandes regicidas
como huecos sin sombras afligidas-
¿Y el minucioso prisma que ecolalia
no olvida?
La canción vive su vida con
ideas delirantes y no se escabulle,
con el filo de la tarde
musitando perplejidades,
hiere los cometas con
sutilidad devoradora y charlatana
y entre agonías y sudores duerme con sus esqueletos de almas duras.
Entonces, se esconde detrás
de los telones de la aurora mística,
deja una que otra astilla en
mi entraña freudiana.
¡Me arrulla el aire de recuerdos
parabrisas y comatosos!
Aleteando cava juicios
acariciando los sepulcros,
sepulcros que se refugian
entre formas tontas y vibrantes,
intrusos quizás en cualquier lugar, mientras en el laberinto
celestial brota la canción con
la suelta melena fuliginosa de la psicología.
¡Ah las últimas canciones densas
de pensamientos audio- mudos!
Y me entretienen y me hacen disfrutar el mundo que gira al revés.
¡Oh la canción muerta y
regicida del firmamento musical!,
Cual lunas que huelen a
jocosa amargura,
buscando cuerpos en letras ya
roídas por soledad universal.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 26 de octubre de 2022
Brilla la oscuridad con sus ojos parpadeantes
Brilla la oscuridad con sus
ojos parpadeantes,
se aclimata en el dorso de mi
alma
y ese brillo trae restos del
Big Bang,
restos de sollozos
melodiosos
de estrellas que no han
nacido
o que se desvanecieron,
entre agujeros negros
y la oscuridad es un ojo mío
pegado a tu
niño interno
y en nuestro entorno
un gira-sol ataviado de oscuras
esperanzas.
Plenilunio en
oscuridad extasiada,
sensibilidad
gravitacional y marea trascendental ,
labios giratorios en regodeos
alameda de corazones
rencarnando, fruteciendo
el océano que nos hace un
fotón de luz
hasta perderse.
Ivette Mendoza Fajardo
El chischil entró por la puerta de los sueños
El chischil entró por la
puerta de los sueños gentilicios
a un ordenador varado sobre la
rutina reconfortante del mundo,
para posar en números
binarios en las arterias de la inocencia,
donde los emoticones navegan
lentamente como tortugas necias.
Un pixel es un adiós
invertido, una trompeta
espantando el andamiaje de la
soledad en blanco y negro.
Un escuadrón marcial de hormigas
que ataca el RAM y lo
convierte
en nostalgia electrónica y
pereza reprogramable.
La comitiva de la añoranza
apresa contrariedades
de nivel neural en regodeos,
machaca unicornios a
mansalva, pregona un deseo
cuando duerme el zócalo de la
hierba estructurada
en el fusible constelado de entusiasmo fotográfico.
Al reverso
la inquina del monitor desorientado es un
kilo de luz recién laminada.
La brizna del pellizco, una
mano otoñando en las ventanas
rupestres de la vida
que me deja su resuello en el
alma y el amor virtual
en una galaxia mimosa, indoblegable y
futurista.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 25 de octubre de 2022
Bajo la misma escafandra
Bajo la misma escafandra que
el tiempo ha oxidado
se desordena la memoria
matutina del chiflido astral.
En el novísimo verdor
entristecido
la pregunta malsufrida se retuerce, se
cierra en el frío
en cometas sañosos que el
hierro injuria.
La onda acústica me juzga me
condena
como un metal rayado por un
relámpago exorcizado.
La noche taimada torna su
oscuridad en transparencia.
Las ideas se golpean contra
el viento mojigato.
Nada se rellena ni se evacúa
en el rosal de la sepultura
mugidora.
Ni el árbol problemático en
su exilio renunciará
a su conocimiento.
Ni el séquito del misterio
regresará tímido y elocuente.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 24 de octubre de 2022
Flor ansiosa
-¿Quién recordó la
benevolencia perenne de la flor?
¿Quién volatizó el pequeño
obelisco de la hormiga,
de la abigotada piedra donde
se acopla la ansiedad?
Cuando la falange murmulla ya
deja de respirar silbidos;
la cautividad es la linterna
voluntariosa que ampara
su flor de vagarosidad
filtrada;
la flor que no rompe ella
misma el umbral
irrazonable de su gentilicio,
de su propia xerocopia
aniquilada como un dragón de
delirios hasta el fruto inmortal.
¡Su reconstrucción se atiborra!
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 22 de octubre de 2022
Oscuros tonos abatidos de las tempestades
Oscuros tonos abatidos de las
tempestades,
antojos, arcoíris, mármoles,
entre ilusiones
melifluas que nadie ha
tocado, allí, en el piélago,
donde un adagio hilarante,
contra la perorata del sol,
hunde la mañana al fondo del
infinito y el reconcomio
le absorbe con su boca
perplejidad sombría.
¿Qué hipérbaton vitupera su
apoteosis si cabalga
en lo más estrepitosamente
blancuzco del silencio
maniobrado por el translúcido
y dulce?
Pero en la hipérbole que
contagió la chafarrinada torpe
esa diadema carnal del
reconciliable vértigo
parece un peñasco altivo; y
está persiguiendo
y callando impunemente al
indefenso estancado.
Alguien esculcó en reverso la
noche y las estrellas
respiran abandono por segunda
vez como una sideral
herida. De su labios brotan
las silentes madrugadas
y fanatizan de vez en cuando
hilos de calma de luna prolija
sin dejarse amordazar, mientras
un relámpago
pertinaz se percude…por claro y oscuro.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 21 de octubre de 2022
Preposición rocambolesca del oropel silencioso
Preposición rocambolesca del
oropel silencioso,
diversión y consuelo que
impugna al encontrarse,
azora en nervura a los ojos,
los aturrulla y reubica.
Charles B. bebió en
esta feble remembranza
un sonido emocional de
quimera en estrépito marciano.
Hacia el esbatimento del
pañuelo el camino se enajena
y nadie sabe si constriñe o
si un día desacerbe
a mantener su luz la
ecuanimidad del tiempo.
Mientras suben los coloquios
el alma de aquel camino,
las más estrafalarias maneras
conjeturan luego a obstinarse,
a dejar ánimos destrabados
bajo un mundo despiadado.
El fanático acaso siempre es
la herramienta que azuza
lo irrisorio de los cielos.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 20 de octubre de 2022
¿Dentro del corazón pacificado?
¿Dentro del corazón
pacificado?
se pacifican feroces
tinieblas,
tinieblas que marcan los
pasos
de una conciencia añil, añil
de espectros
fugitivos que se enmarañan
con tiempos
convulsos, con carmines
dilectos,
con vestiduras de luces fugándose
en la equivocación rumiante de la
vida.
Y mi cuerpo era la insignia
cegada
que atravesaba el mundo
hasta el punto de fosilizar
la terquedad de fuego ya frío.
Tiniebla grandiosa de
sensatez planetaria
entre planetas no siente la
necesidad de
conspirar y ya no desmenuza mis devoradas pasiones
ni en sueño de reflexión popular
ni en el torrente de ojos
congelados
ni en la boca espectral de su
linfático delirio,
muerde sombras de agujeros sumisos,
de vientos sin ombligos en la campanilla de
sus males hasta saborear el
ultimo día
su consuelo mendaz.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 19 de octubre de 2022
Se pierde la catedral del tiempo en la sonrisa del insecto
Se pierde la catedral del
tiempo en la sonrisa del insecto,
la trinidad de la historia
roja se soltó a rienda suelta,
cabalgando en la percha de un
lenguaje arcano. Por siempre
la cintura mimosa que
maquillaba el yugo arrogante,
en desmemoriado momento de un
poder sonoro,
se quedó zumbando al rudo
cañón por la gran tozuda victoria.
Nudo de ondas huérfanas las indumentarias
picaflores,
bozales fugitivos pintados de
siglos y vientos,
bajo la magia oculta, perdí
el mercurio milagroso
del alma.
Ahora mi esencia es un tronco
insensato en su desnudez
total envolviendo un ángulo resignado,
esclavizando transparencias y
yergan y yergan cada instante
sobre su opinión clásica.
Ivette Mendoza Fajardo
Fragmentos de circunferencias vigorosas
Fragmentos de circunferencias
vigorosas se tornan fuego
en cada hipotenusa con
destino alelado
de la sangre achicharrada, la
asíntota horizontal sacude
la lámpara feroz de su polígono,
que no pernocta
en la mitad de amplitud
dolida
de miseria que se acumula
amarga en la memoria.
Si los cinco sentidos
dialogaran
tú me escucharías,
si se detuviera el tiempo
entumecido
los planos cartesianos
hablaran a calzón quitado.
Detrás de un fulgor oscuro,
que no estremece
la guija de los corolarios y
el prestigio de
de un ángulo obtuso ,
sus rodillas lloran las raíces
cúbicas de las estrellas,
sobre un ansia cercenada en
blanco
y a pecho abierto.
Se tentó el poliedro risueño a pie firme,
y más firme que nunca
se ha doblegado ante las
horas que aún no me observan.
Rubores de números fraccionarios
entrometidos
están encaramados entre las
ramas de mi universal destino
y se anidan…
y se anidan…
sobre la posible afinidad
disconforme de
triángulos rojizos y blancuzcos
del atormentado vacío.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 18 de octubre de 2022
La vulnerabilidad de mi esperanza
Antes, yo pensaba que la
vulnerabilidad
de mi esperanza
era un enigma evaporado en el
silencio,
un cateto triste bajo la
palabra amorfa
embestido contra la curvatura
de la verdad.
¿Quién diría que fuiste mi
alma en las colmenas?
Apostaremos que jamás
alumbramos mundos
cuando la abolladura de los
mares
ataviando de corales
confianzudos
nuestro más íntimo secreto
y los delfines de la sombra
eran la
germinación de las aguas
soñolientas.
Entonces,
se abotagó la pubertad de mis
sienes
amordazadas y me di cuenta que eras tú
quien hiperbolizaba mi ruegos
en los espejuelos del
poniente
mientras te ibas derritiendo
como el fuego en la nieve sin rescoldos
en el acelerador calmoso de
mi conciencia
cuando las horas resollaban
tu norte
juvenil.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 17 de octubre de 2022
Una toga de penas inadmisibles
Una
toga de penas inadmisibles
contra
una toga de penas inadmisibles
hace
nido sobre la bolsa de valores con saña, y
errados
a la belleza rota, la vagabundez del mundo
tropieza
aquí conmigo y se llevan del horror los
desórdenes
públicos.
En
las calles gravitan los resoplos de olvidos beatos.
El
corpiño proletario del bien y el mal,
justificando
su egolatría generosa
me
circunda y me somete
frente
a la aguja piadosa del misterio.
El
águila muerta de mis ojos trapecistas se desnuda
ajustada
en la montaña cavernosa de mi garganta
y a
un réquiem de añoranza desamparada de burdas
burlas
bofeteadas.
Para
deleitar las tórtolas lunares de la vida
acepto
un fotón de idolatrada soledad y un
tiempo
reprimido contra las olas de la razón,
busco
la herida de un océano hermafrodita y presagios
herejes
en la campana juvenil de tu mirada fatigosa.
¡Develo
un mundo que no entiendo!
¿Por
qué calla el basalto extranjero de los días más versados?
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 14 de octubre de 2022
Rayuela enchironada
Rayuela
enchironada,
finiquitada
de horas absortas;
rodillas
curiosas y bisbiseos gentiles.
Su virilidad
planchada flota en faroles agraciados,
cieno
paternal cabrioleando con un mar oscuro;
tu
onda expansiva sin miedo ni limites,
y
velozmente se excitan mundos de hierro.
Vuelo
de gorriones renegados con soles matarifes
en la
rosa eléctrica sin electricidad carnal en su vientre
ni electrodos ultramarinos a la cleptomanía doblegada.
Expectación
compasiva; recelo planetario.
¡Almas
solventadas se alejan de su camino audible!
−de
cualquier malevolencia a la médula−,
llevan
oscuros flagelos, viscosos,
que
carcomen, engullen sus despechadas lógicas,
cual
buitres en festines babilónicos...
se
desgarran, se desgarran, se desgarran...
Siempre
demacradas, y selectivas.
La
vida acepta su suerte mirándola con gloria;
¡Aja! se
enchirona la rayuela.
La luz huye de su cuerpo, sacudiendo los cielos...
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 12 de octubre de 2022
El resquicio traga paisajes sincrónicos amaestrados
El
resquicio traga paisajes sincrónicos amaestrados,
como
ese desprendimiento insensible en
ojerizas
melindrosas ante el hinchamiento
capital
de la antipatía consoladora del remordimiento
zarandeado.
Desde
lo más lejos del servilismo centrípeto,
la
imitación emplaza el sueño monopolista
con
puñado de agruras acobardadas
que
se atusan como acogidas temporales
en la
belicosidad de la carabina exhortada.
En la
madrugada recién fortificada
los
labios del sol me besan como una señal de última firmeza,
mientras
la ductilidad o el apareamiento de nuestras almas
se
sorprenden en un estallido hiperbolizado.
Afuera
el pronóstico del tiempo y la imaginación
se
disputan la algarabía en la flacidez atosigante;
la
administración de los asombros en el doblegar de sus agallas;
la
reverencia de Hércules en tiempos de guerra.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 9 de octubre de 2022
Aboquillada sabiduría
Aboquillada
sabiduría
una
sincerada ciencia como heno aburguesado
emergerá
acuartelada entre las ruinas del
murmullo
de pupilas intransigentes,
donde
ahora se enfrasca enfrascada en su fracaso.
Otra
vez el acecho acecha oleaginoso, suspendido
en su
pausa, a la indiferencia y a la palpitada capacidad de dudar.
Son
percepciones que resisten desde la resistencia de su razón
contraria
al idealismo alabeado de la potencia flagelada.
Mientras
tanto aleccionan hasta el último avezado recelo
con la biósfera campechana y la desaliñada irrealidad avituallada,
el
zángano reblandecimiento con vientre recíproco favorece
a la
reprobación de otro dislocado intento y otra abrumada penitencia.
Las
conclusiones del griposo golpetear se hacen intangibles
al
intentar remarcar el marco de sus sombras vírgenes
como
los desacertados revoloteos de la abulia en la espuela,
como la
pusilánime viruela que en paralelo rema mi eternidad.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 7 de octubre de 2022
Un tenedor subyuga la existencia de la servilleta
Un tenedor subyuga la
existencia de la servilleta
entre sus torpes muslos,
coloca filamentos en el
circuito de las emociones
y el fulgor ferviente de energía exótica
al final de la quimera.
Muestra y sondea instantes en
la distancia sin grosor
retozando entre platos y
cuchillos.
Pero eso que no palpita en la
sabiduría de la mesa
ni en la frente del neutrón
unísono hacia al insomnio,
abolla lo nocturno con sus
pies helados.
Evoca analogías para todos
los motores de la vida
y pirámides jorobadas en el
aire irracional del tiempo
determina el bien y el mal en la
sonrisa de la materia
y la señal relativista que lo recuerda respirar.
La filosofía matinal que
desemboca hacia la luz
es su trasmutación a filo de obsidiana desde el asombro.
El tenedor existencial y
alocado es un puño de
de corazones
cinéticos que duermen en la nada.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 6 de octubre de 2022
El deshielo de la onomatopeya
El deshielo menstrual
de la onomatopeya
recordada ¡Aja!
por las ecuaciones del martirio y
son pulsaciones terapéuticas
para toda hélice abisal que
monologue
en el carburador virgen de
una interrogación latente.
Toda correa y diente sus
estándares desgranan
descamisados iones,
suplicándole al neutrón
ahorcado
menopausias discutiendo
formar almas desequilibradas.
Cada onomatopeya guarda
corales meta-espirituales
en sus oídos;
hay nebulizadores que
quedan incoherentes
entre pieles de inercia
subscripta
en los caprichos ideales del
llanto ladrón contra las
cervezas de la natalidad.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 5 de octubre de 2022
Se moviliza en la zona esférica del precipicio y madruga
Se moviliza en la zona
esférica del precipicio y madruga,
viniendo desde la marea
oscilatoria, misteriosa, blanda, densa,
una sílfide alada, como alma
encubridora de las aguas,
corre como la angustiada
flotabilidad de su carne de coral
que en el fondo era un fotón
aventurado engendrando
el milagro dinámico de la
pretérita soledad,
era ya apática, y flemática,
y recóndita, y sin forma;
era como la nada reversible
de gran cabellera, sonámbula
junto al mar en la noche
nadando sobre lo más hondo,
junto al mundo de piedra
eterna apenas cantando
su existencia efímera,
carnal y agobiada y llamea y
ruega y gime y escucha trémula,
extrae uno tras otro
electrodos del blanco silencio llovido
de expectantes constelaciones
de calores durmientes,
y sueña, se deprime, sueña,
su inocencia copia una vida,
fosforescente y sedosa
que acepta un dios divino
hecho hombre que huele a luz
magnífica
y una tierra infinita de
desencantos.
Ivette Mendoza Fajardo
viniendo desde la marea oscilatoria, misteriosa, blanda, densa,
una sílfide alada, como alma encubridora de las aguas,
corre como la angustiada flotabilidad de su carne de coral
que en el fondo era un fotón aventurado engendrando
el milagro dinámico de la pretérita soledad,
era ya apática, y flemática, y recóndita, y sin forma;
era como la nada reversible de gran cabellera, sonámbula
junto al mar en la noche nadando sobre lo más hondo,
junto al mundo de piedra eterna apenas cantando
su existencia efímera,
carnal y agobiada y llamea y ruega y gime y escucha trémula,
extrae uno tras otro electrodos del blanco silencio llovido
de expectantes constelaciones de calores durmientes,
y sueña, se deprime, sueña,
su inocencia copia una vida, fosforescente y sedosa
hecho hombre que huele a luz magnífica
y una tierra infinita de desencantos.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 1 de octubre de 2022
Sobre noticias sin virgo
Sobre noticias sin virgo que
muere en mi entorno poco a poco,
sobre lenguajes sin úteros
como la tosquedad del destino,
sobre tus pasitos de gato
porque no tengo más remedio
ya que ni el sol me escucha
porque he envejecido cruzando
triste lamento, reclamando
la movilidad inexorable de mi
lengua en la cumbre de las palabras
entre tu aurora virginal y mi
ocaso, el tiempo se irrita moribundo
como un triste cántico de
dolor desde sus mansas bocas
como el sordo estertor de la
agonía con mano segura
como mis dedos disgustados
con sus instintos de opresión;
como luz azul y luz de
alabanza, agua de la espera y agua del perdón.
Confesiones secretas de la
blanca armadura, temblorosa
lleva la angustia de la vida,
temblorosa lleva la responsabilidad
de los cielos. Carece de ojos,
carece de encanto de piernas pactadas.
Y produce de sus labios un
efecto especial calibrando el amor.
Y en el margen, con rabia y dolor,
buscando la niebla, sobre el orbe dormía.
Y engulle posesiones,
arrebatos, presencias, despedidas, retratos.
Y se embriagaba eruditamente
con el bálsamo de tristeza rencarnada.
Y que más tierra y fuego,
agua y aire, luz y oscuridad, cielo y averno.
Y que más…
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 30 de septiembre de 2022
Las escápulas liberadas
Las escápulas liberadas,
el pelo dormido,
desigual.
Han dejado sus miedos dentro
del último tranvía,
ahora se humanizan su
presencia.
Una gloria inservible
y las diéresis meneándose en
la madrugada,
reconocen a veces un empate
para el ofuscamiento.
Están ordenadas sobre el
sueño eterno del jardín
y miran sin ademanes
la saliva que dejan en las
baldosas de pasiones
el mástil de la fortuna
almizclada.
Escuchan canciones de
astrales ruiseñores.
Apacientan en sus vientres
mis olvidos.
La expoliación de sus pieles
y la parsimonia de Octubre
me brindan su talento
decoroso
y en un parpadeo gutural borran mi estresado mundo.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 29 de septiembre de 2022
Ni el colofón mensajero amarillento
Ni el colofón mensajero
amarillento ni la magia más agobiada dentro de natura.
Ni el arañazo arrepentido ni
el astro mezquino doblegado ni el infértil sudario.
Ni la más piadosa madrugada
esperando ni una tarde agitada y moribunda.
Ni el enfado diurno con sus
botas puestas ni regresión en fuente de ilusión.
Ni la pianola afligida para
el embate aburrido ni alienados óvulos de mar.
Ni el ofrecimiento enfurecido
por cinco centavos ni sol con revólver.
No el trastorno en el oleaje
de marañas ni los bolillos en preámbulo.
No el grandioso silencio de
la primera confusión, no broncínea luna y arcilla.
No zamba de locura ni miedo
fibroso, no la pretensión del auto arrullando mortaja.
No el llanto de llovizna quemadísimo que no aprendió a callar ni a encallar su barco.
No puja lo que tiembla, no
daltonismo bañado de luna ni blanco flotando en cosenos
Ni la oscuridad del cielo, ni
rastros que nacen en cualquier parte ni fecunda el anhelo.
No torpes ayeres del norte
dariano ni hertziano hilillo mochando conjuros desganados.
Entender todos los Beethovens y los Picassos resulta abrumante.
Un Mozart que cuida todavía
su solfeo encerrado sereno entre nosotros.
No, ni yo, ni tú ni el Perseo
soñando, ni la ninfa que cruza de pronto el vacío.
No falsificadores majaderos
de crepúsculos, ni a la ingrata odisea ni parábolas niños.
No queda no más allá, allá ni
más ni menos un Danubio catrín ni que fueran todos y cada uno...
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 28 de septiembre de 2022
Carcajadas lloronas siderales
Carcajadas lloronas siderales
en el hombro robusto
de la distancia tragan cien
mil imágenes de fuego.
Castidad redimida de un
espíritu lleno de miedo
lleva a cuestas el conjuro
presumido de la no sabiduría.
Mientras comprende bien a la
nobleza de la epifanía,
su zozobra lo inquieta bajo
el hierro iconoclasta
hambriento y saltarín del
mundo paralelo.
Semáforo de apariencias
llega a la orilla de mi extraña
voz resucitada, el pánico de sus flechas
más veloces son sueños
indigentes y precoces que en
las exquisiteces del alma
negadora cuenta cómo el amor es
un estallido inquisidor
de mañanas sintéticas donde
se esclavizan sus huellas leales
dentro del pistilo geniculado
de mar muerto.
¿Nos desgobierna la cara de
la vida en catetos audibles
de la desmayada luz?
Al no tener precio, la
desnudez inocente del tiempo suma y no
resta, contempla y no
inflama, vierte y no agoniza
el ardor de las
constelaciones ya que a partir de su hora
cero el universo es un
subsuelo de olfatos patituertos,
buscando su estabilidad
mental en las gredas de una sed
indescifrable y sin gastar una
gota de sudor se transforman en la
eternidad filtrada de
espasmos milenarios de ojos dolidos.
¡Ah posibilidad generosa en
este largo y cabalgante misterio!
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 26 de septiembre de 2022
Reconozco la voluntad del instinto
Reconozco la voluntad del
instinto preciso, voluptuoso a veces caníbal.
A pesar de los pesares la ida agridulce de la melodía ascendió a los cielos.
La gotera del tejado se
deprime desde el atardecer de lluvias vagabundas.
A simple vista las pantorrillas del silencio
aguantan el aislamiento de un día,
enrojecen en la cinematografía
de la inquietud delatora,
a troche y moche crecen acantiladas en los emblemas del ciclo lunar.
Quitándose la venda de los
ojos, la ilustre hiedra de la muerte sostiene su historia.
Dijo el poniente al
favoritismo “Voy a beberle al tiempo las palabras”,
la iniciativa insípida se obsesiona en desaparecerlo del mapa.¡Ay!
La verdad amarillenta canta
victoria en una galopada de sueños.
Una fiesta ceñida cava su
tumba midiendo el cuerno de los claustros
lamentablemente la sombra de
un duende es atrapada con las manos
en la masa en complicidad con
la fábula del letargo.
En un círculo vicioso la oquedad del grito es esa pestaña indomable.
A la metafísica del hambre y de la saliva sus trajes de madera eran
las oscuras cavernas de sus
emociones.
Puño desamparado de espinas
en bandeja lo quiere todo hasta el
firmamento, y es el origen de un
garabato embriagador, su peligro
traspasa las puertas del
desconcierto.
Duele en carne viva, en mí la
pregunta mordaz de los reflejos.
La señora de los truenos en
fila india saca sus pecados
y en olor de santidades se
derraman con el jocoso brillo de su azogue.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 25 de septiembre de 2022
La agorafobia del dolor y el destierro del alba
La agorafobia del dolor y el
destierro del alba
han sido fieles creyentes del
instinto oscuro,
tras la rubeola de sus labios
no hay hora que se
anestesien,
ni catarsis que los
santifiquen
ni compulsión rabiosa y
exagerada
que les reanime
a tomar algún esquema
corporal
donde en descuido sus
razones se queman
por resucitación cardio-crepuscular
a cara descubierta ante
fantasías diurnas,
no cambian sus pantuflas con
oclusiones coronarias
por la sangre profana de la
luna,
ni seducen los pellejos de
sus neuronas aprehensivas,
hoy asegurándose aplacar el tono
irreverente de sus miedos,
cicatriz cínica obnubilada
pierde su consejo práctico,
porque los pies se le
derrumban como astillas quemadas
y yace extenuada la obesidad
de sus mentiras,
su gemido lesionado es la
oftalmología de su movimiento
parabólico ¿La ruta incierta
de su sombra?
¡Se deja auscultar con la frente en alto!
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 24 de septiembre de 2022
Mis ojos reposan en las plaquetas de la noche
Mis ojos reposan
en las plaquetas de la noche
disfrazados de nubes anémicas
y siendo máquinas rencorosas
estallarán soledad como
nervios apiñados musicalmente.
Su deliciosa verdad alertará
una laguna que florece de humildad
donde se acurrucan las
piedras en su aerofagia recurrente,
juguetonas, vírgenes,
igual que en la mueca rural
donde nos hace
recorrer por siempre
recorridos de esperma de
yemas vulnerables.
Sucede que ahora entraño
colorear el silencio
que te convirtió en usurpador
de luctuosas amígdalas,
amígdalas acicaladas de
sonidos domesticados, domesticados
de caricias pensativas, pensativas
de llanto ambulatorio.
Su hipertonía declamatoria
silenciará mis lémures;
empapará de voces mi retorno
con mi sombra a cuestas.
Y sobre el ojo de la
nostalgia descamisada de dulzura
ofrendará su equívoca
apariencia sobre lo ya muerto:
porque simplemente todo era,
un ávido recuerdo codiciante.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 23 de septiembre de 2022
El tiempo cuadriculado a ras del cielo
El tiempo cuadriculado a ras
del cielo transcurre en el anzuelo
de un contrabalanceo de ideas
tatuadas que en la pretensión es
un gratificante maizal de luz
muerta. La punzante anchura de la nada hila
poliedros sucesivos
de madrugadas abortadas. ¿Quiénes
navegan las angulares raíces
de caderas libertarias que humildes
se niegan a ser reverenciadas
por el emplaste pasional de
la bruma?
¿Por qué indecisos apéndices
de fuego repasan la sublime
fetidez de la escarlata
grotesca?
¡Candores incurables envían panes del dolor a la palabra mortificada!
Algo se conquista hacia la
voz asfixiante que todavía no
ha agonizado . Palpar sus
manoteados anhelos por
dentro resbalan sobre los
problemas que no han aflorado desde ayer.
Ejecuta márgenes el látigo.
Lo profundo y meditado ve sufrir.
Hay una rebeldía en cada cosa
y es la sabiduría de un tendón.
Y aquel coro de huesos que se
escapan superdotados
por cada respiro sintonizado cuando
siente mi corazón enmudecer.
¿Qué serían los rasguños del viento
que dan el deseo de llorar?
¡Ah talvez uno con demasiados recovecos y sin
esperanza!
Ivette Mendoza Fajardo
de un contrabalanceo de ideas tatuadas que en la pretensión es
un gratificante maizal de luz muerta. La punzante anchura de la nada hila
poliedros sucesivos
de madrugadas abortadas. ¿Quiénes navegan las angulares raíces
de caderas libertarias que humildes se niegan a ser reverenciadas
por el emplaste pasional de la bruma?
¿Por qué indecisos apéndices de fuego repasan la sublime
fetidez de la escarlata grotesca?
¡Candores incurables envían panes del dolor a la palabra mortificada!
Algo se conquista hacia la voz asfixiante que todavía no
ha agonizado . Palpar sus manoteados anhelos por
dentro resbalan sobre los problemas que no han aflorado desde ayer.
Ejecuta márgenes el látigo. Lo profundo y meditado ve sufrir.
Hay una rebeldía en cada cosa y es la sabiduría de un tendón.
Y aquel coro de huesos que se escapan superdotados
¿Qué serían los rasguños del viento que dan el deseo de llorar?
¡Ah talvez uno con demasiados recovecos y sin esperanza!
sábado, 17 de septiembre de 2022
Economía demencial
La fuerza del mercado demanda
en tridimensional,
deslizante matriz de
recompensas intercambia
oscilante al método inductivo del tiburón concientizado.
Moneda de tus párpados monopolizada
germina ganando
tu venganza en la plusvalía de su voz;
tu alma desdentada entre la
quiebra y el consumir exhausta.
El subsidio incendiando con sus
flecos iracundos
la teoría de los juegos
vandálicos, la trampa de la liquidez
y perdiendo su utilidad
marginal, tiene mal humor,
tus ojos en un acto de conformidad,
se alegran negociando;
tu cuerpo celestial en la
arena se aviva activo circulante.
Hay como que un giro bancario
balancea amorosamente bienes
y servicios, sesgado en estas
conveniencias muestra
curvas desbocadas en la elasticidad y
habilidad del riesgo
rodando, músculos, tejidos y
tendones se rebelan
ante los precios desleales, su horizonte de proyección presta lo que
no es de Dios, tu ansiedad llora
en tu déficit presupuestario
y tu tristeza inversionista
muriendo en rodillas asustadas,
tu espíritu analítico meditando
en estado corporativo.
Ivette Mendoza Fajardo
deslizante matriz de recompensas intercambia
oscilante al método inductivo del tiburón concientizado.
Moneda de tus párpados monopolizada germina ganando
tu venganza en la plusvalía de su voz;
tu alma desdentada entre la quiebra y el consumir exhausta.
El subsidio incendiando con sus flecos iracundos
la teoría de los juegos vandálicos, la trampa de la liquidez
y perdiendo su utilidad marginal, tiene mal humor,
tus ojos en un acto de conformidad, se alegran negociando;
tu cuerpo celestial en la arena se aviva activo circulante.
Hay como que un giro bancario balancea amorosamente bienes
y servicios, sesgado en estas conveniencias muestra
curvas desbocadas en la elasticidad y habilidad del riesgo
rodando, músculos, tejidos y tendones se rebelan
ante los precios desleales, su horizonte de proyección presta lo que
no es de Dios, tu ansiedad llora en tu déficit presupuestario
y tu tristeza inversionista muriendo en rodillas asustadas,
tu espíritu analítico meditando en estado corporativo.
viernes, 16 de septiembre de 2022
Desata, luna, la cacería del contentamiento
Desata, luna, la cacería del
contentamiento
como el lienzo blandengue que
simula el cielo
y la fachada entiende la
ferocidad de las herraduras.
Bajo los fachosos acueductos,
entre las jocosas resinas,
la roca, el viento y las
estrellas
tienen sobrados conocimientos
para argumentar
aun cuando no esté su acecho,
en buen provecho,
como el llamado valeroso que luego obtendrá sobre el orbe
en su frígido tormento.
Batido por la vida,
la determinación del fuego
granjea, como derrota,
las caras del léxico
diamante;
mientras que el histerismo de
la roca en
las alas del huso virginal,
en el titilante final es un tendón
digitalizado de vendettas.
El extraño rugido con que se ablanda su certidumbre
se acoge a la tristeza pueril de una
lágrima erógena,
¿A quién comprende en su
misión?
La exclamación estudiosa no
ama la herradura,
pero entiende su fuerza
corpulenta.
Nada deshace la roca si no es
su designio dopado.
Nada doblega al viento si no
es su mismo sufrimiento.
Nada alborota las estrellas
si no son sus mismas sabidurías chamuscadas.
Una estrella dulce es un niño
astral esculpido bajo el llanto ígneo del silencio.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 14 de septiembre de 2022
Rebotan mis palabras en nubes de colores capitalistas
Rebotan mis palabras en nubes
de colores capitalistas,
la sombra carnicera se
adelanta oscureciendo el recuerdo malavenido;
la ciudad homeostática
respira lágrimas frígidas y nadie viene en su auxilio.
Ser un látigo magnate a mi
antojo para domesticar la angustia samurái.
No hay soñador que sueñe las
venas asombradas de mi noche mesopotámica:
generosa, azul, obediente que
le roncaba al mundo fauno aturdido.
Apagado está tu reino
absorto, muerto el rubor del espíritu al estilo intruso:
y su boca que enamora rastreos
en alargados túneles de ideogramas
no consiente la inseguridad ni sufre la inmisericordia: y ahora está
en tus pesadillas y caigo sin
voluntad en tu deseo, puede llamarse
adulación pecaminosa ¿En un
entorno de puros impudores?
Burlescamente hiere un agua
cósmica la rosa espectral que oxida el mundo;
¡tan inquieta! Que podría
inquietar todo… entre la pasión y el fuego,
entre el cuerpo y el alma,
¿Será que como vida abrazan soledades?
Apaleada intrusión dióptrica,
hexasílaba de llovida voluntad de hemisferio dormido
pregunta a los que llegan:
¿Por qué la memoria adormece ante el misterio
adolescente? Más allá, más
allá, un subversivo clamor es una vanidosa pantera
en solfeo mayor entregada a
las obras de caridad a pesar de tenerlo todo y nada.
¡Ay! su corona punzante de hermanastros
polinizados en fulminante mono
trapichero de impulsos
valerosos barajeando alopatía y limadura, migajas y
barriletes ¡Ufff!.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 12 de septiembre de 2022
Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz
Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz,
escudriña el cincel su ser interno y muerde la noche su miopía.
El filo del cuchillo es otro
camino de ambición martirizada,
el hierro lactante duele y se
retracta en breve justificación,
la erosión de la vida es
miedosa y es valiente
es un sueño de ojos rancios
con dolores y alegrías... es paradisíaco...
que usurpa la modorra inopinada de los átomos.
Cielo y averno invaden los
vapores huraños del mañana.
Tiempo generoso... nos
regalaste el púrpura del milenio.
¡Aquí queda la báscula
resentida sudando eternidades juveniles!
El cobre primordial se
exilia, termina su recorrido por la tierra
con tambores de lumbres y
truenos para coronar sus días…
¡Son dramáticos los ayeres
navegables en nudos centinelas!
y se cuidan con laicos
revólveres, cariñosamente se apretujan
entre ellos para sacar una ingenua risita apocalíptica.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 10 de septiembre de 2022
Septiembre se insubordina
Septiembre se insubordina
con el embrollo cruel de los
sollozos
afuera pereza de la catacumba
va acumulando
su codicia entre cifras
ilógicas de la muerte;
toda la quietud dormida del
ímpetu apagado,
contra las rocas
expande su plétora de
placeres de locura
su blindada bondad andariega
entre las alegrías sordas
su broncínea percepción en la
neurosis callada de la sangre,
ya nadie a contraluz se
aventura
en este minuto enigmático de
la mañana;
asmáticos los ruidos se
mitigan al
enraizamiento mediador de los
días, por donde
azuzan sus olores en el fuego
con hipnótica prudencia
así como esa gratitud
domesticada de monólogos
frente al derrumbe rojo del
elogio, del elogio llamativo de olor gris,
la mañana es un lengüeteado
despertar sobre los pantanos
la noche un rey de corazones
depilando la piel de mi soledad.
Ivette Mendoza Fajardo
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